martes, 7 de junio de 2011
El papel de los medios de comunicación en la construcción de ciudadanía
Revista Pueblos
Por Carlos Molina
Los mass media [1], luego de la instauración de la era neoliberal, se han erigido como un poder en las sociedades; no aparecen como un poder formal, pero sí ejercen un poder fáctico. Han sido uno de los instrumentos de difusión de la ideología del sistema y de la alienación de la ciudadanía. Ahora, con las nuevas tecnologías, el contexto y el uso están cambiando.
Los tres poderes del Estado y su independencia, que Rousseau, Montesquieu, Locke y Hamilton plantearon como la base del funcionamiento de la mayoría de sociedades contemporáneas, han sido doblegados por las grandes cantidades de dinero que se trasladan de país en país, de región en región y de continente en continente. Así, los Estados o los gobiernos no son los beneficiarios de tales movimientos, sino las corporaciones transnacionales, lo que constituye el poder financiero que, echando mano del poder militar y el mediático, domina la aldea global.
Los medios de comunicación aparecen en el ideario democrático como el cuarto poder, pero no para servir a los tres poderes formalmente institucionalizados en los Estados, sino como un contrapoder, un poder controlador que, ejercido desde la ciudadanía, pueda hacer de contrapeso a los abusos y desviaciones.
El poder mediático como poder de facto
El poder mediático está constituido actualmente, sin embargo, por gigantescos consorcios transnacionales que han convertido a las comunicaciones en una industria. Esta participa del festín neoliberal acumulando capital y constituyendo un aliado fundamental para el
avance de tal ideología. Transcurridos treinta años, aparece como una cultura que rige las relaciones de los seres humanos en la sociedad de mercado.
Hay tres casos que pueden ejemplarizar las relaciones entre los diferentes poderes. En Italia, Silvio Berlusconi es uno de los empresarios más ricos del país según la revista Forbes; en 2009 contaba con una fortuna de 6 500 millones de dólares y controlaba un tercio de la industria editorial en Italia. En Chile, Sebastián Piñera ostenta una fortuna calculada en 2.200 millones de dólares y hasta mediados de 2010 controlaba Chilevisión [2], la segunda estación de televisión con más audiencia del país suramericano. El tercer ejemplo lo ubicamos en México, con el ultra millonario Carlos Slim, que, también según Forbes, es el hombre más rico del mundo, con una fortuna calculada en 53.500 millones de dólares. Slim es el principal socio del Grupo Carso, que tiene entre sus negocios a Telmex (más del 90 por ciento del mercado mejicano de telefonía fija), a France Telecom y a SBC Comunicaciones.
En el caso de los dos primeros empresarios, el poder financiero y el mediático les ha servido para controlar el poder político, y ahora están dirigiendo los destinos de ambos países. Carlos Slim, por su parte, no necesita del poder político formal para controlar las riendas de un país que se bate en una grave crisis institucional.
El poder mediático que educa a la ciudadanía
Los medios de comunicación son los encargados en el actual contexto de promover el consumo y de alienar las mentes de las y los ciudadanos, a tal grado de impulsar sistemáticamente la negación del papel del ser humano en la sociedad. Fijan así en sus mentes el consumo y la explotación de los recursos naturales como fin último de la existencia.
De esta manera, lejos de ser un instrumento para el fomento de las responsabilidades que implica la ciudadanía, los medios desempeñan un papel ambivalente, transgrediendo incluso las funciones del Estado al asumir el papel de educador de las y los ciudadanos. Los mass media representan un aparato ideológico con doble función: educan a la sociedad y difunden la ideología imperante.
En la actualidad no es el sistema educativo el que forma a las y los ciudadanos, sino los medios de comunicación, promoviendo sistemáticamente los valores del mercado. No es casual entonces que la violencia estructural que ha brotado en países como El Salvador, Guatemala, Honduras, México o Colombia haya provocado que se hayan vuelto iconos; hecho este que cada vez más atañe también a otros países, latinoamericanos y de otros continentes.
