martes, 3 de mayo de 2011
El retorno de Zelaya
Vos el Soberano
Por Aníbal Delgado Fiallos
El expresidente Zelaya debe retornar; la forma en que fue capturado y extrañado del país es abominable; los procesos que se le incoaron después, cuando las contradicciones se encendieron como pocas veces en nuestra historia, tienen más característica de revancha que un deseo honesto de hacer justicia.
Durante su gobierno estuve enfrentado a él en su propuesta de reforma constitucional para validar el continuismo, aunque lo apoyé en asuntos importantes como los combustibles, Petrocaribe, su propuesta de salario mínimo, recuperación de tierras para los campesinos, su apertura al mundo; fue tan vehemente mi condena al intervencionismo del gobierno norteamericano en aquel momento que al embajador Ford no se le ocurrió otra respuesta que cancelar mi visa por supuestas actividades terroristas ¡en la década del 80 del siglo pasado!
El golpe de Estado me pareció obra de perversos; el planteamiento reeleccionista pudo haber sido derrotado en el debate cívico y democrático sin la brutalidad militar; también repudié la feroz represión que se desencadenó contra quienes marcharon por las calles de las principales ciudades del país condenando la violación a la institucionalidad democrática y la afrenta a la figura del presidente de la República.
Pertenezco a la Resistencia y actúo en los estratos más modestos, y aunque critico algunas de sus posiciones y acciones, tengo que asumir mi solidaridad con ella hasta el final; en el marco del derecho a disentir he afirmado que el expresidente Zelaya debe integrarse a la lucha por la transformación de Honduras en el lugar que mejor pueda servir, pero que ese lugar no es la cabeza del movimiento, porque el caudillismo es uno de los enemigos más peligrosos del proceso transformador.
Por eso me preocupa que el FNRP esté adoptando una estructura piramidal en cuya cúpula se ubica el líder máximo que toma en forma inapelable las decisiones esenciales.
Es la versión del “centralismo democrático” estalinista: el poder reside en el pueblo, el partido expresa los anhelos del pueblo, el comité central resume la voluntad del partido y el pueblo, el secretario general en la posición cimera, es la expresión del poder del comité central, del partido y del pueblo; es la persona en quien se sintetiza el liderazgo total, donde yacen sabiduría y competencias indiscutibles en virtud de ese proceso de concentración de dominio de abajo hacia arriba.
En todo caso estas son cuestiones internas; lo que reclama la conveniencia nacional es el retorno del expresidente sin juicios que enfrentar en condiciones de participar en la política nacional.
Por Aníbal Delgado Fiallos
El expresidente Zelaya debe retornar; la forma en que fue capturado y extrañado del país es abominable; los procesos que se le incoaron después, cuando las contradicciones se encendieron como pocas veces en nuestra historia, tienen más característica de revancha que un deseo honesto de hacer justicia.
Durante su gobierno estuve enfrentado a él en su propuesta de reforma constitucional para validar el continuismo, aunque lo apoyé en asuntos importantes como los combustibles, Petrocaribe, su propuesta de salario mínimo, recuperación de tierras para los campesinos, su apertura al mundo; fue tan vehemente mi condena al intervencionismo del gobierno norteamericano en aquel momento que al embajador Ford no se le ocurrió otra respuesta que cancelar mi visa por supuestas actividades terroristas ¡en la década del 80 del siglo pasado!
El golpe de Estado me pareció obra de perversos; el planteamiento reeleccionista pudo haber sido derrotado en el debate cívico y democrático sin la brutalidad militar; también repudié la feroz represión que se desencadenó contra quienes marcharon por las calles de las principales ciudades del país condenando la violación a la institucionalidad democrática y la afrenta a la figura del presidente de la República.
Pertenezco a la Resistencia y actúo en los estratos más modestos, y aunque critico algunas de sus posiciones y acciones, tengo que asumir mi solidaridad con ella hasta el final; en el marco del derecho a disentir he afirmado que el expresidente Zelaya debe integrarse a la lucha por la transformación de Honduras en el lugar que mejor pueda servir, pero que ese lugar no es la cabeza del movimiento, porque el caudillismo es uno de los enemigos más peligrosos del proceso transformador.
Por eso me preocupa que el FNRP esté adoptando una estructura piramidal en cuya cúpula se ubica el líder máximo que toma en forma inapelable las decisiones esenciales.
Es la versión del “centralismo democrático” estalinista: el poder reside en el pueblo, el partido expresa los anhelos del pueblo, el comité central resume la voluntad del partido y el pueblo, el secretario general en la posición cimera, es la expresión del poder del comité central, del partido y del pueblo; es la persona en quien se sintetiza el liderazgo total, donde yacen sabiduría y competencias indiscutibles en virtud de ese proceso de concentración de dominio de abajo hacia arriba.
En todo caso estas son cuestiones internas; lo que reclama la conveniencia nacional es el retorno del expresidente sin juicios que enfrentar en condiciones de participar en la política nacional.
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