jueves, 12 de agosto de 2010
Memorando al presidente de EE.UU. de antiguos oficiales de los servicios de inteligencia
Global Research
Le escribimos para alertarle sobre la probabilidad de que Israel podría atacar a Irán ya durante este mes. Eso probablemente conduciría a una guerra más amplia.
Los dirigentes de Israel calcularían que una vez iniciada la batalla, una política en la que usted dé algo menos que un generoso apoyo a Israel será insostenible, no importa cómo haya comenzado la guerra, y que entonces tropas y armamentos estadounidenses fluirán libremente. Una guerra más amplia podría terminar en última instancia en la destrucción del Estado de Israel.
Esto puede evitarse, pero sólo si usted actúa rápidamente para impedir un ataque israelí, condenando públicamente un acto semejante antes de que suceda.
Creemos que comentarios de altos responsables estadounidenses, incluyendo los suyos, reflejan una confianza mal colocada en el primer ministro israelí [Benjamin] Netanyahu.
En realidad, la expresión en sí puede ser reveladora, como cuando el director de la CIA, Panetta, señaló displicentemente que Washington deja que los israelíes decidan si atacan a Irán y cuándo, y cuánto “espacio” se deja al esfuerzo diplomático.
El 27 de junio, Panetta dijo a Jake Tapper de ABC: “Pienso que están dispuestos a darnos el espacio para intentar cambiar a Irán diplomáticamente… en lugar de cambiarlo mediante medios militares”.
De la misma manera, el tono que usted utilizó al referirse a Netanyahu y a su persona en su entrevista del 7 de julio con la televisión israelí estuvo claramente en desarmonía con décadas de historia deplorable con los dirigentes israelíes.
“Ninguno de nosotros trata de sorprender al otro”, dijo usted, “y pienso que el primer ministro Netanyahu está comprometido con esa actitud”. Tal vez convenga que usted pida al vicepresidente Biden que le recuerde el tipo de sorpresas que encontró en Israel.
Los ataques por la espalda han sido hace tiempo una flecha en el carcaj de Israel. Durante la crisis emergente en Oriente Próximo en la primavera de 1967, algunos de nosotros presenciamos de cerca una avalancha de sorpresas y engaños israelíes, cuando predecesores de Netanyahu simularon miedo de un inminente ataque árabe como justificación para iniciar una guerra a fin de apoderarse de territorios árabes y ocuparlos.
Hace tiempo habíamos concluido que Israel había estado exagerando la “amenaza” árabe mucho antes de 1982 cuando el ex primer ministro israelí Menachem Begin confesó públicamente:
“En junio de 1967, teníamos una alternativa. Las concentraciones del ejército egipcio en las cercanías del Sinaí no probaban que [el presidente egipcio] Nasser estaba realmente a punto de atacarnos. Debemos ser honestos con nosotros mismos. Decidimos atacarlo”.
Israel, en los hechos, se había preparado bien en lo militar, y también había organizado provocaciones contra sus vecinos, a fin de provocar una reacción que pudiera utilizarse para justificar la expansión de sus fronteras.
Ante este historial, sería bueno encarar con un escepticismo adecuado cualesquiera garantías privadas que Netanyahu haya podido dar de que Israel no lo sorprenderá con un ataque contra Irán.
Los cálculos de Netanyahu
Netanyahu cree que tiene las cartas altas, en gran parte debido al fuerte apoyo del que goza en nuestro Congreso y de nuestros medios enérgicamente pro israelíes. Interpreta nuestra renuencia a llegar a mencionar públicamente temas bilaterales controvertidos durante su reciente visita como afirmación de que está bien ubicado en la relación.
Durante años electorales en EE.UU. (incluyendo las elecciones a mitad de período), los dirigentes israelíes se muestran particularmente confiados en el poder que ellos y el lobby del Likud poseen en la escena política estadounidense.
El actual primer ministro aprendió mucho de Menachem Begin y Ariel Sharon.
