Por Batay Ouvriye *
La moderación no funciona (Josetxo Ezcurra)
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Al igual que las demás "elecciones" de estos tiempos oscuros, la farsa del 28 de noviembre 2010 en Haití nos pone delante de varios tipos de problemas. Hemos ya en nuestra "Declaración # 1" precedente denunciado el verdadero papel que han tenido y siguen teniendo los enemigos del pueblo haitiano bajo diversas formas. Pero el 28 de noviembre no es más que un momento de lo que llaman "proceso electoral". Otros momentos evidencian contradicciones tan importantes. Debemos prepararnos para enfrentarlas todas, cada una en su especificidad particular, pero también en su coherencia global con la totalidad del fenómeno social que nos ocupa.
Los enemigos nuestros, por una parte; nosotros trabajadores, el pueblo en general, por otra: dos campos. Respecto a los intereses reales de cada uno, tenemos que estar claros, bien separarlos para mejor combatir los adversos. En la práctica concreta, sin embargo, no es tan evidente. Allí, el 28 de noviembre pasado deja unas lecciones importantes.
Desde antes, Preval había previsto lo que iba a pasar. Decía temer un alto grado de ausentismo, al igual que violencia. Nosotros hemos aclarado cómo, para el equipo en el poder, la continuidad a la cual abiertamente apuntan es parte de su naturaleza misma. "Continuidad" que requieren también los imperialistas como parámetro de su dominación que estos señores los garantizan de sobra. Por esto, decíamos, "aceptaron" todas las irregularidades, organizaron de hecho todas las trampas y maniobras del principio: son determinantes en la farsa. Por otro lado, para que haya continuidad, en este momento histórico tan "frágil", tiene que haber violencia. Se habló de distribución de armas por parte de los partidarios de Preval, en los barrios populares de las principales ciudades, en el campo… Ahora, para los que a ésta permanencia partidaria se oponen, a pesar de defender fundamentalmente los mismos intereses, la necesidad de la violencia se vuelve entonces también obligatoria. Son contradicciones a nivel de las clases dominantes mismas, en el marco de su reestructuración post duvalierista.
Preval lo sintió claramente, lo sabía, obviamente. Lo dijo abiertamente. Lo preconizaba casi, por lo menos en su seno interno. Por otra parte, delante del rechazo anticipado de las masas, no solo gastaron en grandes esfuerzos físicos sino también en dinero proporcionalmente descomunal (a las necesidades de resolver lo de la insalubridad infra humana en la cual vive la gente de los campamentos y, más reciente, lo del cólera…). Frente a un proceso que globalmente rechazaban, pues, ni el "poder" ni la "oposición" dejó que las masas pudieran por su propia cuenta decidir ir a votar o no (hubo hasta amenazas de persecución tanto desde la propaganda oficial del gobierno como de sus agentes subalternos internos a los barrios populares o participando de los campamentos).
El 28 de noviembre, el ausentismo, de hecho, se confirmó: ¡menos del 25 % (23% más precisamente: 1,087 millones de 4,700 millones) de los posibles votantes fue a votar!
El 28 de noviembre, sin embargo, parte de las masas populares trató de votar. Muchos no llegaron. Lo que hace que el porcentaje concreto de ausentismo fue aún mayor. No obstante, en comprender la situación y calcular que lucha concreta debemos llevar, los que votaron (o, aún, que fueron a votar) deben de interesarnos.
Desde 1987, se habló mucho del nivel de politización del pueblo haitiano. Al salir de la forma de dominación duvalierista, varios acontecimientos dejan ver, sin embargo, que esta politización existe a nivel amplio pero no profundo. Por lo general, las masas saben lo que no quieren pero no lo que quieren exactamente, menos aún lo que deberían querer, refiriéndonos a sus intereses objetivos, históricos. Lo que permitió a distintas corrientes, distintos políticos arcaicos de servirse de ellas para mantenerlas divididas, siendo ellas indispensables como apoyo para estos enemigos avanzar en sus objetivos. Esta realidad nos permite visualizar a las masas como "fuerza", a veces considerable, pero totalmente desviada. El 28 de noviembre no se aparta de esta consideración.
