jueves, 12 de noviembre de 2009
Embajador Hugo Llorens: ¿Y ahora…?
Por Roberto Quesada - Vos el soberano
“Los niños son el recurso más importante del mundo y la mejor esperanza para el futuro”. —John F. Kennedy.
Fíjese que el otro día, en un semáforo, yo le dije a un chofer que llevaba una gorra con la imagen de Obama: “Obama nos ha defraudado, en mi país, Honduras, están por reconocer unas elecciones bajo un Estado de Terror”. El semáforo cambió y pues cada quien aceleró y nos perdimos en la autopista.
Mi hijo, ciento por ciento estadounidense, gringo, de cuatro años y medio, venía en su asiento trasero y me dijo: “Papi, Obama es bueno”. Yo asentí y él insistió defendiendo a su presidente: “Sí, pero tú le dijiste a ese hombre que Obama había hecho algo malo al pueblo de Honduras”. Y tuve que explicarle de que no, de que el presidente Obama aún tenía tiempo de no hundir más a Honduras, que cuando estuviese más grande comprendería y ojalá que el presidente Obama no se hundiera en Honduras en su primer reto serio en América Latina.
Sr. Hugo Llorens: Como puede ver, este golpe de Estado-Militar hasta los niños preocupa, aun a la distancia, saben que las cosas no andan bien, escuchan las noticias, ven a la gente preocupada y perciben, quizá por eso me preguntó: “¿Verdad que Micheletti se escribe con M de monstruo?”. Decía el escritor uruguayo Mario Benedetti que como los Estados Unidos tienen siglos de opinar y decidir sobre lo nuestro, por ello los latinoamericanos deberíamos no sólo opinar si no de votar en las elecciones estadounidenses, tener derecho a voto. Partiendo de allí usted sabe que como vecinos y con tantas cosas comunes, incluyendo esa gran comunidad latinoamericana que vive en los Estados Unidos, estamos atentos a lo que sucede en los Estados Unidos, pues ello nos afectará directamente a los países latinoamericanos, especialmente a los más pequeños.
Y ese cuento de que los hondureños resuelvan el conflicto a la hondureña, no se los cree nadie, es un estandarte del gobierno de Facto (defecto). Estados Unidos siempre ha estado dentro de nuestro país, o, quizá se deba al rumor que cada vez cobra más fuerza en los Estados Unidos: la Administración Obama se dejó torcer el brazo por los republicanos en Honduras. De ser así: es inminente el declive de Obama. Por ello muchas y muchos hemos tenido la esperanza de que Estados Unidos cambie su ley del garrote hacia América Latina y asuma una postura de trato entre iguales, de dignificación hacia el ser humano por el hecho de serlo, más allá de su etnia, credo y religión. En la Cumbre de las Américas celebrada en abril pasado en Trinidad y Tobago, en la que Obama prometió una nueva era de relaciones con América Latina, nos llenó de optimismo para quitarnos la desconfianza ya casi natural hacia los Estados Unidos.
Desgraciadamente el golpe de Estado-Militar en Honduras, y el anuncio de los Estados Unidos de reconocer esas elecciones sin revertir el golpe de Estado-Militar es también un golpe a toda América Latina e indudablemente un retroceso en las relaciones.
Los verdaderos demócratas hondureños y hondureñas hemos derrotado el golpe de Estado-Militar, en el plano intelectual, informativo, moral, etc. Pero, desgraciadamente, vino el anuncio de Shannon a darle oxígeno a una dictadura que ya expiraba, ustedes están conscientes de ello, y esto equivale ni más ni menos a regresar en la historia y caer en aquella nefasta defensa que hizo el presidente Roosevelt al dictador Somoza en Nicaragua al afirmar: “Sí, es un hijo de puta (Somoza) pero es nuestro hijo de puta”.
Tampoco crea que sólo en América Latina está impactando este respaldo anunciado de los Estados Unidos a un proceso electoral bajo un golpe de Estado-Militar que ya ha dejado cerca de una treintena de muertos, cuatro mil violaciones a los derechos humanos, violación a la libertad de expresión, no, también dentro de los Estados Unidos organizaciones sindicales, obreras, inmigrantes, eclesiásticas, artísticas, ven con repudio lo que pudiera suceder, e, incluso, piensan, que de no revertir Estados Unidos el golpe de Estado-Militar en Honduras, pasar la factura en las urnas.
