miércoles, 15 de junio de 2011

Los cables sobre Petrocaribe y Haití

The Nation

Por Dan Coughlin y Kim Ives

Cuando René Préval juró el cargo de presidente de Haití en una ceremonia celebrada en el Palacio Nacional de Port-au-Prince el 14 de mayo de 2006 estaba deseoso de disipar los temores de Washington de que no fuera un socio fiable. “El presidente quiere enterrar de una vez por todas la sospecha que existe en Haití de que Estados Unidos no se fía de él”, dijo la embajadora de Estados Unidos, Janet Sanderson, en un cable fechado el 26 de marzo 2006. “Está tratando de mejorar su posición a nivel nacional e internacional con una exitosa visita a Estados Unidos”.
Es tan importante, que Préval “declinó invitaciones para visitar Francia, Cuba y Venezuela con el fin de visitar Washington en primer lugar,” señaló Sanderson. “Préval tiene estrechos vínculos personales con Cuba, donde recibió tratamiento para el cáncer de próstata, pero ha señalado a la Embajada (1) que manejará las relaciones con Cuba y Venezuela únicamente en beneficio del pueblo haitiano, y no basándose en ninguna afinidad ideológica hacia esos gobiernos.”

Pronto, sin embargo, quedó claro que la gestión de sus relaciones con los adversarios de EE.UU. “únicamente en beneficio del pueblo haitiano” sería suficiente para atraerse las iras de Washington, especialmente cuando se trata de la delicada cuestión del petróleo.
Inmediatamente después de su ceremonia de inauguración, Préval convocó a la prensa en una sala en el Palacio Nacional, donde firmó un acuerdo con el vicepresidente venezolano José Vicente Rangel para unirse a la alianza petrolera del Caribe promovida por Caracas, Petrocaribe. Con arreglo a los términos del acuerdo, Haití compraría petróleo a Venezuela, pagando sólo el 60 por ciento por adelantado y el resto en más de veinticinco años, a un interés del 1 por ciento anual.

Al mismo tiempo que se celebraba la conferencia de prensa, a sólo un kilómetro de distancia del Palacio Nacional, entraba en la bahía de Port-au-Prince un petrolero de Venezuela que transportaba 100.000 barriles de diesel y combustible sin plomo de Petrocaribe.

Este espectacular inicio de mandato le ganó a Préval la admiración de muchos haitianos, que se habían manifestado en contra altos precios del petróleo y la falta de electricidad. Sin embargo, marcó el comienzo de una batalla geopolítica de varios años entre Caracas, La Habana y Washington, sobre el suministro de petróleo a Haití y a quiénes beneficiaría.

Las revelaciones se han hecho públicas en un paquete de 1.918 del semanario haitiano Haïti Liberté por el grupo transparencia informativa WikiLeaks. Como parte de un acuerdo de colaboración con Haití Liberté, The Nation publica varios artículos en inglés basados en dichos cables.

El Departamento de Estado no respondió a una solicitud de comentarios sobre las revelaciones contenidas en el presente artículo.
Según los cables filtrados de la Embajada estadounidense, Washington y sus aliados, entre ellos grandes las grandes petroleras ExxonMobil y Chevron, maniobraron agresivamente entre bastidores para sabotear el acuerdo de Petrocaribe.

Para el gobierno de Haití la ayuda en petróleo de Venezuela fue clave en la satisfacción de las necesidades básicas y los servicios de 10 millones de haitianos, al permitir un suministro garantizado de petróleo a precios estables y sentar las bases para la independencia energética de Haití respecto de Estados Unidos.

Además, según señalaba la Embajada en un cable de 7 de julio de 2006, “Haití se ahorraría 100 millones de dólares por año con el acuerdo de pago aplazado”. Préval destinó estos fondos para hospitales, escuelas y la cobertura de necesidades de emergencia, tales como la asistencia en caso de desastre. Sin embargo, la Embajada de los EE.UU. se opuso al acuerdo.

“El Puesto [la Embajada] continuará la presión sobre Préval para que no se asocie a Petrocaribe”, escribió la embajadora Sanderson en un cable del 19 de abril 2006. “La Embajadora verá hoy al alto asesor de Préval Bob Manuel. En reuniones anteriores, ha reconocido nuestras preocupaciones y es consciente de que un acuerdo con Chávez podría causarles problemas con nosotros.”

