lunes, 21 de febrero de 2011
La refundación de Honduras desde abajo: contra el continuismo golpista y sus lavados de cara
Por Claudia Korol *
Desde el 20 y hasta el 24 de febrero se reúne en Honduras la Asamblea Constituyente de Pueblos Indígenas y Negros. La “gente que venimos de la tierra y el mar”, se autoconvoca “obedeciendo al llamado de nuestros ancestros y ancestras, que han guiado los caminos de los pueblos a través de la lucha por la libertad y dignidad de las comunidades, de seres vivos y de la Madre Tierra”.
La iniciativa se inscribe en el intenso esfuerzo de una parte de las organizaciones que forman el Frente Nacional de Resistencia Popular, buscando profundizar el camino de la movilización popular, e intentando evitar que la resistencia se precipite en la trampa de una política electoralista fraudulenta, que otorgue legitimidad al régimen golpista.
El gobierno de Pepe Lobo cumplió un año, en el que se siguieron implementando los objetivos del golpe de estado. Continuaron las políticas conservadoras que llevaron a la oligarquía hondureña y al poder internacional a establecer una dictadura cívico militar: privatización de ríos, derogación del estatuto del docente, reformas constitucionales para ceder territorio y soberanía nacional a poderes extranjeros, puesta en marcha de un “Plan Colombia”, aprobación de la ley antiterrorista, cierre de radios comunitarias, legislación que coarta la libertad de expresión –incluido el asesinato de periodistas-, represión sistemática a los y las integrantes de la resistencia, persecución y proscripción de Mel Zelaya, destrucción de sindicatos, guerra abierta contra el movimiento campesino, pérdida de conquistas laborales, de derechos de las mujeres y de los sectores de la diversidad sexual, incumplimiento de los tratados internacionales que protegen la vida y la identidad de los pueblos originarios, instalación de megaproyectos extractivistas al servicio de las transnacionales, etc..
La militarización de Honduras permitió la instalación de nuevas bases para operaciones militares, incluyendo bases norteamericanas, como es el caso de Barra de Karastaka y la militarización de la biosfera de Rio Plátano. Esto forma parte del Plan Mérida y del Plan Centro América de saqueo, exterminio, control de pueblos y territorios en el continente, y de confrontación con otros pueblos que en América Latina desafían el poder imperialista. El retiro de Honduras del ALBA fue una pieza clave en esa dirección. Por eso queda claro que la dictadura hondureña es un laboratorio en el que las oligarquías locales, las corporaciones transnacionales y el imperialismo norteamericano miden fuerzas, no sólo con el pueblo de Honduras, sino con una comunidad internacional que ha expresado su solidaridad con la Resistencia, en la lucha por el Nunca Más golpes de estado.
La historia de las dictaduras en Nuestra América es conocida. En la invitación a este encuentro se explica que el mismo se realizará en la comunidad de San Juan Durugubuty, Tela, “comunidad que durante la dictadura de Carías fue masacrada por su lucha social, y donde hoy se mantienen en resistencia contra los proyectos que atentan contra las comunidades y territorios en esta zona y todo el país”. Es un buen escenario para el ejercicio de la memoria, y para el cultivo de un proyecto histórico de los pueblos.
La resistencia hondureña se encuentra ante un gran desafío: que la enorme movilización social se profundice, y permita el parto de una nueva Honduras, a través de una Asamblea Constituyente, donde el pueblo en lucha tenga la palabra y la decisión, donde los caídos y caídas sembrados en la resistencia, germinen, florezcan, cubran de sonrisas el horizonte.
Dicen en la invitación al encuentro: “Vamos a vernos, y desde las palabras de nuestra historia de lucha, de hombre y de mujeres, debatiremos sobre las realidades de nuestras comunidades en el contexto del golpe de estado y profundización de las formas de dominación: capitalismo, patriarcado y racismo, para proponer ante el pueblo de Honduras nuestras ideas sobre el contenido de la Nueva Constitución Popular, Incluyente, Democrática, Indígena y Negra”.
A la orilla del mar, sin hoteles, envueltos en la magia hondureña, se reunirán 800 personas de 8 pueblos indígenas y negros, convocados por la Organización Fraternal Negra de Honduras (OFRANEH), el Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH), la Asamblea de Pueblos Indígenas y Negros de Honduras, y el Observatorio de los Derechos Humanos de los Pueblos Indígenas y Negros de Honduras (ODHPIH).
