sábado, 28 de agosto de 2010

"El mundo ha cambiado, pero Estados Unidos no cambia todavía"

Adital

Por Elena Rostova
Entrevista concedida al programa "A Solas" del Canal de Televisión RT de Rusia

Zardoyas

Elena Rostova: Primero que nada, Comandante, muchísimas gracias por estar hoy con nosotros aquí.

Daniel Ortega: A ustedes, que nos dan la oportunidad de comunicarnos con la teleaudiencia, a la cual llegan en lengua hispana.

En su momento, Nicaragua decidió alejarse de la línea política que usted había marcado, para pasar al liberalismo; 16 años después el pueblo nicaragüense decide volver al Sandinismo. ¿Qué soluciones, cree usted, no fue capaz de ofrecer el sistema anterior como para que la gente se replanteara el camino a seguir?

En la situación anterior, en la primera etapa de la revolución, el problema fundamental fue la agresión de los Estados Unidos, la guerra, el bloqueo que promovió el Gobierno encabezado por Ronald Reagan y que afectó los programas sociales, los programas productivos, y a pesar de ello logramos grandes avances. Pero indiscutiblemente la guerra crea un clima de terror, de temor en la población nicaragüense, de tal manera que cuando vamos a las elecciones de 1990, el pueblo tiene que decidir entre la paz y la guerra, y la oferta de paz la tiene Estados Unidos en ese momento, la tiene Washington, que dice: te ofrezco la paz, ¿qué significa? No voy a continuar la guerra si el pueblo nicaragüense vota por una opción que no es el Sandinismo.

Y ahí, diría yo, la causa fundamental del retorno de las fuerzas conservadoras que habían emigrado con la dictadura de Somoza, el retorno de ellos al Estado nicaragüense, al poder en Nicaragua.

Yo me refería más bien, ¿qué fue lo que ahora hizo que la gente se replanteara el camino a seguir? ¿Qué fue lo que el sistema liberal no pudo solucionar, para que la gente volviera al Sandinismo?

Yo diría que el país tuvo la oportunidad durante 16 años en paz, ya la guerra había desaparecido, estaba la oferta de los Estados Unidos, de los gobernantes nicaragüenses respaldados por los Estados Unidos y por Europa, de traer progreso, trabajo, bienestar, salud, educación, etc. El resultado, después de 16 años, fue que en Nicaragua creció el analfabetismo. Pienso que esa es la muestra más clara del fracaso de las políticas neoliberales en Nicaragua y lo que explica la determinación del pueblo de ir de nuevo con el Frente a buscar una opción en tiempos de Paz.
¿Usted cómo evalúa en general, en otros aspectos, si hablamos no sólo del aspecto de la educación, la salud, como decía ahora, el desarrollo del país durante su ausencia? ¿En qué aspectos se puede hablar de una evolución, en qué aspectos de una marcha atrás? ¿Qué ha pasado con Nicaragua durante esos 16 años?

Realmente hubo una marcha atrás, porque desde el momento en que se privatizaron los servicios básicos, la educación, la salud, la generación y distribución de energía, por ejemplo, esto vino en detrimento de la educación del pueblo nicaragüense. Un pueblo sin educación, está claro, no puede optar al progreso y al bienestar; y de ahí los altos índices de analfabetismo y ausencia de los estudiantes, de los muchachos a las aulas de escuela, en la medida que se venía privatizando el sistema. La salud ni se diga, el impacto que tenía.

Yo diría que lo más dramático, en el campo de los servicios básicos es la energía; cuando nosotros estamos en el año 2005-2006, ya Nicaragua estaba prácticamente a oscuras, los cortes de energía eran de 14, 16 horas por día, un país que estaba a punto de la parálisis. Esos son elementos que dejó el neoliberalismo en nuestro país durante estos 16 años, y que no ha sido fácil y no es fácil todavía superar. No es fácil superar, por ejemplo, el analfabetismo, estamos en esa batalla, ¡todavía tenemos analfabetismo!

No ha sido fácil superar la democratización del servicio de salud, ¿por qué? Porque ahora se trata no solamente de atender a una población mucho mayor que llega a buscar el servicio porque sabe que es gratuito, antes no se acercaba porque sabía que se había privatizado; pero además, demanda medicamentos. Esto multiplica la atención de los médicos, de las enfermeras, se ven más demandados por la población y más demanda de medicamentos. Así es que estamos en esa batalla.

Efectivamente hubo golpes muy serios a las conquistas que había traído la Revolución, golpes muy serios, sobre todo en el campo de la salud, en el campo de la educación, en el campo de la tenencia de la tierra, por ejemplo. La Revolución había distribuido tierras entre los campesinos, y ahí vino una batalla que generaba inestabilidad en el país, porque, por un lado, los campesinos luchando para que no les arrebataran la propiedad y el Frente respaldando a los campesinos en esa lucha.

