El recientemente finalizado Foro Social Mundial nos ha dejado, una vez más, sensaciones agridulces. Probablemente como nunca antes se han visibilizado los límites y contradicciones del sistema foro, de un proceso en crisis tratando de encontrar su espacio y camino.
El principal elemento positivo es la realización nuevamente en África, tras la experiencia fallida de Kenia en 2007, realizándose esta vez en Dakar, Senegal, durante más de tres siglos el más importante mercado de esclavos, con más de veinte millones de africanos y africanas secuestrados y traslados en esclavitud a los Estados Unidos y Brasil principalmente, y por tanto cuna simbólica de muchas luchas.
La movilización en esta edición del foro ha sido importante, con más de 50.000 personas en la marcha inaugural y participando de los centenares de debates, que pese al caos organizativo, pudieron llevarse a cabo. 12 caravanas partieron de diferentes países de África del oeste y África central para unirse en Dakar. Más de cien intérpretes y cientos de periodistas ayudaron a la realización de los debates así como a dar visibilidad a un foro que no tiene una especial relevancia para los medios mainstream. Asimismo el papel de la diáspora en este foro ha tenido una centralidad como nunca antes había tenido en un foro social mundial.
Puntos principales del debate
Mujeres, campesinos o migrantes han sido las y los protagonistas de 12 ejes temáticos, con un elemento central en la discusión de la crisis de civilización, la desmercantilización de la vida y el desarrollo, así como los Derechos Colectivos de los Pueblos y los nuevos paradigmas civilizatorios. Debates que finalizaron con 38 asambleas de convergencia para la acción sobre los diferentes puntos a debate. Asambleas sobre migración, la crisis económica, la militarización, Palestina o cambio climático, permitieron articular a diferentes organizaciones que trabajan los temas citados. A destacar la decisión de celebrar una segunda Conferencia de los Pueblos frente al cambio climático en las semanas previas o posteriores al COP17 de Durban, Sudáfrica.
Las revueltas populares en el norte de África, Túnez y especialmente Egipto, han estado muy presentes durante el desarrollo del foro. Asimismo el derechos de autodeterminación para todos los pueblos del mundo ha sido reivindicado cobrando especial relevancia el del pueblo saharaui, boicoteado y agredido físicamente por la delegación de Marruecos, delegación sospechosa de haber sido enviada por el gobierno marroquí y no en representación de los movimientos sociales magrebís.
Especialmente relevantes en cuanto a articulación política de organizaciones y redes de África, Asia y América Latina, han sido los debates organizados por el Foro del Tercer Mundo y el Foro Mundial de las Alternativas, en torno a cuestiones y conceptos muy relevantes para el Sur, como repensar la democracia y el desarrollo, las contradicciones de la industrialización, el uso y control geoestratégico de los recursos naturales o las cooperaciones Sur Sur.
Otro punto focal de debate fue la carpa de los Derechos Colectivos de los Pueblos, donde naciones sin estado que resisten desde la periferia del Norte, como palestinos, kurdos, saharauis o vascos, dialogaron y articularon políticamente con el movimiento indígena, especialmente representado por los pueblos andinos del Abya Yala, en una continuación del camino iniciado en el anterior Foro Social Mundial de Belem do Para. En palabras de Joel Kovel, académico y activista estadounidense y autor del manifiesto Ecosocialista, es el cuarto mundo, el de los pueblos indígenas y las naciones sin estado, quien lidera el frente ecosocialista de crítica y resistencia al capitalismo.
Asamblea de Movimientos Sociales
Como es habitual, los movimientos sociales y redes que quieren ir más allá de simples debates se autoconvocaron en una asamblea de movimientos sociales, de la que salieron con un manifiesto que apunta cuatro elementos clave para el debate. En primer lugar una critica estructural al sistema capitalista y las transnacionales depredadoras, en defensa de la soberanía de los pueblos y la cancelación de la deuda de los países del Sur. Asimismo se reivindica la justicia climática y la soberanía alimentaria, defendiendo el Acuerdo de los Pueblos surgido de la Cumbre de Tiquipaya, en Cochabamba, Bolivia. Otro punto a destacar es la lucha contra la violencia a la mujer y en contra de cualquier discriminación. Finalmente se hace un llamamiento a luchar por la paz y contra la guerra, el colonialismo y la militarización de nuestros territorios.
La declaración de la Asamblea de los Movimientos Sociales finaliza con un llamamiento a movilizarse en dos fechas clave. El 20 de marzo, inspirado en las luchas de Túnez y Egipto, se declara día mundial de solidaridad con el levantamiento del pueblo árabe y africano que en sus conquistas contribuyen a las luchas de todos los pueblos: la resistencia del pueblo palestino y saharaui, las movilizaciones europeas, asiáticas y africanas contra la deuda y el ajuste estructural y todos los procesos de cambio que se construyen en América Latina. Asimismo el 12 de octubre es declarado día de acción global contra el capitalismo.
Consejo Internacional
Frente a la fuerza y el dinamismo de una asamblea de movimientos sociales con más de 2000 participantes aprobando la declaración final, el Consejo Internacional reunido en los dos días posteriores a la finalización del foro, muestra nuevamente los limites e incapacidades del foro.
Un Consejo Internacional repleto de instituciones y ONGs, alejadas de las luchas reales, que hizo una valoración positiva, pero lo más grave, autocomplaciente, del foro recién finalizado. Consejo Internacional que no supo hacerse cargo ni dar soluciones a los numerosos problemas surgidos durante el foro, como la agresión marroquí a los hermanos saharauis, y mientras la gente se autoorganizaba para llevar adelante los seminarios, algunos de sus integrantes prefirieron dejar de lado el caos africano del campus universitario para irse al centro de la ciudad, a las sedes de diversas fundaciones europeas, a continuar sus debates.
Consejo Internacional en el que se tuvieron que oír críticas por parte de algunos de sus miembros a la presencia del compañero presidente del Estado Plurinacional de Bolivia Evo Morales, que antes que presidente fue participante en diferentes foros como dirigente de los movimientos sociales bolivianos, mientras una buena parte de la delegación brasileña viajo a Senegal financiada por la multinacional imperialista Petrobras.
¿Y ahora qué?
Ante el colapso del proceso foro, debemos replantearnos algunas cuestiones. En primer lugar los movimientos sociales deben desplazar a la industria foro sobre el control del mismo, o cuanto menos equilibrar el control hegemónico que ONGs y diversas instituciones hacen del foro.
Asimismo el foro debe permanecer en el Sur, ante algunos intentos de llevarlo al norte geopolítico, solo desde las periferias y desde las luchas de las y los subalternos se pueden construir resistencias y alternativas políticas.
Y si bien esta edición del Foro Social Mundial ha vuelto a demostrar la positiva capacidad de punto de encuentro global donde los movimientos y pueblos en lucha se encuentran y se aprovechan de este espacio para sus propias articulaciones políticas, deberíamos pensar en formas de encuentro complementarias pero a la vez alternativas al Foro Social Mundial. Mientras el foro se reinventa, debemos impulsar la articulación Sur Sur, dialogar y articular políticamente entre movimientos e intelectuales, pero también partidos políticos y gobiernos aliados, para construir alternativas desde el Sur, y para el Sur.
Por último, me gustaría recordar las palabras del compañero cubano Aurelio Alonso, quien en una mesa de debate que compartimos en Dakar, nos recordó sabiamente que contradicción es un concepto al que no podemos renunciar jamás.
* Katu Arkonada ha participado en el Foro Social Mundial de Dakar como invitado del Foro Mundial de las Alternativas y el Foro del Tercer Mundo
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