La experiencia de más de 500 años de resistencia indígena, negra, popular, da a esta Asamblea Constituyente un valor especial dentro de las estrategias de lucha del Frente Nacional de Resistencia Popular, en el que la amplitud existente admite la convivencia de distintas experiencias, incluidas la de organizaciones que han nacido y crecido con concepciones y prácticas de acción política liberales, una izquierda tradicional que aspira a crecer en los marcos del restablecimiento de la “normalidad” de una democracia que diciéndose representativa, enajena sistemáticamente las necesidades de los supuestamente representados y representadas; y movimientos sociales autónomos, rebeldes, que apuestan a profundizar la insurgencia popular.
La suerte que corra el ensayo golpista en Honduras es un llamado de alerta para todos los procesos que en el continente intentan apartarse de la hegemonía transnacional. La comunidad internacional, los movimientos populares, e incluso algunos gobiernos que vienen acompañando solidariamente los esfuerzos de la Resistencia Hondureña, logrando frenar distintos intentos promovidos por la diplomacia norteamericana de lograr el reconocimiento del gobierno de Pepe Lobo (proyecto que tendrá un nuevo momento en junio, cuando se buscará el reingreso del régimen golpista en la OEA), siguen con atención lo que en esta Asamblea se cree como propuesta popular, desde abajo, desde los 5 siglos de resistencia, y también desde el lugar protagónico que los pueblos indígenas y negros están teniendo en la actualidad en el combate directo con las transnacionales.
Lo que suceda en estas batallas por la Refundación de Honduras, es decisivo para torcer la relación de fuerzas a favor de los pueblos latinoamericanos, de su capacidad de constituirse con autonomía como hacedores y hacedoras de un nuevo tiempo histórico, en el que el colonialismo, el racismo, el patriarcado, el capitalismo, comiencen a ser acorralados, en los territorios en que fueron impuestos violentamente, a sangre y fuego.
* Claudia Korol es editora de América Libre, periodista de Radio Nacional de Argentina, coordinadora del programa de radio Espejos Todavía en FM La Tribu.
Desde el 20 y hasta el 24 de febrero se reúne en Honduras la Asamblea Constituyente de Pueblos Indígenas y Negros. La “gente que venimos de la tierra y el mar”, se autoconvoca “obedeciendo al llamado de nuestros ancestros y ancestras, que han guiado los caminos de los pueblos a través de la lucha por la libertad y dignidad de las comunidades, de seres vivos y de la Madre Tierra”.
La iniciativa se inscribe en el intenso esfuerzo de una parte de las organizaciones que forman el Frente Nacional de Resistencia Popular, buscando profundizar el camino de la movilización popular, e intentando evitar que la resistencia se precipite en la trampa de una política electoralista fraudulenta, que otorgue legitimidad al régimen golpista.
El gobierno de Pepe Lobo cumplió un año, en el que se siguieron implementando los objetivos del golpe de estado. Continuaron las políticas conservadoras que llevaron a la oligarquía hondureña y al poder internacional a establecer una dictadura cívico militar: privatización de ríos, derogación del estatuto del docente, reformas constitucionales para ceder territorio y soberanía nacional a poderes extranjeros, puesta en marcha de un “Plan Colombia”, aprobación de la ley antiterrorista, cierre de radios comunitarias, legislación que coarta la libertad de expresión –incluido el asesinato de periodistas-, represión sistemática a los y las integrantes de la resistencia, persecución y proscripción de Mel Zelaya, destrucción de sindicatos, guerra abierta contra el movimiento campesino, pérdida de conquistas laborales, de derechos de las mujeres y de los sectores de la diversidad sexual, incumplimiento de los tratados internacionales que protegen la vida y la identidad de los pueblos originarios, instalación de megaproyectos extractivistas al servicio de las transnacionales, etc..
