viernes, 6 de noviembre de 2009
La historia la debemos escribir nosotros
Por Ricardo Arturo Salgado - Rebelión
“La responsabilidad de resolver el problema recae en los hondureños...” ha dicho Shannon; “...este es un acuerdo solicitado por los hondureños...” dijo Insulza; “...estamos felices de haber encontrado voluntad para resolver la crisis entre hondureños...” dijo Hilda Solís. Ahora nos toca a nosotros averiguar de qué hondureños estaban hablando estas personas.
En este proceso se han juntado muchos para decidir sobre lo que nos ha de pasar a los hondureños, prácticamente sin consultarle al pueblo cual es su opinión. Esto ha sido muy conveniente a los golpistas, pues es precisamente entre la población local donde menos apoyo tienen. Entonces, se trate del golpista que se trate, la solución “importada” es el mejor complemento al golpe de estado.
El uso de la vía diplomática, impuesto al presidente Zelaya, parece ser el camino hacia el reconocimiento final del golpe, y con ello al reconocimiento de que la democracia es buena si el pueblo esta silenciado; si solo sirve para apuntalar el sistema que lo reprime y obliga a pensar que leer, escribir, comer, vestir, vivir son sueños que alivian el peso de la pesadilla de vivir en medio de la vulgar opulencia sin saber que va a pasar mañana.
El sistema que representa Obama ni siquiera es capaz de reconocer los 58 millones de pobres que tiene su propio país. El sueño americano, es la pesadilla de todos los pueblos del mundo, incluso aquellos que viven en ese país. Esas decenas de millones que viven en condiciones de incertidumbre; que no tiene acceso a salud, menos aun a una educación digna, representan el patrón que nuestras oligarquías admiran y quieren sostener en nuestros países.
Es difícil dimensionar, precisar el tamaño de la brecha que separa a aquellos que tienen infinitamente mucho de los que no tienen absolutamente nada. Honduras, un país sumamente pobre soporta la existencia de una burguesía opulenta y criminal que a sangre y fuego defiende su sed de dinero, sin importarles para nada la más elemental existencia del ser humano.
Un ejemplo que encontré de esto está en la isla de Zacate Grande, Golfo de Fonseca hondureño, donde un hombre muy rico, con un historial borrado por los encargados de hacer la historia a la medida del cliente, ha construido un jardín del edén, en medio de la miseria más grande. Posee un zoológico propio con especies animales exóticas. Algunos pobladores de la zona, dicen que la afición de este individuo es cazar venados desde un helicóptero.
Los colores entre la zona del “parquecito” este y el resto de la isla contrastan como sucede en las películas de Hollywood donde los colores entre escenas en Estados Unidos y las hechas en México, muestra estas últimas más pálidas, más abrumadoras. Resulta que los empleados del señor, le han ofrecido a los pobladores un singular trato: el les da tres mil quinientas libras de maíz si ellos, a cambio, no vuelven a sembrar nada en sus laderas. Esto para estandarizar el color verde Hollywood del paraíso burgués.
Lo más curioso de este asunto es que todo se ha hecho a la sombra de una fundación ambientalista, es decir lo que esta sucediendo aparece ante la sociedad como un esfuerzo por preservar nuestros recursos. En un lugar tan pequeño es tan fácil ver que es lo que defiende la clase dominante del país.
El señor del ejemplo es un gran señor; “notable” le dirían en los medios de comunicación fascista. A su servicio, y del resto de la oligarquía, hay una gran cantidad de individuos que, sin ser parte de esta clase vil, sirven como portavoces de esta y funcionan como perros guardianes de los intereses de estos señores.
En este grupo encontramos una inmensa gama de gargantas al servicio de los intereses de oligárquicos; escritores, pseudo pensadores, auto proclamados analistas que aparecen todos los días hablando de todos los temas que sirven para exaltar los beneficios del sistema. Curiosamente lo hacen en nombre de la paz, la democracia, la felicidad del pueblo, en nombre de la constitución y de la libertad de expresión.
