miércoles, 30 de septiembre de 2009

La batalla por Honduras

Por Toni Solo - Tortilla con sal (Argenpress)

Lo que trasciende en Honduras será decisivo para el futuro de toda América Latina. En juego está la oportunidad de derrotar el proyecto continental de la extrema derecha que consiste en negar a las mayorías empobrecidas de América Latina una verdadera participación política y las condiciones para una vida digna.

Sea en el gobierno – como en Estados Unidos, Canadá, Colombia, México, Perú o Panamá – o sea en una oposición recalcitrante atrincherada como en otras partes de las Américas. Las élites de extrema derecha de la región están decididas a usar Honduras como un laboratorio para su proyecto continental.
Bajo la cobertura de la crisis económica creada por ellos mismos, la élite plutócrata de los Estados Unidos ya ha ingeniado un traslado masivo de la riqueza a favor de ellos. Adicionalmente han consolidado el sector financiero de su país de tal manera que han garantizado, para el futuro previsible, que los contribuyentes pagarán el costo de los rescates requeridos por motivo de las especulaciones caprichosas de los más ricos – la apoteosis de la anti- democracia. Esta es la aplicación a la propia población de los Estados Unidos de la salvaje dominación neocolonial practicado por tantos años contra los países empobrecidos del mundo mayoritario por medio de la injusta deuda externa.
Por ello el gobierno estadounidense ve con horror la amenaza de una democracia genuina en Honduras, y en América Latina en general. Por ese motivo Hillary Clinton sigue tratando como si fueran iguales al régimen criminal golpista y al gobierno legítimo del Presidente Manuel Zelaya Rosales. Esta posición esta clara en las palabras de Clinton durante una conferencia de prensa después de su reunión del lunes 21 de septiembre con su oligarca compinche Presidente Oscar Arias de Costa Rica.
Se le había preguntado si ella hubiera advertido a los golpistas en Honduras de no hacerle daño al Presidente Zelaya. Clinton respondió, “Bueno, definitivamente hemos comunicado de una manera muy directa nuestra expectativa que habrá orden sin provocación de ninguno de los dos lados. Este no es una solicitud por solo un lado. Los dos lados tienen simpatizantes que tienen que controlarse y estar muy cuidadosos en lo que hacen en los días que vienen.” (1)
La cruel hipocresía de Hillary Clinton es irrelevante. El cinismo deliberado de ella y del Presidente Obama a favor del régimen golpista no va a impedir la expresión del rechazo aplastante popular contra el régimen de facto ilegitimo en Honduras. Poco antes de que hablara Clinton el lunes, los golpistas habían atacado salvajemente unos 4000 manifestantes pacíficos afuera de la embajada de Brasil dónde estuvo refugiado el Presidente Manuel Zelaya. Ahora tanto las espurias elecciones programadas para el fin de noviembre y los Acuerdos de San José propuestos por Presidente Oscar Arias son casi completamente descartados.
A pesar del asalto brutal contra la protesta no violenta en la embajada brasileña y a pesar del despliegue masivo de las fuerzas de seguridad, el miércoles 23 de septiembre la resistencia en Honduras movilizó 150,000 personas contra el régimen de facto en el capital Tegucigalpa. A lo largo y ancho del país cientos de miles de personas se manifestaron en contra del régimen golpista y a favor de su Presidente legítimo Manuel Zelaya. Los intentos de la gente de converger sobre Tegucigalpa sólo fueron impedidos por una fuerte militarización de las principales carreteras hacia la capital.
La brutalidad despiadada de la violencia usada contra los manifestantes ha provocado cientos de heridos. Las organizaciones de derechos humanos no pueden reportar todos los casos porque estas organizaciones se ubican casi todas en Tegucigalpa. Lo más probable es que miles de personas hayan sido detenidas en todo el país. El Comité por la Defensa de los Derechos Humanos en Honduras piensa que mucho más individuos han sido asesinados por las fuerzas de represión que los cuatro o cinco que se han reportado hasta ahora en esta última fase de la represión. Por todo, desde el 28 de junio, Andrés Pavón, el director de CODEH, calcula que se pueden atribuir más de 150 muertos a las fuerzas represoras del régimen de facto.
