viernes, 17 de diciembre de 2010
Estados Unidos previó estrategia para neutralizar últimos 18 meses de gobierno Zelaya y cómo hacerlo
Red Morazánica de Información
El entonces embajador estadunidense, Charles Ford, planteó que las “instituciones hondureñas” y “gobiernos amigos”, estuvieran preparadas para ejecutar acciones “en público y en privado” y “ayudar a Honduras a seguir adelante”, refiere el punto 15 de los 16 apartados en el cable diplomático desde Tegucigalpa, divulgado por Wikileaks la noche del viernes.
El ex embajador precisó exactamente en su mensaje, desde mayo de 2008 -doce meses antes del golpe de Estado-, que el período del último año y medio de la administración Zelaya sería un tiempo “extraordinariamente difícil para nuestra relación bilateral”, es decir, gobierno Zelaya-Estados Unidos.
Ford indicó que las instituciones de Honduras y los “gobiernos amigos” tendrían que estar listas para realizar actos, incluso ocultos –“en privado”- para contrarrestar una supuesta “amenaza al Estado de Derecho y la estabilidad institucional”, que provocaría Zelaya, según Ford, para “buscar impunidad” por acciones que el ex embajador acusó, en su carta, estarían ligadas a actividades del crimen organizado.
Las acciones públicas y privadas
Sólo dos meses después, de la fecha del cable enviado por Ford, el 26 de julio de 2008, la Fundación Arcadia con sede en Washington, formalizó ante el Ministerio Público (MP) y el Congreso Nacional (CN) de Honduras, una denuncia en contra del presidente José Manuel Zelaya, exactamente en los términos que Ford “pronosticaba”, en su documento secreto.
“Se atenta contra la esencia del Estado mismo y con ello su forma de gobierno, poniendo, además, en precario la institucionalidad, tanto nacional como internacionalmente”, es el encabezado de la denuncia de Arcadia.
Zelaya era señalado por supuestos hechos de desprestigio y de atentar contra la independencia de la Corte Suprema de Justicia, acusándolo de intentar someter el resto de los poderes al Ejecutivo, por expresar sus posicionarse ante acciones de la Corte y de la Fiscalía.
La Fundación Arcadia que dedicada a la “educación cívica” en ONG del “mundo en desarrollo” fue creada por Otto Reich ex asesor del Secretario de Estado para Asuntos de Occidente durante el gobierno de George W. Bush, y Robert Carmona, quien redactó el decreto que abolió la constitución en el Golpe de abril de 2002, en Venezuela. Ambos fueron vistos yendo y viniendo a Honduras antes de estallar el Golpe.
Las grandes empresas mediáticas locales de periódicos, las cadenas de televisión y de radio, cuyos propietarios fueron denunciados como conspiradores en el golpe de Estado por el propio Zelaya, prepararon un escenario propicio para mostrar el supuesto descarrilamiento democrático del gobierno de Manuel Zelaya.
Los involucrados, dueños de oligopolios mediáticos, que ya fueron demandados ante la Corte Penal Internacional (CPI), desfiguraron, de forma aguda, datos relacionados al gobierno Zelaya, en el período mencionado por Ford, vinculando abiertamente, en algunos casos, al entonces presidente.
Información que, nuevos hechos que lograron traspasar el cerco comunicacional, fueron desmintiendo y otros, “nunca han sido demostrados”, expresa Zelaya en una refutación al cable de Ford.
Justo un mes antes del golpe de Estado fue creada en Honduras la Unión Cívica Democrática (UCD), una coalición de ONG, empresarios, partidos políticos, las iglesias y los mega-medios de comunicación, muchas de ellas favorecidas con financiamiento de USAID y la NED.
Más de 1.2 millones de dólares dedicó el Instituto Republicano Internacional (IRI) en 2009 para trabajar con los sectores políticos en Honduras. Tiempo que aplicó en reforzar los ‘centros de pensamiento’ y ‘grupos de presión’ en Honduras, para influir en los partidos políticos y propuso “apoyar iniciativas para implementar posiciones políticas” durante las campañas para el 2009, reveló la investigadora venezolana, Eva Golinguer.
