miércoles, 12 de agosto de 2009
Honduras, la marcha y la resistencia heroica de su pueblo
Por: Maggie Marín* (Adital)
Los miles y miles de hondureños que participaron en la que me atrevo a llamar la gran marcha de ese país centroamericano están ofreciendo un singular ejemplo a Latinoamérica y al resto del mundo. Porque esa osada acción diseñada para defender sus derechos en específico es eso pero es más que eso y más que una tremenda caminata. Es también, valga la aclaración, una formidable manera de defender a la totalidad de nuestra región de los designios nefastos y de la sempiterna voracidad de Estados Unidos.
Revolucionaria por certeza, latinoamericanista por devoción y periodista por profesión, mis días comienzan y terminan y siempre estoy zambullida en pesquisas de lo que allí está pasando. En la prensa alternativa, claro, porque la Marcha Nacional de Resistencia Popular, al igual que todas las acciones de repudio y protesta popular, son ignoradas por los mayores medios de prensa del país, propiedad de grupos empresariales que ayudaron a financiar la asonada militar que depuso al presidente legítimo, José Manuel Zelaya Rosales.
Luego no miento al asegurar que la actualidad sobre y en Honduras presenta diversos ritmos, matices y grados de tensión. Cada jornada se enrolla y desenrolla más de un hecho, aunque subsiste una suerte de nudo gordiano que a muchos, Gringolandia el primero, conviene mantener liado hasta ajustar bien sus sucias tuercas. Pero algo está siempre muy por encima de todo -algo que incluso ha contrariado aquellos vaticinios agoreros según los cuales tras unos días de revueltas todo volvería a la normalidad y las aguas tomarían su nivel-, la permanente pujanza del movimiento popular y la virtual rebelión de sus pobladores.
Porque ciertamente, a despecho de la atroz represión desatada tras el golpe y de las graves violaciones a los derechos humanos de que ha sido y es víctima, 44 días después del golpe los hondureños mantienen la lucha aún a riesgo de perder sus vidas.
Desde el fatídico 28 de junio las masas populares salen todos los días a la calle para protestar y ejecutar medidas de presión contra el gobierno usurpador: marchas y movilizaciones masivas, cortes de carreteras, bloqueos de puentes, toma de edificios públicos, paros laborales. Lo más probable es que la mayoría no sepa que el Artículo 3 de la actual Constitución Política hondureña les da el derecho a la Insurrección Popular en caso de la imposición de un gobierno por la fuerza de las armas.
No obstante, la resistencia del pueblo es permanente y lejos de debilitarse se vuelve más tozuda y pertinaz e incluso ha ido incorporando disímiles formas de lucha.
Recia muestra de ello es justamente la multitudinaria marcha de que hablamos --que colma rutas, caminos y avenidas en este mismo instante--, iniciada el reciente 5 de agosto en aldeas, comunidades, municipios y departamentos del país, y a la que se están uniendo miles de hondureños en dirección a la capital, Tegucigalpa, y a San Pedro Sula (segunda ciudad en importancia ubicada 250 Km. al norte) para reforzar la lucha por el retorno al orden constitucional, el regreso del presidente Zelaya y la convocatoria a una Asamblea Constituyente.
Así que mientras apuro estas cuartillas para los fraternos amigos de Adital, los marchistas se aproximan a las villas fronterizas con Nicaragua, donde mañana miércoles realizarán concentraciones en abierto desafío a los usurpadores del poder y concretamente al ejército y la policía, que prácticamente ha militarizado esas zonas y donde hace dos semanas desataron una violenta represión que se cobró la vida del joven.
Dirigentes claves del movimiento obrero y campesino, del Frente Nacional contra el Golpe y en general de la resistencia, aseveran que con la caminata le demostrarán al régimen la pujanza del movimiento popular. "Debemos ser optimistas, estamos en el camino del triunfo y hemos logrado la unidad del pueblo y de nuestras organizaciones en esta lucha", dijo Israel Salinas, secretario general de la Federación de Trabajadores: "La resistencia popular contra el golpe se fortalece y continúa creciendo. Vamos a seguir en la lucha", recalcó Juan Barahona, uno de los principales líderes del movimiento de resistencia.