En esas condiciones ¿quién le prestaba a ese campesino para que trabajara? Nadie. ¿Quién invertía en esas propiedades? Nadie. Ahora hemos logrado ir superando esa situación, hemos entregado más de 60.000 títulos a los campesinos que han resistido ahí, cooperativas, productores privados pequeños, medianos, etc., igual que a pobladores que tenían un lote de tierra para levantar su vivienda, y a los cuales también les querían despojar de sus viviendas.
Durante su primer período en la presidencia, Nicaragua emprendió proyectos muy ambiciosos, parte de los cuales no lograron, no llegaron a ser realizados con éxito, como puede ser el caso de las fincas estatales, que se dice que no lograron ser lo suficientemente eficaces. ¿Qué propone esta vez el Gobierno Sandinista para la resolución de estas cuestiones?

Yo pienso que en esa primera fase de la Revolución, no tuvimos la oportunidad de desarrollar el programa revolucionario en paz, y se vino estableciendo un clima de guerra. Finalmente todo era para la defensa del país, todo estaba encaminado a la defensa militar del país, porque sufrimos una agresión. Y los ensayos de empresas estatales, eran con una concepción de economía mixta, es decir, la empresa estatal pero no para acabar con la empresa privada pequeña y mediana, sino para ser factor movilizador de la economía de esos pequeños productores que estaban alrededor de esas empresas estatales.

Dimos una importancia muy grande a la agroindustria, es decir, industrializar el agro significaba capitalizar esas empresas y a la vez trasladar esa nueva experiencia a los productores de la zona. Pero las zonas se vinieron convirtiendo en zonas de guerra, y esto prácticamente no permitió. Nosotros apostábamos por una economía mixta, es decir, empresas privadas, privilegiando las pequeñas y medianas empresas, las cooperativas, tanto en el sector agropecuario como en la pequeña y mediana industria, la industria; empresas estatales y empresas mixtas, o bien, inversiones en el país. No tuvimos la oportunidad, como te decía, de desarrollar ese proyecto, ese programa.

Ahora sí tenemos la oportunidad de desarrollar este programa, y yo diría que el primer paso ha sido ir estabilizando el régimen de propiedad en Nicaragua. Porque un país donde no está estable el régimen de propiedad, difícilmente puede avanzar en el campo financiero, en el campo de la inversión, ¡imposible que pueda avanzar! Y acompañando esto de programas de crédito con intereses justos. Esto nos lo ha permitido la coyuntura latinoamericana... que llegamos de nuevo al Gobierno, en momentos en que se presenta en América Latina, una nueva situación favorable para los objetivos revolucionarios del Frente Sandinista y de los nicaragüenses; y favorable por lo tanto, para los intereses de los pueblos latinoamericanos, los cambios que se han venido dando y donde nosotros nos insertamos inmediatamente en el ALBA, la Alianza Bolivariana de los Pueblos de Nuestra América.

Precisamente quería preguntarle sobre eso... Si hablamos de lo que pasa en Nicaragua, no sólo desde el punto de vista de la influencia de tal o cual Gobierno, sino que lo vemos desde el punto de vista mundial... si tomamos en cuenta que el mundo ha cambiado mucho, que los tiempos son diferentes hoy, que son otras las prioridades, los problemas, las circunstancias en general, ¿cómo podríamos comparar el país que usted dejó en aquel entonces y el de hoy? ¿Qué aspectos, diría usted, que son los claves para entender la situación de Nicaragua de hoy?

En primer lugar, diría que el contexto internacional de una tendencia bien marcada, yo diría irreversible, hacia un mundo multipolar, favorece la lucha de los pueblos del Sur, tanto en Asia, en África como en América Latina. Pienso que eso es fundamental, se ha abierto un gran espacio en este sentido.

Esto explica también, el avance de las fuerzas socialistas, de las fuerzas revolucionarias en América Latina y la capacidad de Cuba resistiendo en este contexto. Cuba ha sido determinante, lógicamente, como ejemplo, como solidaridad con los pueblos latinoamericanos, en estos años donde se había provocado la caída del campo socialista.

Nos habíamos quedado, digamos, sin un contrapeso, frente a lo que era la política expansionista, imperialista, en el mundo. La Unión Soviética era un contrapeso a esa política expansionista e imperialista, y fue determinante en la derrota del fascismo. Al desaparecer la Unión Soviética, como que el Imperio se sintió que estaba en su momento, en su oportunidad de ejercer todo su pleno dominio sobre el mundo.

Pero la historia ha sido otra, ¿por qué? Porque la escriben los pueblos al final de cuentas. Y aquí, en la retaguardia de los Estados Unidos, digamos, porque han considerado su traspatio histórico, América Latina, sobre todo Centroamérica, estamos viviendo cambios, cambios como nunca en la historia de América Latina. O sea, los sueños de los que lucharon por la Independencia de nuestras naciones, de nuestros pueblos; los sueños de los que lucharon por la unidad de nuestros pueblos, desde Bolívar, Martí, Sandino, los luchadores mexicanos por la Independencia; tenemos el Bicentenario en América del Sur, el Bicentenario en México... Hidalgo, Juárez, Díaz, todos los líderes, todos los procesos que se han vivido en América Latina, esa lucha, hoy se está haciendo realidad.