Latinoamérica es, recordemos, el subcontinente donde se realizan los primeros ensayos y se implementa ferozmente la ideología neoliberal. Tres décadas después de su exitosa aplicación las consecuencias brotan en sociedades que están al borde de convertirse en estados fallidos. Este proceso ha supuesto, por un lado, que la violencia del mercado haya sido convertida en un valor; y, por otro, que los medios de comunicación tengan una cuota fundamental en la promoción deliberada de mensajes constantes que afirman y reafirman que la única posibilidad de vivir en la sociedad es la lucha por vivir mejor aun a costa de empobrecer sistemáticamente a las mayorías. Tal es la situación, en la que además, en la actualidad, se han multiplicado las herramientas, con la entrada en escena de las nuevas tecnologías.
Los medios electrónicos como herramientas de construcción de ciudadanía
Internet ha dado un giro trascendental a las formas de conceptualizar la comunicación y difusión de los mensajes hacia la ciudadanía. Se ha constituido como un medio que enfrenta el monopolio de los medios tradicionales (radio, televisión y prensa escrita), que han encontrado en Internet un dique que opone resistencia a las agendas mediáticas instauradas por los grandes consorcios ligados al poder financiero y militar. De ahí el gran énfasis de los gobiernos en tratar de regularlo y controlarlo.
En la imagen 1 podemos visualizar el crecimiento de los sitios web en el mundo, alcanzando los 86 millones de sitios activos y cerca de 3 000 millones los construidos desde 2005. La cantidad de información disponible en el mundo es gigantesca, la relación de información generada es igual a 45 gigabytes [3] por habitantes del planeta (lo que equivalen a 45 billones de bytes por persona, según un artículo publicado en la Revista Alambre [4]). Blog Pulse contabiliza 126 millones de blogs activos en el mundo hasta abril de 2010, mientras que Wikipedia alcanzó ya los 2.505.445 artículos.
Internet se va posicionando como un medio de comunicación poderoso y se va popularizando cada vez más (ver imagen 2). El 28,7 por ciento de la población mundial usa Internet, cerca de 2 000 millones de ciudadanos y ciudadanas [5].
Esta realidad ineludible, y muchas veces dura, para los medios tradicionales está trastocando las relaciones de poder en torno al manejo mediático de la realidad, cercenando la manipulación de la voluntad de la ciudadanía. Emerge entonces la necesidad de ofrecer mayor interacción entre el medio y las y los ciudadanos, que son los receptores del mensaje, algo que los medios tradicionales no quieren permitir. La ventaja de Internet es que no es fácilmente controlable por consorcios mediáticos y que tampoco es fácil tejer una orientación ideológica concreta. De esta forma, los medios electrónicos que funcionan vía Internet tienen una orientación mayormente democrática; sin soslayar que hay una brecha digital muy amplia aún y que sólo son ciertos sectores de las sociedades los que tienen posibilidad de acceder a este medio.
Sin embargo, las perspectivas de crecimiento y de penetración de Internet en los diversos estratos sociales avanzan rápidamente. Se calcula que en la próxima década el acceso a este medio logrará llegar a pequeños sectores excluidos y podrá accederse a la televisión ya digitalizada de esta manera. Por ello, es necesario enfilar las luchas para declarar la red de redes como un bien común y elevar el acceso a Internet como un derecho ciudadano.
La electrónica desarrolla continuamente aparatos innovadores dirigidos a la red de redes. Se prevé que los sintonizadores de televisión y otros aparatos tengan la capacidad de conectarse a canales digitales de televisión y radio en Internet, lo que sin duda trastrocará drásticamente la relación actual en el uso de las tecnologías convencionales. De ese modo, el centro del qué hacer será permitir que la ciudadanía tenga la posibilidad de participar e interaccionar con otras personas del planeta, con ciudadanas y ciudadanos del mundo, debatiendo acerca de los problemas que les aquejan y reclamando sus derechos. Esto, entonces, podría constituirse en un instrumento de liberación.