El IRI, considerado como el brazo de contacto social del Partido Republicano, recibe fondos de la Fundación Nacional para la Democracia (NED, National Endowment for Democracy), creada por el congreso estadunidense en el gobierno Reagan para "incidencia electoral" a través de la sociedad civil en otros países.
La UCD, de la que se descubrió no tenía ningún registro legal, con ayuda financiera también de la empresa privada, se encargó del afianzamiento publico del golpe de Estado bajo una pretendida “defensa democrática” que crearon “para salvar Honduras” del supuesto “fantasma” de Hugo Chávez.
La Unión cívica escenificó un apoyo popular al golpe de Estado mediante manifestaciones en las que salieron a la calle altos ejecutivos bancarios, empresarios y funcionarios estatales, incluso empleados de la Corte Suprema de Justicia, además de trabajadores del sector privado que habrían sido obligados, o seducidos con regalías, según denuncias. Y en las que, también, apareció el propio Robert Carmona.
Miguel Ángel Villela Meza, hermano de una de las más reconocidas figuras de la UCD, Armida Villela Meza de López Contreras fue capturado en Colombia, en 2010, como un principal narcotraficante buscado por el gobierno de ese país.
Otro de sus más locuaces integrantes, Federico Álvarez, costarricense, hizo todo su activismo a favor del golpe de Estado como extranjero, siendo que el régimen de facto le cedió, en tres días, la nacionalidad hondureña, sin que hubiera completado el proceso legal de naturalización.
Ford pujaba para que el presidente hondureño gobernara como Estados Unidos quería, le molestaba que Zelaya asumiera autonomía
El texto del cable deja ver que a Ford le incomodaba que el presidente expatriado, Manuel Zelaya, le pidiera mejorar la comunicación entre su gobierno y la representación diplomática estadunidense. Y le atribuía, al mandatario, interpretar que mejorar la comunicación era hacer las cosas como él, Zelaya, decía.
“Zelaya gusta decir que tenemos que mejorar nuestra comunicación, discurso que yo interpreto en el sentido de que necesitamos ponernos de acuerdo con él más a menudo”, satiriza Ford sobre el pedido que el presidente constitucional le hacía.
En contraparte, el ex embajador también persistía en que Zelaya cediera a las pretensiones estadunidenses de seguir los lineamientos que la Embajada proyectaba que el presidente del estado hondureño, debía acatar.
El Cardenal cuchicheaba con Estados Unidos sobre el Presidente, ambos querían que Zelaya actuara como ellos decían
Para fortalecer su argumento, Ford busca respaldarse trayendo a colación en su texto las conversaciones sostenidas con el Cardenal, Óscar Andrés Rodríguez, sobre el comportamiento del presidente hondureño en ejercicio, a esa fecha, Manuel Zelaya.
“Una suerte similar ha corrido el Cardenal Rodríguez, que se reunía, como yo, regularmente con el Presidente”, aduce Ford.
Rodríguez, quien pareció molesto porque Zelaya involucraba en sus consideraciones al sector religioso protestante, se negaba, el Cardenal, a formar parte en las actividades estatales lideradas por Zelaya.
Ford cuenta que: “A medida que a lo largo de los últimos meses el Cardenal se ha posicionado en desacuerdo con Zelaya y no participa públicamente en sus proyectos, Zelaya está trabajando cada vez más con los pastores en la comunidad evangélica”.
Rodríguez, también se había encaprichado en que el presidente debía actuar como el Cardenal quería, según muestra el ex embajador Ford en su cable, el jerarca católico no aceptaba la forma de Zelaya llevar el gobierno y se habría distanciado.
“El Cardenal me dijo recientemente que él y el Presidente casi no hablan ahora, ya que el Presidente no está contento con su desacuerdo respecto a la dirección en la que Zelaya está orientando el país. Para Zelaya, comunicarse significa estar de acuerdo, sin duda, con su punto de vista”, habría escrito Ford.