Hasta hoy se está haciendo realidad la lucha por la Independencia, por la autodeterminación, y sobre todo, por la integración y la unidad de los pueblos latinoamericanos y caribeños, ¿por qué? Porque eso ya no es un sueño; es incluso una determinación que fue tomada recientemente en una reunión que sostuvimos en México, de la creación de lo que es el encuentro, el organismo de todos los pueblos de América Latina y el Caribe. Ya lo hemos decidido, ya estamos trabajando en esa dirección. Es una prueba irrefutable de los cambios que están protagonizando los pueblos en el mundo, y en este caso particular, en América Latina.

¿Cómo definiría usted dentro de esta nueva América Latina, como usted dice, el papel, la posición de Nicaragua, sus relaciones con otros países en este momento?

El hecho de que el Frente Sandinista esté de nuevo en el Gobierno en Nicaragua, indiscutiblemente que es una fuerza que alienta a la integración, a la unidad centroamericana en medio de las complejidades que tenemos, sobre todo como resultado del golpe que se produjo en Honduras. A pesar de eso, nosotros seguimos trabajando por la integración y por la unidad centroamericana, por la integración y la unidad con el Caribe, por la integración y la unidad mesoamericana, es decir, de México, a Centroamérica, a Colombia, estamos en esos foros; por la unidad latinoamericana ahora, en esta gran asociación que nos hemos planteado en el encuentro de México, y cuyo próximo encuentro será en Venezuela, el año que viene.

Ahí se irán sentando las bases de esa gran organización latinoamericana y caribeña y, donde, indiscutiblemente, Nicaragua tiene el peso que le da su historia, que le da el éxito de una Revolución que logró derrotar a la tiranía somocista, que logró liberar a Nicaragua de la dependencia total que tenía de los Estados Unidos, y que abrió un nuevo rumbo en la región centroamericana; porque tomemos en cuenta que cuando el triunfo de la revolución en Nicaragua, no solamente Centroamérica, sino América Latina, estaba llena de dictaduras militares. Y estaba claro que si no se producían cambios, la insurrección armada iba a seguir cobrando fuerza, no solamente en Centroamérica, sino en toda América Latina.

Finalmente se fueron abriendo procesos de cambio en América Latina, procesos de paz, en este caso en Centroamérica, y esto ya sienta las bases de una nueva América Latina, que se viene logrando potenciar, después de establecer esas bases, se logra potenciar en estos últimos años. Digamos que el triunfo de la Revolución Bolivariana hace ya diez años, once años, fue un elemento determinante en el resurgimiento de las fuerzas populares latinoamericanas y caribeñas.

Y el triunfo del compañero Luiz Inacio "Lula" da Silva en Brasil, si bien no tenía las características de la Revolución Bolivariana con el compañero Hugo Chávez, sí tenía y tiene un peso específico, que le da una connotación diferente al entorno latinoamericano y caribeño; es decir, un peso que se mueve más en dirección hacia las fuerzas progresistas, socialistas, revolucionarias, que hacia las fuerzas conservadoras.

Usted habló del caso de Honduras, ¿hasta qué punto le valió a usted, como un hecho aislado, o como un síntoma, como algo a lo que habría que prestarle atención, porque puede seguir surgiendo?

Yo pienso que ningún pueblo se puede confiar, es un principio. Porque el golpe en Honduras, fue un golpe para los pueblos latinoamericanos, que apenas unas semanas antes, reunidos con el Presidente Obama en Trinidad y Tobago, y el Presidente Obama, anunciando unas nuevas relaciones con América Latina... ese golpe lo que hace es lanzarse en contra de esa voluntad que se expresó en la reunión de Trinidad y Tobago. No solamente en contra de los pueblos latinoamericanos, sino también en contra de la misma política que anuncia el Presidente Obama ahí.

Es decir, si son capaces, las fuerzas más reaccionarias de los Estados Unidos, de organizar y ejecutar golpes en la cara del Presidente, ya no digamos, cuando el tiempo va pasando, va transcurriendo y estas fuerzas van logrando finalmente imponerse, independientemente de las propuestas y los compromisos hechos por el Presidente Obama ante América Latina y El Caribe. La realidad nos está diciendo, que a él no le ha quedado más que aceptar las reglas del juego de los golpistas, de los que promovieron el golpe desde Washington, y que utilizaron como base de operaciones la base de Palmerola en Honduras.

Usted decía que, incluso en la política de Estados Unidos, se están sintiendo cambios para con América Latina, ¿cómo podríamos definirlo? ¿cuál es su evaluación del papel que juega los Estados Unidos en la vida política de América Latina hoy?

Yo diría que la situación latinoamericana obliga a la política estadounidense por lo menos a hacer un discurso diferente al que venía haciendo hasta la época de Bush, pero no logra, la política de los Estados Unidos, modificarse. Yo diría que más bien es un discurso hecho ante una realidad latinoamericana, cuando dice Obama en Trinidad y Tobago que él quiere relaciones respetuosas, etc. Pero ¿cómo nos explicamos... Estados Unidos involucrado en el golpe en Honduras, apenas unos meses después? Y luego, luchando Estados Unidos por el reconocimiento del Gobierno de Honduras, ¿cómo nos explicamos esto?