Las marchas en las que esperan reunir a unas 100 mil personas en ambas ciudades serán contundentes, aseveró por su parte el carismático y combativo dirigente campesino Rafael Alegría, porque la resistencia está empeñada en apretar para "impedir que triunfe la estrategia de los golpistas, que es traer al presidente Zelaya a última hora, sólo para que les legitime las elecciones".
Luego resulta innegable que a lo largo de estas semanas el actor fundamental en Honduras, uno de los tres países más pobres de Latinoamérica, ha sido ese pueblo que en pago de su ejemplar y heroica rebelión ha recibido golpes, porrazos, gases y balazos. Les sintetizo algo que leo en la página Web de La Jornada: miles y miles de personas se han mantenido en lucha, han puesto en riesgo su vida, su libertad y bienes. Para entender lo que sucede hoy en Honduras hay que ver a ese pueblo y a esos líderes. En ellos se encuentran las raíces de la resistencia al golpe.
Y es totalmente cierto.
De hecho, el Informe Final de la Misión Internacional de Observación sobre la situación de los derechos humanos en Honduras corroboró que se podrían estar cometiendo crímenes de competencia de la Corte Penal Internacional, lo que se explica por la represión desatada "de manera sistemática" y que está en juego mucho más que una simple lucha política para restablecer un orden legal y permitir a un presidente legítimo regresar al poder.
Añade el documento que se trata de una conflictividad donde "una elite económica, aliada con el ejército", actúa "en desmedro de la mayoría de la población", negándole el disfrute de los derechos sociales, económicos y culturales, o criminalizándola cuando los reclaman.
Nadie debe extrañarse entonces de que el Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos de Honduras (COFADEH) contabilice nueve asesinatos "algunos de ellos cometidos por militares disfrazados de civil", gran cantidad de amenazas de muerte directas, 2 mil 702 detenciones ilegales y otras mil 155 violaciones a los derechos humanos.
Retomando el tema de la resistencia vale anotar que mientras se desarrollaba la marcha seguían en huelga 50 mil educadores, más de 8 mil trabajadores de 28 hospitales y otros mil centros públicos de salud, y hubo que cerrar los cuatro aeropuertos más importantes del país porque 95 de sus técnicos y operadores se sumaron a la lucha. Todo ello a despecho de que la represión militar y policial es cada vez más brutal, como se demostró con la violación del campus de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, y el asesinato de dos profesores.
Roger Vallejo murió el sábado primero de agosto después de 36 horas de agonía tras recibir un balazo en la cabeza durante la represión a una marcha en las afueras de la capital. A Martín Florencio Rivera Barrientos lo cocieron a puñaladas cuando regresaba de madrugada a su casa luego de asistir al velorio de Vallejo. La sede del Colegio de Profesores de Educación Media donde trabajaban y fueron expuestos sus cadáveres fue colmada por cientos de personas que repudiaban la represión y exigían el restablecimiento del estado de derecho.
Cada día que pasa la paralización de importantes sectores del país repercute en la economía local, que pareciera que está entrando en fuerte bancarrota. Y por otra parte, aunque de una u otra manera medio planeta sigue implicado en los trajines por reinstaurar la institucionalidad en la empobrecida república centroamericana, lo cierto es que mientras muchos gobiernos, organismos mundiales y regionales y prestigiosas personalidades que están a favor despliegan en consecuencia numerosos esfuerzos, otros hacen todo tipo de triquiñuelas en procura de llevar al límite la actual situación para luego mediatizar y debilitar el aún incierto regreso a su puesto del presidente constitucional.
De modo que se sigue intentando revivir una de las triquiñuelas de los halcones washingtonianos en contubernio con la oligarquía local y las derechas de la región y del orbe, el llamado plan del presidente costarricense, Oscar Arias. Y mientras el gobierno español, el canadiense, el mexicano, y el dominicano, entre otros, se sumaban a la presión para que tanto el gobernante legítimo como los golpistas acepten el tramposo plan de Arias, Zelaya continuó desplegando su resistencia pacífica, su ofensiva diplomática para volver al poder, y su lucha por la democracia directa "mientras tenga un hilo de vida".