La actitud de Netanyahu se hace patente en un vídeo grabado hace nueve años y mostrado en la televisión israelí, en el que alardeó de cómo engañó al presidente Clinton para que creyera que él (Netanyahu) estaba ayudando a implementar los acuerdos de Oslo, en circunstancias en las que en realidad los estaba destruyendo.
El vídeo muestra una actitud despectiva hacia –y su asombro ante– un EE.UU. tan fácilmente influenciado por Israel. Netanyahu dice:
“EE.UU. puede ser dirigido con facilidad. Dirigido en la dirección correcta… No se interpondrá en nuestro camino… Un ochenta por ciento de los estadounidenses nos apoya. Es absurdo”.
El columnista israelí Gideon Levy escribió que el vídeo muestra que Netanyahu es un “estafador… que piensa que tiene a Washington en el bolsillo y que puede engañarlo”, y agrega que una conducta semejante “no cambia con el pasar de los años”.
Como hemos mencionado anteriormente, Netanyahu ha tenido modelos de conducta instructivos.
Ni más ni menos que el general Brent Scowcroft dijo al Financial Times que el ex primer ministro israelí Ariel Sharon había “hipnotizado” a George W. Bush; que Sharon “hacía con él lo que le daba la gana”.
(Scowcroft fue rápidamente relevado de sus tareas como jefe del prestigioso Consejo de Asesoría de Inteligencia Exterior del presidente y se le dijo que no volviera a dejarse ver nunca en el umbral de la Casa Blanca).
Si se necesitara otra prueba del apoyo político estadounidense para Netanyahu, éste fue manifiesto cuando los senadores McCain, Lieberman, y Graham visitaron Israel durante la segunda semana de julio.
Lieberman afirmó que existe amplio apoyo en el Congreso para utilizar todos los medios para impedir que Irán se convierta en una potencia nuclear, incluso “mediante acciones militares si es necesario”. Graham también fue explícito: “El Congreso respalda a Israel”, dijo.
Hace poco, 47 republicanos de la Cámara de Representante firmaron H.R. 1553 declarando su “apoyo al derecho de Israel a utilizar todos los medios necesarios para enfrentar y eliminar amenazas nucleares planteadas por Irán… incluyendo el uso de fuerza militar”.
El poder del lobby del Likud, especialmente en un año electoral, facilita los intentos de Netanyahu de convencer a los pocos entre sus colegas que necesitan ser convencidos de que posiblemente no vuelva a haber un momento más propicio para producir un “cambio de régimen” en Teherán.
Y, como esperamos que sus asesores se lo habrán dicho, el cambio de régimen, no armas nucleares iraníes, constituye el interés primordial de Israel.
Si el pretendido temor de Israel de que una o dos armas nucleares en el arsenal de Irán puedan cambiar las reglas del juego, se habría podido esperar que los dirigentes israelíes saltaran de alegría ante la posibilidad de que la mitad del uranio poco enriquecido de Irán se envíe al extranjero.
Pero descartaron como un “truco” el acuerdo tripartito mediado por Turquía y Brasil, alentado personalmente por usted, que habría enviado la mitad del uranio poco enriquecido de Irán fuera del control de Teherán.
El Estimado Nacional de Inteligencia (NIE)
Los israelíes han estado observando atentamente los intentos de la comunidad de la inteligencia de EE.UU. de actualizar, en un “Memorando a los titulares”, el NIE de noviembre de 2007 sobre el programa nuclear de Irán. Vale la pena citar un par de las estimaciones esenciales de ese Estimado:
“Vemos con mucha confianza que en el otoño de 2003 Teherán detuvo su programa de armas nucleares… Evaluamos con una confianza moderada que Teherán no ha reiniciado su programa nuclear a mediados de 2007, pero no sabemos si actualmente se propone desarrollar armas nucleares…”
Antes este año, el testimonio público ante el Congreso del ex director de inteligencia nacional Dennis Blair (1 y 2 de febrero) y del director de la Agencia de Inteligencia de la Defensa, general Ronald Burgess con el vicepresidente el Estado Mayor Conjunto, general James Cartwright (14 de abril) no alteró esos cálculos cruciales.
