jueves, 30 de diciembre de 2010

La Navidad de algunos hondureños

Vos el Soberano

Por Oscar Amaya  Armijo


                                                    Coca Cola creó a Papa Noel (Mural en una calle venezolana)

Aún existen hondureños que se refugian  en sus propias candelas, en las hojas de sus nacatamales. Viven su propio nacimiento. La navidad para ellos empieza y termina en su foquito rojo. El mundo exterior  no existe para ellos.

Aún existen hondureños que fingen una riqueza que no tienen, allí se les mira, en los bultimedias,  comprando ropa de novena categoría. Ellos creen vivir una bonanza que nunca existió, y el golpe de Estado es una ficción en mentes calenturientas. Son los enajenados por el consumismo desbocado.

Aún existen hondureños que creen ciegamente que el Papá Noel hondureño; es decir, Miguel Facusse, llegó  hasta el Bajo Aguán repartiendo pavos y juguetes. Las matanzas son cuentos de camino real, perras de Teofilito. Son los eternos dominados por el cerco mediático de Rafael Ferrari.

Aún existen hondureños que llegan a las iglesias con beatísima disposición, creyendo que alcanzarán la gloria celestial escuchando homilías del Cardenal Rodríguez o sermones de Evelio Reyes. Son los pobres de espíritu que creen que estos seres malvados son ángeles que los llevarán a morar a la diestra de Dios.

Aun existen hondureños que comparten las misas navideñas y los asientos delanteros de las iglesias católicas con los asesinos y explotadores. Allí se les mira hablar en lenguas en las iglesias evangélicas, arrobados por la celestial presencia de los coroneles y generales golpistas. Son las mismas víctimas de la catequización hipócrita, realizada por los luciferinos catecismos de las clases dominantes.

Aún existen hondureños que escuchan coros de ángeles celestiales  cuando ven a los generalotes del ejército  postrarse de hinojos frente a la inmaculada presencia del Niño Dios. Son los mismos que sienten olores a  jazmines cuando los señorones de la empresa privada, exhiben sus relucientes barrigones frente al hartazgo navideño de sus mesas. Es la penquería que todavía creé en la sacrosanta propiedad privada.

Aún existen hondureños que creen que los millones de miembros del Frente Nacional de Resistencia Popular FNRP, comerán niños asados frente a sus  árboles de navidad, que Fidel convertirá en jabón a los ancianos del malecón habanero y que Hugo Chávez o Evo Morales serán los cucos malditos que aparecerán por detrás de la sionista Estrella de David. Son los mismos que padecen un crónico diversionismo ideológico que da vergüenza.

Aun existen hondureños que, alucinados por el guaro, el rompopo y la ignorancia, creen que los viejos y barrigones reservistas militares forman parte de las sacrosantas cruzadas medievales y que el sátrapa de Michelleti es un héroe canonizado por el Vaticano. Son aquellos aplastados espiritualmente que creen que expiarán sus culpas, fingiendo una beatitud propia de los Caballeros del Santo Entierro.

Aun existen hondureños que creen que la navidad  de las Lomas del Guijarro es la misma que se vive en la colonia Divino Paraíso.  Según ellos, ese niño maravilloso viste de tafetán en ambos centros poblacionales. Son los mismos que jamás entenderán elas diferencias de clase que existen hasta para adorar el mismo Dios.

Aun existen hondureños que creen que la Primera Dama es la reencarnación de Teresa de Calcuta y que el remedo de presidente es la transmutación de Gandhi, solamente porque aquélla se aparece solamente en cada navidad repartiendo desperdicios a los niños de los crematorios o porque aquél (el remedo de presidente) se llena la boca hablando de reconciliación nacional que ni él mismo cree.

Aun existen hondureños que en esta navidad se sentarán frente a sus familias y al Niño Dios, luciendo sus manos ensangrentadas y orando hipócritamente por mantener una democracia que ni siquiera existió en la ficción de la tragicomedia que viven los hondureños.

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