Por David Valiente
Con su primer libro traducido al español, la escritora y traductora Anne Weber (Offenbach, 1964) rescata del olvido a la activista y neurofisióloga Anne Beaumanoir en Annette, una epopeya (AdN). Solo reconocida por algunos cuantos nostálgicos de la Resistencia, Anne es una mujer de carne y hueso que participó en muchos episodios clave de su época, como la lucha contra los nazis desde la clandestinidad o su colaboración con el FNL (Frente Nacional de Liberalización) en Argelia, lo que le costó permanecer en prisión durante diez largos años. Una vida de epopeya que se origina en 1923 y sigue hasta la fecha, aunque de una manera más tranquila.
La historia del libro comenzó hace cuatro años cuando la autora y la autobiografiada, Annette Beaumanoir, coincidieron por casualidad en el sur de Francia: “Entonces ella me explicó su vida y el ‘flechazo’ fue inmediato”, comenta Anne Weber. Annette le confió sus recuerdos a Anne, que en un primer momento no supo qué hacer con ellos: “Me puso en la tesitura de demostrarme a mí misma si tenía escrúpulos”. Podría haber construido una historia novelada, con diálogos inventados y florituras, pero “la vida de Annette no requiere de ninguna de esas cosas, la historia de por sí es una aventura y quería ceñirme a lo que me había dicho”. Por eso, Anne se decantó por ese viejo género ya solo recordado por unos pocos donde se cantaban las hazañas de los héroes, “y no de las heroínas”, para “transmitir la historia de una heroína moderna a través del ritmo”, aclara la autora.
Le marcó mucho el hecho de que sus padres provinieran de familias con diferente estatus socioeconómico. Por un lado, su madre, se había criado en un hogar humilde; la abuela materna, por ejemplo, no sabía ni leer ni escribir. El padre provenía de una familia más adinerada, con posibles económicos, pero el matrimonio con la madre de Anne no sentó nada bien a su abuela paterna, que rompió la relación con su hijo, aunque éste nunca dejó de hablar con su madre. Creo que dicha coyuntura fortaleció la sensación de desigualdad y fue el motor fundamental que le empujó a luchar por la justicia.
Cuando estalla la Segunda Guerra Mundial, Annette es una adolescente, ¿cómo es esa transición de un hogar apacible al contexto de la invasión alemana?
De hecho, el cambio que usted señala no se produjo de la noche a la mañana. Su entrada en la Resistencia fue lenta, primero desarrollando trabajos menores como entregar paquetes para luego aventurarse en actividades más complejas y peligrosas. Lo que sí supuso una anomalía abrupta para Annette fue la victoria de los alemanes, que aún hoy sigue siendo una humillación para los franceses.
Tuvo que superar dos baches: su edad y su género, ¿es así?
Sí. Fueron dos obstáculos que le impidieron un ascenso más rápido dentro de la Resistencia, que le dieran funciones más importantes y, por supuesto, que participara en la lucha armada. No obstante, ese obstáculo también la salvó de ser apresada por los alemanes. Cuando contaba con 20 años aparentaba 15, la gente pensaba que no había roto ni un plato y mucho menos que formara parte de la Resistencia.
¿Quién es el amor de su vida?
Es difícil determinar cuál fue su amor más importante. Sin duda, Roland, el amor de su juventud, dejó una huella imborrable en su vida porque ambos eran muy jóvenes cuando se conocieron (unos 20 años) y murió asesinado por milicianos franceses durante la ocupación alemana. El padre de sus hijos, con quien llegó a contraer matrimonio, sin duda, también fue importante, al igual que un novio/amante argelino que se echó durante su estancia en Túnez. Es difícil determinar, pero yo creo que fueron los tres y alguno más.
Termina la guerra y ella forma parte de los comités de depuración, ¿qué opina Annette de estos comités?