Tras mantenerse durante varios días en la zona limítrofe entre Honduras y Nicaragua, el mandatario depuesto viajó a México invitado por su homólogo Felipe Calderón, donde afirmó que la oligarquía hondureña quiere terminar con la pobreza asesinando a los pobres y que con la represión, la inconstitucionalidad y la barbarie, los golpistas han "despertado" al pueblo que ahora reconoce a quienes han sumido a Honduras en el caos.
Consideró débil con los golpistas la mentada mediación de Arias, apuntó que la OEA arriesga prestigio al dialogar con el gobierno de facto, y reclamó premura en la devolución de la constitucionalidad en su país. Si la intransigencia de los usurpadores persiste, dijo, sólo quedará apelar al Tribunal Penal Internacional.
Reiteró que las medidas tomadas por EE.UU. son tibias y débiles. "La crisis en Honduras ha puesto a prueba al gobierno norteamericano", dijo. El legítimo presidente de Honduras asiste en Ecuador a la ceremonia oficial de inicio del segundo mandato de su colega, Rafael Correa, y viajará después a Brasil, España y Estados Unidos.
En entrevista de Telesur a su hija, la abogada Zoe Zelaya Castro quien junto a su madre de mantienen en Honduras y por tanto separadas del mandatario depuesto, esta argumenta con tino que "los líderes mundiales deben actuar con energía condenando a los homicidas del régimen de facto". Nada más cierto, la vida no debería seguir igual mientras Honduras no vuelva a la normalidad, mientras los hondureños tengan que seguir marchando y ofrendando su sudor, sus lágrimas y su sangre.
En Honduras, mientras tanto, prosiguen las manifestaciones, las huelgas, los bloqueos de puentes y carreteras, en fin la resistencia, y se espera la llegada de una misión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos que buscará información sobre las múltiples violaciones ocurridas desde el golpe de estado del 28 de junio.
* Periodista de la revista centenaria cubana Bohemia
Los miles y miles de hondureños que participaron en la que me atrevo a llamar la gran marcha de ese país centroamericano están ofreciendo un singular ejemplo a Latinoamérica y al resto del mundo. Porque esa osada acción diseñada para defender sus derechos en específico es eso pero es más que eso y más que una tremenda caminata. Es también, valga la aclaración, una formidable manera de defender a la totalidad de nuestra región de los designios nefastos y de la sempiterna voracidad de Estados Unidos.
Revolucionaria por certeza, latinoamericanista por devoción y periodista por profesión, mis días comienzan y terminan y siempre estoy zambullida en pesquisas de lo que allí está pasando. En la prensa alternativa, claro, porque la Marcha Nacional de Resistencia Popular, al igual que todas las acciones de repudio y protesta popular, son ignoradas por los mayores medios de prensa del país, propiedad de grupos empresariales que ayudaron a financiar la asonada militar que depuso al presidente legítimo, José Manuel Zelaya Rosales.
Luego no miento al asegurar que la actualidad sobre y en Honduras presenta diversos ritmos, matices y grados de tensión. Cada jornada se enrolla y desenrolla más de un hecho, aunque subsiste una suerte de nudo gordiano que a muchos, Gringolandia el primero, conviene mantener liado hasta ajustar bien sus sucias tuercas. Pero algo está siempre muy por encima de todo -algo que incluso ha contrariado aquellos vaticinios agoreros según los cuales tras unos días de revueltas todo volvería a la normalidad y las aguas tomarían su nivel-, la permanente pujanza del movimiento popular y la virtual rebelión de sus pobladores.
Porque ciertamente, a despecho de la atroz represión desatada tras el golpe y de las graves violaciones a los derechos humanos de que ha sido y es víctima, 44 días después del golpe los hondureños mantienen la lucha aún a riesgo de perder sus vidas.