Aquí viene entonces la pregunta inicial: ¿a que hondureños se refieren los personajes que nos han visitado? Seguramente no a los hondureños que más que vivir sobreviven todos los días; en condiciones en que vivir es más bien un castigo por la condición de clase; el martirio que le toca a los que no nacieron en el Honduras Medical Center o algún hospital de Miami, New Orleans o Houston.
Después de cuatro meses de la más brutal dictadura, liderada por uno de los lacayos de esta clase, los emisarios del conformismo; los que nos ofrecen un mundo mejor, sin especificarnos donde está, siguen hablando del bienestar de un pueblo que está en la calle reclamando lo que históricamente le han arrebatado por todos los medios posibles.
La historia hondureña no es muy diferente de las de otros países latinoamericanos; y las condiciones que le han impuesto solo pueden ser removidas por el accionar revolucionario de su pueblo. Las estrategias que se deben definir a la mayor brevedad serán determinantes para la historia de nuestro país. Ya hemos visto de lo que son capaces de hacer los grandes señores que alimentan mejor a sus venados que a sus trabajadores. Nuestra respuesta debe estar a la altura de las circunstancias.
Si en algo tienen razón Lagos, Solís, Insulza y Shannon es que la decisión del futuro debe ser tomada por los hondureños, pero no los hondureños de los que ellos hablan; los hondureños que hoy marchan, los hondureños que están listos para marchar mañana; marchar todo el tiempo que sea necesario hasta alcanzar su libertad.
Hoy es un día de expectativas aunque no se puede esperar mucho. El congreso sigue jugando a esconderse y a dar declaraciones contrarias a la restitución de la democracia. El acuerdo firmado no podía ser más vago; dice que hay que “...retrotraer la situación del poder ejecutivo a como estaba antes del 28 de junio...”, como si tuvieran una maquina del tiempo.
La verdad, en un mundo diferente lo que estaría sucediendo es que todos los golpistas estarían yendo a la cárcel; aquí están jugando con nuestra buena voluntad, pero sobre todo, están jugando con nuestra paciencia.
No se han dado cuenta los golpistas, y al imperio no le importa, que están llegando a un peligroso limite en que el pueblo hondureño puede cambiar su actitud, no por efecto de algún llamado siniestro, sino por la condiciones graves en las que está viviendo, por la injusticia y la indefensión, por la falta de los más elementales derechos. Y no decimos estos e sentido retórico; hay ya lugares en nuestro país donde se avizora una etapa de hambruna; el dinero no circula; pronto no habrá que comprar; la reserva estratégica de alimentos no existe y la situación económica se agrava cada día más.
El cuadro hoy es de mucha tensión política, y es impulsado por las estúpidas manipulaciones de los golpistas. Nuevamente estamos en presencia de condiciones que se vuelven incontrolables, que pueden llevar a Honduras a una situación extrema. La guerra civil no es ahora un eufemismo, es una posibilidad real.
Nuevamente, las delicadas condiciones en que vivimos hoy exigen la formulación de estrategias acertadas. El movimiento de resistencia, sus lideres, deben valorar muy bien los pasos a seguir. El presidente Zelaya también deberá ser consecuente con este movimiento que tanta fe le tiene. Muchos de sus seguidores esperan que sea él quien salve al partido liberal, pero el debe entender que su posición ya no está al lado de ese partido político. A menos que él sea una persona diferente a la que hemos creído.
El presidente Zelaya estará muy pronto enfrentado a la disyuntiva de si sigue con su pueblo hasta la victoria final o se inclina hacia el anonimato; en su parido ya no tiene cabida. En cualquier caso le apoyamos, y agradecemos lo que ha hecho por nuestra gente. Hacia delante la lucha la lleva hacia delante el Frente Nacional de Resistencia, donde el presidente tiene un lugar ganado y que puede ocupar cuando el lo estime conveniente.
Vamos pues, hacia la victoria, sin confiar por un minuto que el imperio coludido con sus lacayos solventaran nuestros problemas. Hoy debemos cumplir, simplemente cumplir.