“Comité de depuración” puede sonar horrible, pero en realidad su función era mucho más que juzgar a personas, también las protegían de posibles venganzas. Se hizo común que una persona, para librarse de su vecino bien porque era un competidor comercial o bien porque le hubiera quitado a su amante, lo acusara de colaboracionista. La gente enseguida recurría al linchamiento, incluso hubo ejecución de inocentes. Precisamente con el fin de evitar estas injusticias y que un tribunal pudiera determinar en qué grado colaboró con los alemanes, se crearon estos comités. A Annette no le disgusta esta idea.
Al leer su poema épico da la sensación de que la búsqueda de peligros la instó para unirse a la Resistencia, cosa que ya no percibo en su compromiso con el pueblo argelino.
En cierto modo sí, la aventura jugaba un papel importante, ella misma lo reconoce. Pero la razón principal de que se uniera a la Resistencia tenía más que ver con la lucha antifascista y liberar a Francia de los invasores. Al cabo del tiempo, cuando tuvo a sus hijos la aventura ya no tiene ningún aliciente para ella, pero sí pervive ese afán de liberar a las sociedades de las tiranías invasoras. Es un elemento de continuidad que está muy presente en el momento que decide aliarse con el FNL en Argelia y luchar contra el mismo Estado francés. Ella no podía soportar que su país empleara las técnicas de tortura usadas por la Gestapo contra los judíos.
¿Qué supuso para ella que Francia, país por el que había luchado, la metiera en la cárcel?
No estaba preparada para ello. Es más, de verdad creyó que no le iba fallar su buena estrella y que como en las anteriores ocasiones se libraría de entrar en prisión. Fue algo doloroso y repentino esa condena de 10 años; se tuvo que separar de sus hijos durante todo ese tiempo. A los colaboradores franceses con el FLN o con el OAS no se les aplicó el indulto o se hizo muy tarde, a diferencia de los propios argelinos que con el fin de la guerra y la llegada de la independencia recibieron su libertad.
¿Qué supuso para Anne que su héroe literario, André Marlaux, entrara a formar parte del Gobierno de Gaulle y negara que el ejército francés estuviera empleando la tortura contra los argelinos?
Nunca le hice esa pregunta, y no sé por qué. De todos modos, dudo mucho que Annette lo tuviera en un pedestal. Ella es muy consciente de que la obra literaria de un escritor no tiene por qué equivaler a su crédito personal. Además André Marlaux tiene dos caras: por un lado, es un escritor fascinante, pero, por el otro, ciertas actitudes suscitan sospecha. No es sencillo encasillarlo.
¿Qué enseñanzas sacó de su etapa revolucionaria que luego pudo aplicar en la práctica política?
Aplicables al Gobierno argelino creo que ninguna. Tenga en cuenta que ella empleó sus conocimientos médicos para estabilizar un sistema sanitario que tras la independencia había quedado destruido, pues gran parte de los sanitarios eran franceses y regresaron a su país de origen. El país es muy extenso con regiones muy recónditas, el personal sanitario a disposición no podía cubrir toda la región. Pero sí sacó una serie de enseñanzas que ha tratado de aplicar a lo largo de su vida como leer las intenciones de la gente, no confiar en ellas desde un primer momento y, sobre todo, ser precavida.
Tengo entendido que ella no se considera una heroína, pero Francia ¿la considera una heroína?
La conocí cuando ella tenía 94 años y el Gobierno francés no le había hecho ningún reconocimiento. En los años 90 la organización judía Yad Vashem le otorgó un galardón, “Justa entre las Naciones”, por haber salvado a judíos de manera altruista durante la guerra. Es un premio otorgado por Israel y ella está muy orgullosa por el reconocimiento. Si solo hubiera luchado en la Resistencia, el Estado francés la hubiera concedido honores, pero su paso por el FNL, grupo que hoy en día siguen considerando terrorista, ha impedido cualquier tipo de reconocimiento. Aun así, si hubiera sido una persona reconocida.
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