viernes, 23 de junio de 2017

En Honduras la oposición logra la unidad


Por Javier Calderón Castillo *

Salvador Nasralla

I.- El mediático presentador de televisión Salvador Nasralla, fundador del Partido Anticorrupción, fue investido como el candidato presidencial de la oposición hondureña [1]. En su aspiración de gobierno estará acompañado por Xiomara Castro del Partido LibRe y por Guillermo Valle del Partido Innovación y Unidad-PINU, una fórmula de diversas tendencias políticas que tienen como rasgo identitario la confrontación en contra del gobierno neoliberal del Partido Nacional.

Con esta alianza opositora, se abren las posibilidades –reales– para competir contra el actual presidente Juan Orlando Hernández, quien cuenta con el privilegio del cargo y la maquinaria clientelista de la política tradicional, al tiempo que entrarán en la disputa por los cargos públicos en todos los niveles de gobierno dispuestos en las elecciones generales de diputados, alcaldes y regidores.

Los diez partidos y coaliciones que competirán en las elecciones generales del 26 de noviembre inscribieron cerca de 30 mil candidaturas para optar por 2934 cargos de elección popular. Además de presidente y vicepresidente, los hondureños elegirán 256 diputados al congreso nacional (principales y suplentes), 298 alcaldías, 298 vice-alcaldías, 2092 regidores, 40 parlamentarios centroamericanos (principales y suplentes).

Las formaciones políticas que competirán en el proceso electoral se agruparon en los tradicionales Partido Nacional y Partido Liberal, los partidos Unificación Democrática, Alianza Patriótica Hondureña, Partido Vá Movimiento Democrático, Partido Demócrata Cristiano, el Frente Amplio, y los opositores Partido Libertad y Reconstrucción- LibRe, el Partido Innovación y Unidad, y el Partido Anticorrupción.

A partir del 10 de junio, el Tribunal Supremo Electoral (TSE) está revisando la legalidad en la inscripción de las candidaturas que no participaron de las elecciones primarias del mes de marzo (7 partidos).Durante lo que resta de junio y el mes de julio, el TSE desarrollará todo el proceso institucional de inscripción, registro, recepción de objeciones y definición de las nóminas de candidatos para dar por iniciada la campaña formalmente el próximo 28 de agosto.

II.- Los desafíos del espacio de oposición:

El nuevo armado electoral,Unidos en Alianza Hasta la Victoria, liderado de forma tripartita por Nasralla, Xiomara y Valle, constituye un avance significativo para Honduras y para la organización de la oposición en miras a lograr recuperar el gobierno luego del golpe de 2009, superando la dispersión de las elecciones del 2013 en las cuales las distintas facciones opositoras participaron por separado, lo cual les impidió derrotar al proyecto de derecha y neoliberal del Partido Nacional. Con esta decisión de unidad, se terminaron los días de holgura para el actual presidente, pues tendrá que defender su pésima gestión gubernamental ante una coalición opositora renovada y forjadora del nuevo escenario de disputa electoral luego de las elecciones primarias de marzo, donde el Partido Nacional obtuvo un triunfo que parecía definitivo de cara a las elecciones generales del 26 de noviembre próximo.

La Alianza opositora, constituye una propuesta electoral que reúne una base política más amplía, establecida bajo un programa que promete centrar el debate sobre los profundos problemas sociales y económicos del país centroamericano, ligados a la concentración de la tierra, la primarización de la economía y la precarización laboral; aunque tendrán que enfrentar, además de la maquinaria conservadora del actual presidente, el escepticismo de un importante sector de la sociedad golpeado por el modelo represivo -que sostiene a los gobiernos después del golpe-, y por el neoliberalismo asfixiante que está depredando el trabajo y el medio ambiente hondureño.

Deberá ofrecer una propuesta convincente de renovación de la política, pues esta esfera pública y los partidos políticos están desprestigiados por la profunda corrupción que carcome al débil Estado hondureño, como lo confirman algunas instituciones multilaterales como la ONU [2]. La Alianza opositora se obligará a enfrentar con transparencia, pero sin ingenuidad, el proceso electoral, pues es parte del entramado de compra-venta de favores con recursos estatales que constituye uno de los principales obstáculos para que proyectos de cambio lleguen a gobernar.  La Alianza Nasralla, Castro y Valle, tendrá que renovar la confianza en el cambio de amplios sectores sociales para obtener su voto, y tendrá que defender los escrutinios de las estrategias de fraude que están listas para arrebatar las posibilidades de triunfo de la voluntad popular.

III.- Los efectos de la constitución de la Alianza opositora no se han hecho esperar. El Partido Anticorrupción-PAC no respaldó unánimemente la decisión de su carismático y mediático dirigente, Salvador Nasralla, de representar una coalición más amplía. Marlene Alvarenga, actual presidenta del PAC, se mostró abiertamente en contra del candidato presidencial de la oposición, quedándose con la personería del partido e impidiendo que Nasralla influyera en las conformaciones de las nóminas a diputados o regidores.

Nasralla, fundador del PAC en el 2011, no se quedará con el partido pero sí con el acumulado político construido a partir de su oposición contra la enquistada corrupción hondureña, un discurso que le permitió obtener el 13,5% de votos en las elecciones del 2013. Sus aliados y colaboradores más cercanos fueron ubicados en las listas o nóminas del Partido Innovación y Unidad – PINU en los principales departamentos y municipios del país. El candidato presidencial, se fue de su partido lanzando un fuerte cuestionamiento sobre su sucesora, al acusar a la facción que lidera de recibir dineros del narcotráfico [3].

Partidarios del actual presidente y otros detractores de la oposición, se han lanzado en los medios de comunicación con toda virulencia, contra el candidato opositor, para infundir temor en los electores, acusándolo de ser títere de Manuel Zelaya y muy cercano a Venezuela [4]. Un libreto ya común en la ofensiva conservadora sobre la región, que encuentra en Salvador Nasralla un político outsider y ligado a la farándula, que tiene facilidad para conectar con el sentido común del pueblo hondureño. Una misma característica que le hace ser incómodo para muchos sectores de la izquierda, quienes ven en el candidato al locutor de fútbol y al presentador del Festival de Viña del Mar y no a un posible estadista. Sospechas comprensibles en un escenario en el que parecería que a Centroamérica le llegó “tiempo de los outsiders”, sobre todo de los provenientes del mundo del espectáculo, como el actual presidente de Guatemala, Jimmy Morales (comediante de TV) quien también llegó al poder con un discurso anticorrupción, pero que rápidamente mostró “no ser tan outsider”, al beneficiarse de los sectores dominantes y cumplir con sus políticas neoliberales y excluyentes. .

Por otra parte, es necesario destacar la madurez política del Partido Libre, al declinar la candidatura presidencial de Xiomara Castro, decisión cuestionada por algunos sectores internos del partido y por algún sector de la opinión [5], pero facilitador del acuerdo con el líder del PAC y con PINU. Es difícil encontrar en Latinoamérica movimientos y partidos que declinen a las aspiraciones personales de sus dirigentes, es muestra de la voluntad de cambio de la dirección del partido conducido por Manuel Zelaya y Patricia Rodas.

En este escenario Honduras tiene candidato opositor, con una confluencia de partidos que aún no se ha medido en elecciones de forma conjunta, pero que promete ser protagonista el 26 de noviembre. La campaña electoral será feroz debido a la capacidad económica y logística del Partido Nacional, sin embargo, ahora nadie puede asegurar que la reelección está servida para el presidente Juan Orlando Hernández.

Notas






Javier Calderón Castillo: Investigador CELAG

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