sábado, 1 de mayo de 2010
La civilización occidental está condenada al fracaso
GlobalResearch
Por John Kozy
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
“No se puede lograr la paz mediante la violencia. Solo se puede lograr a través de la comprensión.” Ralph Waldo Emerson
Cuando yo era niño, conocí a un hombre que reparaba relojes de pared y de pulsera como hobby. (Los relojes de cuarzo aún no habían sido inventados.) A menudo estuve sentado durante horas en absoluta fascinación viéndolo trabajar. Y un día le pregunté: “Frank, ¿cómo sabe hacer eso?” Respondió: “Johnny, lo que el hombre ha hecho, el hombre lo puede hacer.” En ello yace la falacia del Tratado de No Proliferación Nuclear. La ciencia y la tecnología son una caja de Pandora. Una vez abierta por un hombre, una compañía, o un país, lo que aparece pronto se convierte en propiedad de todos.
EE.UU. hizo la primera bomba atómica en 1945. El primer intento de no proliferación se limitó a conservar el conocimiento de cómo construir el secreto de la bomba. Fracasó, y dentro de una década, la URSS (1949), el Reino Unido (1952), Francia (1960), y China (1964) habían construido bombas. Desde entonces India (1974), Israel (1979), Pakistán (1998) y Corea del Norte (2006) se han convertido en potencias nucleares, y Sudáfrica tiene la capacidad, después de haber producido seis armas nucleares en los años ochenta, pero después las desmontó. Ahora el saber hacer es ampliamente generalizado.
Sólo dos naciones se beneficiaron con la Segunda Guerra Mundial: Rusia y EE.UU. Otras naciones que constituían lo que llaman Civilización Occidental se convirtieron en Estados vasallos de EE.UU.; ya no podían actuar solos. Sus políticas nacionales llegaron a depender de la aprobación estadounidense, y cuando EE.UU. llama forman parte, aunque sea renuentemente, de alguna coalición que EE.UU. decide constituir. Al final de la Segunda Guerra Mundial, EE.UU. se había convertido en la potencia occidental predominante. Pero el hecho de ser la potencia occidental predominante no significaba que se había convertido en la potencia predominante, y el mundo no occidental se dio pronto cuenta de ese hecho aunque los estadounidenses suponían que lo era.
Las Naciones Unidas fueron aparentemente establecidas:
* para preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra que dos veces durante nuestra vida ha infligido a la Humanidad sufrimientos indecibles,
* para reafirmar la fe en los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana, en la igualdad de derechos de hombres y mujeres y de las naciones grandes y pequeñas,
* para crear condiciones bajo las cuales puedan mantenerse la justicia y el respeto a las obligaciones emanadas de los tratados y de otras fuentes del derecho internacional,
* para promover el progreso social y a elevar el nivel de vida dentro de un concepto más amplio de la libertad,
Y con tales finalidades,
* para practicar la tolerancia y convivir en paz como buenos vecinos,
* para unir nuestras fuerzas para el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales,
* para asegurar, mediante la aceptación de principios y la adopción de métodos, que no se usará la fuerza armada sino en servicio del interés común, y
* para emplear un mecanismo internacional a fin de promover el progreso económico y social de todos los pueblos…
Obviamente, ha fracasado. Pero aunque esas palabras provienen de la Carta, fueron y son pura propaganda. La organización fue formada por las potencias victoriosas en la Segunda Guerra Mundial en un intento de controlar el mundo. El Consejo de Seguridad fue establecido de manera que diera a esas naciones un control absoluto sobre la organización. Cada uno de los cinco miembros permanentes del Consejo puede vetar cualquier resolución que desapruebe.
Los cinco miembros permanentes son China, Francia, la Federación Rusa, el Reino Unido y EE.UU. –todos potencias nucleares. Originalmente fueron China Nacionalista, Francia, la URSS, el Reino Unido EE.UU. –los países que formaron la coalición aliada que derrotó al Eje en la Segunda Guerra Mundial. Pero la mayoría de esas naciones ya no eran realmente grandes potencias. Francia y el Reino Unido se habían convertido en Estados vasallos de EE.UU. China Nacionalista había sido reducida a una isla; la verdadera China era comunista y ocupaba China continental. La URSS era una potencia mundial comunista, que ahora ha sido reemplazada por la Federación Rusa. La cooperación que EE.UU. esperaba de otros miembros del Consejo de Seguridad se ha disipado.
Cuando Corea del Norte invadió el Sur en un intento de unificar la nación que había sido dividida por razones políticas al terminar la Segunda Guerra Mundial, el Consejo de Seguridad de la ONU, a pedido de EE.UU., menos el delegado soviético ausente, aprobó una resolución pidiendo la ayuda de todos los miembros de la ONU para frenar a los norcoreanos. La coalición de la ONU consistió de dieciséis naciones, en su mayoría occidentales: Australia, Bélgica, Canadá, Colombia, Etiopía, Francia, Grecia, Luxemburgo, Holanda, Nueva Zelanda, las Filipinas, Sudáfrica, Tailandia, Turquía, el Reino Unido, y EE.UU. Aunque nunca fue totalmente derrotada, la coalición sólo logró preservar el status quo que precedió a la invasión. La guerra demostró que las potencias occidentales que fueron victoriosas en la Segunda Guerra Mundial no eran invencibles, y las debacles francesa y estadounidense en Vietnam confirmaron esa vencibilidad.
