Conocí a Israel Salinas cuando yo hacía mis pininos en el movimiento popular, a comienzos de los años 80. Para entonces Israel era ya una leyenda del movimiento obrero de la costa norte, sin embargo siempre fue muy servicial y humilde con quienes se le acercaban. Recuerdo su porte siempre educado y sereno, que destilaba dulzura, su palabra inteligente y segura, que inspiraba confianza y respeto. Yo le tenía mucha admiración. Era realmente una persona inspiradora.
Lo molestaba a cada rato pidiéndole prestado el local del sindicato municipal de San Pedro Sula para unas reuniones y no recuerdo haberle escuchado nunca un “no”. Siempre fue muy servicial.
Por esos años fundó la Federación Independiente de Trabajadores de Honduras (FITH) que rompió con el sindicalismo pro patronal causando gran sensación en los círculos revolucionarios. Luego lo vi dirigiendo la CUTH y militamos años después en la UD, cuando era un partido de izquierda.
Después del Golpe de Estado, compartimos trinchera en el Frente Nacional Contra el Golpe de Estado, destacándose como un dirigente de análisis certero y audaz. Por supuesto, tuvimos nuestras diferencias, pero con alguien como él era muy difícil molestarse, pues siempre terminábamos en un cordial saludo al terminar las pláticas.
Ahora lo veo partir sin haber dejado de luchar un tan solo día.
Así lo recordare siempre, como uno de los Indispensables.
Israel Salinas será siempre de los muertos que nunca mueren.
Tomás Andino
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