Ford propone controlar a Zelaya con estrategia de hacerle creer que lo toman en cuenta
Según el punto 16 en e l texto del cable, Ford expresa que había que tomar en cuenta a Zelaya: “Vamos a necesitar, en mi opinión, involucrar a Zelaya, siempre que podamos, con el fin de minimizar los daños y proteger nuestros intereses fundamentales”, planea Ford.
Lo que deja manifiesto que habría otras informaciones y actuaciones que la Embajada no pondría en conocimiento del Presidente, puesto que sólo le involucrarían, a Zelaya, en aquellos temas que no “pusieran en riesgo” intereses estadunidenses.
Seguirían actuando como necesitaban, para defenderse de la amenaza que veían los Estados Unidos en Zelaya. “Como en un juego de fútbol americano”, expresa Ford “seguiremos una estrategia agresiva, sin romper el plan de juego defensivo, en el período previo a las próximas elecciones en noviembre de 2009”.
Para controlar la actuación de Zelaya, le concederían, tácticamente, cierta libertad para actuar. Estados Unidos parecía, tolerar los avances sociales impulsados por Zelaya con el apoyo del Alba y los presidentes del Sur. Pero serían “muy directos” en aquello temas en los que no permitirían interferir al propio presidente del país.
“Como un adolescente rebelde, tendrá un importante espacio para moverse. Pero debemos de ser muy directos en nuestras conversaciones con él en lo que respecta a nuestros intereses fundamentales”, encomendó el ex embajador Ford.
Ford anticipaba como un punto útil a la estrategia definida por él para ejercer control sobre las actuaciones del gobierno de Zelaya, que éste tenía “respeto por la Embajada” estadunidense. O tal vez, el "respeto" fue igualmente interpretado como el peligro de resistir a la voluntad estadunidense.
“A pesar de sus sentimientos hacia nosotros, [Zelaya] respeta el papel que percibe que la Embajada de los Estados Unidos desempeña en la sociedad hondureña y esperará que, en privado, seamos directos y claros en nuestros puntos de vista”, escribió Ford.
El entonces embajador estadunidense, Charles Ford, planteó que las “instituciones hondureñas” y “gobiernos amigos”, estuvieran preparadas para ejecutar acciones “en público y en privado” y “ayudar a Honduras a seguir adelante”, refiere el punto 15 de los 16 apartados en el cable diplomático desde Tegucigalpa, divulgado por Wikileaks la noche del viernes.
El ex embajador precisó exactamente en su mensaje, desde mayo de 2008 -doce meses antes del golpe de Estado-, que el período del último año y medio de la administración Zelaya sería un tiempo “extraordinariamente difícil para nuestra relación bilateral”, es decir, gobierno Zelaya-Estados Unidos.
Ford indicó que las instituciones de Honduras y los “gobiernos amigos” tendrían que estar listas para realizar actos, incluso ocultos –“en privado”- para contrarrestar una supuesta “amenaza al Estado de Derecho y la estabilidad institucional”, que provocaría Zelaya, según Ford, para “buscar impunidad” por acciones que el ex embajador acusó, en su carta, estarían ligadas a actividades del crimen organizado.
Las acciones públicas y privadas
Sólo dos meses después, de la fecha del cable enviado por Ford, el 26 de julio de 2008, la Fundación Arcadia con sede en Washington, formalizó ante el Ministerio Público (MP) y el Congreso Nacional (CN) de Honduras, una denuncia en contra del presidente José Manuel Zelaya, exactamente en los términos que Ford “pronosticaba”, en su documento secreto.
“Se atenta contra la esencia del Estado mismo y con ello su forma de gobierno, poniendo, además, en precario la institucionalidad, tanto nacional como internacionalmente”, es el encabezado de la denuncia de Arcadia.
Zelaya era señalado por supuestos hechos de desprestigio y de atentar contra la independencia de la Corte Suprema de Justicia, acusándolo de intentar someter el resto de los poderes al Ejecutivo, por expresar sus posicionarse ante acciones de la Corte y de la Fiscalía.