Analizar fríamente lo acontecido recientemente en Egipto es vital para comprender que se puede hacer ciudadanía desde el uso coherente de la tecnología. Un pueblo abatido por más de 30 años de tiranía se libera del dictador utilizando un medio electrónico para denunciar las atrocidades y convocar a los ciudadanos a movilizarse; colocando al país en el camino de la democratización. Es una lección que debemos aprender y escudriñar a fondo para sacar las conclusiones pertinentes, replantear el uso de la tecnología e insertarla en una nueva dinámica que sirva para democratizar nuestras sociedades.
El poder mediático ya no es total
Recientemente, la secretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton, reconocía en un discurso que ofrecía en el Congreso de su país que el imperio estadounidense ya no monopoliza la información a nivel planetario. “Estamos en la guerra de la información y la perdemos. Al Jazeera gana; los chinos también crearon una red global de televisión que difunde en diferentes idiomas; los rusos crearon un canal en inglés. Lo vi en diferentes países y esto es bastante edificante. Mientras tanto nuestra influencia se reduce”, expresaba Hillary Clinton [6] (que olvidaba mencionar la cadena venezolana Telesur en América).
El mundo multipolar afecta drásticamente a las relaciones de poder a nivel global. El poder mediático se ve alterado por esas nuevas relaciones y el dominio del imperio estadounidense se resiente, algo que, en principio, aparece como algo beneficioso porque trastoca el monopolio en la difusión de la información a nivel planetario, especialmente en los medios convencionales. Clinton lo sabe muy bien; como sabe que los medios de comunicación tradicionales no son suficientes a la hora de divulgar la ideología del imperio, tanto más cuanto a nivel mundial se mira a la sociedad estadounidense con un cierto rechazo.
Clinton también acepta que en otros momentos el poder mediático ha jugado un papel fundamental en las luchas por hegemonizar el planeta. “En los años de la Guerra Fría hicimos un gran trabajo en la propaganda americana. Sin embargo, después de la caída del Muro de Berlín nos dijimos: está bien, ya lo tenemos todo hecho. Ahora pagamos un alto precio por ello” [7]. Según sus argumentos, la perdida de monopolio se debe a la falta de empeño en controlar los medios de comunicación, negando que la sociedad exige cambios radicales en la forma de vivir. Además, ignora que el modelo de sociedad estadounidense, propagandizado hasta el hastío, ya no es el paradigma de los países periféricos y que las relaciones de intromisión, ocupación, invasión e imposición de sus intereses choca con la dignidad de los países.
Existe la necesidad de que los medios de comunicación emerjan con un nuevo papel, y la sociedad presiona para ello. Si los medios no quieren perder credibilidad frente a la opinión pública, deberán someterse cada vez más al escrutinio público e idear nuevas formas de participación.
Hay datos que ilustran esta realidad, también en Estados Unidos. La credibilidad de los medios de comunicación tradicionales cae vertiginosamente, en especial la de los diarios; mientras que la de Internet crece a muy buen ritmo, posicionándose como el segundo medio de comunicación en la Unión Americana y con perspectivas de igualarse con la televisión, según datos del Pew Research Center.
Los datos de la Asociación de la Prensa y el Centro de Investigaciones Sociológicas de España muestran también que la credibilidad de los medios de comunicación llega a niveles mínimos. En Estados Unidos consiguen en conjunto alcanzar el 29 por ciento, según datos de 2010. En España sólo el 32 por ciento cree que la televisión divulga información creíble y el 29,9 por ciento que lo hacen los diarios. Los medios de comunicación que tienen sus sitios en Internet aparecen pésimamente evaluados, según datos de 2008 [8].
Ante la pérdida de confianza, las y los ciudadanos optan por contrastar información, buscar y así crearse su propio juicio. Es un nivel superior en la construcción de ciudadanía. Por supuesto que es un proceso, que hay muchos retos por sortear y que se necesita avanzar mucho más rápido, pero el rumbo se va encontrando. Tal vez sea una postura extremadamente optimista, pero 2010 y este inicio de 2011 han dado luces de que la radicalidad en la lucha será mayor debido, entre otros motivos, a que la crisis capitalista acelera tal situación.
