El Salto Diario
Por Martín Cúneo
Alicia Valero (Pablo Ibáñez)
Directora del grupo de Ecología Industrial del Instituto CIRCE y autora de más de cien publicaciones académicas, Alicia Valero profundiza en lo que hay detrás de la actual crisis de suministro de materias primas y componentes: la escasez de minerales.
El trabajo de Antonio Valero y Alicia Valero, padre e hija, ingenieros termodinámicos de la Universidad de Zaragoza, es fundamental para comprender los límites físicos y geológicos del planeta Tierra. En 2014 publicaron en inglés un monumental ensayo sobre el agotamiento de los recursos minerales ante un sistema económico basado en el crecimiento exponencial. Recientemente y con formato de entrevista publicaron Thanatia, los límites minerales del planeta (2020, Icaria), donde explican de forma didáctica y sin tecnicismos qué ocurre cuando choca el consumismo ilimitado del capitalismo con un planeta con recursos limitados.
La crisis de las materias primas y de los componentes básicos para la industria tecnológica que experimenta la economía global desde finales del pasado año puso de actualidad este libro y el trabajo de los Valero, que ya hace años venían advirtiendo de la previsible escasez de todo lo que se necesita para la industria tecnológica y la llamada revolución verde. Como asesora de grandes empresas, como Seat, y directora del grupo de Ecología Industrial en el Centro de Investigación de Recursos y Consumos Energéticos (Circe), Alicia Valero es una voz imprescindible para acercarse a un problema —la escasez de recursos— que hace poco era meramente teórico. Para esta profesora, la falta de materias primas ya no es una teoría o una posibilidad futura, es una realidad tangible que solo puede ir a más si no se cambian de raíz los hábitos de consumo.
Parece que antes hablar de escasez de materiales parecía tabú. ¿Esto ha cambiado?
Yo creo que sí, ahora la gente lo está viviendo en primera persona. Hasta los sectores más conservadores ya están admitiendo que aquí puede haber un problema grave por desabastecimiento.
¿Cuánto tiene de coyuntural y cuánto de estructural esta crisis de desabastecimiento?
Es una crisis estructural, aunque obviamente agravada por la pandemia, que sí ha sido coyuntural. Esperamos que los efectos del coronavirus vayan remitiendo y los parones debidos a la pandemia cada vez sean menos o incluso ninguno, y eso favorecerá que las fábricas vuelvan más o menos a la normalidad. Dicho esto, todo esto tiene un factor común, que es que la demanda se ha disparado de forma exponencial. Las fábricas no dan abasto para abastecer tantísima demanda, sobre todo de aparatos eléctricos y electrónicos, que requieren de una especialización de fábricas y de personas, que están basados en unos elementos que son escasos y que, además, están controlados por pocos países
Nos estamos topando con los límites de las fábricas. Pero si tú extrapolas esto a la gran fábrica que es la naturaleza, tarde o temprano también toparemos con sus límites. Y si seguimos con este consumo exponencial esos límites están muy cerca. Fíjate, en estos 20 años de siglo XXI hemos extraído tanto cobre como en toda la historia de la humanidad. Estamos cerca de alcanzar los límites geológicos del planeta. Y no digo que agotemos todos los recursos, sino que agotemos los recursos accesibles, que son dos cosas distintas.
¿Ya estamos en ese proceso que algunos llaman colapso o gran escasez o esto es solo una ventana hacia lo que puede pasar en un futuro próximo?
Creo que es el principio. Es una ventana, pero es que ya vemos el precipicio, ya estamos viendo esas señales inequívocas de que pronto los problemas de escasez serán el pan nuestro de cada día.
Hace poco el discurso sobre la crisis climática era sobre todo teórico y recién ahora se empieza a ver cómo alguna de esas advertencias se convierte en realidad. ¿Está pasando lo mismo con la escasez de materias primas?
Sí, está pasando lo mismo. Se habla del cambio climático, se habla de la escasez de materias primas, se habla de la pérdida de biodiversidad… es que está todo relacionado. Precisamente, tenemos un problema de cambio climático por una sobreexplotación de recursos fósiles y si hoy hay escasez de petróleo es porque lo hemos consumido de forma exagerada y esto ha provocado, a su vez, los problemas que tenemos hoy de cambio climático. La red natural es tan compleja que tú no puedes actuar sobre una vertiente y olvidarte de las demás. Tenemos una complejidad natural enorme, que hace que haya que actuar en múltiples frentes y cada vez que damos un pasito hay que cuestionarse cuáles son las consecuencias sobre la naturaleza, sobre la sociedad, sobre la economía, y no vale mirar solo la economía.
¿Las materias primas que tienen problemas de abastecimiento son las que tienen las reservas más escasas?
En parte sí. De hecho, hicimos estudios en 2018 y analizamos qué materiales podían presentar cuellos de botella y resulta que coinciden con aquellas materias primas que son necesarias para la electrónica, para las baterías, sobre todo de coches eléctricos —hablamos del litio, del cobalto, del manganeso, del níquel—, y para muchas renovables, como por ejemplo la fotovoltaica.
¿El problema con estos minerales es que no hay reservas, que la extracción no es rentable o que está muy concentrada la producción?