Blair y otros siguieron subrayando el agnosticismo de la comunidad de la inteligencia respecto a un punto esencial. Como Blair dijo antes este año: “No sabemos si Irán terminará por decidir la construcción un arma nuclear”.
Los medios han informado de comentarios informales de Panetta y de su persona, con una evaluación más sombría –y que usted dijo a la televisión israelí: “…todos los indicadores sseñalan que ellos [los iraníes] efectivamente buscan un arma nuclear;” y que Panetta dijo a ABC: “Pienso que sigue trabajando en diseños en esa área [de armas nucleares]”.
Panetta se apresuró a agregar, sin embargo, que en Teherán: “Hay un continuo debate ahora mismo sobre si se debería o no seguir adelante con la bomba”.
Es probable que Israel crea que debe otorgar más peso al testimonio oficial de Blair, Burgess y Cartwright, que concuerdan con el anterior NIE, y los israelíes temen que el tan retrasado Memorando a los titulares del NIE 2007 confirme esencialmente las opiniones cruciales del Estimado.
Nuestras fuentes nos dicen que es probable que un Memorando a los titulares honesto haga precisamente eso, y que sospechan que el retraso de varios meses significa que las evaluaciones de inteligencia están siendo “ajustadas” a la política –como fue el caso antes del ataque contra Iraq.
Una guerra impedida
Las evaluaciones cruciales del NIE de noviembre de 2007 fastidiaron los planes del gigante destructor dirigido por Dick Cheney que avanzaba hacia la guerra contra Irán. El NIE enfureció a los dirigentes de Israel ansiosos de atacar antes que el presidente Bush y el vicepresidente Cheney dejaran el poder. Esta vez, Netanyahu teme que la emisión de un Memorando honesto pueda tener un efecto similar.
En resumidas cuentas: más incentivo para Israel para evitar un Estimado semejante mediante un ataque a Irán lo antes posible.
El anuncio de la semana pasada de que funcionarios estadounidenses se reunirán el próximo mes con sus homólogos iraníes para reanudar conversaciones sobre maneras de organizar el enriquecimiento de uranio poco enriquecido iraní para el reactor de investigación médica de Teherán fue una buena noticia para todos con la excepción de los dirigentes israelíes.
Además, se informa que Irán ha dicho que estaría dispuesto a detener el enriquecimiento a un 20% (el nivel necesitado para el reactor de investigación médica), y ha dejado claro que desea reanudar las conversaciones.
De nuevo, un acuerdo que envíe una gran parte del uranio poco enriquecido de Irán al extranjero dificultaría, por lo menos, el progreso hacia armas nucleares si Irán decidiera desarrollarlas. Pero también debilitaría considerablemente la justificación más aterradora de Israel para un ataque a Irán.
En resumidas cuentas: ahora que se programa la reanudación en septiembre de conversaciones que los dirigentes de Israel calificaron anteriormente de “truco”, aumenta el incentivo en Tel Aviv para que los israelíes ataquen antes de que se puede llegar a tal acuerdo.
Volvamos a decirlo: el objetivo israelí es el cambio de régimen. La creación de un temor sintético a armas nucleares iraníes es simplemente el mejor camino para “justificar” la realización de un cambio de régimen. Dio buenos resultados en Iraq, ¿no es cierto?
Otra guerra que hay que impedir
Es muy probable que una enérgica declaración pública suya, advirtiendo personalmente a Israel de que no ataque a Irán bloquearía una acción israelí semejante. Una segunda etapa podría incluir el envío del almirante Mullen a Tel Aviv con instrucciones de militar a militar a Israel que digan: Ni siquiera piensen en hacerlo.