Al regresar a casa tuve que explicarle más a mi hijo acerca de lo que dije sobre Obama, pues su madre, ciudadana estadounidense, no sólo ha sido (y hasta ahora es pero con cierta duda) seguidora de Barack Obama sino activista en las calles y organizaciones para impulsar la campaña de Obama, es por ello que nuestro hijo se ha criado viendo en casa la imagen de Barack: libros, afiches, botones, etc. Entonces las preocupaciones de gente como yo, que tenemos hijo hondureño e hijo estadounidense, es que vivimos prácticamente entre dos patrias, en el crossover, eso sí, tan distintas y distantes, hablando no geográficamente.
Tuve que explicarle que al presidente constitucional de Honduras, Manuel Zelaya, le dieron un golpe de Estado-Militar, lo sacaron de madrugada de su cama, a punta de fusiles y lo dejaron en pijama en un aeropuerto costarricense. Mientras veíamos fotos del tema él preguntó por qué habían hecho eso, y fue sencillo responderle: “Mira, tú, como estadounidense, tienes seguro médico, un doctor para ti, vacunas. Vas a tu pre kinder y es muy bonito, tienes de todo e incluso tienes comedor donde comes gratis por el hecho de ser estadounidense, sales al parque a jugar con toda seguridad… y esto más o menos es lo que quería el presidente Zelaya, que los niños en Honduras no anden descalzos, que tengan que comer, que puedan jugar, que no mueran porque les falta una medicina barata, que puedan estudiar, en fin, que algún día los hondureños y hondureñas tengan un mejor nivel de vida, bueno, que puedan ser o por lo menos acercarse a una vida como los niños de los Estados Unidos”.
Entonces amigo Llorens, ¿y ahora qué más se espera para restituir la democracia en Honduras, un genocidio, una masacre? Ya el presidente de los Derechos Humanos, Andrés Pavón, ha alertado sobre un plan de masacre para justificar la perpetuación de la dictadura en el poder. Precisamente hace poco Barack Obama aseguró durante el funeral por las trece víctimas de la matanza ocurrida el pasado jueves en la base militar texana de Fort Hood que «ninguna religión puede justificar estos actos asesinos y cobardes. Ningún Dios justo y amado los considera favorablemente». Y yo agregaría a esto que nada, absolutamente nada, justifica un golpe de Estado-Militar y reconocer elecciones bajo Estado de Terror, en donde ya van más de trece muertos.
Usted sabe bien todo eso, la injusticia social en Honduras es profunda, usted sabe que el presidente Zelaya es inocente, usted sabe que la dictadura con los cabecillas Micheletti y Romeo Vásquez Velásquez han violado los derechos humanos sistemáticamente. Usted está consciente de que la única manera de revertir el golpe de Estado-Militar es restituyendo al presidente constitucional Manuel Zelaya Rosales. En caso contrario esas elecciones sólo agudizan la crisis, y vuelven cómplices directos a aquellos que las avalen. Y, por otro lado, lo que expresó Obama en Trinidad y Tobago sobre una nueva etapa de respeto en las relaciones entre los Estados Unidos y América Latina se vuelve papel mojado, y a los países latinoamericanos sólo les queda replegarse cada vez más al sur y fortalecer las relaciones con otros continentes que en pacto de caballeros entiendan la importancia del respeto mutuo.
Ya para dormirse mi hijo preguntó: “¿Dónde vive Obama?”. Respondí: “En Washington”. Ya con los ojos más cerrados que abiertos, abrazando su peluche, dijo: “Quiero que me lleves a Washington, necesito hablar con Obama”.
Roberto Quesada, a quien el prestigioso escritor norteamericano Kurt Vonnegut calificó de «claro, vivaz y muy talentoso escritor», nació en Honduras, en 1962. Es autor, entre otros, de Big Banana (1999), su tercera novela, también ha tenido una magnífica acogida en los Estados Unidos, igual que su edición en español (Seix Barral, 2000). Su obra ha recibido comentarios favorables de importantes publicaciones literarias, entre otras The New York Times Book Review y Babelia (El País, España). Otros títulos: El desertor, Los barcos, Nunca entres por Miami, La novela del milenio pasado, El humano y la diosa.
www.hondurasusaresistencia.com
“Los niños son el recurso más importante del mundo y la mejor esperanza para el futuro”. —John F. Kennedy.
