jueves, 19 de noviembre de 2009

Honduras: Una nueva tribu civilizada en América Latina


Vos El Soberano

Por Jorge Martínez Mejía

En aquella ocasión llevamos al Licenciado Joaquín Portillo para que nos brindara una conferencia sobre Perspectivas del Movimiento Popular Hondureño. En el salón del centro de capacitación campesina "Francisco Morazán" éramos pocos, algunos dirigentes sindicales y campesinos, técnicos, maestros, mujeres organizadas, campesinos de base. Joaquín, con su acostumbrada sonrisa cargada de una rara esperanza, nos hizo ver que "Al contrario de lo que muchos piensan, el pueblo hondureño no es tonto, pero a veces por su extraordinaria paciencia, por su manera de aguantar y esperar su momento, parece que se ajusta a ese mote". Para mí, incendiario, agitador universitario, poeta recién nacido, teatrista callejero, declamador de pecho partido; lo que decía Portillo era realmente inaceptable. ¿A cuenta de qué nuestro pueblo debía esperar para liberarse, hasta las últimas consecuencias de su sacrificio y sufrimiento, cargando con una apátrida rémora burguesa?...


Hasta ahora, nuestro pueblo no ha jugado el papel de payaso que han sabido representar los títeres de los oligarcas. El desgaste de su treta demagógica es un hecho irrefutable, y su lamentable parodia electorera definitivamente llegó a su fin. Hay que dejarles en su comedia, que hagan lo que se les ocurra para intentar convencer al mundo que son capaces de gobernar porque a nuestro pueblo jamás volverán a gobernarlo. Es realmente cómico entretenerse con su cinismo...hay que dejarlos el tiempo que deseen. Ya sabemos quiénes son todos, y cuando digo todos, me refiero a quienes los legitiman para que en nombre del pueblo continúen estafando.



Lo más preocupante no son estas espurias elecciones 2009, sino la necesidad de fortalecer, o mejor, cimentar una cultura de la NO VIOLENCIA, una cultura menos barata que la fomentada por mediación de los mismos burgueses y sus payasos, es decir, la construcción de un statu quo que provenga de la participación libre y abierta de nuestro pueblo.


Concentrarnos en la legitimación o no del agónico estado burgués hondureño es lo mismo que continuar leyendo y accionando su agenda.

Consideremos que ya existe ese statu quo en la conciencia de nuestro pueblo, no sólo bajo la forma del rechazo a las acciones políticas de los mandaderos de la oligarquía, sino bajo la forma de un conjunto de acciones realizadas durante todo el proceso de la resistencia.


Honduras, su pueblo, a pesar de cierta ingenuidad, ha logrado verse como una nueva tribu civilizada en América Latina. Hemos logrado el respeto del mundo no por lanzar piedras, sino por la nobleza de ver hundirse un barco en el que no queremos seguir naufragando. Comencemos a construir una balsa con el esfuerzo de quienes caminamos el 5, 6 y 7 de agosto, y que estamos dispuestos a reconocer en el Presidente José Manuel Zelaya Rosales, la imagen del héroe marginado que es el pueblo hondureño. Sólo nosotros sabremos reconocer en él, en nuestro pueblo, en el presidente Zelaya, la necesidad de un nuevo comienzo, a pesar de los golpistas.

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