Simplemente, lo que nos demuestra es que Estados Unidos no cambia su naturaleza. Es decir, el mundo ha cambiado, pero Estados Unidos no cambia todavía. Y ese es un problema no solamente para América Latina, sino que es un problema para el mundo, tener ahí un poderío militar, un poderío económico que no cambia sus políticas expansionistas, sus políticas imperialistas.

Podemos decir que hasta ahora los cambios tienen que ver con el discurso, pero no con una realidad.

Así es; ellos siguen actuando como han actuado siempre... una política de injerencia, una política golpista, una política de amenaza. Ellos combinan siempre la política que llaman "de la zanahoria y el garrote"; ellos siempre están combinando esta política. Y hoy, América Latina, yo diría que tiene más dignidad, más fortaleza para enfrentar, para resistir esa política "de la zanahoria y el garrote." Tenemos más fortaleza, más unidad, más dignidad, pero ahí está la política siempre. El mensaje siempre está ahí, y no se cuidan de decirlo públicamente, incluso cuando consideran conveniente lo dicen públicamente, y ellos califican y deciden qué Gobierno es democrático, qué Gobierno no es democrático, ¿a cuenta de qué?

Usted insiste en que es fundamental establecer relaciones de mutuo respeto con Estados Unidos. En este sentido ¿se puede hablar de que hay algún avance, ha sentido usted que se ha cambiado desde este punto de vista?

Lo que ha cambiado es el método, por el momento; digo por el momento, porque no tienen condiciones para aplicar un golpe en Nicaragua; si tuvieran las condiciones en Nicaragua para un golpe ya lo habrían intentado, pero no las tienen, porque no cuentan con un ejército, con una policía, no tienen ningún instrumento militar para provocar un golpe, si no, ya lo hubiesen hecho, de eso estoy seguro.

No hay condiciones para lanzar una guerra como la que lanzaron contra Nicaragua en los años 80; no pueden lanzar esa guerra contra Venezuela, ni contra Bolivia ni contra Ecuador, ni pueden lanzarla contra Nicaragua, por el momento, no hay condiciones para ello. Las condiciones internas de los Estados Unidos y las condiciones latinoamericanas no les permiten, no les dan ese espacio, aunque lógicamente los planes están siempre.

O sea, el riesgo está, digamos.

El riesgo está ahí, la amenaza está ahí siempre.

¿Y qué se podría hacer para llegar a una solución en ese sentido?

Fortalecer la unidad y la integración latinoamericana. En la medida que nosotros estemos más integrados, más unidos, entonces vamos a ser más respetados. En la medida que estemos más divididos, lógicamente, con más facilidad nos dominan... que es lo que ha hecho la política estadounidense en América Latina: dividirnos. Dividirnos para dominarnos.

En cambio, en la medida que nos integramos, que nos unimos, lógicamente, ya el interlocutor no es Nicaragua frente a Estados Unidos, el interlocutor no es Venezuela, no es Cuba, no es Bolivia o Ecuador; el interlocutor ya es América Latina y el Caribe. Ya es un interlocutor que tiene un peso mucho mayor, y tiene la capacidad de buscar, realmente, acuerdos dentro de un marco de respeto y de igualdad.

¿Cómo evalúa usted en ese sentido las perspectivas, si lo vemos desde un punto de vista más práctico, por decirlo de alguna forma?; o sea, hablamos de que hay tendencias en ese sentido, de que hay una voluntad de dirigirse por ese rumbo. Pero ¿en qué momento podrá llegar a ser una realidad que América Latina realmente sea una unión, sea considerada, sea vista por otros, como un sujeto único?

Yo creo, estoy convencido de que ya estamos viviendo la primera etapa; ya hay una decisión unánime de toda América Latina y el Caribe de organizarnos en esta comunidad de naciones latinoamericanas y caribeñas. Fue la determinación que tomamos en México, y donde ya tenemos una convocatoria en Venezuela para el próximo año, y ahí ir estableciendo las bases para esta nueva organización que por fin, va a unir, a agrupar a los pueblos latinoamericanos y caribeños.
¿Cómo hacer para poder combatir, por ahí, políticas de países que tienen un punto de vista totalmente distinto en América Latina? ¿Cómo hacer para llegar a una unión, teniendo momentos de discrepancias importantes... podemos hablar de Venezuela con Colombia?

Yo pienso que aquí hay un principio que compartimos, y es que cada proceso latinoamericano tiene sus particularidades y eso tenemos que respetarlo; habrá puntos en que no vamos a coincidir, pero habrá puntos donde vamos a coincidir, sobre todo los que tienen que ver en las relaciones entre los pueblos, gobiernos latinoamericanos, con la Comunidad Internacional.

Un Acuerdo de Libre Comercio o de Asociación, como se quiera llamar, con Europa por ejemplo, que ya se ha avanzado en esto aquí en Centroamérica, indiscutiblemente que la posición para Centroamérica sería mucho más fuerte a la hora de negociar con Europa si negociáramos todos los latinoamericanos juntos. Creo que en eso no habría problemas, coincidiríamos todos. Coincidiríamos todos en que rechazaríamos cualquier tipo de agresión militar por parte de los Estados Unidos; coincidiríamos todos en cuanto a que se conspire contra los Gobiernos latinoamericanos y se provoquen golpes como los que se han provocado contra Venezuela, como los que se han provocado contra Honduras.

