Por Gustavo Robreño
Por si quedaba alguna duda, las verdaderas intenciones del brutal golpe de estado militar perpetrado en Honduras el 28 de junio de 2009 han quedado completamente al desnudo con la reciente “modificación constitucional” que acaba de aprobar el espurio Parlamento surgido de la farsa electoral elevando a la presidencia a Porfirio Lobo.
Resulta que antes de dos años de realizado el cuartelazo, los congresistas actuales encabezados por el Partido Nacional (el partido de Lobo) han reformado los mismos artículos de la Constitución que, según los golpistas, pensaba modificar el entonces presidente José Manuel Zelaya para supuestamente reelegirse en el cargo.
Son precisamente los artículos 5 y 213, considerados como “inamovibles”, los reformados ahora y que permitirán la convocatoria a un plebiscito que pudiera dar paso a la reelección presidencial, así como otorgar la iniciativa legislativa más allá de los poderes ejecutivo, legislativo, judicial y el tribunal electoral.
En realidad, la desfachatez de los golpistas hondureños no tiene límites: con esta votación parlamentaria han hecho suyas sin el más mínimo recato los mismos propósitos que atribuyeron a Zelaya y que esgrimieron como argumento para justificar el golpe militar que, según dijeron, se hacía en defensa de la Constitución, que el presidente pretendía violar.
En ese sentido, puede afirmarse que tanto el golpe militar como la farsa que “eligió” a Lobo ha rebasado todas las expectativas y que pocos podían suponer que la doble moral de la oligarquía hondureña -verdadera organizadora de la asonada que ejecutó el general Romeo- llegara a extremos como los que estamos presenciando.
Simultáneamente hacen el mayor de los ridículos el Departamento de Estado norteamericano y sus socios, que se apresuraron a legalizar la farsa electoral y reconocer la presidencia de Porfirio Lobo -hija del golpe militar y la comedia electorera- confrontados hoy con la insólita decisión del Parlamento convalidando las razones por las cuales se justificó la ilegal acción contra Zelaya.
Por mucho que lo ha intentado, el gobierno de Estados Unidos no logró imponer el regreso de Honduras a la OEA, por cuanto una serie de gobiernos latinoamericanos y caribeños que conducen su política exterior con dignidad e independencia se han plantado con firmeza y han impedido la presencia del régimen oligárquico-militar, que tiene a Lobo como cabeza visible. Tampoco pudieron acceder a la Cumbre Iberoamericana y seguramente no podrán hacerlo a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, actualmente en formación.
Mientras tanto, la represión basada en crímenes y secuestros así como la incesante campaña mediática de los medios que en su casi totalidad controla la oligarquía local -los mismos que promovieron el golpe de 2009- no pueden impedir la movilización del Frente Nacional de Resistencia Popular surgido desde entonces, de los sindicatos, de los movimientos sociales y de los campesinos, estos últimos con una larga tradición de organización y lucha en ese país centroamericano.
Desde República Dominicana, donde está radicado, el presidente constitucional José Manuel Zelaya emitió a fin de año un mensaje dirigido al pueblo hondureño donde hizo un análisis de la difícil situación económica y social en que los golpistas han sumido a esa nación, con el descenso de la recaudación tributaria, el déficit fiscal, el crecimiento de la deuda interna y externa y las onerosas concesiones al sector bancario y empresarial, grandes beneficiarios del régimen por ellos impuesto.
Zelaya concluye diciendo: “Que a nadie le quepa la menor duda, que el 2011 será el año del fin de la persecución política, mi retorno y de la consolidación de nuestro proyecto de refundación de Honduras junto al Frente Nacional de Resistencia Popular y todas las fuerzas que lo integran, el partido liberal en resistencia, UD y muchas organizaciones más; estamos seguros de lograrlo… Esta Honduras que heredaremos a nuestros descendientes, hoy sabe defender sus derechos y nunca más bajará la cabeza ante nadie…”.
Por mucho que intenten silenciarlo, el caso de Honduras no caerá en el olvido y sigue siendo una asignatura pendiente.
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