“La responsabilidad de resolver el problema recae en los hondureños...” ha dicho Shannon; “...este es un acuerdo solicitado por los hondureños...” dijo Insulza; “...estamos felices de haber encontrado voluntad para resolver la crisis entre hondureños...” dijo Hilda Solís. Ahora nos toca a nosotros averiguar de qué hondureños estaban hablando estas personas.
En este proceso se han juntado muchos para decidir sobre lo que nos ha de pasar a los hondureños, prácticamente sin consultarle al pueblo cual es su opinión. Esto ha sido muy conveniente a los golpistas, pues es precisamente entre la población local donde menos apoyo tienen. Entonces, se trate del golpista que se trate, la solución “importada” es el mejor complemento al golpe de estado.
El uso de la vía diplomática, impuesto al presidente Zelaya, parece ser el camino hacia el reconocimiento final del golpe, y con ello al reconocimiento de que la democracia es buena si el pueblo esta silenciado; si solo sirve para apuntalar el sistema que lo reprime y obliga a pensar que leer, escribir, comer, vestir, vivir son sueños que alivian el peso de la pesadilla de vivir en medio de la vulgar opulencia sin saber que va a pasar mañana.
El sistema que representa Obama ni siquiera es capaz de reconocer los 58 millones de pobres que tiene su propio país. El sueño americano, es la pesadilla de todos los pueblos del mundo, incluso aquellos que viven en ese país. Esas decenas de millones que viven en condiciones de incertidumbre; que no tiene acceso a salud, menos aun a una educación digna, representan el patrón que nuestras oligarquías admiran y quieren sostener en nuestros países.
Es difícil dimensionar, precisar el tamaño de la brecha que separa a aquellos que tienen infinitamente mucho de los que no tienen absolutamente nada. Honduras, un país sumamente pobre soporta la existencia de una burguesía opulenta y criminal que a sangre y fuego defiende su sed de dinero, sin importarles para nada la más elemental existencia del ser humano.
Un ejemplo que encontré de esto está en la isla de Zacate Grande, Golfo de Fonseca hondureño, donde un hombre muy rico, con un historial borrado por los encargados de hacer la historia a la medida del cliente, ha construido un jardín del edén, en medio de la miseria más grande. Posee un zoológico propio con especies animales exóticas. Algunos pobladores de la zona, dicen que la afición de este individuo es cazar venados desde un helicóptero.
Los colores entre la zona del “parquecito” este y el resto de la isla contrastan como sucede en las películas de Hollywood donde los colores entre escenas en Estados Unidos y las hechas en México, muestra estas últimas más pálidas, más abrumadoras. Resulta que los empleados del señor, le han ofrecido a los pobladores un singular trato: el les da tres mil quinientas libras de maíz si ellos, a cambio, no vuelven a sembrar nada en sus laderas. Esto para estandarizar el color verde Hollywood del paraíso burgués.
Lo más curioso de este asunto es que todo se ha hecho a la sombra de una fundación ambientalista, es decir lo que esta sucediendo aparece ante la sociedad como un esfuerzo por preservar nuestros recursos. En un lugar tan pequeño es tan fácil ver que es lo que defiende la clase dominante del país.
El señor del ejemplo es un gran señor; “notable” le dirían en los medios de comunicación fascista. A su servicio, y del resto de la oligarquía, hay una gran cantidad de individuos que, sin ser parte de esta clase vil, sirven como portavoces de esta y funcionan como perros guardianes de los intereses de estos señores.
En este grupo encontramos una inmensa gama de gargantas al servicio de los intereses de oligárquicos; escritores, pseudo pensadores, auto proclamados analistas que aparecen todos los días hablando de todos los temas que sirven para exaltar los beneficios del sistema. Curiosamente lo hacen en nombre de la paz, la democracia, la felicidad del pueblo, en nombre de la constitución y de la libertad de expresión.