Después del NIE de 2007, el presidente Bush se impuso sobre el vicepresidente Cheney y envió al almirante Mullen a Israel para transmitir ese duro mensaje. Esa primavera, Mullen volvió a casa muy tranquilizado, seguro y agradecido de haber evitado la probabilidad de tener que ejecutar una orden inspirada por Cheney de enviar fuerzas estadounidenses a una guerra contra Irán.
Esta vez, Mullen volvió nervioso de una visita a Israel en febrero de 2010. Desde entonces se ha estado preocupando a voces de que Israel pueda llegar a enredar a EE.UU. en una guerra contra Irán, aunque agrega la garantía obligatoria de que el Pentágono tiene un plan de ataque para Irán, por si fuera necesario.
En contraste con su experiencia en 2008, sin embargo, Mullen parece inquieto de que los dirigentes no hayan tomado en serio sus advertencias.
Mientras estaba en Israel, Mullen insistió públicamente en que un ataque contra Irán sería un “problema grande, grande, grande para todos nosotros, y me preocupan mucho las consecuencias imprevistas”.
Después de su retorno, en una conferencia de prensa en el Pentágono el 22 de febrero, Mullen dio a entender el mismo punto. Después de recitar el mismo texto manido de que Irán “está en camino de lograr armas nucleares” y su “deseo de dominar a sus vecinos”, incluyó lo siguiente en sus observaciones preparadas:
“Por ahora, las palancas diplomática y económica del poder internacional son y deberían ser las primeras a utilizar. Por cierto, espero que se utilicen siempre y consecuentemente. Ningún ataque, por efectivo que sea, será, de por sí, decisivo”.
A diferencia de generales más jóvenes –David Petraeus, por ejemplo– el almirante Mullen sirvió en la Guerra de Vietnam. Esa experiencia es probablemente lo que causa digresiones como ésta: “Quisiera recordar a todos una verdad esencial: La guerra es sangrienta y desigual. Es sucia y fea e increíblemente derrochadora…”
Aunque el contexto inmediato para esa observación fue Afganistán, Mullen ha subrayado una y otra vez que una guerra contra Irán sería un desastre mucho mayor. Los que tienen un cierto grado de familiaridad con los valores militares, estratégicos y económicos en juego saben que tiene razón.
Otros pasos
En 2008, después que Mullen leyó la cartilla a los israelíes, éstos dejaron de lado sus planes preventivos contra Irán. Habiendo cumplido esa misión, Mullen consideró seriamente maneras de impedir cualquier incidente no intencionado (o, en realidad, deliberadamente provocado) en el concurrido Golfo Pérsico que pueda conducir a hostilidades más amplias.
Mullen lanzó un interesante balón de prueba en una conferencia de prensa del 2 de julio de 2008, cuando indicó que el diálogo entre militares podría “aumentar el entendimiento” entre EE.UU. e Irán. Pero no se supo nada más de esta proposición, probablemente porque Cheney le ordenó que la abandonara.
Fue una buena idea –y lo sigue siendo. El peligro de una confrontación entre EE.UU. e Irán en el concurrido Golfo Pérsico no se ha encarado y debería hacerse. El establecimiento de un vínculo directo de comunicaciones entre altos responsables militares en Washington y Teherán reduciría el peligro de un accidente, error de cálculo, o un ataque encubierto de bandera falsa.
A nuestro juicio, esto debería tener lugar de inmediato –en particular porque las sanciones recientemente introducidas reivindican un derecho a inspeccionar barcos iraníes. Se informa de que el comandante naval de los Guardias Revolucionarios Iraníes ha amenazado con “una respuesta en el Golfo Pérsico y en el Estrecho de Ormuz” si alguien trata de inspeccionar barcos iraníes en aguas internacionales.
Otra válvula de seguridad resultaría de una negociación exitosa de algo como el protocolo de “incidentes en alta mar”, concluido con los rusos en 1972 durante un período de tensión relativamente alta.
Con sólo unos don nadie interinos a cargo de la comunidad de la inteligencia, usted tal vez podría considerar la posibilidad de darle una buena lección e insistir en que termine un honesto Memorando a los titulares del NIE de 2007 a mediados de agosto –mencionando cualquier desacuerdo, cuando sea necesario.