Desde el fatídico 28 de junio las masas populares salen todos los días a la calle para protestar y ejecutar medidas de presión contra el gobierno usurpador: marchas y movilizaciones masivas, cortes de carreteras, bloqueos de puentes, toma de edificios públicos, paros laborales. Lo más probable es que la mayoría no sepa que el Artículo 3 de la actual Constitución Política hondureña les da el derecho a la Insurrección Popular en caso de la imposición de un gobierno por la fuerza de las armas.
No obstante, la resistencia del pueblo es permanente y lejos de debilitarse se vuelve más tozuda y pertinaz e incluso ha ido incorporando disímiles formas de lucha.
Recia muestra de ello es justamente la multitudinaria marcha de que hablamos --que colma rutas, caminos y avenidas en este mismo instante--, iniciada el reciente 5 de agosto en aldeas, comunidades, municipios y departamentos del país, y a la que se están uniendo miles de hondureños en dirección a la capital, Tegucigalpa, y a San Pedro Sula (segunda ciudad en importancia ubicada 250 Km. al norte) para reforzar la lucha por el retorno al orden constitucional, el regreso del presidente Zelaya y la convocatoria a una Asamblea Constituyente.
Así que mientras apuro estas cuartillas para los fraternos amigos de Adital, los marchistas se aproximan a las villas fronterizas con Nicaragua, donde mañana miércoles realizarán concentraciones en abierto desafío a los usurpadores del poder y concretamente al ejército y la policía, que prácticamente ha militarizado esas zonas y donde hace dos semanas desataron una violenta represión que se cobró la vida del joven.
Dirigentes claves del movimiento obrero y campesino, del Frente Nacional contra el Golpe y en general de la resistencia, aseveran que con la caminata le demostrarán al régimen la pujanza del movimiento popular. "Debemos ser optimistas, estamos en el camino del triunfo y hemos logrado la unidad del pueblo y de nuestras organizaciones en esta lucha", dijo Israel Salinas, secretario general de la Federación de Trabajadores: "La resistencia popular contra el golpe se fortalece y continúa creciendo. Vamos a seguir en la lucha", recalcó Juan Barahona, uno de los principales líderes del movimiento de resistencia.
Las marchas en las que esperan reunir a unas 100 mil personas en ambas ciudades serán contundentes, aseveró por su parte el carismático y combativo dirigente campesino Rafael Alegría, porque la resistencia está empeñada en apretar para "impedir que triunfe la estrategia de los golpistas, que es traer al presidente Zelaya a última hora, sólo para que les legitime las elecciones".
Luego resulta innegable que a lo largo de estas semanas el actor fundamental en Honduras, uno de los tres países más pobres de Latinoamérica, ha sido ese pueblo que en pago de su ejemplar y heroica rebelión ha recibido golpes, porrazos, gases y balazos. Les sintetizo algo que leo en la página Web de La Jornada: miles y miles de personas se han mantenido en lucha, han puesto en riesgo su vida, su libertad y bienes. Para entender lo que sucede hoy en Honduras hay que ver a ese pueblo y a esos líderes. En ellos se encuentran las raíces de la resistencia al golpe.
Y es totalmente cierto.
De hecho, el Informe Final de la Misión Internacional de Observación sobre la situación de los derechos humanos en Honduras corroboró que se podrían estar cometiendo crímenes de competencia de la Corte Penal Internacional, lo que se explica por la represión desatada "de manera sistemática" y que está en juego mucho más que una simple lucha política para restablecer un orden legal y permitir a un presidente legítimo regresar al poder.
Añade el documento que se trata de una conflictividad donde "una elite económica, aliada con el ejército", actúa "en desmedro de la mayoría de la población", negándole el disfrute de los derechos sociales, económicos y culturales, o criminalizándola cuando los reclaman.
Nadie debe extrañarse entonces de que el Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos de Honduras (COFADEH) contabilice nueve asesinatos "algunos de ellos cometidos por militares disfrazados de civil", gran cantidad de amenazas de muerte directas, 2 mil 702 detenciones ilegales y otras mil 155 violaciones a los derechos humanos.