En un cable enviado nueve días más tarde, el 28 de abril, Sanderson reconoció que Préval se encontraba bajo “una creciente presión para producir cambios inmediatos y tangibles en la desesperada situación de Haití.” Asimismo, señaló que “Préval ha expresado en privado cierto desdén hacia Chávez en reuniones con funcionarios de esta Embajada (...) Sin embargo, le ha sido imposible dejar pasar la oportunidad de ganar puntos políticos [ante el pueblo haitiano] y generar ingresos que pueda controlar personalmente.” Sanderson, que había sido nombrada embajadora en Haití por el presidente Bush, es ahora subsecretaria adjunta de Estado en el gobierno de Obama.

Para implementar el acuerdo con Petrocaribe, Haití tuvo que cumplir ciertas condiciones y reorganizar su mercado interno del petróleo. Como resultado, deberían pasar casi dos años antes de que el petróleo de Petrocaribe comenzara a fluir en Haití. Los principales obstáculos, sin embargo, siguen siendo la Embajada de Estados Unidos y las grandes petroleras, que controlan las redes de transporte y distribución de petróleo en Haití, según los cables de WikiLeaks.

“Las compañías petroleras internacionales están cada vez más preocupadas –Texaco y Esso se reunirán con la embajadora en un futuro próximo– por la posibilidad de tener que comprar su petróleo al gobierno de Haití”, escribió la embajadora Sanderson en un cable de 17 de mayo 2006, concluyendo que “vamos a seguir planteando nuestras preocupaciones sobre el acuerdo con Petrocaribe a los más altos niveles del gobierno”.

Christian Porter, gerente de ExxonMobil en Haití,”hablando en nombre de ExxonMobil y Chevron, hizo hincapié en que sus compañías no estarían dispuestas a comprar petróleo al gobierno de Haití ya que perderían sus márgenes comerciales off-shore y también debido a la reputación de poca fiabilidad de Petrocaribe en cuanto a la puntualidad de las entregas,” escribió Sanderson, a la vez que llegaba a la conclusión de que era una “propuesta dudosa que ni EE.UU. ni las compañías petroleras que operan en Haití, responsables de cerca del 45 por ciento de las importaciones de petróleo del país, ni tampoco Venezuela, para el caso, es probable que acepten.”

La embajadora estaba equivocada acerca de Venezuela, pero no respecto a las compañías petroleras. Un cable de 13 de octubre 2006 explica que ExxonMobil y Texaco/Chevron “se encontraban en estado de shock,” pero que no habían “informado al gobierno de sus preocupaciones”, lo que Sanderson les alentó a hacer.

Sanderson reiteró que a pesar de sus “numerosos intentos de hablar con el gobierno de Haití y tratar de persuadirlo de no seguir adelante con el acuerdo de Petrocaribe, el Gobierno insiste en que el acuerdo, aplicado en su totalidad, se traducirá en un beneficio para Haití.”

El embajadora de EE.UU. también detalló cómo las compañías petroleras estaban tratando de sabotear el acuerdo: “Tras la reunión del 27 de septiembre entre Préval y las cuatro compañías de petróleo (...) la asociación de la industria del petróleo (Association des Professionnels du Pétrole - APP) recibió una invitación para reunirse con representantes de la empresa petrolera venezolana que se encontraban de visita en Haití. Las cuatro compañías se negaron a asistir. Además, el 9 de octubre, las empresas recibieron cartas enviadas por el gobierno haitiano solicitando información por separado sobre la importación y distribución de petróleo. Hasta ahora, ninguna ha respondido.”

Sanderson concluye un largo cable, de fecha 13 de octubre, explicando cómo había hecho hincapié en “el mensaje tan negativo que [el acuerdo de Petrocaribe] enviaría a la comunidad internacional [es decir, Washington y sus aliados] en un momento en que el gobierno haitiano está tratando de aumentar la inversión extranjera,” y lamentando que “el presidente Préval y su círculo íntimo hayan caído seducidos por el plan de pago [de Petrocaribe].”