Diversos factores actúan para que este concreta esta realidad. Antes que todo, existe una situación de completo desconcierto, por la tan enorme miseria que persiste y aumenta cada día, sobre todo en el 2010, debido a las catástrofes que sacudieron el país: terremoto, huracanes y, más recientemente, el cólera. Al lado de esto, ninguna perspectiva basada en los intereses reales del pueblo logró construirse fuertemente, por lo menos de manera suficientemente amplia y hegemónica. Es un trabajo que empezó, dio ya algunos avances pero para el cual queda muchísimo por hacer. Por esto que hasta el momento, globalmente, la falta amplia y hegemónica de una perspectiva alternativa resulta en una gran indiferencia popular. Pero también en un oportunismo, particularmente a partir de la concepción que se desarrolló de cómo "hacer política": en efecto, desde 1987-1988, creció una concepción, hoy muy generalizada, que participar de una opción política cualquiera necesita ser remunerada (distribuir un volante, se cobra, igual pegar afiches, igual participar en movilizaciones…). Concepción (y práctica) que se amplificó grandemente bajo Aristide y Preval: se compra la gente, las prácticas, los votos… Este oportunismo, en el marco de una consciencia ya limitada, cuando se suma a cierto nivel de combatividad, deja la puerta abierta, sobre todo en el sub proletariado, a las pandillas y demás extracciones populistas armadas.
Dentro de este marco, la reciente evolución de la juventud (bloqueada y sin salida) marca fuertemente el movimiento de protesta. Esta recién evolución incluye las mismas características ya descritas: consciencia amplia, generalizada y muy combativa pero poco profunda; a lo cual, con la falta de perspectiva, se le añade un desconcierto, mezclado con una gran confusión, llevando, consecuentemente, a una búsqueda instantánea de solución fácil, dispuestos que estén a aceptar cualquier demagogia superficial populista (Martelly) o decidirse por cualquier apariencia de honestidad (Manigat). En el marco de la putrefacción global del país, mientras rechazan con fuerza - y razón - a los arcaicos políticos presentes, aceptan unirse con putchistas, rampantes decadentes o hasta fascistas.
En medio rural, es verdad que hubo cierta evolución respecto a cómo el pequeño campesinado considera sus relaciones con los terratenientes: las luchas allí llevadas han demostrado a cabalidad su rol en la estructura social y, tal vez sobre todo, sus naturales lienzos con la podrida justicia, la totalmente inoperante alcaldía u otros representantes de la dominación represiva directa. Las relaciones feudales del campo han sido poco a poco y gracias a las luchas, desmitificadas, sobre todo en las relaciones de producción mismos. Sin embargo, seguimos viviendo las características negativas como cierto grado de desesperación o de oportunismo (a pesar de que las formas que allí coge no son las mismas que aquellas urbanas).
En el campo, también encontramos un sentimiento de impotencia, más fuerte que aquel de las ciudades, consecuencia de la forma de dominación política vigente en este medio muy alejado y, hasta ahora, en muchas regiones muy atomizado (uno puede recordarse del sangriento y diario papel de control y represión que juegan todavía en este medio las autoridades rurales (Azèk, Kazèk) que, si a veces participaron de cierta "democracia" post duvalierista, fueron totalmente sumergidos e insertados en las estructuras arcaicas de dominación de los terratenientes y otros jueces o alcaldes auto proclamados, todos a veces ¡de una sola familia! …secuelas todavía vivas de la época duvalierista. El sentimiento de "no sentirse humano" todavía persiste. Aquí, el saber lo que quieren está bastante ausente. Hasta lo que no quieren está poco claro. Todo esto facilita grandemente la implantación populista y dejarse involucrar por expertos vagabundos resulta, en este momento tan clave, muy fácil, además que, ¡peor!, no tienen ningún control sobre lo que se trama en su contra.