La construcción de propuestas y alternativas
No hay duda de que los medios de comunicación son instrumentos ideológicos de cada Estado, y en este sentido es importante definir con suma claridad que la lucha debe estar encaminada a construir Estados participativos, en los que los medios deben crear esa relación directa con la ciudadanía.
En la relativamente reciente historia de Internet diversas denuncias y campañas internacionales han tenido su grado de permeabilidad a nivel global. Cabe recordar, por ejemplo, las relativas a las invasiones de Iraq y de Afganistán, los hechos del 11-S, el caso Wikileaks y otras ligadas a la perversión de elecciones, campañas ambientales, etcétera, iniciadas precisamente desde medios electrónicos. Incluso los cercos mediáticos impuestos en el golpe de Estado en Honduras y en la intentona de golpe de Estado en Ecuador han sido rotos de alguna forma por el uso adecuado de herramientas electrónicas. La culminación se ha vivido este año con el uso de las redes sociales para convocar al derrocamiento de Hosni Mubarak: jóvenes y clases medias han encontrado en esa tecnología la posibilidad de reclamar sus derechos (y vigilan ahora que el nuevo Gobierno no sea igual o peor que el derrocado).
Los medios electrónicos juegan pues un papel trascendental en las diversas sociedades para su avance democrático. Es hora de construir alternativas que permitan utilizar estas herramientas en la construcción de una sociedad cada vez más comprometida con la justicia, con la equidad y con el fomento de la participación ciudadana en la toma de decisiones.
Construir una agenda de promoción de los derechos universales, crear redes de denuncias ante la explotación indiscriminada de los recursos naturales, utilizar y construir redes sociales para fiscalizar los poderes reales y fácticos... Son recursos que se deben usar. Apoderarse de Internet para construir ciudadanía no es una tarea que debamos comenzar, pues ya estamos inmersos en ella, sino en la que hemos de profundizar; y llegar a la globalización convertida en una revolución tecnológica que trastoque las relaciones de poder existentes. La construcción de una sociedad global basada en el vivir bien no sólo la encontramos en la epistemología que viene desde el sur de América, sino que coincide también con los vínculos éticos y ontológicos del mundo antiguo; y es posiblemente la alternativa al capitalismo. Ahí trabajamos.
Carlos Molina forma parte de la Unidad de Difusión del Centro de Investigación sobre Inversión y Comercio (CEICOM), es miembro de la Comisión de Comunicaciones del Movimiento por la Democracia Participativa de El Salvador (MDP) y docente de tecnologías web en la Universidad Luterana Salvadoreña (ULS).
Fotografía de María José Comendeiro. Imagen 1. Fuente: Necraft.com. Imagen 2. Uso del Internet en el mundo hasta agosto de 2010. Elaboración propia con datos de internetworldstats.com.
Este artículo ha sido publicado en el nº 46 de la Revista Pueblos, segundo trimestre de 2011.
Notas
[1] Término en inglés para medios de comunicación, empleado regularmente para referirse al conglomerado de medios.
[2] “Time Warner se adueña de Chilevisión anunciando mudanza”. En América Economía , 07/10/2010. Ver www.americaeconomia. com.
[3] El término gigabyte (GB) se emplea en informática para representar billones de caracteres escritos digitalmente.
[4] Artículo publicado por Laura Siri. Véase en: /www.revistaalambre.com/Articulos/ArticuloMuestra.asp?Id=14.
[5] Datos según el sitio web Estadísticas Mundiales de Internet . Datos hasta junio de 2010. http://www.internetworldstats.com/stats.htm.
[6] La dominación política del imperio en todas sus aristas se va reduciendo, también en el plano mediático. “Hillary Clinton: ‘EE UU pierde la guerra de la información”. Nota del portal en castellano de la cadena rusa RT, 03/03/2011. Ver en: http://actualidad.rt.com/actualidad/ee_uu/issue_21263.html.
[7] Ibid.
[8] “La credibilidad de los medios de comunicación, en entredicho”. Blobedia , 07/12/2010. Ver: http://sv.globedia.com/ credibilidad-medios-comunicacion-entredicho.