Retomando el tema de la resistencia vale anotar que mientras se desarrollaba la marcha seguían en huelga 50 mil educadores, más de 8 mil trabajadores de 28 hospitales y otros mil centros públicos de salud, y hubo que cerrar los cuatro aeropuertos más importantes del país porque 95 de sus técnicos y operadores se sumaron a la lucha. Todo ello a despecho de que la represión militar y policial es cada vez más brutal, como se demostró con la violación del campus de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, y el asesinato de dos profesores.
Roger Vallejo murió el sábado primero de agosto después de 36 horas de agonía tras recibir un balazo en la cabeza durante la represión a una marcha en las afueras de la capital. A Martín Florencio Rivera Barrientos lo cocieron a puñaladas cuando regresaba de madrugada a su casa luego de asistir al velorio de Vallejo. La sede del Colegio de Profesores de Educación Media donde trabajaban y fueron expuestos sus cadáveres fue colmada por cientos de personas que repudiaban la represión y exigían el restablecimiento del estado de derecho.
Cada día que pasa la paralización de importantes sectores del país repercute en la economía local, que pareciera que está entrando en fuerte bancarrota. Y por otra parte, aunque de una u otra manera medio planeta sigue implicado en los trajines por reinstaurar la institucionalidad en la empobrecida república centroamericana, lo cierto es que mientras muchos gobiernos, organismos mundiales y regionales y prestigiosas personalidades que están a favor despliegan en consecuencia numerosos esfuerzos, otros hacen todo tipo de triquiñuelas en procura de llevar al límite la actual situación para luego mediatizar y debilitar el aún incierto regreso a su puesto del presidente constitucional.
De modo que se sigue intentando revivir una de las triquiñuelas de los halcones washingtonianos en contubernio con la oligarquía local y las derechas de la región y del orbe, el llamado plan del presidente costarricense, Oscar Arias. Y mientras el gobierno español, el canadiense, el mexicano, y el dominicano, entre otros, se sumaban a la presión para que tanto el gobernante legítimo como los golpistas acepten el tramposo plan de Arias, Zelaya continuó desplegando su resistencia pacífica, su ofensiva diplomática para volver al poder, y su lucha por la democracia directa "mientras tenga un hilo de vida".
Tras mantenerse durante varios días en la zona limítrofe entre Honduras y Nicaragua, el mandatario depuesto viajó a México invitado por su homólogo Felipe Calderón, donde afirmó que la oligarquía hondureña quiere terminar con la pobreza asesinando a los pobres y que con la represión, la inconstitucionalidad y la barbarie, los golpistas han "despertado" al pueblo que ahora reconoce a quienes han sumido a Honduras en el caos.
Consideró débil con los golpistas la mentada mediación de Arias, apuntó que la OEA arriesga prestigio al dialogar con el gobierno de facto, y reclamó premura en la devolución de la constitucionalidad en su país. Si la intransigencia de los usurpadores persiste, dijo, sólo quedará apelar al Tribunal Penal Internacional.
Reiteró que las medidas tomadas por EE.UU. son tibias y débiles. "La crisis en Honduras ha puesto a prueba al gobierno norteamericano", dijo. El legítimo presidente de Honduras asiste en Ecuador a la ceremonia oficial de inicio del segundo mandato de su colega, Rafael Correa, y viajará después a Brasil, España y Estados Unidos.
En entrevista de Telesur a su hija, la abogada Zoe Zelaya Castro quien junto a su madre de mantienen en Honduras y por tanto separadas del mandatario depuesto, esta argumenta con tino que "los líderes mundiales deben actuar con energía condenando a los homicidas del régimen de facto". Nada más cierto, la vida no debería seguir igual mientras Honduras no vuelva a la normalidad, mientras los hondureños tengan que seguir marchando y ofrendando su sudor, sus lágrimas y su sangre.
En Honduras, mientras tanto, prosiguen las manifestaciones, las huelgas, los bloqueos de puentes y carreteras, en fin la resistencia, y se espera la llegada de una misión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos que buscará información sobre las múltiples violaciones ocurridas desde el golpe de estado del 28 de junio.
* Periodista de la revista centenaria cubana Bohemia
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