La militarización de Honduras permitió la instalación de nuevas bases para operaciones militares, incluyendo bases norteamericanas, como es el caso de Barra de Karastaka y la militarización de la biosfera de Rio Plátano. Esto forma parte del Plan Mérida y del Plan Centro América de saqueo, exterminio, control de pueblos y territorios en el continente, y de confrontación con otros pueblos que en América Latina desafían el poder imperialista. El retiro de Honduras del ALBA fue una pieza clave en esa dirección. Por eso queda claro que la dictadura hondureña es un laboratorio en el que las oligarquías locales, las corporaciones transnacionales y el imperialismo norteamericano miden fuerzas, no sólo con el pueblo de Honduras, sino con una comunidad internacional que ha expresado su solidaridad con la Resistencia, en la lucha por el Nunca Más golpes de estado.
La historia de las dictaduras en Nuestra América es conocida. En la invitación a este encuentro se explica que el mismo se realizará en la comunidad de San Juan Durugubuty, Tela, “comunidad que durante la dictadura de Carías fue masacrada por su lucha social, y donde hoy se mantienen en resistencia contra los proyectos que atentan contra las comunidades y territorios en esta zona y todo el país”. Es un buen escenario para el ejercicio de la memoria, y para el cultivo de un proyecto histórico de los pueblos.
La resistencia hondureña se encuentra ante un gran desafío: que la enorme movilización social se profundice, y permita el parto de una nueva Honduras, a través de una Asamblea Constituyente, donde el pueblo en lucha tenga la palabra y la decisión, donde los caídos y caídas sembrados en la resistencia, germinen, florezcan, cubran de sonrisas el horizonte.
Dicen en la invitación al encuentro: “Vamos a vernos, y desde las palabras de nuestra historia de lucha, de hombre y de mujeres, debatiremos sobre las realidades de nuestras comunidades en el contexto del golpe de estado y profundización de las formas de dominación: capitalismo, patriarcado y racismo, para proponer ante el pueblo de Honduras nuestras ideas sobre el contenido de la Nueva Constitución Popular, Incluyente, Democrática, Indígena y Negra”.
A la orilla del mar, sin hoteles, envueltos en la magia hondureña, se reunirán 800 personas de 8 pueblos indígenas y negros, convocados por la Organización Fraternal Negra de Honduras (OFRANEH), el Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH), la Asamblea de Pueblos Indígenas y Negros de Honduras, y el Observatorio de los Derechos Humanos de los Pueblos Indígenas y Negros de Honduras (ODHPIH).
La experiencia de más de 500 años de resistencia indígena, negra, popular, da a esta Asamblea Constituyente un valor especial dentro de las estrategias de lucha del Frente Nacional de Resistencia Popular, en el que la amplitud existente admite la convivencia de distintas experiencias, incluidas la de organizaciones que han nacido y crecido con concepciones y prácticas de acción política liberales, una izquierda tradicional que aspira a crecer en los marcos del restablecimiento de la “normalidad” de una democracia que diciéndose representativa, enajena sistemáticamente las necesidades de los supuestamente representados y representadas; y movimientos sociales autónomos, rebeldes, que apuestan a profundizar la insurgencia popular.
La suerte que corra el ensayo golpista en Honduras es un llamado de alerta para todos los procesos que en el continente intentan apartarse de la hegemonía transnacional. La comunidad internacional, los movimientos populares, e incluso algunos gobiernos que vienen acompañando solidariamente los esfuerzos de la Resistencia Hondureña, logrando frenar distintos intentos promovidos por la diplomacia norteamericana de lograr el reconocimiento del gobierno de Pepe Lobo (proyecto que tendrá un nuevo momento en junio, cuando se buscará el reingreso del régimen golpista en la OEA), siguen con atención lo que en esta Asamblea se cree como propuesta popular, desde abajo, desde los 5 siglos de resistencia, y también desde el lugar protagónico que los pueblos indígenas y negros están teniendo en la actualidad en el combate directo con las transnacionales.
Lo que suceda en estas batallas por la Refundación de Honduras, es decisivo para torcer la relación de fuerzas a favor de los pueblos latinoamericanos, de su capacidad de constituirse con autonomía como hacedores y hacedoras de un nuevo tiempo histórico, en el que el colonialismo, el racismo, el patriarcado, el capitalismo, comiencen a ser acorralados, en los territorios en que fueron impuestos violentamente, a sangre y fuego.
* Claudia Korol es editora de América Libre, periodista de Radio Nacional de Argentina, coordinadora del programa de radio Espejos Todavía en FM La Tribu.
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