Coincidimos todos en que se levante el bloqueo a Cuba... esa Cuba donde Fidel ha logrado ejercer un liderazgo extraordinario, durante 50 años, para defender las ideas que compartimos todos los latinoamericanos.

Es decir, tenemos una cantidad de puntos en los cuales coincidimos. Coincidimos todos en que es necesario establecer un nuevo marco de relaciones con los Estados Unidos. Uno conversa con los Presidentes latinoamericanos y por muy conservadores que sean en privado ellos no comparten que los Estados Unidos los esté calificando por ejemplo... ¿Qué Gobierno va a compartir que Estados Unidos sea el gran calificador, de darle puntaje a un Gobierno, si está o no está practicando la democracia, si está o no está practicando los derechos humanos, si está o no está combatiendo eficientemente el narcotráfico...? ¿Quién los califica a ellos? Eso crea sentimientos.

Igualmente en el campo económico, cuando se trata de políticas proteccionista  ¡nadie las comparte! las políticas proteccionistas de los Estados Unidos, las políticas proteccionistas de los europeos, nadie las comparte. Lo que pasa es que no hemos aprendido todavía a establecer esa unidad latinoamericana; no hemos logrado todavía consolidar esa unidad latinoamericana, que nos dé la capacidad de negociar con Europa, con los Estados Unidos, con el mundo desarrollado, negociar en condiciones realmente justas y que respondan a los intereses de nuestros pueblos.

Permítame precisar, he entendido bien... ¿Usted está diciendo que todos los Presidentes comparten esa opinión? ¿sin excepciones?

Yo por lo menos, en la experiencia que he tenido en mis contactos con Presidentes a lo largo de los años, siempre en privado son críticos de la política estadounidense, no la comparten. Claro, no puedo hablar en estos momentos por los que están presidiendo América Latina, pero estoy seguro... ¡Es que no pueden compartir políticas que van en contra de los intereses de sus pueblos, de sus Estados, de sus naciones, de sus mismos intereses económicos!

En diciembre del año pasado, la Secretaria de Estado de los Estados Unidos, manifestó su preocupación por el acercamiento de Nicaragua a Irán, e incluso advirtió de las consecuencias que podría tener la alianza con ese país. ¿Cómo ha visto usted en lo particular, Nicaragua, esta advertencia?

Típica de los Estados Unidos. Es ahí donde yo insisto en que no ha cambiado la política del imperio, ¡es el imperio! No es la Secretaria de Estado la que está expresando su punto de vista, sino que es el imperio el que está estableciendo su decisión. Y esto lo conocemos nosotros desde el siglo antepasado, y conocemos esas notas, esos mensajes de los Estados Unidos que han significado en Nicaragua derrocamientos de Gobiernos, invasiones en Nicaragua.

Desde el siglo antepasado Nicaragua es invadida por esclavistas y expansionistas yanquis de los más conservadores, de los más reaccionarios; Nicaragua es invadida a comienzos del siglo pasado, por las tropas estadounidenses, ¡no es nada nuevo! O sea, no nos extraña, lo vemos como algo normal, nos extrañaría que no dijeran nada, eso es lo que nos extrañaría.

¿Ese tipo de advertencias son acompañadas de una presión en lo social, en lo político, en lo económico, o en este caso ha sido simplemente una advertencia, una opinión?

Hasta el momento ha sido una advertencia, como dicen ellos, una advertencia; no ha tenido una trascendencia más allá de lo que es la declaración.

También ha sido bastante polémico el paso que ha dado Nicaragua en su momento de apoyar la decisión de las Repúblicas Caucásicas de Abjasia y Osetia del Sur de declarar su independencia. Muchos pusieron en tela de juicio que esta fuera una medida que tuviera sentido para Nicaragua, se habló incluso de que era una medida exótica. ¿Cuáles fueron las justificaciones que en su momento le dieron a usted la base para creer que éste era un paso acertado?

Nuestros principios, nuestra naturaleza como pueblo, como nación, nuestro compromiso con la lucha por la independencia de todas las naciones, por pequeñas que sean, y el respeto que se merecen todas las naciones por pequeñas que sean.

Aquí mismo, en América Latina, nosotros seguimos librando la batalla por la independencia de Puerto Rico. Un pueblo, una nación que sigue batallando porque está ocupada por los Estados Unidos ¡en pleno Siglo XXI! Seguimos batallando porque el imperio inglés, lo que queda del imperio inglés, se retire de Las Malvinas, si se quiere es un pequeño territorio, pero ¡ideay! ¿sólo por eso vamos a dejar de luchar, vamos a renunciar a ello? ¡No! Simplemente, si es un territorio que pertenece a la nación argentina, debe retornar a la nación argentina. Igual el territorio de Guantánamo, en Cuba, es un pequeño territorio, chiquito el territorio, quizás será tan pequeño como Abjasia o como Osetia; pero pertenece a Cuba, a la soberanía cubana, y tiene que regresar a la soberanía cubana.

En este caso estamos hablando de dos pequeños pueblos que tienen su identidad, tienen su historia, y que se han manifestado, no una vez, en favor de su independencia. Nosotros no podíamos dudar, en ese momento, en reconocer la independencia de estos dos pueblos.