Por Carlos Molina
Los mass media [1], luego de la instauración de la era neoliberal, se han erigido como un poder en las sociedades; no aparecen como un poder formal, pero sí ejercen un poder fáctico. Han sido uno de los instrumentos de difusión de la ideología del sistema y de la alienación de la ciudadanía. Ahora, con las nuevas tecnologías, el contexto y el uso están cambiando.
Los tres poderes del Estado y su independencia, que Rousseau, Montesquieu, Locke y Hamilton plantearon como la base del funcionamiento de la mayoría de sociedades contemporáneas, han sido doblegados por las grandes cantidades de dinero que se trasladan de país en país, de región en región y de continente en continente. Así, los Estados o los gobiernos no son los beneficiarios de tales movimientos, sino las corporaciones transnacionales, lo que constituye el poder financiero que, echando mano del poder militar y el mediático, domina la aldea global.
Los medios de comunicación aparecen en el ideario democrático como el cuarto poder, pero no para servir a los tres poderes formalmente institucionalizados en los Estados, sino como un contrapoder, un poder controlador que, ejercido desde la ciudadanía, pueda hacer de contrapeso a los abusos y desviaciones.
El poder mediático como poder de facto
El poder mediático está constituido actualmente, sin embargo, por gigantescos consorcios transnacionales que han convertido a las comunicaciones en una industria. Esta participa del festín neoliberal acumulando capital y constituyendo un aliado fundamental para el
avance de tal ideología. Transcurridos treinta años, aparece como una cultura que rige las relaciones de los seres humanos en la sociedad de mercado.
Hay tres casos que pueden ejemplarizar las relaciones entre los diferentes poderes. En Italia, Silvio Berlusconi es uno de los empresarios más ricos del país según la revista Forbes; en 2009 contaba con una fortuna de 6 500 millones de dólares y controlaba un tercio de la industria editorial en Italia. En Chile, Sebastián Piñera ostenta una fortuna calculada en 2.200 millones de dólares y hasta mediados de 2010 controlaba Chilevisión [2], la segunda estación de televisión con más audiencia del país suramericano. El tercer ejemplo lo ubicamos en México, con el ultra millonario Carlos Slim, que, también según Forbes, es el hombre más rico del mundo, con una fortuna calculada en 53.500 millones de dólares. Slim es el principal socio del Grupo Carso, que tiene entre sus negocios a Telmex (más del 90 por ciento del mercado mejicano de telefonía fija), a France Telecom y a SBC Comunicaciones.
En el caso de los dos primeros empresarios, el poder financiero y el mediático les ha servido para controlar el poder político, y ahora están dirigiendo los destinos de ambos países. Carlos Slim, por su parte, no necesita del poder político formal para controlar las riendas de un país que se bate en una grave crisis institucional.
El poder mediático que educa a la ciudadanía
Los medios de comunicación son los encargados en el actual contexto de promover el consumo y de alienar las mentes de las y los ciudadanos, a tal grado de impulsar sistemáticamente la negación del papel del ser humano en la sociedad. Fijan así en sus mentes el consumo y la explotación de los recursos naturales como fin último de la existencia.
De esta manera, lejos de ser un instrumento para el fomento de las responsabilidades que implica la ciudadanía, los medios desempeñan un papel ambivalente, transgrediendo incluso las funciones del Estado al asumir el papel de educador de las y los ciudadanos. Los mass media representan un aparato ideológico con doble función: educan a la sociedad y difunden la ideología imperante.
En la actualidad no es el sistema educativo el que forma a las y los ciudadanos, sino los medios de comunicación, promoviendo sistemáticamente los valores del mercado. No es casual entonces que la violencia estructural que ha brotado en países como El Salvador, Guatemala, Honduras, México o Colombia haya provocado que se hayan vuelto iconos; hecho este que cada vez más atañe también a otros países, latinoamericanos y de otros continentes.
