viernes, 10 de diciembre de 2010

WikiLeaks… ¿o Big Brother?

SEPA
Diario El Peso


La masiva filtración de documentos confidenciales de la diplomacia norteamericana podría ser una noticia en sí misma, por el solo hecho de poner de manifiesto una característica de los tiempos actuales: cierta horizontalidad que equilibra en alguna medida las enormes asimetrías existentes entre los ciudadanos comunes, respecto de los estados y corporaciones.

Una segunda lectura del episodio nos pone ante la perplejidad de redescubrir cuán precarios, crueles, primitivos y mediocres son los objetivos, métodos y acciones que implementa la diplomacia norteamericana en el ejercicio de su política exterior.

Hoy resulta pertinente recordar a las primeras filtraciones que exhibió Wikileaks en 2009 y que mostró a pilotos norteamericanos matando a civiles y bromeando como si estuvieran jugando a un videojuego [ver Diario el Peso: ¿Hay que matar al mensajero?].

¿Alguien puede sorprenderse del contenido de los cables “confidenciales” de la diplomacia norteamericana, con tales antecedentes? ¿Por qué tuvo tanta repercusión, la divulgación de las “fiestas salvajes” de Silvio Berlusconi o la preocupación por la salud mental de la Presidenta Argentina?

Un tercer nivel de análisis lo ocupa el conflicto entre “seguridad del estado” y el “derecho a la información” que los ciudadanos de cualquier país exigen. Al día de hoy, si tenemos que analizar los hechos concretos, prevalece el primero por sobre el segundo.

Bradley Manning lo tiene muy en claro, dado que fue condenado a 52 años de prisión [y presuntamente torturado por sus captores] por revelar los videos que registran los crímenes antes mencionados. El Estado norteamericano consideraba que su divulgación “atenta contra su seguridad”.

La “seguridad del estado” solo garantiza, en estos casos, la impunidad de quienes cometen crímenes aberrantes como los documentados en los videos del 2009. ¿Alguien sabe que pasó con la tripulación criminal del helicóptero desde el cual se hicieron los disparos y con la línea de mando que encubrió tales episodios?

La única certeza que tenemos es que Bradley Manning pasará sus próximos 50 años, en una prisión militar de máxima seguridad, sin ninguna garantía ciudadana. Julián Assange, director del sitio Wikileaks, que difundió las “filtraciones” podría correr la misma suerte, ya tiene un pedido de captura internacional.

Para quienes gustan del nuevo género literario que podríamos denominar como “Teorías de la Conspiración” podríamos imaginar un escenario en el que las masivas filtraciones fueron en alguna medida “consentidas” o “provocadas” con o sin participación voluntaria de sus gestores, caso para el cual deberíamos reconocer un mayor mérito literario e imaginativo a la diplomacia norteamericana [siempre sin exagerar].

¿Qué propósito tendría esta última operación? Tal vez lograr un mayor control del ciberespacio, un verdadero estado virtual integrado por ciudadanos del mundo a quienes la tecnología los intercomunicó por encima de los controles oficiales, nacionales o corporativos, generando el mayor tráfico de información de la historia de la humanidad.

En este contexto cabe destacar que, un poco antes de la masiva filtración de “información confidencial” por parte de Wikileaks, el Departamento de Seguridad Nacional había comenzado la incautación y el cierre de sitios web de Internet [dominios de Internet] sin el debido proceso o un juicio.

75 sitios fueron incautados y cerrados bajo el pretexto de “violar derechos de autor”. Sin embargo si se analizaba el cierre, por ejemplo de http://torrent-finder.com, no se encontraba en él, contenido alguno bajo derecho de autor. Era un simple motor de búsqueda vinculado a búsquedas de contenidos con derechos de autor… como Google. Deberíamos preguntarnos ¿Cuál es el próximo paso?

Hoy [después de las masivas filtraciones de “información confidencial”], tenemos varios mecanismos para un solo objetivo o propósito: censurar Internet. Los nuevos gendarmes del ciberespacio agregan a la defensa de la propiedad intelectual otro pretexto, lo que en forma borrosa e indefinida denominan como “la doctrina de la seguridad”, concepto tristemente análogo al que identificó las masivas y reiteradas violaciones a los derechos humanos cometidas en Latinoamérica durante los años 70 por dictaduras sostenidas y financiadas por los Estados Unidos.

El episodio es algo más que la filtración de información [por demás prosaica y previsible], también es algo más que la caza hollywoodense de Julián Assange. En realidad estamos ante un nuevo embate contra-fáctico al paradigma horizontal y democrático que la red genera. No deberíamos olvidar que la paradoja que tiene esta tecnología liberadora, es que si alguien logra controlarla, encierra en sí misma la posibilidad de transformar al globo en una gigantesca y controlada aldea orwelliana.

No hay comentarios: