Hay importantes luchadores sociales a finales de los años veinte y principio de los treinta que están esperando ser rescatados por la conciencia popular del olvido y el ataque de la clase dominante.
Debemos recoger el ejemplo de los pioneros del movimiento obrero hondureño: Graciela García, Manuel Cálix Herrera y Juan Pablo Wainwrigth.
Graciela García, Pionera de la lucha de las mujeres hondureñas
Es un símbolo en la lucha popular y de los derechos de las mujeres en Honduras. Sufrió cárcel, persecución y destierro por sus ideas transformadoras a las que nunca renunció.
Nació en El Salvador el 02 de enero de 1895. A los dos años de edad quedó huérfana de madre, pero creció al lado de su abuela en El San Salvador. Desde temprana edad estudió e hizo suyas las ideas revolucionarias de los años veinte, se organizó y contribuyó a la organización de las mujeres y los trabajadores.
Se trasladó a Tegucigalpa en 1915, con su padre José Bernardino Amaya. Se casó al siguiente año con José García Lardizábal con quien compartió 57 años de matrimonio. Se hizo maestra de educación primaria e impulsó la educación popular, y fue de las primeras mujeres de clara militancia política democrática, patriótica, socialista y anti imperialista.
Fue dirigente del Sindicato de Oficios Varios “Redención” que en 1921 contribuyó a la creación de la Federación Obrera Hondureña (FOH), la primera en el país. En 1923 fundó la Sociedad “Cultura Femenina”, un grupo que dio importantes aportes en la organización de las trabajadoras.
En 1930 contribuyó a la realización de un Congreso de Unidad Sindical en la ciudad de Tela, Atlántida, de donde surgió la Federación Sindical Hondureña (FSH). También fue de las organizadoras de las gloriosas manifestaciones del 29 de mayo y 4 de julio de 1944, donde pedían la renuncia del dictador, Carias.
Su hermano, Felipe Armando Amaya, la incorporó en la lucha popular y la acercó a las ideas socialistas.
Desafió la represión de las dictaduras de los años treinta en Centroamérica y participó en acciones por la democratización de Honduras, El Salvador y Guatemala, países de los cuales fue expulsada.
En El Salvador fue secretaria de actas del Comité Femenino Pro Candidatura Presidencial del doctor Arturo Romero, quien agrupaba a centenares de mujeres revolucionarias. Durante ese tiempo Graciela convocó a varias mujeres y organizaron la sociedad que llamaron “Antorcha Femenina”.
En Guatemala, en diciembre de 1944, mientras los trabajadores guatemaltecos organizaban un Comité de Unidad Sindical, se efectuaba un Congreso Unificador en el cual Graciela fue Secretaria de Actas. Así contribuyó a la fundación en agosto de 1945 de la Confederación de Trabajadores de Guatemala CTG.
Graciela y su esposo se fueron a México. Desde donde impulsó acciones de apoyo a la Huelga de 1954.
Durante 33 años laboró en la Secretaría de Educación Pública. Todavía a sus 90 años organizó un grupo cultural con niños en la Colonia Peralvillo del Distrito Federal, donde vivió modestamente hasta sus casi cien años.
Manuel Cálix Herrera combativo del movimiento social de Honduras
Manuel Cálix Herrera nació en 1906 en l a ciudad de Juticalpa, Olancho. Fue el menor de 3 hermanos, Ciriaca y Teresa, hijos de Manuel Cálix Palma
y Josefa Herrera.
Se cree que en su juventud fue influenciado por las ideas masónicas y antiescolásticas por sus tíos Juan, Rafael y Felipe Cálix Palma, nietos todos ellos del último gobernador español de Olancho, Guillermo Herrera.
Según decía Medardo Mejía, Olanchano ilustre de pensamiento revolucionario, el ambiente feudal que se respiraba en la cabecera departamental asfixiaba al joven. Por eso, a los 15 años de edad se trasladó a la costa norte.
No se sabe exactamente de que manera Manuel Cálix abrazó las ideas revolucionarias y, mucho menos, las marxistas; lo cierto es que ya en 1922 apareció organizando círculos o células marxistas-leninistas a lo largo de toda la costa norte.