Lamentablemente, nuestros antiguos colegas nos dicen que la politización de los análisis de inteligencia no terminó con la partida de Bush y Cheney… y que el problema es agudo incluso en la Oficina de Inteligencia e Investigación del Departamento de Estado, que en el pasado ha hecho algunos de los mejores análisis profesionales, objetivos y francos.
Eruditos, think tanks: no entienden de qué se trata
Como habrá observado, la mayor parte de la sección Outlook del Washington Post del domingo se dedicó a un artículo intitulado: “Un Irán nuclear, ¿atacaría EE.UU. para impedirlo? –Imaginando la reacción de Obama a una crisis de misiles iraníes”.
La página cinco estaba dominada por el resto del artículo con el título: “¿Quién parpadeará primero cuando Irán esté al borde?”
Una foto a todo lo ancho de la página de un misil que pasa frente a dignatarios iraníes en el pódium (reminiscente de los familiares desfiles en la Plaza Roja) apunta a la página del medio de la sección de Outlook, como si fuera a hacerla añicos.
Típicamente, los autores encaran la “amenaza” iraní como si amenazara a EE.UU., a pesar de que la secretaria Clinton ha declarado públicamente que no es así. Escriben que una opción para EE.UU. es “el camino solitario, impopular, de emprender una acción militar que carece de consenso aliado”. ¡O Tempora, O Mores!
En menos de una década, las guerras de agresión sólo se han convertido en caminos solitarios, impopulares.
Lo que tal vez sea lo más notable, sin embargo, es que en ninguna parte se encuentra la palabra Israel en ese artículo muy largo. Artículos de opinión semejantes, incluyendo algunos de think tanks relativamente progresistas, también encaran estos temas como si se tratara simplemente de problemas bilaterales entre EE.UU. e Irán, con poca o ninguna atención a Israel.
¿Cañones de agosto?
Hay demasiado en juego. El comienzo de hostilidades podría tener inmensas repercusiones. De nuevo esperamos que el almirante Mullen y otros le habrán dado informaciones exhaustivas al respecto.
Netanyahu emprendería una jugada fatídica al atacar Irán, con grandes riesgos para todos los involucrados. El peor de los casos, que no deja de ser concebible, es que Netanyahu represente –sin quererlo– el papel del “doctor muerte” para el Estado de Israel.
Incluso si EE.UU. fuera arrastrado a una guerra provocada por Israel, no hay la menor garantía de que esa guerra tenga buenos resultados.
Si EE.UU. sufriera considerables bajas, y si los estadounidenses tomaran conciencia de que esas víctimas fueron causadas por exageradas afirmaciones israelíes sobre una amenaza nuclear de Irán, Israel perdería gran parte de su alta estima en EE.UU.
Podría haber un aumento del antisemitismo cuando los estadounidenses lleguen a la conclusión de que funcionarios con dobles lealtades en el Congreso y en el poder ejecutivo lanzaron a nuestros soldados a una guerra provocada, bajo falsos pretextos, por likudniks en función de sus propios propósitos egoístas.
No tenemos la impresión de que los principales protagonistas en Tel Aviv o Washington estén suficientemente sensibilizados en estos factores críticos.
Usted está en condiciones de impedir esta aciaga, pero probable, reacción en cadena. Pensamos que es posible que una acción militar israelí no resulte en una gran guerra regional, pero consideramos que esta última es más bien probable.
Nota al pie – La experiencia de los veteranos de la inteligencia
Nosotros, los profesionales veteranos de la inteligencia por la cordura (VIPS), nos hemos visto antes en esta posición. Preparamos nuestro primer Memorando para el Presidente en la tarde del 5 de febrero de 2003, después del discurso de Colin Powell en las Naciones Unidas.