Bertha Cáceres, una dirigente del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH), ha dicho del régimen de facto, “ Es una dictadura estilo siglo XXI, que mantiene algunas características de las dictaduras de los años 70 y 80, y presenta nuevas estrategias para aparentar ser democrática. Sin embargo, nadie puede dudar de que se trate de una dictadura que presenta una estructura económica, política y militar que controla todos los poderes del Estado, y que tiene el objetivo de golpear los procesos emancipadores de nuestro continente.” (1)
En una entrevista con Tortilla con Sal en Tegucigalpa, dos días antes del regreso de Manuel Zelaya a Honduras, otro dirigente de (COPINH), Salvador Zúñiga y, como Bertha Cáceres, también dirigente del Frente Nacional de Resistencia al golpe de Estado comentó, “Nosotros creemos que la restitución en el marco de los Acuerdos de San José es una posibilidad que cada vez se va cerrando más y se hace más mínima. Esto porque el grupo de los golpistas es tan intransigente. Y también porque estos golpistas están vinculados a la ultra-derecha de los Estados Unidos, a la ultra-derecha venezolana, a la ultra-derecha cubana-americana y a las oligarquías de América Latina y del mundo que están de acuerdo con esos esquemas autoritarios y con este golpe militar.
Los golpistas están determinados a no permitir la restitución del Presidente Zelaya. Su fortaleza son las armas que están utilizando contra el pueblo, las armas de guerra, la fuerza militar, de tal manera que ellos se van a imponer a pesar de algunas medidas de la comunidad internacional. En el caso de los Estados Unidos son medidas que no llegan a ser tibias, son medidas sumamente suaves.”
Cuando se le preguntó qué papel debe de jugar el Presidente Zelaya a su regreso a Honduras, Zúñiga argumentó, “Creo que el papel debe de ser concreto. Por una parte, anunciarle al país el fracaso de los Acuerdos de San José de manera categórica, segundo, que él llame al boicot de las elecciones generales en vista de que las mismas son una farsa electoral convocadas por las fascistas... y apoyar ya no la propuesta de la restitución, sino del cambio que puede haber en Honduras con una Asamblea Nacional Constituyente, que emite una nueva constitución, un proyecto emancipatorio, por allí debe de aportar y puede aportar mucho.”
Tanto Cáceres como Zúñiga argumentan que Honduras es una prueba decisiva por un cambio positivo en América Latina. Cáceres dijo del régimen golpista, “Lo que nos debe preocupar es que se trata de una nueva tendencia que se puede repetir en cualquier momento, en cualquier país del continente, y es por eso que se vuelve fundamental acabar con ella.”
Zúñiga elabora un poco más, “Todos los gobiernos progresistas y todos los pueblos deben de estar de manera solidaria con el pueblo hondureño directamente. Digo esto porque se avecina un incremento en la represión, se avecina una guerra de la ultra derecha golpista contra el pueblo hondureño. Ellos ya están contratando mercenarios de Colombia, de El Salvador, de Venezuela, cubanos de Estados Unidos, de otros países. Ellos están preparando un plan represivo a través de Billy Joya de los escuadrones de la muerte.
Pero estos golpistas tienen vinculación con otras oligarquías y otros grupos golpistas contra-revolucionarias de América Latina. Son parte de una estrategia de invasión y dominación de tal manera que los gobiernos progresistas deben de saber que después de este golpe vendrán otros golpes y este es el momento de hacer un solo nudo y detener aquí en Honduras esta escalada de la ultra derecha y eso se puede hacer apoyando los esfuerzos serios de emancipación que tienen que pasar por supuesto por la derrota de los golpistas.”
Los medios corporativos deliberadamente omiten reportar los aspectos más importantes de lo que está pasando en Honduras y jamás reportan las palabras de los dirigentes de la resistencia al régimen de facto como Juan Barahona, Carlos H. Reyes, Bertha Cáceres o Salvador Zúñiga. Aun un destacado intelectual progresista como Noam Chomsky ha dicho, después de casi tres meses de resistencia popular sin precedentes en Honduras, “Centroamérica está traumatizada por el terror reaganiano. No es mucho lo que sucede allí.”(3)
