viernes, 13 de agosto de 2010

Mucho pueblo para tan escasos liderazgos

Radio Progreso

Hace un año, diversas caminatas desembocaron tanto en la capital como en San Pedro Sula. Eran mares de gentes de los cerros, valles, ciudades, pueblos, aldeas y caseríos que inundaron calles y parques y estremecieron a las dos ciudades más grandes e importantes del país. Esas grandiosas y multitudinarias marchas fueron la cresta de un proceso de presión y de indignación en contra del golpe de Estado y en demanda por la restitución del orden democrático.

Esas marchas multitudinarias, en lugar de ser fuente de presión para revertir el golpe, se convirtieron en ocasión para que las dirigencias conductoras de la resistencia pusieran más su confianza en un engañoso proceso de diálogo propuesto por el Departamento de Estado del gobierno de los Estados Unidos con el objetivo preciso de adulterar justamente la lucha de resistencia al golpe de Estado.

Para esa fecha de agosto de hace un año, todas las condiciones apuntaban a que las dirigencias de la resistencia presionaran para revertir los dinamismos del golpe de Estado. Sin embargo, más que confiar en el respaldo de tanto pueblo indignado por lo que había ocurrido, las dirigencias confiaron en la aceptación casi ciega de una mesa de diálogo conducida fundamentalmente por los dinamismos conductores del golpe de Estado.

En los hechos, a partir de agosto del año pasado quedó muy establecido que más que poner la confianza en la movilización y en la presión multitudinaria, las dirigencias prefirieron poner su confianza en las decisiones que tomara una persona. En efecto, Zelaya Rosales echó toda la suerte por el diálogo, y apuró sus dispositivos para retornar creyendo que de esa manera convencería a los gringos y a los propios golpistas a la salida de Micheletti y un retorno de Zelaya Rosales a la silla presidencial.

Zelaya Rosales no supo aprovechar la movilización multitudinaria de una población indignada, y se fue quedando con la dirigencia liberal de siempre y con la misma dirigencia popular de siempre. En los hechos, en lugar de dejarse atrapar por el molote de gente entusiasmada en su lucha por la dignidad, Zelaya Rosales optó por una salida desde las cúpulas. Y en las cúpulas la correlación de fuerzas siempre estuvo a favor de los sectores constructores e impulsores del golpe de Estado.

Lo demás es historia. La resistencia se fue quedando progresivamente en manos de las dirigencias de siempre, mientras esas muchedumbres que inundaron las calles y plazas de la capital y de San pedro Sula, retornaron a sus encierros de antes. No son las mismas muchedumbres de antes del 28 de junio del 2009, porque ya no hay cerco mediático que las engañe, y su dignidad de patria ha quedado como marca indeleble en su corazón. Están allí al acecho, en sus comunidades, listas para hacer sentir su indignación.

Sin embargo, las dirigencias siguen siendo las mismas, y siguen atrapadas en salidas copulares. El molote de gente que salió a expresar su indignación hace un año está agazapado en sus comunidades a la espera de la oportunidad. Lo que necesita ese pueblo indignado es un liderazgo que emerja desde sus propias realidades, con capacidad de interpretar sus profundas demandas y de conducir sus luchas. Ese pueblo que acecha con su clamor de patria, necesita construir sus propios liderazgos, porque si sigue esperando o confiando en las respuestas de los liderazgos de siempre, el tren pasará de lejos y se quedarán para vestir santos.

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