Habíamos observado cómo se corrompía nuestra profesión para que presentara inteligencia falsa, que después fue criticada (correctamente) como “no corroborada, refutada e inexistente” – adjetivos utilizados por el ex presidente del Comité de Inteligencia del Senado, Jay Rockefeller, después de cinco años de investigación por su comité.
Cuando habló Powell decidimos colectivamente que nuestra acción responsable debía ser advertir al presidente antes de que actuara sobre la base de información equivocada para atacar a Iraq. A diferencia de Powell, no afirmamos que nuestro análisis era “irrefutable e innegable”. Concluimos con la siguiente advertencia:
“Después de ver hoy al secretario Powell, estamos convencidos que le convendría ampliar la discusión… más allá del círculo de esos consejeros que están obviamente inclinados a favor de una guerra para la cual no vemos ningún motivo imperativo y que creemos que sus consecuencias no intencionadas probablemente serían catastróficas”.
http://www.afterdowningstreet.org/downloads/vipstwelve.pdf
No nos causa satisfacción que hayamos tenido razón respecto a Iraq. Otros que se basaron en más experiencia inmediata sobre Iraq emitieron advertencias similares. Pero nos mantuvieron muy lejos de las trincheras creadas por Bush y Cheney.
Desgraciadamente su propio vicepresidente, que entonces era presidente del Comité de Asuntos Exteriores del Senado, fue uno de los más asiduos en el bloqueo de oportunidades para que se escucharan voces discrepantes. Esto forma parte de lo que produjo el peor desastre de política exterior en la historia de nuestra nación.
Ahora creemos que también podemos tener razón respecto a (y directamente al borde de) otra inminente catástrofe de un alcance aún mayor –Irán– en la cual otro presidente, usted, no recibe buenos consejos de su círculo cerrado de asesores.
Probablemente le estén diciendo que, ya que usted ha aconsejado en privado al primer ministro Netanyahu que no ataque Irán, él no lo hará. Esto podría ser simplemente el síndrome familiar de decir al presidente lo que ellos piensan que quiere oír.
Póngalos a prueba: dígales que otros creen que están totalmente equivocados sobre Netanyahu. Lo único positivo al respecto es que usted –sólo usted– puede impedir un ataque israelí contra Irán.
Grupo directivo, Veteran Intelligence Professionals for Sanity (VIPS)
Ray Close, Directorado de Operaciones, División Oriente Próximo, CIA (26 años)
Phil Giraldi, Directorado de Operaciones, CIA (20 años)
Larry Johnson, Directorado de Inteligencia, CIA; Departamento de Estado, consultor del Departamento de Defensa (24 años)
W. Patrick Lang, coronel de Fuerzas Especiales de EE.UU. (en retiro); Oficial de Inteligencia de la Defensa para Oriente Próximo/Asia del Sur; director de Recolección de HUMINT, Agencia de Inteligencia de la Defensa (30 años)
Ray McGovern, oficial de Inteligencia del Ejército de EE.UU., Directorado de Inteligencia de la CIA (30 años)
Coleen Rowley, agente especial y abogado de la División Minneapolis del FBI (24 años)
Ann Wright, coronel, Reserva del Ejército de EE.UU. (en retiro), 29 años; Oficial de Servicio Exterior, Departamento de Estado, (16 años)
consortiumnews.com
© Copyright Veteran Intelligence Professionals for Sanity, consortiumnews.com, 2010
Le escribimos para alertarle sobre la probabilidad de que Israel podría atacar a Irán ya durante este mes. Eso probablemente conduciría a una guerra más amplia.
Los dirigentes de Israel calcularían que una vez iniciada la batalla, una política en la que usted dé algo menos que un generoso apoyo a Israel será insostenible, no importa cómo haya comenzado la guerra, y que entonces tropas y armamentos estadounidenses fluirán libremente. Una guerra más amplia podría terminar en última instancia en la destrucción del Estado de Israel.
Esto puede evitarse, pero sólo si usted actúa rápidamente para impedir un ataque israelí, condenando públicamente un acto semejante antes de que suceda.