Fíjese que el otro día, en un semáforo, yo le dije a un chofer que llevaba una gorra con la imagen de Obama: “Obama nos ha defraudado, en mi país, Honduras, están por reconocer unas elecciones bajo un Estado de Terror”. El semáforo cambió y pues cada quien aceleró y nos perdimos en la autopista.
Mi hijo, ciento por ciento estadounidense, gringo, de cuatro años y medio, venía en su asiento trasero y me dijo: “Papi, Obama es bueno”. Yo asentí y él insistió defendiendo a su presidente: “Sí, pero tú le dijiste a ese hombre que Obama había hecho algo malo al pueblo de Honduras”. Y tuve que explicarle de que no, de que el presidente Obama aún tenía tiempo de no hundir más a Honduras, que cuando estuviese más grande comprendería y ojalá que el presidente Obama no se hundiera en Honduras en su primer reto serio en América Latina.
Sr. Hugo Llorens: Como puede ver, este golpe de Estado-Militar hasta los niños preocupa, aun a la distancia, saben que las cosas no andan bien, escuchan las noticias, ven a la gente preocupada y perciben, quizá por eso me preguntó: “¿Verdad que Micheletti se escribe con M de monstruo?”. Decía el escritor uruguayo Mario Benedetti que como los Estados Unidos tienen siglos de opinar y decidir sobre lo nuestro, por ello los latinoamericanos deberíamos no sólo opinar si no de votar en las elecciones estadounidenses, tener derecho a voto. Partiendo de allí usted sabe que como vecinos y con tantas cosas comunes, incluyendo esa gran comunidad latinoamericana que vive en los Estados Unidos, estamos atentos a lo que sucede en los Estados Unidos, pues ello nos afectará directamente a los países latinoamericanos, especialmente a los más pequeños.
Y ese cuento de que los hondureños resuelvan el conflicto a la hondureña, no se los cree nadie, es un estandarte del gobierno de Facto (defecto). Estados Unidos siempre ha estado dentro de nuestro país, o, quizá se deba al rumor que cada vez cobra más fuerza en los Estados Unidos: la Administración Obama se dejó torcer el brazo por los republicanos en Honduras. De ser así: es inminente el declive de Obama. Por ello muchas y muchos hemos tenido la esperanza de que Estados Unidos cambie su ley del garrote hacia América Latina y asuma una postura de trato entre iguales, de dignificación hacia el ser humano por el hecho de serlo, más allá de su etnia, credo y religión. En la Cumbre de las Américas celebrada en abril pasado en Trinidad y Tobago, en la que Obama prometió una nueva era de relaciones con América Latina, nos llenó de optimismo para quitarnos la desconfianza ya casi natural hacia los Estados Unidos.
Desgraciadamente el golpe de Estado-Militar en Honduras, y el anuncio de los Estados Unidos de reconocer esas elecciones sin revertir el golpe de Estado-Militar es también un golpe a toda América Latina e indudablemente un retroceso en las relaciones.
Los verdaderos demócratas hondureños y hondureñas hemos derrotado el golpe de Estado-Militar, en el plano intelectual, informativo, moral, etc. Pero, desgraciadamente, vino el anuncio de Shannon a darle oxígeno a una dictadura que ya expiraba, ustedes están conscientes de ello, y esto equivale ni más ni menos a regresar en la historia y caer en aquella nefasta defensa que hizo el presidente Roosevelt al dictador Somoza en Nicaragua al afirmar: “Sí, es un hijo de puta (Somoza) pero es nuestro hijo de puta”.
Tampoco crea que sólo en América Latina está impactando este respaldo anunciado de los Estados Unidos a un proceso electoral bajo un golpe de Estado-Militar que ya ha dejado cerca de una treintena de muertos, cuatro mil violaciones a los derechos humanos, violación a la libertad de expresión, no, también dentro de los Estados Unidos organizaciones sindicales, obreras, inmigrantes, eclesiásticas, artísticas, ven con repudio lo que pudiera suceder, e, incluso, piensan, que de no revertir Estados Unidos el golpe de Estado-Militar en Honduras, pasar la factura en las urnas.