En general, la mayoría de los reportajes han enfocado sobre la figura del Presidente Manuel Zelaya en vez de destacar la lucha épica de resistencia por cientos de miles de hondureñas y hondureños. La mayoría de los análisis tiende a enfocar comentarios superficiales sobre las opciones disponibles, por ejemplo las elecciones ahora completamente irrelevantes, el Acuerdo-mortinato de San José o posibles sanciones adicionales en contra del régimen de facto. Pero desde el regreso del Presidente Manuel Zelaya el 21 de septiembre, lo que pasa afuera de Honduras ha sido marginado decisivamente por los acontecimientos en las calles.
La resistencia al régimen golpista ahora es más extensa, amplia, e intensa que nunca. Los dirigentes del Frente Nacional de Resistencia al golpe de Estado tienen dificultad para quedarse adelante de las respuestas populares a la represión implacable de los funcionarios fascistas del régimen de facto. Mientras una gran parte de la resistencia surge del anhelo de restituir al Presidente legítimamente elegido, la mayor parte ahora está comprometida profundamente a una Asamblea Nacional Constituyente.
Otra dirigente del Frente de Resistencia Nacional al golpe de Estado, Margarita Murillo, confirma lo que dicen Bertha Cáceres y Salvador Zúñiga. El día que Presidente Manuel Zelaya regresó a su país, Murillo comentó, “Los golpistas nos obligaron a unirnos en un solo objetivo. Y ese obje tivo es estar en contra del golpe de Estado y luego ir a una Asamblea Nacional Constituyente.” (4)
De igual manera, Miriam Miranda, dirigente de la Organización Fraternal Negra de Honduras (OFRANEH) y también dirigente del Frente Nacional de Resistencia, dijo recientemente, “Ahora más que nunca el pueblo hondureño se está preparando para instalar una Asamblea Nacional Constituyente. Esa es la consigna. Ese es el objetivo. Y ese es el paso que tenemos que dar. Y yo creo de que lo hemos ganado como hondureños. El pueblo hondureño ha ganado el derecho a construir un nuevo proceso, un proceso de cambio, a generar un proceso de cambio diferente en este país.”(5)
El régimen golpista es intransigente porque está apoyado por las fuerzas más reaccionarias de las Américas que irán hasta el final para prevenir una Asamblea Nacional Constituyente en Honduras. Las precedentes en Venezuela, Bolivia y Ecuador han demostrado que una Asamblea Nacional Constituyente traerá cambios profundos que amenazarán el poder y los privilegios de las oligarquías de la región. Sin embargo, la resistencia popular no está dispuesta aceptar menos. Han estado exigiendo una Asamblea Nacional Constituyente desde antes del golpe del 28 de junio.
Mientras el país se acerca cada vez más a una insurrección general contra el régimen golpista y hacia la pesadilla de una guerra civil, el tema de la intervención externa figura más abiertamente y con más frecuencia en las discusiones de lo que podría resultar de la situación actual. El ejemplo de Haití no es alentador para los dirigentes de la resistencia popular. Allí, cinco años después del golpe de Estado que expulsó al Presidente Jean-Bertrand Aristide, tropas brasileñas y de otros países siguen agrediendo al pueblo. En efecto funcionan como una fuerza de ocupación imperialista al servicio de las élites locales, regionales e internacionales.
Mucha gente en la resistencia en Honduras teme que una posible estrategia del gobierno estadounidense es de no aplicar medidas eficaces contra el régimen golpista precisamente para así ir creando las condiciones de una intervención multilateral. Tal intervención – posiblemente en el marco del principio controvertido de “la Responsabilidad de Proteger” – probablemente servirá para imponer el Acuerdo de San José lo cual explícitamente descarta convocar a una Asamblea Nacional Constituyente. Quizás no es una exageración argumentar que el futuro de la democracia genuinamente participativa en América Latina ahora depende de la fortaleza del movimiento de resistencia popular en Honduras.

Notas:
1. http://www.state.gov/secretary/rm/2009a/09/129448.htm
2. http://www.rel-uita.org/internacional/honduras/con_bertha_caceres-3.htm
3. “Chomsky: América Latina es el lugar más estimulante del mundo”, David Brooks, Hermann Bellinghausen y Luis Hernández, Diario La Jornada, México. 22 septiembre del 2009
4. http://www.tortillaconsal.com/margarita21-9-09.html
5. http://www.tortillaconsal.com/miriam5-9-09.html

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