La Guerra del Golfo Pérsico (Tormenta del Desierto) fue nuevamente iniciada con una autorización de las Naciones Unidas por una fuerza de coalición de 34 naciones para expulsar a las fuerzas iraquíes de Kuwait, después que fue invadido. Veintiséis naciones contribuyeron con personal, en muchos casos en papeles no combativos: EE.UU. Afganistán, Bahréin, Bangladesh, el Reino Unido, Canadá, Checoslovaquia, Egipto, Francia, Alemania, Honduras, Italia, Kuwait, Nueva Zelanda, Níger, Omán, Rumania, Arabia Saudí, Siria, los Emiratos Árabes Unidos, y Corea del Sur. Más de un sesenta por ciento del personal provino de EE.UU. Aunque totalmente victoriosa sobre el ejército convencional de Iraq la guerra nuevamente sólo restableció, por razones políticas, el status quo. Corea del Sur, cuya existencia fue preservada por una guerra semejante, librada por una coalición similar, contribuyó sólo un batallón médico. ¡Interesante! ¿Fue realmente una coalición de los “dispuestos”?
Desde entonces, las fuerzas de EE.UU. han sido expulsadas del Líbano (1983) y de Somalia (1993) y se han visto empantanadas junto con otras fuerzas de la coalición en Iraq y Afganistán durante más de ocho años. Lo que se ha hecho obvio para el resto del mundo, y tal vez incluso para diplomáticos estadounidenses, es que las fuerzas armadas de coaliciones occidentales, y de otros socios en ellas, no son invencibles. La Civilización Occidental ya no puede hacer progresar sus objetivos utilizando medios militares convencionales. Pero las principales naciones occidentales siguen siendo miembros del club nuclear. La última opción que esas naciones tienen de mantener su control es seguir limitando el club nuclear a las naciones occidentales, en la medida de lo posible, mediante el TNP y utilizando su poder nuclear como amenaza.
Pero las políticas estadounidenses en sí lo han imposibilitado: compartieron sus armas nucleares con aliados de la OTAN; Bélgica, Alemania, Italia, Holanda, y Turquía almacenan y pueden desplegar bombas atómicas. Y aunque EE.UU. espera obligar a Corea del Norte a renunciar a sus armas e impedir que Irán las adquiera, los estadounidenses no dicen nada sobre las capacidades nucleares israelíes, indias y paquistaníes. El resultado, por cierto, es un argumento para que el TNP sea visto como hipócrita; carece de convicción, y la influencia estadounidense y occidental sobre el mundo se disipa.
Norcoreanos e iraníes no son impresionados por las protestas estadounidenses. Israel rechaza rutinariamente las iniciativas políticas de EE.UU. Rusos y chinos se muestran, en el mejor de los casos, tibios respecto a sanciones contra Irán, y los chinos se ríen abiertamente de diplomáticos estadounidenses que hablan en China. Incluso los pueblos de muchas naciones occidentales se burlan de las iniciativas políticas de EE.UU. EE.UU. ha perdido su posición preeminente. Ahora se ha convertido en un Estado vasallo de su propia creación. Todo lo que quiere hacer requiere la cooperación de sus coaliciones, e incluso cuando la obtiene, las iniciativas fallan frecuentemente.
¿Puede tener éxito la expansión y la imposición del TNP? ¡Es improbable! El conocimiento de cómo construir armas atómicas es extenso; ya no puede ser contenido. De modo que la política actual es mantener el control sobre el material fisionable necesitado para hacer las bombas. Pero eso tiene pocas probabilidades de éxito. Las políticas occidentales son demasiado contradictorias.
Como dijera tan aptamente Emerson: “Lo que haces habla tan fuerte que no puedo oír lo que dices.”
EE.UU., con todos sus poderes de control, ha demostrado que ni siquiera puede detener el contrabando en su propio país. Las naciones de las cuales proviene el contrabando no pueden detenerlo, incluso con ayuda estadounidense. ¿Cómo puede esperar EE.UU. que otras naciones lo detengan? En muchas partes del mundo, especialmente en las partes no occidentales, el contrabando ha tenido lugar durante siglos. Incluso negocios occidentales son frecuentemente cómplices en el desafío a los controles de exportación y sanciones estadounidenses. La iniciativa se parece a una arremetida contra molinos de viento, el último suspiro de una civilización moribunda. La única esperanza de evitar una futura guerra nuclear es la abolición total de las armas nucleares. Pero una vez que las naciones que forman el mundo occidental lo hagan, su control del mundo se evapora.
Ninguna civilización en la historia que ha colapsado después de un período de grandeza ha logrado recuperar su dominación. Egipto duró tres milenios; actualmente es poco más que un campo para estudios arqueológicos. El Imperio Persa, que duró más de trescientos años, se convirtió en el imperio más grande y poderoso de su época; actualmente, todo lo que queda es Irán. Grecia no se ha recuperado nunca de su colapso después de su Edad de Oro, y la grandeza de Roma se ha reducido a Italia. Cuando Mussolini trató de resucitar la grandeza romana, fracasó miserablemente. Los imperios español, holandés, francés e inglés han expirado y esas naciones son ahora simples Estados vasallos, aunque Francia e Inglaterra siguen pretendiendo que son potencias mundiales. Una grandeza duradera no se logra a través de la imposición del poder. Como en el caso de todas las grandes civilizaciones del pasado, la Civilización Occidental está condenada mientras siga manteniendo su método de dominación. El TPN no la salvará.
………..
John Kozy es profesor en retiro de filosofía y lógica y escribe blogs sobre temas sociales, políticos y económicos. Después de servir en el ejército de EE.UU. durante la Guerra de Corea, pasó 20 años como profesor universitario y otros 20 como escritor. Ha publicado un libro de texto sobre lógica formal, en revistas académicas y en una pequeña cantidad de revistas comerciales, y ha escrito una serie de editoriales como invitado en periódicos. Sus artículos en línea se encuentran en: http://www.jkozy.com/ y se le puede escribir desde ese sitio.
© Copyright John Kozy, Global Research, 2010
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