Latinoamérica es, recordemos, el subcontinente donde se realizan los primeros ensayos y se implementa ferozmente la ideología neoliberal. Tres décadas después de su exitosa aplicación las consecuencias brotan en sociedades que están al borde de convertirse en estados fallidos. Este proceso ha supuesto, por un lado, que la violencia del mercado haya sido convertida en un valor; y, por otro, que los medios de comunicación tengan una cuota fundamental en la promoción deliberada de mensajes constantes que afirman y reafirman que la única posibilidad de vivir en la sociedad es la lucha por vivir mejor aun a costa de empobrecer sistemáticamente a las mayorías. Tal es la situación, en la que además, en la actualidad, se han multiplicado las herramientas, con la entrada en escena de las nuevas tecnologías.
Los medios electrónicos como herramientas de construcción de ciudadanía
Internet ha dado un giro trascendental a las formas de conceptualizar la comunicación y difusión de los mensajes hacia la ciudadanía. Se ha constituido como un medio que enfrenta el monopolio de los medios tradicionales (radio, televisión y prensa escrita), que han encontrado en Internet un dique que opone resistencia a las agendas mediáticas instauradas por los grandes consorcios ligados al poder financiero y militar. De ahí el gran énfasis de los gobiernos en tratar de regularlo y controlarlo.
En la imagen 1 podemos visualizar el crecimiento de los sitios web en el mundo, alcanzando los 86 millones de sitios activos y cerca de 3 000 millones los construidos desde 2005. La cantidad de información disponible en el mundo es gigantesca, la relación de información generada es igual a 45 gigabytes [3] por habitantes del planeta (lo que equivalen a 45 billones de bytes por persona, según un artículo publicado en la Revista Alambre [4]). Blog Pulse contabiliza 126 millones de blogs activos en el mundo hasta abril de 2010, mientras que Wikipedia alcanzó ya los 2.505.445 artículos.
Internet se va posicionando como un medio de comunicación poderoso y se va popularizando cada vez más (ver imagen 2). El 28,7 por ciento de la población mundial usa Internet, cerca de 2 000 millones de ciudadanos y ciudadanas [5].
Esta realidad ineludible, y muchas veces dura, para los medios tradicionales está trastocando las relaciones de poder en torno al manejo mediático de la realidad, cercenando la manipulación de la voluntad de la ciudadanía. Emerge entonces la necesidad de ofrecer mayor interacción entre el medio y las y los ciudadanos, que son los receptores del mensaje, algo que los medios tradicionales no quieren permitir. La ventaja de Internet es que no es fácilmente controlable por consorcios mediáticos y que tampoco es fácil tejer una orientación ideológica concreta. De esta forma, los medios electrónicos que funcionan vía Internet tienen una orientación mayormente democrática; sin soslayar que hay una brecha digital muy amplia aún y que sólo son ciertos sectores de las sociedades los que tienen posibilidad de acceder a este medio.
Sin embargo, las perspectivas de crecimiento y de penetración de Internet en los diversos estratos sociales avanzan rápidamente. Se calcula que en la próxima década el acceso a este medio logrará llegar a pequeños sectores excluidos y podrá accederse a la televisión ya digitalizada de esta manera. Por ello, es necesario enfilar las luchas para declarar la red de redes como un bien común y elevar el acceso a Internet como un derecho ciudadano.
La electrónica desarrolla continuamente aparatos innovadores dirigidos a la red de redes. Se prevé que los sintonizadores de televisión y otros aparatos tengan la capacidad de conectarse a canales digitales de televisión y radio en Internet, lo que sin duda trastrocará drásticamente la relación actual en el uso de las tecnologías convencionales. De ese modo, el centro del qué hacer será permitir que la ciudadanía tenga la posibilidad de participar e interaccionar con otras personas del planeta, con ciudadanas y ciudadanos del mundo, debatiendo acerca de los problemas que les aquejan y reclamando sus derechos. Esto, entonces, podría constituirse en un instrumento de liberación.