Las masas populares pues, en su conjunto, siguen sufriendo los efectos del duvalierismo. Mezclado ahora con el bombardeo político e ideológico propiciado por las clases dominantes, un amplio sector de la pequeña burguesía (la prensa jugando allí un papel importante) y, claro, los políticos. Es verdaderamente sin pararse un segundo que inundan el espacio social de "democracia", "constitución", "votar es un derecho pero también un deber" etc… Este trabajo dio frutos. Así, empujó literalmente a varios a "cumplir con su deber cívico" e ir a votar, sin pensar en más profunda perspectiva.
Por otro lado, se piensa que "si no voto, otro votará por mí". Ciertamente, respecto a los 30 años duvalieristas, es un avance. Pero, en el contexto de la dominación global, es un gran freno. En este marco, está abierto el espacio para la recuperación de potenciales militantes combativos y muchas veces serios dentro de las masas. Es una penosa desviación. Que, en sí, acentúa la putrefacción social en curso. Y que se realizó plenamente el 28 de noviembre pasado.
Sean organizaciones rurales, sean urbanas, llevan las características de la putrefacción en curso. En muchos casos, las ONG, con su lógica perversa, juegan un papel importante en acentuarla. El clientelismo político en construcción, siendo otro parámetro activo, junto con la corrupción inherente al populismo, el paternalismo, el individualismo y el mito del "líder" liberador. El proceso electoral entero está tachado de estos negativos frenos.
Al darnos cuenta, ¡otra vez!, de todos estos funcionamientos en las masas populares el 28 de noviembre pasado, nos damos cuenta del camino por recorrer. Lo dramático siendo que, además de un trabajo de largo plazo, ¡tenemos una situación concreta y actual que resolver, si queremos avanzar seriamente y, en tan explosiva y de cierta manera positiva situación, profundizar nuestra presencia en las amplias masas al igual que nuestra necesaria incidencia en ellas!
A parte de todo aquello, se nos presentó otro problema más. Entre serios debates, largos y a veces tensos: "¡Está bien! Estamos conscientes de que ‘Todos están en contra de nosotros’, como bien dicen ustedes, pero nosotros ¡no tenemos a ninguno nuestro allí! ¿qué hacer? ". Inmensa interrogante que otra vez nos aclara - si fuera necesario - que la tan indispensable autonomía queda todavía por resolver. Por lo menos, avanzar más. Ya que no se logrará en dos días ni dos meses, tenemos que encontrar una manera de poder dar respuesta a los problemas coyunturales, mientras trabajemos para superar las distintas dominadas lógicas en la cual se trancan cada vez - hasta ahora - irremediablemente las masas.
Esta superación se logrará únicamente por y dentro de la lucha concreta alrededor de ejes que corresponden a los intereses reales de las masas populares, objetivos e históricos.
En esta crisis más y más y cada vez más profunda, basados pues en sus propios intereses, las masas deben de actuar. Esto en todos los niveles y con ¡todas las formas necesarias! Para eso tenemos que estar organizados a todos los niveles, con una línea clara, consignas siempre justas y otra vez claras, llevadas por una organización y una capacidad de intervención concreta suficiente. Antes que todo, dentro de este movimiento concreto mismo, nuestra práctica debe permitir, facilitar, apuntar a seguir construyendo la autonomía necesariamente requerida, con el objetivo de un poder verdaderamente en interés de las masas populares, con los trabajadores como poste central y bajo la dirección de la clase obrera.
Es esa complejidad activa que se nos presenta hoy en día y que, en ella misma, tenemos que avanzar. Per se y hacia la resolución final a la cual apuntamos.
6 de diciembre del 2010.
* Organización sindical y popular
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