lunes, 23 de agosto de 2010
A siete meses y el Lobo no encuentra rumbo
Nuestra Palabra
Ya pasaron casi siete meses y el régimen de Lobo Sosa, aún no encuentra la fórmula para sacar al país del pantano al que lo llevaron los políticos y empresarios corruptos. Los pronósticos que se hicieron desde los diversos sectores en resistencia se están cumpliendo al pie de la letra. Afirmaron que sería un gobierno débil, por no contar con respaldo popular, que iba dedicar por lo menos su primer año de gobierno en la búsqueda de reconocimiento internacional y que no cuenta con los recursos para sacar a flote todo el aparato gubernamental.
Sin embargo se pensó que con la crisis generada por el golpe de Estado, los políticos asumirían una conducta más responsable, en especial los miembros del gabinete de Pepe Lobo, pero ha sorprendido como los ministros siguen comportándose como si en el país no ha pasado nada. Hace unas semanas se conoció que en pleno consejo de ministros, estos funcionarios hacían changoneta con los enfermos de dengue. Decían que habían tenido mes y medio de vacaciones ya que el pueblo entero estaba entretenido atendiendo el dengue y que el único que había trabajado durante ese tiempo era el ministro de salud.
Los principales problemas de Lobo Sosa no se agotan en las inmoralidades de su gabinete, sino un gobierno que no gobierna nada, no resuelve la conflictividad, no define las coordenadas por donde debe ir el país. A estas alturas de su mandato los que deciden son el reducido grupo de familias que controla la banca, la agroindustria, el turismo, la maquila y el crimen organizado.
Por los niveles de conflictividad es casi imposible pensar que Lobo Sosa hará gobierno sólo con la búsqueda del reconocimiento internacional, con el discurso del humanismo cristiano y de reconciliación nacional, a estas alturas no hay Comisión de la Verdad que valga, ni emergencias, ni bonos que sean suficientes para gobernar.
A estas alturas es necesario que Lobo Sosa convoque a todos los sectores de la sociedad, en especial a los sectores en resistencia, a un diálogo donde no hayan dobles discursos, sino a un diálogo donde se analicen las verdaderas precariedades del país, y todas las tareas que se deben impulsar en materia de corrupción, impunidad, en materia de respeto a los Derechos Humanos, en educación, en salud, en materia fiscal, en vulnerabilidad ambiental, y así evitar que continúe profundizándose esta ingobernabilidad.
En este momento no hay otro camino, la gobernabilidad sólo será posible si se escucha y se trabaja junto a los sectores marginados y empobrecidos, que son la mayoría en el país. La clase política hondureña debe entender que el tiempo de gobernar con la fórmula de ganancias para unos pocos llegó a su fin. Bien claro lo dice el popular refrán “tanto va el cántaro al agua que acaba por romperlo” y entonces será demasiado tarde para todos.
Ya pasaron casi siete meses y el régimen de Lobo Sosa, aún no encuentra la fórmula para sacar al país del pantano al que lo llevaron los políticos y empresarios corruptos. Los pronósticos que se hicieron desde los diversos sectores en resistencia se están cumpliendo al pie de la letra. Afirmaron que sería un gobierno débil, por no contar con respaldo popular, que iba dedicar por lo menos su primer año de gobierno en la búsqueda de reconocimiento internacional y que no cuenta con los recursos para sacar a flote todo el aparato gubernamental.
Sin embargo se pensó que con la crisis generada por el golpe de Estado, los políticos asumirían una conducta más responsable, en especial los miembros del gabinete de Pepe Lobo, pero ha sorprendido como los ministros siguen comportándose como si en el país no ha pasado nada. Hace unas semanas se conoció que en pleno consejo de ministros, estos funcionarios hacían changoneta con los enfermos de dengue. Decían que habían tenido mes y medio de vacaciones ya que el pueblo entero estaba entretenido atendiendo el dengue y que el único que había trabajado durante ese tiempo era el ministro de salud.
Los principales problemas de Lobo Sosa no se agotan en las inmoralidades de su gabinete, sino un gobierno que no gobierna nada, no resuelve la conflictividad, no define las coordenadas por donde debe ir el país. A estas alturas de su mandato los que deciden son el reducido grupo de familias que controla la banca, la agroindustria, el turismo, la maquila y el crimen organizado.
Por los niveles de conflictividad es casi imposible pensar que Lobo Sosa hará gobierno sólo con la búsqueda del reconocimiento internacional, con el discurso del humanismo cristiano y de reconciliación nacional, a estas alturas no hay Comisión de la Verdad que valga, ni emergencias, ni bonos que sean suficientes para gobernar.
A estas alturas es necesario que Lobo Sosa convoque a todos los sectores de la sociedad, en especial a los sectores en resistencia, a un diálogo donde no hayan dobles discursos, sino a un diálogo donde se analicen las verdaderas precariedades del país, y todas las tareas que se deben impulsar en materia de corrupción, impunidad, en materia de respeto a los Derechos Humanos, en educación, en salud, en materia fiscal, en vulnerabilidad ambiental, y así evitar que continúe profundizándose esta ingobernabilidad.
En este momento no hay otro camino, la gobernabilidad sólo será posible si se escucha y se trabaja junto a los sectores marginados y empobrecidos, que son la mayoría en el país. La clase política hondureña debe entender que el tiempo de gobernar con la fórmula de ganancias para unos pocos llegó a su fin. Bien claro lo dice el popular refrán “tanto va el cántaro al agua que acaba por romperlo” y entonces será demasiado tarde para todos.
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