lunes, 26 de julio de 2010
25 de Julio de 2009, ¿dónde estábamos ese día?
Por Oscar Estrada
Pedro Muñoz tenía 24 años, vivía en la Colonia San Francisco de Tegucigalpa con su esposa e hija, de oficio albañil, se unió a la Resistencia desde el día mismo del Golpe de Estado. El día viernes estaba enfrente de unas cinco mil personas que trataban de llegar hasta la frontera para recibir al Presidente Zelaya, viajó junto a un grupo de amigos con quienes logró llegar hasta el retén militar de la zona de El Paraíso, unos 8 kilómetros por carretera. Él, junto a otros jóvenes, fue el grupo que más resistencia le presentó a la policía desde el primer momento protagonizando las escaramuzas.
Cómo a las tres de la tarde, organizó una enorme fogata en medio de la carretera, la cual produjo una gran columna de humo que empujaban con ramas a los militares para ahogarlos. Estos no se movieron de su lugar, hasta que el humo fue tanto que los hizo avanzar unos metros a punta de gas lacrimógeno para apagar el fuego que los asfixiaba.
Hay cerca de quince retenes militares en la zona que impiden el paso de las personas, quienes a pie siguen avanzando; pero hay dos retenes importantes, uno a la altura de Arenales, donde está aun atrapada la Señora Xiomara de Zelaya y su familia, quince kilómetros antes de llegar a la ciudad de Danlí y el otro, el de Pedro.
En la mañana del día sábado, cuando logramos volver hasta el retén de El Paraíso, y estando la gente aún entumecida por haber pasado la noche a la intemperie, escuchamos el grito de muerte. Cientos de personas corrieron hasta el lugar, unos ciento cincuenta metros del retén, para ver el cuerpo y entre morbo y curiosidad, tratar de identificarlo. Era Pedro, sus amigos lo confirmaron de inmediato. Murió aproximadamente a las cuatro de la mañana, fue golpeado salvajemente y asesinado de 46 puñaladas: en la espalda, el rostro, el cuello y la cabeza. Se rumoró que habría sido detenido el día anterior en horas de la tarde por la policía pero no hay forma de probarlo. Seguramente los medios dirán que fue asesinado por los mismos manifestantes para fabricar un mártir, así como dijeron que a Isis Obed lo habría matado un manifestante en la confusión. Seguramente también su muerte quedará impune.
Cuando la fiscalía estaba haciendo el levantamiento del cadáver, dos cosas sacaron de sus bolsillos que me llamó la atención: una constancia de ACJ (Asociación Cristiana de Jóvenes) de haber participado en una capacitación para solución pacífica de los conflictos, y un dibujo hecho por su hija en donde ambos estaban encerrados en un enorme corazón rojo.
Hoy es su entierro en uno de los cementerios más pobres de la ciudad de Tegucigalpa.
A medio día nos comunicaron que la policía había detenido a Rafael Alegría y que se desconocía con certitud su paradero, se sospechaba que estaba en la posta de Danlí junto a otros peregrinos pero no había forma de saberlo. Decidimos, con un grupo de 10 corresponsales de medios independientes, trasladarnos al lugar y hacer las preguntas del caso. Llegamos y preguntamos por él, se nos dijo que en esa posta no había nadie con ese nombre detenido, que teníamos que preguntarle al oficial a cargo de la delegación, quien igualmente negó tenerlo en su custodia, afortunadamente logramos identificar a una de las mujeres del COPINH y sin pedir permiso nos acercamos a ella preguntándole por su caso. Nos informó que eran unos ciento cincuenta detenidos, 60 indígenas de su organización y unas 100 personas que iban ya de regreso a Tegucigalpa, que estaban siendo abusados por los oficiales, se les había privado de ir al baño, no se les había dado agua, y algunas de ellas reportaron que había sido acosadas sexualmente por elementos policiales que les amenazaban que saldrían hasta la mañana siguiente y que la noche iba a ser larga.
Preguntamos a las mujeres si habían visto a Alegría y nos confirmaron que allí estaba. Eso produjo malestar entre los oficiales que inmediatamente metieron a las mujeres a la celda y mientras trataban de sacarnos de las instalaciones, un grupo de compañeros logró colarse hasta las bartolinas en donde finalmente se constató que en efecto allí estaba, no se le había permitido hacer su llamada para informar de su paradero y más sospechoso aún, no lo habían registrado en el libro de entrada. Sacamos la alerta inmediata por los medios y la policía respondió agrediéndonos, empujando a los compañeros y compañeras, quitándoles su equipo y tirándolo al suelo. Afortunadamente cuando una cámara era reprimida, cinco otras lo grababan de manera que era imposible no ponerse en manifiesto.
Nos dejaron salir, llamamos al fiscal de derechos humanos y nos dijo que no podía hacer nada porque era toque de queda y en los estados de excepción, no hay mucho que se pueda hacer por los derechos humanos. El Doctor Juan Almendares del Centro contra la tortura se hizo presente de inmediato, logrando sacarlo a él y las señoras detenidas; aprovechando nuestros credenciales de prensa los movimos hasta Tegucigalpa.
Hoy por la mañana queremos volver a la zona oriental que cuenta ya 60 horas de toque de queda, vamos nuevamente en grupo, queremos llevar agua y comida a las cientos de personas que se encuentran atrapadas y no se les permite ir a ningún lado. Finalmente la cruz roja dijo que iba a llevarles agua, pero la gente desconfía ahora de los cuerpos de socorro. Vamos a llegar hasta la frontera y buscar a Berta Cáceres, quien junto con un centenar de personas decidió irse por la montaña y de quien no se sabe nada desde ayer por la mañana.
26 de Julio 2009
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