jueves, 16 de agosto de 2012
Policía militar podría convertirse "en una fuerza élite armada sin control"
Por Thelma Mejía
El proyecto del gobierno de Honduras para crear la Tropa de Inteligencia y Grupo de Respuesta Especial en Seguridad (Tigres), en el marco de una estrategia para militarizar la función policial en la lucha contra el delito, presenta peligrosas ambigüedades, alertan expertos.
La creación de esta fuerza de elite echaría por tierra el proceso de desmilitarización de la sociedad iniciado en este país de América central hace 15 años.
El gobierno derechista del presidente Porfirio Lobo busca con esto dar un paso firme en su plan lanzado hace un año para fusionar tareas de las secretarías (ministerios) de Seguridad y de Defensa, con el pretexto de hacer más eficaz la lucha contra la violencia delictiva y el crimen organizado.
Pero expertos consultados por IPS advirtieron que la iniciativa adolece de ambigüedad, puesto que la nueva fuerza estará adscrita a la Secretaría de Seguridad pero su entrenamiento y centro de operaciones será en los batallones de las Fuerzas Armadas, dependientes de la Secretaría de Defensa.
Los Tigres, según el proyecto de ley enviado al Congreso Nacional legislativo el 26 de julio para aprobarse en 15 días, funcionará "en tiempos normales" en la Secretaría de Seguridad, pero "en tiempos de guerra" estará bajo la égida de la Secretaría de Defensa, y tendrá herramientas tecnológicas para duplicar su capacidad de reacción y efectividad. Hará también funciones de inteligencia.
Pero ¿quién dirá cuándo son tiempos "normales" y cuándo no?, fue la pregunta que se hicieron los expertos consultados por IPS, subrayando que esta vaguedad puede ser peligrosa cuando el país intente resolver la conflictividad política o social con represión.
"Es una fuerza híbrida que implica la militarización de las fuerzas policiales, una tendencia que se ha venido reafirmando en nuestro país frente a las grandes falencias de la policía", dijo a IPS la socióloga Mirna Flores.
Esta catedrática universitaria experta en la materia comentó que la mayor debilidad que contiene la propuesta es que declara "de manera explícita que las fuerzas policiales son incapaces", y otorga a los militares "un protagonismo en asuntos que no les corresponde, al desdibujar las funciones entre la seguridad y la defensa".
Mientras la policía está para atender los asuntos internos y reprimir el delito, los militares están formados para el ataque y la salvaguardia de la soberanía, subrayó Flores.
El presidente del Congreso Nacional, Juan Orlando Hernández, indicó que los Tigres serán un cuerpo elite de "alto entrenamiento que tendrá un equipo de alta tecnología para el combate de la delincuencia común y organizada".
"Esto no es una (fuerza) paralela a la policía o al ejército, no hay nada de eso. Lo que buscamos es tener un equipo de respuesta a las necesidades de inseguridad en el país. Aunque no les guste, viene a fortalecer la respuesta al crimen porque Tigres va a atacar todo", apuntó.
Los Tigres estarán conformados por 200 efectivos que serán desplegados entre Tegucigalpa y San Pedro Sula, la segunda ciudad en importancia del país, ubicada en el norte.
Serán capacitados en temas de derechos humanos "para evitar caer en graves violaciones, y se contará con la asistencia de la policía de Carabineros de Chile y los militares hondureños", detalló el parlamentario Augusto Cruz, del Partido Demócrata Cristiano.
Los Tigres entrarán listos para operar a fines de este año, y contarán con un presupuesto inicial de 65 millones de dólares obtenidos de un préstamo con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), informaron las autoridades.
Pero el diputado del opositor Partido Liberal (PL), Yuri Sabas, dijo a IPS que la creación de Tigres amerita un análisis profundo. "Hace unos años creamos otro cuerpo elite en la policía denominado Cobra, y ahora este se ha visto implicado en actos delictivos", recordó.
"Debemos pensarlo, no hay que tomar decisiones a la carrera y cometer los mismos errores", agregó Sabas.
Errores que a criterio del analista social Eugenio Sosa pueden desatar una fuerza elite armada sin control, "que en cualquier momento se puede ir de las manos". "En un país con tanta impunidad y debilidad institucional, es un riesgo que estas fuerzas desnaturalicen sus objetivos", alertó.
Sosa explicó a IPS que Honduras es una sociedad con una cultura autoritaria, donde los militares de nuevo han saltado a la escena copando puestos públicos en sectores como telecomunicaciones, migraciones, vivienda y otros.
De hecho, sostuvo, "si se analiza en detalle el decreto de creación de Tigres, es claro que podemos hablar de una mayor militarización de la sociedad a partir del tema de seguridad".
"Tigres es un primer paso en la fusión de los temas de seguridad y defensa, que podría terminar de concretarse a futuro", apuntó.
Tanto Sosa como la socióloga Flores recordaron que fuerzas similares creadas en los años 80 terminaron en graves violaciones a los derechos humanos, siendo la más reciente la denominada "Banda del carro rojo", un cuerpo paramilitar que realizó entre 2003 y 2005 operaciones de "limpieza social" contra jóvenes pandilleros y actuaba desde la policía, según grupos humanitarios.
Mientras procura reducir la violencia que azota Honduras, donde hay un promedio diario de 18 asesinatos, Lobo libra una lucha para depurar la policía, sobre todo luego de que saliera a luz pública la connivencia de miembros de esa fuerza con el crimen organizado y el narcotráfico.
Las cabezas de tres altos mandos policiales han rodado en los últimos seis meses, y hoy quien lidera la fuerza es Juan Carlos "El Tigre" Bonilla, policía de formación militar, acusado de estar vinculado a violaciones a los derechos humanos en los años 80 y 90, pero de las que fue absuelto.
En su esfuerzo de "dar seguridad", el presidente Lobo otorga cada vez más protagonismo a los militares, que no solo patrullan las calles junto a la policía, sino que también controlan la recién creada Dirección Civil de Inteligencia y se han vuelto los actores protagónicos de la lucha contra las drogas.
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