Y ahora que ha pasado un tiempo ¿sigue creyendo que ese fue el paso correcto?

Cada día que pasa me siento más convencido que fue el paso correcto... ¡claro que sí!

En esa oportunidad, cuando ocurrieron los acontecimientos en estas Repúblicas, Rusia, de alguna forma, no pudo mantener una postura neutral, por haberse visto directamente atacada por las fuerzas armadas georgianas, y ésta fue una razón para que algunos interpretaran la postura de Nicaragua como una manifestación de un apoyo a Rusia, ¿qué se puede decir en ese sentido? ¿Hasta qué punto la decisión de apoyar la Independencia de Osetia del Sur y de Abjasia ha influenciado en las relaciones con la Federación Rusa, si es que ha influenciado?

Hay que tomar en cuenta que las relaciones de Nicaragua con Rusia, son mucho antes de estos acontecimientos de Osetia y Abjasia; que nuestras relaciones fueron históricamente muy estrechas con la Unión Soviética y se desarrollaron a profundidad en todo el período de 1979 a 1990.

Yo diría que fueron relaciones extraordinariamente justas, ejemplo de lo que debe ser la relación entre los países desarrollados y los países en vías de desarrollo. Porque ahí se aplicó el principio del que tanto hablamos ahora, del comercio justo, del intercambio, de la complementariedad. Desgraciadamente se nos impuso la guerra, ¿y quién nos iba a dar armas a nosotros para defendernos si no era Rusia, la Unión Soviética? En este caso, ¿quién es el único que podía, en ese momento, optar por defender... defenderse por un lado porque estaba siendo atacado y defender la voluntad de esos pueblos? Rusia. De tal manera que en esta circunstancia la posición nuestra, lógicamente, lo que hace es retomar nuevamente lo que ya veníamos retomando con la Federación Rusa, es decir, retomar las relaciones históricas que hemos tenido con el pueblo ruso.

¿Y qué perspectivas ve usted para esta nueva etapa de las relaciones, porque realmente ha habido un período de alejamiento podríamos decir? Ahora cuando se están renovando las relaciones ¿qué perspectivas ve usted? 

Yo diría que ya tenemos resultados de estas relaciones... cooperación de parte de la Federación Rusa en beneficio del pueblo nicaragüense; la posibilidad de colocar productos nicaragüenses en el mercado ruso; inversiones de empresas rusas aquí en nuestro país. Por ejemplo de cacao, ya hay proyectos en este sentido, han venido inversionistas rusos a hacer los estudios correspondientes y poder, incluso, establecer una industria procesadora de cacao en nuestro país.

Están los productos de la carne, recientemente ha andado una misión rusa explorando la posibilidad de llevar carne de Nicaragua a Rusia, y ahí tenemos el canal, es un sueño el canal. Un canal sin Rusia no lo podemos imaginar en Nicaragua; un canal tiene que contar con la participación de Rusia y de la comunidad internacional indiscutiblemente, pero en primer lugar con la participación de Rusia; Venezuela, tiene esa plena disposición de participar en la construcción de un canal por Nicaragua, que es una obra que ha estado siempre en la agenda. Y ha sido, digamos, el gran pecado que ha tenido Nicaragua... las condiciones de un canal, ¿Por qué? Porque ese es el pecado frente a los Estados Unidos, y entonces Estados Unidos castiga a Nicaragua, porque quiere tener el control de cualquier paso por la región centroamericana.

Yo siento que las relaciones van avanzando en todos los campos; las visitas que hemos realizado a Moscú fueron muy importantes, todos los convenios que ahí se suscribieron y la forma en que viene avanzando la cooperación de la Federación Rusa con Nicaragua.

Con su permiso  me gustaría hacerle un par de preguntas un poco más, digamos, de carácter personal... Durante esta entrevista hemos hablado mucho de los cambios; ahora, uno no puede dejar de tomar en cuenta que usted es, por llamarlo de alguna forma, el heredero de una generación de revolucionarios con una visión muy definida, diría yo, de la política, de la vida en general. ¿Qué es lo que no ha cambiado? ¿Qué es lo que conserva usted de esa visión?

Considero que hay principios que tienen que ver lógicamente con los acontecimientos locales y los acontecimientos internacionales. Los principios, que nos dicen: bueno, mi compromiso es por promover tales transformaciones... El día que en Nicaragua desaparezca el analfabetismo ya no seguiremos hablando de lucha contra el analfabetismo; ni será una bandera a nivel internacional tampoco el día que en el mundo desaparezca el analfabetismo. Por lo tanto, mientras exista el analfabetismo ¡sigue siendo una bandera! la misma que teníamos en el 79. Sigue siendo una bandera.

La pobreza, la miseria, las grandes diferencias que existen en la economía global, donde se concentra la riqueza de unos pocos, naciones, países, y en esos países, en unos pocos; y se distribuye la pobreza en la inmensa mayoría de la población. Mientras exista pobreza, mientras existan desigualdades, tenemos que seguir luchando por la búsqueda de un camino que lleve hacia la igualdad entre los pueblos.