En 1922 uno de los fundadores del Partido Comunista de Honduras (PCH). Es decir, que esta proeza de gigantes la realizó a los 17 años de edad. Lo que lo convierte en un hombre de grandes cualidades morales y un genio político de alta potencialidad.
Manuel Cálix Herrera como muchos pasionarios de la historia no tuvo hijos pues se casó temprano con su pueblo y la revolución. Fue inclaudicable en su lucha, pues como marxista convencido sabía que la única clase capaz de liberarse a si misma, era la obrera.
El método más eficaz que utilizaba Manuel consistía en volverse trabajador del área de ocupación donde quería reclutar trabajadores, que eran el objetivo fundamental de su actividad revolucionaria. Así, fue carpintero, zapatero, mecánico y bananero; pues tenía la firme convicción de que al hombre había que conocerlo en toda su dimensión histórica.
Cuando las compañías bananeras tuvieron el control político y miliar, y florecieron los atropellos contra los obreros, Manuel Cálix Herrera hacía las denuncias a través de folletos y periódicos como El Trabajador Hondureño, pero sobre todo en El Martillo que llegó a tener hasta 6 páginas tamaño tabloide. Los que circulaban hasta en los últimos rincones de los campos bananeros. A raíz de entonces los trabajadores de las compañías bananeras empezaron a exigir mejores salarios y jornadas de trabajo de 8 horas.
Precisamente en 1925 Manuel Cálix Herrera, Wainwrigth, Farabundo Martí y varios revolucionarios guatemaltecos fundaron el Partido Comunista de Centroamérica.
En la costa norte se decía que no había cárcel alguna que Manuel Cálix Herrera no haya estado, producto de la salvaje represión contra los trabajadores y líderes comunistas que había librado el gobierno.
Con apenas 26 años, Manuel Cálix Herrera fue candidato a presidencia del país ya que había crecido el perfil y prestigio de los comunistas. Esto llevó a instituirse como la tercera fuerza política del país con grandes expectativas para las fuerzas populares.
Manuel Cálix Herrera, Juan Pablo Wainwrigth y Farabundo Martí fueron a parar a la famosa bartolina La Gota del Castillo de Omoa. Manuel permaneció un par de años en dicha cárcel donde contrajo tuberculosis. Que en 1936 acabaría con él en su ciudad natal, Juticalpa, a los 30 años de edad.
Era un hombre extraordinario, digno de ser hijo de la patria hondureña.
Juan Pablo Wainwrigth fue también uno de los fundadores del Partido Comunista Hondureño (PCH), el que fue organizado el primero de mayo de 1922 en San Pedro Sula. Partido donde se formaron los primeros círculos de estudios, dando como resultado que el 12 de marzo de 1925 se desatara una gran huelga en la empresa bananera Cuyamel Fruti Co. en demanda de mejores condiciones de vida.
También participó el 18 de mayo de 1921 en la formación de la Federación Obrera Hondureña (FOH), compuesta por sociedades obreras y sindicatos de artesanos.
En años de 1916,1917 y 1920 Juan Pablo Wainwrigth había librados varias luchas del sector bananero. La respuesta gubernamental y patronal fue de represión, cárcel y exilio para los trabajadores.
“Maldita sea, ¿por qué no opté yo el grado de general, en vez de ese título comprometedor para ser general? Que no se necesita saber nada, ni siquiera haber peleado....?,” Extracto del cuento Doctor General, escrito por Juan Pablo Wainwrigth.
A principios de los años 30 el dirigente popular, fue perseguido hasta que terminó refugiado en Guatemala, Juan Pablo Wainwrigth, había sido encarcelado en Guatemala. Donde intentó suicidarse, al cortase la venas de sus dos brazos. Se dice que escribió una consigna antiubiquista con su propia sangre en las paredes del calabozo donde esperaba la muerte. Lo curaron médicos militares para que pudiera caminar y pararse frente al pelotón de fusilamiento en el interior de la antigua Penitenciaria.
En 1932 el líder de la huelga de los trabajadores del plátano en Honduras, fue ejecutado a las cuatro de la madrugada por órdenes del dictador Jorge Ubico después de escupirle la cara por haberle propuesto perdonarle la vida.
¡Viva la vida!: habrían sido sus últimas palabras.
Que vivan por siempre en la memoria popular.
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