Las compañías petroleras y la embajada estadounidense se hacen fuertes
Con la ratificación parlamentaria y los detalles técnicos resueltos, a principios de 2007 Préval pensaba que por fin tenía todo a punto para llevar el acuerdo con Petrocaribe a la práctica. Pero las compañías petroleras no habían cejado en sus intentos de socavar el acuerdo.
Michael Lecorps, nombrado por Préval a la cabeza de la Oficina de Monetarización del Gobierno de los programas de Ayuda y Desarrollo (formalmente conocida como Oficina PL-480), a cargo de los asuntos de Petrocaribe, comunicó a las compañías petroleras que tendrían que comprar petróleo de Petrocaribe al gobierno de Haití , pero las empresas estadounidenses se negaron. Rápidamente, se produjo un enfrentamiento.

Lecorps, “aparentemente enfurecido por la falta de cooperación de Chevron con el gobierno haitiano, subrayó que Petrocaribe no era negociable”, informó el encargado de negocios, Thomas C. Tighe, en un cable de 18 de enero 2007. También dijo que “ExxonMobil ha dejado claro que tampoco va a cooperar con el gobierno de Haití en relación con esta propuesta.”

“El gerente de Chevron para Haití, Patryck Peru Dumesnil, confirmó la posición de su compañía contraria a Petrocaribe y dijo que ExxonMobil, la otra compañía petrolera estadounidense que opera en Haití, ha informado al gobierno de que no va a importar productos de Petrocaribe”, escribió Tighe en el mismo cable.

“El agregado político de la embajada informó de que Chevron se niega a seguir adelante con las conversaciones porque sus representantes prefieren importar sus propios productos derivados del petróleo.”

Tighe añadía también que el gobierno haitiano estaba furioso de que una compañía petrolera que controla sólo el 30% de los productos petrolíferos de Haití “tuviera la osadía de tratar de eludir un acuerdo que beneficiaría a la población haitiana.”

El gobierno de Haití hizo hincapié en que “no sería rehén de las ‘actitudes capitalistas’ hacia Petrocaribe, y que si el gobierno de Haití no podía llegar a un compromiso con determinadas empresas petroleras, las empresas pueden tener que salir de Haití”, informó Tighe.

Hugo Chávez entra en escena
El presidente venezolano Hugo Chávez llegó el 12 de marzo de 2007 a Haití, donde recibió una espontánea bienvenida por decenas de miles de haitianos, que acompañaron a su comitiva desde el aeropuerto hasta el Palacio Nacional a la carrera junto al coche del dignatario. El presidente venezolano llegó con muchos regalos.

“Venezuela ha comprometido fondos para el mejoramiento de los aeropuertos provinciales y las pistas de aterrizaje del país (también anunciado previamente), así como expertos en planificación económica para ayudar a identificar las prioridades de desarrollo. Hay otros compromisos, como el de Cuba de llevar la cobertura médica a todos los municipios de Haití, la dedicación de técnicos en electricidad cubanos y venezolanos para mejorar la generación de energía, y la creación de una oficina de cooperación trilateral en Port-au-Prince,” escribió Sanderson.

En cables posteriores, Sanderson hace referencias cada vez más cínicas sobre la postura amistosa de Préval hacia Chávez, que considera claramente como poco sincera.

“Según el presidente René Préval, la visita del presidente venezolano Hugo Chávez a Haití el 12 de marzo fue una pesadilla logística y un engorro para el gobierno haitiano,” dice Sanderson en el resumen de este cable.

“Préval dijo a la embajadora, el 13 de marzo por la tarde, que Chávez era un huésped difícil” y que “no tenía una invitación del gobierno de Haití, pero insistió en venir a conmemorar el Día de la Bandera venezolana”.

Préval, al parecer, trató de tranquilizar a Sanderson. “En respuesta a la observación de la embajadora de que proporcionar a Chávez una plataforma para lanzar sus consignas antiestadounidenses era difícil de explicar dada nuestra estrecha relación y apoyo a Haití y al gobierno de Préval, en particular, Préval hizo hincapié en que había hecho todo lo posible para limitar al máximo la verborrea de Chávez”, escribe Sanderson. La embajadora informó de que Préval dijo que “el era sólo un pequeño burgués independiente poco favorable al teatro que Chávez practica. Haití necesita la ayuda de todos sus amigos, agregó Préval, y está seguro de que los EE.UU. entiende su difícil situación.”

En tono de frustración, Sanderson llega a la conclusión de que “en ningún momento ha dado Préval ninguna indicación de que esté interesado en asociar a Haití con el amplio programa revolucionario de Chávez”, pero también que “no forma parte de su carácter ni de sus intenciones repudiar Chávez, aunque el venezolano abuse de su hospitalidad en su propia casa.”

Los olvidos de Préval
A pesar de las reconvenciones de Sanderson y las garantías de Préval, el presidente haitiano siguió enojando a Washington. El 26 de abril de 2007, el alto asesor presidencial Fritz Longchamp comunicó al consejero político de la Embajada que “Préval asistirá a la reunión cumbre de ALBA [Alternativa Bolivariana para las Américas] de Venzuela [sic] como “observador especial” con el propósito específico de finalizar un acuerdo de asistencia trilateral entre Haití, Venezuela y Cuba, por el cual Venezuela financiará la presencia de médicos cubanos y otros técnicos en zonas rurales de Haití,” según un cable de Sanderson de ese mismo día.

Sanderson señaló que la reunión con la Embajada “tenía por objeto específico manifestar nuestro descontento con el viaje de Préval a Venezuela” y que “la reacción de Longchamp probablemente refleja el propio olvido de Préval del impacto y las consecuencias que su acercamiento a Chávez tiene en sus relaciones con nosotros.” Longchamp habría “traicionado un rasgo común de los funcionarios haitianos, al juzgar erróneamente la importancia relativa que los responsables de la política estadounidense conceden a Haití en relación con Venezuela y el impacto regional de Chávez.”

Los haitianos, en otras palabras, estaban excesivamente convencidos de su propia relevancia para comprender que la verdadera preocupación de Estados Unidos era detener la marea chavista. Sanderson sugirió que Estados Unidos “exprese nuestro descontento con las acciones de Préval al nivel más alto posible con ocasión de su próxima visita a Washington.”

Préval, regresó de Caracas con la promesa de Chávez de proporcionar un total de 160 megavatios de electricidad a Haití, “después de que Préval desfilara junto a Chávez ante la galería de villanos [sic] líderes del ALBA”, se lamentó Sanderson en un cable de 4 de mayo 2007.

La embajadora describe la esencia del paquete de ayuda cubano-venezolano: “Los cubanos reemplazarán dos millones de bombillas en todo Port-au-Prince por bombillas de bajo consumo. La iniciativa costará cuatro millones de dólares pero permitirá al país ahorrar 60 megavatios de electricidad, que le cuestan 70 millones de dólares al año. Venezuela se comprometió a reparar la planta de energía de Carrefour, con lo que se generarán 40 megavatios adicionales de electricidad. Además, Venezuela construirá para diciembre de este año nuevas centrales eléctricas en todo el país, para agregar 30 megavatios a la red eléctrica de Port-au-Prince y 15 megavatios adicionales a Gonaïves y otros tantos a Cap Haïtien, para todo lo cual se utilizará fuel pesado venezolano, una alternativa más eficiente y menos costosa que el diesel.”

Mientras este amplio paquete energético tomaba forma, las tensiones sobre Petrocaribe seguían en aumento.

El 4 de mayo, Sanderson envió un segundo cable que explica que “el jefe de la oficina de Petrocaribe en Haití, Michael Lecorps, dio a las cuatro empresas petroleras que operan en Haití un plazo hasta el 1 de julio para firmar el contrato del gobierno haitiano sobre Petrocaribe,” en la esperanza de que “las cuatro empresas firmarán el acuerdo de forma voluntaria, en lugar de aprobar una legislación que obligue a las empresas petroleras que operan en Haití a participar en el acuerdo de Petrocaribe.”

Después de hablar con el gerente de ventas para el Caribe de ExxonMobil Bill Eisner, la Embajada informó de que Eisner “se sorprendió cuando se dio cuenta de que Lecorps esperaba que la industria petrolera coordinara el acuerdo de Petrocaribe en nombre del gobierno de Haití”, lo que “haría prisionera a la industria petrolera de dos gobiernos incompetentes, Haití y Venezuela.”

El presidente Bush abordó la cuestión de la relación de Préval con Chávez durante la visita de primavera de 2007 del presidente de Haití a Washington, después de la cual Sanderson expresó su “esperanza de que el claro mensaje claro del presidente Bush sobre Venezuela haya sido comprendido, pero sólo el tiempo lo dirá.”

Dos semanas después del regreso de Préval, los días 12 y 13 de junio de 2007, una huelga de transporte “se apoderó de las principales ciudades de Haití, y puso de manifiesto la creciente crisis por los precios del combustible, que han aumentado casi un 20 por ciento en sólo dos semanas”, informó Inter Press Service en el momento. Muchos creían que la incorporación de Haití a Petrocaribe aliviaría la pesada factura de la gasolina, y corría el rumor de que las dos grandes empresas petroleras estadounidenses que exportaban a Haití habían bloqueado las negociaciones de aplicación de Petrocaribe. El 1 de julio, fecha límite para la puesta en funcionamiento de Petrocaribe, se acercaba rápidamente.

La disputa sobre Petrocaribe continuaría durante todo 2007, con Chevron como empresa más reticente a operar en el marco de Petrocaribe. Y Haití necesitaba a Chevron para transportar el petróleo desde Venezuela.

“Era una situación ridícula, ya que ellos habían comprado y transportado productos derivados del petróleo de Venezuela durante 25 años”, dijo Lecorps, el funcionario haitiano supervisor de Petrocaribe, al semanario Haïti Liberté. “Ya sabe, Chevron es una empresa estadounidense, así que tal vez haya habido movimientos políticos detrás de todo esto, tal vez por tratarse de Venezuela y Chávez. Pero Chevron nunca dijo nada al respecto.”

Las sospechas de Lecorps de que Chevron tenía reparos políticas estaban justificadas.

A su regreso a Haití el 22 de diciembre de 2007 de una cumbre de Petrocaribe, Préval anunció que las negociaciones con Chevron llegaban a su fin. “Vamos a firmar con Chevron y luego vamos a comenzar a pasar los pedidos de petróleo”, dijo en el aeropuerto, según Associated Press, y añadió que los técnicos de Venezuela visitarían Haití para consultar sobre el proyecto.

Pero, como Sanderson se señala en un cable de 15 de febrero 2008, “la dirección de Chevron en EE.UU. no quiere hacer mucho ruido sobre el acuerdo porque no desea que parezca que apoyan a Petrocaribe.”

Sanderson explicó que el acuerdo fue firmado cuando “Chevron obtuvo finalmente las condiciones que exigía al gobierno de Haití,” según los cuales la petrolera estatal Petróleos de Venezuela SA (PDVSA) “va a vender petróleo a los operadores privados, que a su vez venderán a las petroleras privadas que operan en Haití, para la distribución (...) Chevron también acordó enviar la gasolina refinada en uno de sus buques. El gobierno de Haití espera recibir un envío de Petrocaribe a finales de febrero o principios de marzo.”

Y efectivamente, los envíos de Petrocaribe, que cubrían todas las necesidades de combustible de Haití, se iniciaron el 8 de marzo de 2008, una victoria para Venezuela y Haití en la superación de los obstáculos planteados por la Embajada de EE.UU. y las grandes petroleras.

La extraordinaria historia que los cables de WikiLeaks-Haití nos cuentan de la campaña de la Embajada de EE.UU. contra Petrocaribe –que ofrece unos evidentes beneficios a Haití– pone al descubierto las verdaderas prioridades del “socio bilateral más importante y digno de confianza de Haití”, como Sanderson califica a Estados Unidos.

En cuanto a Préval y sus funcionarios, los cables indican que, ante el poderío de Washington, emplearon una de las formas preferidas de resistencia haitiana, que se remonta a los tiempos de la esclavitud, conocida como marronage, según la cual se hace como si se estuviese de acuerdo con algo, para hacer lo contrario. Esta dinámica de la presión de EE.UU. y la sutil reacción de Haití se ha mantenido bajo el gobierno Obama, que ha tomado medidas para marginar Inité, el partido político de Préval, en favor del nuevo presidente Michel Martelly y su grupo de hombres de negocios haitianos proestadounidenses.

Bajo la presidencia de Martelly, el destino de Petrocaribe es poco claro. Pero aquellos que aprecian lo que el programa ha hecho por Haití ven motivos de preocupación. Mientras Préval trató de mantener una equidistancia entre Washington y la alianza ALBA, Martelly celebró una reunión previa a la toma de posesión no con el ministro de Relaciones Exteriores de Venezuela, sino con el de Colombia, cuyo plan de desarrollo neoliberal ha asegurado que va a imitar.
Nota:
(1) Cuando en este texto se hable de la Embajada, nos referimos a la estadounidense (N. del t.)

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