Aquí viene entonces la pregunta inicial: ¿a que hondureños se refieren los personajes que nos han visitado? Seguramente no a los hondureños que más que vivir sobreviven todos los días; en condiciones en que vivir es más bien un castigo por la condición de clase; el martirio que le toca a los que no nacieron en el Honduras Medical Center o algún hospital de Miami, New Orleans o Houston.
Después de cuatro meses de la más brutal dictadura, liderada por uno de los lacayos de esta clase, los emisarios del conformismo; los que nos ofrecen un mundo mejor, sin especificarnos donde está, siguen hablando del bienestar de un pueblo que está en la calle reclamando lo que históricamente le han arrebatado por todos los medios posibles.
La historia hondureña no es muy diferente de las de otros países latinoamericanos; y las condiciones que le han impuesto solo pueden ser removidas por el accionar revolucionario de su pueblo. Las estrategias que se deben definir a la mayor brevedad serán determinantes para la historia de nuestro país. Ya hemos visto de lo que son capaces de hacer los grandes señores que alimentan mejor a sus venados que a sus trabajadores. Nuestra respuesta debe estar a la altura de las circunstancias.
Si en algo tienen razón Lagos, Solís, Insulza y Shannon es que la decisión del futuro debe ser tomada por los hondureños, pero no los hondureños de los que ellos hablan; los hondureños que hoy marchan, los hondureños que están listos para marchar mañana; marchar todo el tiempo que sea necesario hasta alcanzar su libertad.
Hoy es un día de expectativas aunque no se puede esperar mucho. El congreso sigue jugando a esconderse y a dar declaraciones contrarias a la restitución de la democracia. El acuerdo firmado no podía ser más vago; dice que hay que “...retrotraer la situación del poder ejecutivo a como estaba antes del 28 de junio...”, como si tuvieran una maquina del tiempo.
La verdad, en un mundo diferente lo que estaría sucediendo es que todos los golpistas estarían yendo a la cárcel; aquí están jugando con nuestra buena voluntad, pero sobre todo, están jugando con nuestra paciencia.
No se han dado cuenta los golpistas, y al imperio no le importa, que están llegando a un peligroso limite en que el pueblo hondureño puede cambiar su actitud, no por efecto de algún llamado siniestro, sino por la condiciones graves en las que está viviendo, por la injusticia y la indefensión, por la falta de los más elementales derechos. Y no decimos estos e sentido retórico; hay ya lugares en nuestro país donde se avizora una etapa de hambruna; el dinero no circula; pronto no habrá que comprar; la reserva estratégica de alimentos no existe y la situación económica se agrava cada día más.
El cuadro hoy es de mucha tensión política, y es impulsado por las estúpidas manipulaciones de los golpistas. Nuevamente estamos en presencia de condiciones que se vuelven incontrolables, que pueden llevar a Honduras a una situación extrema. La guerra civil no es ahora un eufemismo, es una posibilidad real.
Nuevamente, las delicadas condiciones en que vivimos hoy exigen la formulación de estrategias acertadas. El movimiento de resistencia, sus lideres, deben valorar muy bien los pasos a seguir. El presidente Zelaya también deberá ser consecuente con este movimiento que tanta fe le tiene. Muchos de sus seguidores esperan que sea él quien salve al partido liberal, pero el debe entender que su posición ya no está al lado de ese partido político. A menos que él sea una persona diferente a la que hemos creído.
El presidente Zelaya estará muy pronto enfrentado a la disyuntiva de si sigue con su pueblo hasta la victoria final o se inclina hacia el anonimato; en su parido ya no tiene cabida. En cualquier caso le apoyamos, y agradecemos lo que ha hecho por nuestra gente. Hacia delante la lucha la lleva hacia delante el Frente Nacional de Resistencia, donde el presidente tiene un lugar ganado y que puede ocupar cuando el lo estime conveniente.
Vamos pues, hacia la victoria, sin confiar por un minuto que el imperio coludido con sus lacayos solventaran nuestros problemas. Hoy debemos cumplir, simplemente cumplir.
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