Al regresar a casa tuve que explicarle más a mi hijo acerca de lo que dije sobre Obama, pues su madre, ciudadana estadounidense, no sólo ha sido (y hasta ahora es pero con cierta duda) seguidora de Barack Obama sino activista en las calles y organizaciones para impulsar la campaña de Obama, es por ello que nuestro hijo se ha criado viendo en casa la imagen de Barack: libros, afiches, botones, etc. Entonces las preocupaciones de gente como yo, que tenemos hijo hondureño e hijo estadounidense, es que vivimos prácticamente entre dos patrias, en el crossover, eso sí, tan distintas y distantes, hablando no geográficamente.
Tuve que explicarle que al presidente constitucional de Honduras, Manuel Zelaya, le dieron un golpe de Estado-Militar, lo sacaron de madrugada de su cama, a punta de fusiles y lo dejaron en pijama en un aeropuerto costarricense. Mientras veíamos fotos del tema él preguntó por qué habían hecho eso, y fue sencillo responderle: “Mira, tú, como estadounidense, tienes seguro médico, un doctor para ti, vacunas. Vas a tu pre kinder y es muy bonito, tienes de todo e incluso tienes comedor donde comes gratis por el hecho de ser estadounidense, sales al parque a jugar con toda seguridad… y esto más o menos es lo que quería el presidente Zelaya, que los niños en Honduras no anden descalzos, que tengan que comer, que puedan jugar, que no mueran porque les falta una medicina barata, que puedan estudiar, en fin, que algún día los hondureños y hondureñas tengan un mejor nivel de vida, bueno, que puedan ser o por lo menos acercarse a una vida como los niños de los Estados Unidos”.
Entonces amigo Llorens, ¿y ahora qué más se espera para restituir la democracia en Honduras, un genocidio, una masacre? Ya el presidente de los Derechos Humanos, Andrés Pavón, ha alertado sobre un plan de masacre para justificar la perpetuación de la dictadura en el poder. Precisamente hace poco Barack Obama aseguró durante el funeral por las trece víctimas de la matanza ocurrida el pasado jueves en la base militar texana de Fort Hood que «ninguna religión puede justificar estos actos asesinos y cobardes. Ningún Dios justo y amado los considera favorablemente». Y yo agregaría a esto que nada, absolutamente nada, justifica un golpe de Estado-Militar y reconocer elecciones bajo Estado de Terror, en donde ya van más de trece muertos.
Usted sabe bien todo eso, la injusticia social en Honduras es profunda, usted sabe que el presidente Zelaya es inocente, usted sabe que la dictadura con los cabecillas Micheletti y Romeo Vásquez Velásquez han violado los derechos humanos sistemáticamente. Usted está consciente de que la única manera de revertir el golpe de Estado-Militar es restituyendo al presidente constitucional Manuel Zelaya Rosales. En caso contrario esas elecciones sólo agudizan la crisis, y vuelven cómplices directos a aquellos que las avalen. Y, por otro lado, lo que expresó Obama en Trinidad y Tobago sobre una nueva etapa de respeto en las relaciones entre los Estados Unidos y América Latina se vuelve papel mojado, y a los países latinoamericanos sólo les queda replegarse cada vez más al sur y fortalecer las relaciones con otros continentes que en pacto de caballeros entiendan la importancia del respeto mutuo.
Ya para dormirse mi hijo preguntó: “¿Dónde vive Obama?”. Respondí: “En Washington”. Ya con los ojos más cerrados que abiertos, abrazando su peluche, dijo: “Quiero que me lleves a Washington, necesito hablar con Obama”.
Roberto Quesada, a quien el prestigioso escritor norteamericano Kurt Vonnegut calificó de «claro, vivaz y muy talentoso escritor», nació en Honduras, en 1962. Es autor, entre otros, de Big Banana (1999), su tercera novela, también ha tenido una magnífica acogida en los Estados Unidos, igual que su edición en español (Seix Barral, 2000). Su obra ha recibido comentarios favorables de importantes publicaciones literarias, entre otras The New York Times Book Review y Babelia (El País, España). Otros títulos: El desertor, Los barcos, Nunca entres por Miami, La novela del milenio pasado, El humano y la diosa.
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