Ahora yo diría que se incorporan nuevos elementos en la agenda, que no estaban con esa fuerza en aquellos años. Por ejemplo, el tema del medio ambiente, es un tema que realmente ahora sí ha cobrado un lugar predominante, y se convierte en una bandera que tiene que estar a la par... Si queremos luchar contra la pobreza tenemos que luchar por defender el medio ambiente, por recuperar las zonas que han sido destruidas, por recuperar la fauna, la flora, etc.

Ahora luce bien claro que la lucha contra la pobreza tiene que ir acompañada de una defensa de la recuperación del medio ambiente, de una lucha contra la contaminación. Y ahí viene el debate sobre los Acuerdos de Kyoto; debate que resulta inconcluso en la última reunión que se llevó a cabo en Europa y que ahora se traslada a México. Mientras tanto, si queremos enfrentar el problema de la pobreza, sacar a nuestros pueblos de la pobreza, al mundo de la pobreza y del subdesarrollo, porque todos en eso coincidimos, por lo menos en palabras coincidimos... ¡hay que crear condiciones en el mundo! ¿Cómo? Descontaminándolo, porque de lo contrario, todos vamos a perecer. Así de sencillo... ¡vamos a perecer!

Son elementos nuevos que han ido surgiendo en la agenda global en la medida en que se toma conciencia de la gravedad de la situación, en la medida que la ciencia nos indica también la gravedad de la situación. No es una actitud antojadiza, sino que se deriva del análisis, de la información, de la ciencia, que nos dice con toda claridad que nos estamos envenenando y que hay que actuar, y que los que tienen que actuar en primer lugar son los países desarrollados, los que más contaminan, los Estados Unidos. ¡Y vuelven los Estados Unidos a la palestra! No es que queramos tenerlos en la palestra, sino que son ellos los que se ponen en la palestra, en contaminar y en negarse a establecer las regulaciones para bajar los niveles de contaminación.

Los derechos de la mujer, por ejemplo, hoy tienen una fuerza mucho mayor de la que tenían. Lógicamente en nuestra agenda, en nuestro programa estaban los derechos de la mujer, pero no en la magnitud que están ahora los derechos de la mujer en el mundo; los derechos de la juventud, los derechos de la niñez. Claro, en ese campo nosotros avanzamos mucho, pero hoy, son derechos que ya se toman con mucha mayor firmeza, hay una mayor conciencia sobre estos derechos. Sobre el respeto a la opción individual en cuanto al género, en cuanto a la opción individual, son elementos nuevos que están ahí; la no discriminación contra las personas por su opción personal son elementos nuevos que están en la agenda, y que no estaban, diría yo, hace unos cuantos años. Tenemos elementos nuevos en la agenda que enriquecen la lucha, pero que también nos hacen ver que todavía hay mucho camino que andar.

Usted pertenece a esa generación de románticos, también por decirlo de alguna forma, de los que quieren cambiar el mundo, o hablaron alguna vez de cambiar el mundo. Después de tanta experiencia, ahora frente a la responsabilidad, al desafío de encontrarse a cargo de su pueblo, una vez más. ¿Siente usted que conserva ese espíritu de aquel entonces o que ha cambiado en algo ese romanticismo, digamos?

Yo pienso que esa fuerza espiritual, digamos, que lo lleva a uno al romanticismo, esa fuerza es determinante para seguir batallando. Nosotros hemos pasado batallando un largo tiempo, una larga jornada, y esto solamente es posible cuando hay una fuerza interna, interior, que le ayuda a uno a soñar y a luchar para que esos sueños se conviertan en realidad... El regreso del Frente al Gobierno, es un sueño hecho realidad. Aquí había un montón de gente que juraba que el Frente nunca iba a regresar al Gobierno... ¡y mucho menos que yo regresara de nuevo a la Presidencia! Bueno, y después de 16 años duros regresamos al Gobierno.

¿Y qué es lo que nos da esa fuerza, esa fortaleza? Esa capacidad de soñar. ¿Y qué es lo que nos da la fortaleza para seguir desafiando la realidad? Porque la realidad es tremenda, es terrible... pero no podemos dejar de soñar. Yo creo que la humanidad no puede dejar de soñar, porque el día que deje de soñar ¡nos morimos!

Desde que usted empezó en la política realmente han pasado muchas cosas, muchos años duros, muchos golpes, supongo que muchas desilusiones. ¿Qué es lo que le permite seguir firme en sus convicciones? ¿Qué es lo que le permite seguir con esa capacidad de soñar, como dice usted? 
Quizás el hecho de que ha sido toda una vida, ¡desde muchacho! desde muchacho empecé esta batalla. A los 14 años fue la primera vez que conocí la cárcel y había una continuidad, y cada día que pasa, sencillamente, uno se va comprometiendo más, ¿con quiénes? Con los que van cayendo en el camino. ¿Cuántos compañeros y compañeras han caído en la batalla? ¡Miles han caído en la batalla!

Entonces hay un compromiso de sangre, con la sangre derramada, ¡sangre santa! Y eso es lo que a uno lo mueve; y con esa gente que sigue confiando en el Frente, que sigue confiando en nosotros; esa gente que encontramos en la calle vive llena de esperanza en medio de la pobreza, en medio de la miseria. Eso nos llena de más compromiso y de más fortaleza para continuar batallando.