Hay varios problemas. El primero es que como la demanda está creciendo tan rápidamente no hay reservas suficientes en los yacimientos que hoy en día son explotables. Por supuesto que se van a encontrar nuevos yacimientos en el futuro, pero en abrir un nuevo yacimiento tardas en torno a 15 o 16 años de media. Aquí va a haber un desacople muy importante entre la oferta y la demanda. Además, hasta ahora hemos extraído los low hanging fruits [frutos al alcance de la mano], lo que es fácilmente extraíble y ahora se habla de ir hacia los océanos, la Amazonía, la Antártida, pero ¿a qué coste? ¿Estamos dispuestos a sacrificar nuestras reservas naturales?
Por otro lado, las reservas de litio, por ejemplo, están concentradas en Australia y en zonas de Latinoamérica, en el triángulo del litio. Y luego ese litio —y todas esas materias primas y las tierras raras— las controla China para refinarlas… El cobalto se concentra en el Congo, con todos los problemas sociales, políticos, de inestabilidad, de trabajo infantil en condiciones deplorables… Todo eso implica que los gobiernos como los de la UE dicen que hay que extraer en el propio territorio para evitar esa dependencia. Pero casi nadie está dispuesto a tener una mina o una fábrica cerca por todos los impactos que tiene y hasta ahora producir en el exterior había sido más barato y, además, la contaminación se la llevaban otros países. Tenemos distintos frenos y distintas barreras que son físicas, pero también sociales y ambientales, que hacen que vayamos a tener escasez de varios tipos.
Hay algunas señales que indican que esta crisis ha llegado a su pico. ¿Cuánto crees que puede durar todavía esta crisis de materias primas?
Poco a poco se irá normalizando, pero no vamos a volver a lo de antes. El modelo de just in time, de que yo lo solicito y mañana lo tengo, creo se va a terminar. Vamos a tener que replantearnos el modelo de economía que estamos llevando, porque al ritmo de consumo y desecho de productos que utilizamos está claro que esto es insostenible y estallará por alguna parte. O lo hacemos a las buenas o al final los límites físicos nos impondrán recular a las malas.
Ante el agotamiento de los combustibles fósiles, la gran esperanza está puesta en las renovables. ¿Qué problemas encuentra la revolución verde?
Es importantísimo que se lleve a cabo esta revolución verde, no podemos seguir quemando combustibles fósiles. Ahora bien, lo que no podemos hacer es seguir creciendo en consumo energético y sustituir los fósiles por energías renovables. Primero porque no hay suficientes materias primas para hacer esto. Si seguimos por esta senda, en seguida veremos que no hay suficiente cobalto, que no hay suficiente litio, que no hay suficiente teluro, y así sucesivamente. Así que pintar de verde la economía actual va a ser imposible. Y además las renovables tienen problemas de desestabilización de la red y hay que construir en paralelo sistemas de estabilización de red. Las renovables necesitan un aporte del gas natural para evitar picos de tensión y apagones como se está diciendo en el centro de Europa… Otro problema es quién va a poner el terreno para las hectáreas y hectáreas de fotovoltaicas y eólicas que se necesitan. Porque la superficie que necesita una energía renovable en comparación con un sistema equivalente en potencia de una central de ciclo combinado o una nuclear es muy superior. Aquí nos toparemos con bloqueos como los que hemos visto con pueblos enteros que se niegan a tener huertos solares o eólicos. No se puede pintar la economía de verde, hay que decrecer. Los materiales que se emplean tienen que diseñarse para que se puedan reutilizar.
Has trabajado en contacto con la industria. ¿Cuáles son los principales problemas que está teniendo la industria española en relación a esta falta de materiales y esta crisis energética?
Los problemas son gravísimos, estamos viendo cómo están cerrando las fábricas y están no solo haciendo ERTE sino cerrando completamente, como está ocurriendo con la industria de los fertilizantes. Esto es muy grave: podemos vivir sin coches, pero no sin alimentos. Que la industria de fertilizantes tenga que cerrar y no pueda producir esos fertilizantes que son necesarios para el campo es algo inédito y gravísimo, y aquí se ve la enorme dependencia que tenemos de los combustibles fósiles. Hay que sustituirlos lo antes posible.
Hay una crítica extendida de que este tipo de discursos sobre la escasez está creando alarmismo y esto puede favorecer la desmovilización o a la extrema derecha.
Es cierto que a veces tienes que moderar un poco el lenguaje para no crear el efecto contrario, es decir, el sálvese quien pueda, y yo soy consciente de que algunos de nuestros análisis incitan a eso. “Buah, si estamos tan mal que se salve quien pueda, vamos a consumir lo máximo posible” y algunos se van a aprovechar de este asunto. Pero si no se conoce la realidad, si seguimos con los ojos vendados sobre lo que está ocurriendo, que es gravísimo, difícilmente vamos a poder actuar. Es importante que la gente conozca dónde estamos y que las políticas que se están llevando hasta ahora son equivocadas. Al menos, que las decisiones sean lo más informadas posibles para tratar de encarrilar el planeta hacia la sostenibilidad.
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