Analizar fríamente lo acontecido recientemente en Egipto es vital para comprender que se puede hacer ciudadanía desde el uso coherente de la tecnología. Un pueblo abatido por más de 30 años de tiranía se libera del dictador utilizando un medio electrónico para denunciar las atrocidades y convocar a los ciudadanos a movilizarse; colocando al país en el camino de la democratización. Es una lección que debemos aprender y escudriñar a fondo para sacar las conclusiones pertinentes, replantear el uso de la tecnología e insertarla en una nueva dinámica que sirva para democratizar nuestras sociedades.
El poder mediático ya no es total
Recientemente, la secretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton, reconocía en un discurso que ofrecía en el Congreso de su país que el imperio estadounidense ya no monopoliza la información a nivel planetario. “Estamos en la guerra de la información y la perdemos. Al Jazeera gana; los chinos también crearon una red global de televisión que difunde en diferentes idiomas; los rusos crearon un canal en inglés. Lo vi en diferentes países y esto es bastante edificante. Mientras tanto nuestra influencia se reduce”, expresaba Hillary Clinton [6] (que olvidaba mencionar la cadena venezolana Telesur en América).
El mundo multipolar afecta drásticamente a las relaciones de poder a nivel global. El poder mediático se ve alterado por esas nuevas relaciones y el dominio del imperio estadounidense se resiente, algo que, en principio, aparece como algo beneficioso porque trastoca el monopolio en la difusión de la información a nivel planetario, especialmente en los medios convencionales. Clinton lo sabe muy bien; como sabe que los medios de comunicación tradicionales no son suficientes a la hora de divulgar la ideología del imperio, tanto más cuanto a nivel mundial se mira a la sociedad estadounidense con un cierto rechazo.
Clinton también acepta que en otros momentos el poder mediático ha jugado un papel fundamental en las luchas por hegemonizar el planeta. “En los años de la Guerra Fría hicimos un gran trabajo en la propaganda americana. Sin embargo, después de la caída del Muro de Berlín nos dijimos: está bien, ya lo tenemos todo hecho. Ahora pagamos un alto precio por ello” [7]. Según sus argumentos, la perdida de monopolio se debe a la falta de empeño en controlar los medios de comunicación, negando que la sociedad exige cambios radicales en la forma de vivir. Además, ignora que el modelo de sociedad estadounidense, propagandizado hasta el hastío, ya no es el paradigma de los países periféricos y que las relaciones de intromisión, ocupación, invasión e imposición de sus intereses choca con la dignidad de los países.
Existe la necesidad de que los medios de comunicación emerjan con un nuevo papel, y la sociedad presiona para ello. Si los medios no quieren perder credibilidad frente a la opinión pública, deberán someterse cada vez más al escrutinio público e idear nuevas formas de participación.
Hay datos que ilustran esta realidad, también en Estados Unidos. La credibilidad de los medios de comunicación tradicionales cae vertiginosamente, en especial la de los diarios; mientras que la de Internet crece a muy buen ritmo, posicionándose como el segundo medio de comunicación en la Unión Americana y con perspectivas de igualarse con la televisión, según datos del Pew Research Center.
Los datos de la Asociación de la Prensa y el Centro de Investigaciones Sociológicas de España muestran también que la credibilidad de los medios de comunicación llega a niveles mínimos. En Estados Unidos consiguen en conjunto alcanzar el 29 por ciento, según datos de 2010. En España sólo el 32 por ciento cree que la televisión divulga información creíble y el 29,9 por ciento que lo hacen los diarios. Los medios de comunicación que tienen sus sitios en Internet aparecen pésimamente evaluados, según datos de 2008 [8].
Ante la pérdida de confianza, las y los ciudadanos optan por contrastar información, buscar y así crearse su propio juicio. Es un nivel superior en la construcción de ciudadanía. Por supuesto que es un proceso, que hay muchos retos por sortear y que se necesita avanzar mucho más rápido, pero el rumbo se va encontrando. Tal vez sea una postura extremadamente optimista, pero 2010 y este inicio de 2011 han dado luces de que la radicalidad en la lucha será mayor debido, entre otros motivos, a que la crisis capitalista acelera tal situación.