La Fundación Arcadia que dedicada a la “educación cívica” en ONG del “mundo en desarrollo” fue creada por Otto Reich ex asesor del Secretario de Estado para Asuntos de Occidente durante el gobierno de George W. Bush, y Robert Carmona, quien redactó el decreto que abolió la constitución en el Golpe de abril de 2002, en Venezuela. Ambos fueron vistos yendo y viniendo a Honduras antes de estallar el Golpe.
Las grandes empresas mediáticas locales de periódicos, las cadenas de televisión y de radio, cuyos propietarios fueron denunciados como conspiradores en el golpe de Estado por el propio Zelaya, prepararon un escenario propicio para mostrar el supuesto descarrilamiento democrático del gobierno de Manuel Zelaya.
Los involucrados, dueños de oligopolios mediáticos, que ya fueron demandados ante la Corte Penal Internacional (CPI), desfiguraron, de forma aguda, datos relacionados al gobierno Zelaya, en el período mencionado por Ford, vinculando abiertamente, en algunos casos, al entonces presidente.
Información que, nuevos hechos que lograron traspasar el cerco comunicacional, fueron desmintiendo y otros, “nunca han sido demostrados”, expresa Zelaya en una refutación al cable de Ford.
Justo un mes antes del golpe de Estado fue creada en Honduras la Unión Cívica Democrática (UCD), una coalición de ONG, empresarios, partidos políticos, las iglesias y los mega-medios de comunicación, muchas de ellas favorecidas con financiamiento de USAID y la NED.
Más de 1.2 millones de dólares dedicó el Instituto Republicano Internacional (IRI) en 2009 para trabajar con los sectores políticos en Honduras. Tiempo que aplicó en reforzar los ‘centros de pensamiento’ y ‘grupos de presión’ en Honduras, para influir en los partidos políticos y propuso “apoyar iniciativas para implementar posiciones políticas” durante las campañas para el 2009, reveló la investigadora venezolana, Eva Golinguer.
El IRI, considerado como el brazo de contacto social del Partido Republicano, recibe fondos de la Fundación Nacional para la Democracia (NED, National Endowment for Democracy), creada por el congreso estadunidense en el gobierno Reagan para "incidencia electoral" a través de la sociedad civil en otros países.
La UCD, de la que se descubrió no tenía ningún registro legal, con ayuda financiera también de la empresa privada, se encargó del afianzamiento publico del golpe de Estado bajo una pretendida “defensa democrática” que crearon “para salvar Honduras” del supuesto “fantasma” de Hugo Chávez.
La Unión cívica escenificó un apoyo popular al golpe de Estado mediante manifestaciones en las que salieron a la calle altos ejecutivos bancarios, empresarios y funcionarios estatales, incluso empleados de la Corte Suprema de Justicia, además de trabajadores del sector privado que habrían sido obligados, o seducidos con regalías, según denuncias. Y en las que, también, apareció el propio Robert Carmona.
Miguel Ángel Villela Meza, hermano de una de las más reconocidas figuras de la UCD, Armida Villela Meza de López Contreras fue capturado en Colombia, en 2010, como un principal narcotraficante buscado por el gobierno de ese país.
Otro de sus más locuaces integrantes, Federico Álvarez, costarricense, hizo todo su activismo a favor del golpe de Estado como extranjero, siendo que el régimen de facto le cedió, en tres días, la nacionalidad hondureña, sin que hubiera completado el proceso legal de naturalización.
Ford pujaba para que el presidente hondureño gobernara como Estados Unidos quería, le molestaba que Zelaya asumiera autonomía
El texto del cable deja ver que a Ford le incomodaba que el presidente expatriado, Manuel Zelaya, le pidiera mejorar la comunicación entre su gobierno y la representación diplomática estadunidense. Y le atribuía, al mandatario, interpretar que mejorar la comunicación era hacer las cosas como él, Zelaya, decía.
