Por Wooldy Edson Louidor
A pocos días de la toma de posesión del presidente electo haitiano Joseph Michel Martelly, se ciernen cada vez más amenazas sobre las personas desplazadas por el terremoto del 12 de enero de 2010.
Además de los desalojos violentos, las deplorables condiciones de salud, la falta generalizada de acceso a los servicios básicos y los crecientes riesgos de violencia, principalmente contra las mujeres y las niñas, los desplazados están amenazados por la temporada ciclónica que iniciará el próximo primero de junio.
Un equipo de investigadores del departamento de las Ciencias de la Atmósfera de la Universidad americana de Colorado prevé 17 ciclones y 9 huracanes que podrían afectar el Atlántico, con una alta probabilidad de impacto sobre el Caribe, donde se ubica Haití. La situación podría ser grave para los desplazados. Dada la situación muy vulnerable en la que se encuentran los campamentos, bastaría una simple lluvia acompañada con algunas ráfagas de viento para destruir las tiendas ya desgastadas por el tiempo e inundar los campamentos.
A casi un año y medio del terremoto, a pesar de los esfuerzos puntuales realizados por las autoridades haitianas y agencias internacionales para la relocalización temporal de los desplazados, el país sigue a la espera de “soluciones de viviendas durables y dignas para 680.000 desplazados que siguen viviendo en tiendas de campaña así como para las comunidades de retorno”, reconoció el jefe de la misión de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en Haití, Luca Dall’’oglio.
Ante esta situación, el Servicio Jesuita a Refugiados (SJR) pide a las nuevas autoridades haitianas que suspendan los desalojos violentos que atentan contra los derechos humanos y la vida de los desplazados, mientras “establecen las condiciones y proporcionan los medios que permitan el regreso voluntario, seguro y digno de los desplazados internos a su hogar o su lugar de residencia habitual, o su reasentamiento voluntario en otra parte del país”, conforme al principio 28 de los Principios Rectores de los Desplazamientos Internos, establecidos por la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Intensificación de las amenazas de desalojos violentos: Caso del Campo Palais de l’Art El pasado 10 de mayo, más de 150 familias que viven en el campo Palais de l’Art ubicado en Delmas 33 se vieron encerradas como presos en dicho campo. En la mañana del mismo día, cuando algunos desplazados intentaron salir del campo para realizar sus actividades, se dieron cuenta de que el portón de acceso a la calle estaba cerrado con llave. En su desesperado intento de subir el muro de exterior del terreno para saltar a la calle, varios desplazados resultaron heridos. “Es una estrategia que utiliza el propietario del terreno para forzarnos a salir del campo”, explicó un desplazado.
El 9 de mayo, los desplazados del mismo campo habían encontrado sellados con clavos los únicos baños de que disponen para satisfacer sus necesidades biológicas. Además, el propietario del terreno amenazó con tomar represalias contra ellos si intentaban abrir los baños.
En una reunión con los miembros del comité del campo, en la que participaron la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y el SJR, el propietario del terreno de Palais de l’Art había dado a los desplazados hasta el primero de mayo como fecha límite para que dejaran el campamento.
Según el abogado del propietario, el Ministerio del Interior y de las Colectividades Territoriales había firmado con su cliente un contrato de arrendamiento por 25 mil dólares americanos que se venció desde diciembre de 2010. “A pesar de varios plazos que dimos al Ministerio para que prolongara el contrato, no hizo nada”, explicó el abogado.
“Voy a notificar al Ministerio del Interior y de las Colectividades Territoriales nuestra decisión de desalojar a los desplazados en un plazo de ocho días”, concluyó.
Testimonios de los desplazados: “No tenemos adónde ir”
Colocamos a continuación algunos testimonios que dieron al SJR algunos desplazados del campo Palais de l'Art con respecto al plazo que había fijado el propietario del terreno:
“Vivo en el campo Palais de l’Art desde el 13 de enero de 2010. Mi casa se agrietó a raíz del terremoto, y no he podido regresar allí desde entonces porque mi marido y yo, estamos desempleados; no tengo dinero para reparar la casa. Ante este plazo tan corto que nos da el propietario del terreno para abandonar el campo, no sé qué hacer”, declaró, con impotencia, Marjorie Simon.
“Vivo en el campo desde el 13 de enero. El propietario (del terreno) nos pidió que abandonemos el campo el primero de mayo, pero no tenemos adónde ir”, afirmó, desesperada, Magalie Gilot.
“Estoy aquí desde hace seis meses. Luego del terremoto, regresé a mi ciudad natal en provincia. Pero, después, vine al campamento porque una amiga me invitó. Ya que no tenía otro lugar adónde ir, vine con ella al campo. Si las condiciones estuvieran buenas allá en mi ciudad en provincia, no vendría ahí. Vine a buscar trabajar”, confesó Benita Pierre.
Wooldy Edson Louidor del Servicio Jesuita a Refugiados para Latinoamérica y el Caribe (SJR LAC)
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