La construcción de propuestas y alternativas
No hay duda de que los medios de comunicación son instrumentos ideológicos de cada Estado, y en este sentido es importante definir con suma claridad que la lucha debe estar encaminada a construir Estados participativos, en los que los medios deben crear esa relación directa con la ciudadanía.
En la relativamente reciente historia de Internet diversas denuncias y campañas internacionales han tenido su grado de permeabilidad a nivel global. Cabe recordar, por ejemplo, las relativas a las invasiones de Iraq y de Afganistán, los hechos del 11-S, el caso Wikileaks y otras ligadas a la perversión de elecciones, campañas ambientales, etcétera, iniciadas precisamente desde medios electrónicos. Incluso los cercos mediáticos impuestos en el golpe de Estado en Honduras y en la intentona de golpe de Estado en Ecuador han sido rotos de alguna forma por el uso adecuado de herramientas electrónicas. La culminación se ha vivido este año con el uso de las redes sociales para convocar al derrocamiento de Hosni Mubarak: jóvenes y clases medias han encontrado en esa tecnología la posibilidad de reclamar sus derechos (y vigilan ahora que el nuevo Gobierno no sea igual o peor que el derrocado).
Los medios electrónicos juegan pues un papel trascendental en las diversas sociedades para su avance democrático. Es hora de construir alternativas que permitan utilizar estas herramientas en la construcción de una sociedad cada vez más comprometida con la justicia, con la equidad y con el fomento de la participación ciudadana en la toma de decisiones.
Construir una agenda de promoción de los derechos universales, crear redes de denuncias ante la explotación indiscriminada de los recursos naturales, utilizar y construir redes sociales para fiscalizar los poderes reales y fácticos... Son recursos que se deben usar. Apoderarse de Internet para construir ciudadanía no es una tarea que debamos comenzar, pues ya estamos inmersos en ella, sino en la que hemos de profundizar; y llegar a la globalización convertida en una revolución tecnológica que trastoque las relaciones de poder existentes. La construcción de una sociedad global basada en el vivir bien no sólo la encontramos en la epistemología que viene desde el sur de América, sino que coincide también con los vínculos éticos y ontológicos del mundo antiguo; y es posiblemente la alternativa al capitalismo. Ahí trabajamos.
Carlos Molina forma parte de la Unidad de Difusión del Centro de Investigación sobre Inversión y Comercio (CEICOM), es miembro de la Comisión de Comunicaciones del Movimiento por la Democracia Participativa de El Salvador (MDP) y docente de tecnologías web en la Universidad Luterana Salvadoreña (ULS).
Fotografía de María José Comendeiro. Imagen 1. Fuente: Necraft.com. Imagen 2. Uso del Internet en el mundo hasta agosto de 2010. Elaboración propia con datos de internetworldstats.com.
Este artículo ha sido publicado en el nº 46 de la Revista Pueblos, segundo trimestre de 2011.
Notas
[1] Término en inglés para medios de comunicación, empleado regularmente para referirse al conglomerado de medios.
[2] “Time Warner se adueña de Chilevisión anunciando mudanza”. En América Economía , 07/10/2010. Ver www.americaeconomia. com.
[3] El término gigabyte (GB) se emplea en informática para representar billones de caracteres escritos digitalmente.
[4] Artículo publicado por Laura Siri. Véase en: /www.revistaalambre.com/Articulos/ArticuloMuestra.asp?Id=14.
[5] Datos según el sitio web Estadísticas Mundiales de Internet . Datos hasta junio de 2010. http://www.internetworldstats.com/stats.htm.
[6] La dominación política del imperio en todas sus aristas se va reduciendo, también en el plano mediático. “Hillary Clinton: ‘EE UU pierde la guerra de la información”. Nota del portal en castellano de la cadena rusa RT, 03/03/2011. Ver en: http://actualidad.rt.com/actualidad/ee_uu/issue_21263.html.
[7] Ibid.
[8] “La credibilidad de los medios de comunicación, en entredicho”. Blobedia , 07/12/2010. Ver: http://sv.globedia.com/ credibilidad-medios-comunicacion-entredicho.
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