“Zelaya gusta decir que tenemos que mejorar nuestra comunicación, discurso que yo interpreto en el sentido de que necesitamos ponernos de acuerdo con él más a menudo”, satiriza Ford sobre el pedido que el presidente constitucional le hacía.
En contraparte, el ex embajador también persistía en que Zelaya cediera a las pretensiones estadunidenses de seguir los lineamientos que la Embajada proyectaba que el presidente del estado hondureño, debía acatar.
El Cardenal cuchicheaba con Estados Unidos sobre el Presidente, ambos querían que Zelaya actuara como ellos decían
Para fortalecer su argumento, Ford busca respaldarse trayendo a colación en su texto las conversaciones sostenidas con el Cardenal, Óscar Andrés Rodríguez, sobre el comportamiento del presidente hondureño en ejercicio, a esa fecha, Manuel Zelaya.
“Una suerte similar ha corrido el Cardenal Rodríguez, que se reunía, como yo, regularmente con el Presidente”, aduce Ford.
Rodríguez, quien pareció molesto porque Zelaya involucraba en sus consideraciones al sector religioso protestante, se negaba, el Cardenal, a formar parte en las actividades estatales lideradas por Zelaya.
Ford cuenta que: “A medida que a lo largo de los últimos meses el Cardenal se ha posicionado en desacuerdo con Zelaya y no participa públicamente en sus proyectos, Zelaya está trabajando cada vez más con los pastores en la comunidad evangélica”.
Rodríguez, también se había encaprichado en que el presidente debía actuar como el Cardenal quería, según muestra el ex embajador Ford en su cable, el jerarca católico no aceptaba la forma de Zelaya llevar el gobierno y se habría distanciado.
“El Cardenal me dijo recientemente que él y el Presidente casi no hablan ahora, ya que el Presidente no está contento con su desacuerdo respecto a la dirección en la que Zelaya está orientando el país. Para Zelaya, comunicarse significa estar de acuerdo, sin duda, con su punto de vista”, habría escrito Ford.
Ford propone controlar a Zelaya con estrategia de hacerle creer que lo toman en cuenta
Según el punto 16 en e l texto del cable, Ford expresa que había que tomar en cuenta a Zelaya: “Vamos a necesitar, en mi opinión, involucrar a Zelaya, siempre que podamos, con el fin de minimizar los daños y proteger nuestros intereses fundamentales”, planea Ford.
Lo que deja manifiesto que habría otras informaciones y actuaciones que la Embajada no pondría en conocimiento del Presidente, puesto que sólo le involucrarían, a Zelaya, en aquellos temas que no “pusieran en riesgo” intereses estadunidenses.
Seguirían actuando como necesitaban, para defenderse de la amenaza que veían los Estados Unidos en Zelaya. “Como en un juego de fútbol americano”, expresa Ford “seguiremos una estrategia agresiva, sin romper el plan de juego defensivo, en el período previo a las próximas elecciones en noviembre de 2009”.
Para controlar la actuación de Zelaya, le concederían, tácticamente, cierta libertad para actuar. Estados Unidos parecía, tolerar los avances sociales impulsados por Zelaya con el apoyo del Alba y los presidentes del Sur. Pero serían “muy directos” en aquello temas en los que no permitirían interferir al propio presidente del país.
“Como un adolescente rebelde, tendrá un importante espacio para moverse. Pero debemos de ser muy directos en nuestras conversaciones con él en lo que respecta a nuestros intereses fundamentales”, encomendó el ex embajador Ford.
Ford anticipaba como un punto útil a la estrategia definida por él para ejercer control sobre las actuaciones del gobierno de Zelaya, que éste tenía “respeto por la Embajada” estadunidense. O tal vez, el "respeto" fue igualmente interpretado como el peligro de resistir a la voluntad estadunidense.
“A pesar de sus sentimientos hacia nosotros, [Zelaya] respeta el papel que percibe que la Embajada de los Estados Unidos desempeña en la sociedad hondureña y esperará que, en privado, seamos directos y claros en nuestros puntos de vista”, escribió Ford.
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