Por Juan Gastón
Numerosas mujeres, prácticamente ignoradas por la historia, realizaron importantes aportaciones teóricas y divulgativas en las ciencias económicas
Casi nadie desconoce que desde hace un par de décadas se licencian en las universidades españolas más mujeres que hombres en Ciencias Económicas. En eso afortunadamente también hemos cambiado. En la fotografía de la primera promoción de la Facultad de Ciencias Políticas y Económicas de la Universidad Central de Madrid (en la actualidad Universidad Complutense de Madrid) la primera creada en España en 1943 se ve a una sola mujer entre los graduados.
Las aportaciones realizadas desde el nacimiento de la ciencia económica y reflejadas en los libros de Historia de la Economía están concentradas básicamente en las escritas por los hombres (Smith, Ricardo, Marx, Marshall, Stuart Mill, Jevons, Schumpeter…). y prácticamente no aparece ninguna mujer.
En el extenso mural Escuelas del Pensamiento Económico, editado por Ecobook en el año 2006, hay que buscar y rebuscar entre los más de 100 nombres para encontrar dos de mujer… y ninguna aparece sola o con imagen. Joan Robinson en la casilla de Competencia Imperfecta, junto a Piero Sraffa y Edward Hastings Chamberlin y Beatrice Potter, que aparece con el apellido de su marido y junto a él, Sidney Web, en Socialismo Fabiano.
Universidad Central de Madrid. Construida entre 1842 y 1847
Para avanzar en el conocimiento de las mujeres economistas podemos basarnos en el libro publicado en 2007 por Luis Perdices de Blas y Elena Gallego Abaroa que resume las aportaciones de economistas y escritoras como Jane Marcet, Harriet Martineau, Millicent Garret Fawcett, Harriet Hardy Taylor Mill, Concepción Arenal, Emilia Pardo Bazán, Mary Paley Marshall, Beatrice Webb, Rosa Luxemburgo, Clara Elizabeth Collet, Joan Robinson, Ayn Rand, Elisabeth Boody Shumpeter, Vera Smith, Edith Penrose, Michele Pujol, Rose D. Friedman, Anna J. Schawartz y Marjorie Grice-Hutchinson.
Mucho más extenso es el libro “A bibliography of female Economic Thought up to 1940” escrito por Kirsten K. Madden, Janet A. Seiz y Michèle Pujol y publicado por primera vez en 2004. En su prólogo realiza una breve referencia al estado de la investigación y recopilación del pensamiento de las mujeres economistas.
«Hace una década, cuando se inició el trabajo en este proyecto, era justo decir que los historiadores carecían incluso de las «materias primas» para evaluar la contribución de las mujeres al pensamiento económico. Los trabajos pioneros en el esfuerzo de recuperación y evaluación (Pujol 1992, Groenewegen 1994 y M.A. Dimand et al 2000) son una contribución particularmente vital. Esperamos que este libro facilite más investigaciones sobre esta fascinante historia.
Esta bibliografía contiene referencias a más de 10.000 artículos, libros y folletos sobre temas económicos, escritos por más de 1700 mujeres, publicados entre 1770 y 1940. Incluye más de 400 tesis doctorales, que hasta donde sabemos no se han enumerado juntas antes; también enumera muchos informes emitidos por gobiernos nacionales, estatales y locales en el Reino Unido y los EE. UU. Hay trabajos de revistas académicas y de revistas populares, tratados de finanzas públicas y de la ciencia de la gestión del hogar, e incluso algunas obras de ficción y poesía. Examinando los títulos enumerados aquí, uno aprende no solo sobre la historia intelectual, sino también sobre la historia social»
Sobre la pista de este libro en inglés, creo que, no traducido al castellano, me puso el artículo publicado en el libro de Perdices de Blas y Gallego Abaroa, por Cristina Carrasco Bengoa que estudia la vida y obra de Michèle Pujol, pionera del estudio de la “historia feminista de la economía”. La muerte de Michèle Pujol en agosto de 1997, con tan sólo 46 años, privó al movimiento de mujeres de una activa militante y de una crítica rigurosa y contumaz de la “economía oficial”. Desde el primer momento de su obra analizó críticamente la visión de la economía política clásica y del pensamiento neoclásico en relación al rol económico de las mujeres. Sus propuestas parten de considerar que los economistas que construyeron el discurso de la disciplina económica excluyeron conscientemente el trabajo de las mujeres de la actividad económica y rechazaron el debate feminista de la época. El trabajo de la mujer en cientos de actividades que hacen posible la vida cotidiana, los cuidados de los demás, y la reproducción y educación de los jóvenes está ausente de las teorías económicas originarias. A este aspecto de la invisibilidad o el desprecio del trabajo no remunerado de la mujer han dedicado sus esfuerzos numerosas economistas de las mencionadas inicialmente.
Merece la pena recuperar esa línea de pensamiento económico y ponerla en valor tanto en la enseñanza de las nuevas generaciones de economistas como en el debate para la superación de las desigualdades en las sociedades del siglo veintiuno.
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