Una última pregunta... Si tuviera la posibilidad de hacerlo, ¿qué cree usted que diría hoy Sandino viendo lo que está pasando en Nicaragua?

Yo creo que Sandino estaría batallando, y diría: ¡hay que continuar la batalla! Y Sandino estaría haciendo la misma reflexión que hizo cuando los yanquis se retiraron de Nicaragua. Porque los yanquis no logran derrotar a Sandino, y se tienen que retirar; se retiran en enero del año 33 del siglo pasado y dejan organizada la trampa para asesinar a Sandino utilizando a Somoza.

Pero cuando los yanquis se retiran de Nicaragua, Sandino da una entrevista y le preguntan sobre, ¿qué va a hacer ahora que se han retirado los yanquis? Y el objetivo de Sandino había sido bien claro: "yo lucho para que se retiren los yanquis de Nicaragua". Entonces, Sandino reflexiona: "ahora la lucha es más dura, es más difícil, porque estamos enfrentados a un enemigo que el pueblo no lo ve, ni lo siente, como la intervención yanqui".

Y es lo que pasa ahora, estamos enfrentados a un enemigo que el pueblo no lo ve, en cuanto a que ese enemigo lo esté reprimiendo, lo esté asesinando, torturando, como lo hacían los yanquis o lo hacía Somoza; sino que el enemigo está penetrando ¿cómo? a través de la política del consumo, a través de los grandes medios de comunicación... ¡ahí está la penetración del enemigo! Esta es una batalla bien compleja, bien difícil, que demanda de un alto grado de conciencia y de ahí la importancia en este siglo de la lucha. La lucha con el pensamiento, con las ideas, se convierte en una batalla de primer orden.

La lucha con los medios de comunicación, como herramienta que también nosotros tenemos a nuestra disposición, es cierto; el enemigo los tiene y es poderoso, pero los pueblos ahora también pueden acceder a esos medios de comunicación, sobre todo a las redes de comunicación que se han popularizado, los pueblos pueden acceder a ese tipo de medios. Más difícil que los pueblos puedan acceder a los grandes medios de comunicación, ya sabemos. Aquí, gracias a Dios, tenemos la suerte de contar con algunos medios de comunicación, el pueblo tiene la oportunidad de contar con algunos medios de comunicación. Pero yo pienso que eso es lo que diría Sandino.

Pero diría desde el punto de vista, como una evaluación de lo que ha pasado, de lo que han hecho en estos años, ¿qué diría? ¿estaría orgulloso, estaría enojado, estaría conforme? ¿Cuál sería su evaluación?

Viendo su reacción al momento que se retiran las tropas yanquis, que es una gran victoria, pero él no entra en la euforia, no se conforma, sino que dice: "ahora el peligro es mayor..." Entonces yo estoy seguro de que el hecho de que su bandera haya sido levantada de nuevo por el Frente Sandinista, que con su bandera se ha logrado derrotar a la dictadura de Somoza y la dominación yanqui, tal y como estaba establecida entonces; que con su bandera hayamos logrado retomar el poder... eso le llenaría de orgullo, porque diría: sigo dando la batalla. Pero diría también: "ahora la situación es más difícil, la batalla es más compleja".


Y un consejo que daría... ¿qué cree? Si pudiera darle un consejo ahora, en esas circunstancias, Sandino a su pueblo, ¿qué consejo daría? 

Yo creo que Sandino habla permanentemente al pueblo de Nicaragua, y Sandino tenía una frase, unas expresiones, de que cuando él estuviese muerto, ahí "iban a llegar las hormiguitas a hablarle", es decir, el pueblo; y yo diría que el pueblo vive en permanente comunicación con Sandino. Y Sandino es el que nos dice todos los días a nosotros que tenemos que seguir adelante; y de ahí que tenemos ese grito... ¡Sandino vive, la lucha sigue! Ese es un grito que está ahí, junto al grito de ¡Patria y libertad! junto al grito de ¡Patria libre o morir! que nos dejó Sandino. Junto al grito de que... ¡Vamos hacia el sol de la libertad o hacia la muerte! ¡Y que si morimos, otros nos seguirán!

Junto a todos esos gritos, está ese grito de lucha permanente... Sandino es la lucha del pueblo; Sandino lo que hizo fue encarnar la lucha del pueblo nicaragüense. Yo diría que esa es la trascendencia histórica de Sandino, fue una lucha que venía acumulada por años... lucha contra el imperio inglés, contra el imperio yanqui, lucha contra el imperio alemán, todos estos imperios hicieron averías en Nicaragua... ¡atropellaron la soberanía nicaragüense! Sandino logra encarnar esa lucha porque frente a esas agresiones siempre se produjo la resistencia del pueblo nicaragüense. Sandino logró encarnar esa lucha, darle cuerpo, darle alma, darle pensamiento, convertirlo en programa. Eso quedó como una herramienta, como una fuerza moral del pueblo nicaragüense.

Muchísimas gracias por haber estado hoy con nosotros.

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