Creemos que comentarios de altos responsables estadounidenses, incluyendo los suyos, reflejan una confianza mal colocada en el primer ministro israelí [Benjamin] Netanyahu.
En realidad, la expresión en sí puede ser reveladora, como cuando el director de la CIA, Panetta, señaló displicentemente que Washington deja que los israelíes decidan si atacan a Irán y cuándo, y cuánto “espacio” se deja al esfuerzo diplomático.
El 27 de junio, Panetta dijo a Jake Tapper de ABC: “Pienso que están dispuestos a darnos el espacio para intentar cambiar a Irán diplomáticamente… en lugar de cambiarlo mediante medios militares”.
De la misma manera, el tono que usted utilizó al referirse a Netanyahu y a su persona en su entrevista del 7 de julio con la televisión israelí estuvo claramente en desarmonía con décadas de historia deplorable con los dirigentes israelíes.
“Ninguno de nosotros trata de sorprender al otro”, dijo usted, “y pienso que el primer ministro Netanyahu está comprometido con esa actitud”. Tal vez convenga que usted pida al vicepresidente Biden que le recuerde el tipo de sorpresas que encontró en Israel.
Los ataques por la espalda han sido hace tiempo una flecha en el carcaj de Israel. Durante la crisis emergente en Oriente Próximo en la primavera de 1967, algunos de nosotros presenciamos de cerca una avalancha de sorpresas y engaños israelíes, cuando predecesores de Netanyahu simularon miedo de un inminente ataque árabe como justificación para iniciar una guerra a fin de apoderarse de territorios árabes y ocuparlos.
Hace tiempo habíamos concluido que Israel había estado exagerando la “amenaza” árabe mucho antes de 1982 cuando el ex primer ministro israelí Menachem Begin confesó públicamente:
“En junio de 1967, teníamos una alternativa. Las concentraciones del ejército egipcio en las cercanías del Sinaí no probaban que [el presidente egipcio] Nasser estaba realmente a punto de atacarnos. Debemos ser honestos con nosotros mismos. Decidimos atacarlo”.
Israel, en los hechos, se había preparado bien en lo militar, y también había organizado provocaciones contra sus vecinos, a fin de provocar una reacción que pudiera utilizarse para justificar la expansión de sus fronteras.
Ante este historial, sería bueno encarar con un escepticismo adecuado cualesquiera garantías privadas que Netanyahu haya podido dar de que Israel no lo sorprenderá con un ataque contra Irán.
Los cálculos de Netanyahu
Netanyahu cree que tiene las cartas altas, en gran parte debido al fuerte apoyo del que goza en nuestro Congreso y de nuestros medios enérgicamente pro israelíes. Interpreta nuestra renuencia a llegar a mencionar públicamente temas bilaterales controvertidos durante su reciente visita como afirmación de que está bien ubicado en la relación.
Durante años electorales en EE.UU. (incluyendo las elecciones a mitad de período), los dirigentes israelíes se muestran particularmente confiados en el poder que ellos y el lobby del Likud poseen en la escena política estadounidense.
El actual primer ministro aprendió mucho de Menachem Begin y Ariel Sharon.
La actitud de Netanyahu se hace patente en un vídeo grabado hace nueve años y mostrado en la televisión israelí, en el que alardeó de cómo engañó al presidente Clinton para que creyera que él (Netanyahu) estaba ayudando a implementar los acuerdos de Oslo, en circunstancias en las que en realidad los estaba destruyendo.
El vídeo muestra una actitud despectiva hacia –y su asombro ante– un EE.UU. tan fácilmente influenciado por Israel. Netanyahu dice:
“EE.UU. puede ser dirigido con facilidad. Dirigido en la dirección correcta… No se interpondrá en nuestro camino… Un ochenta por ciento de los estadounidenses nos apoya. Es absurdo”.
El columnista israelí Gideon Levy escribió que el vídeo muestra que Netanyahu es un “estafador… que piensa que tiene a Washington en el bolsillo y que puede engañarlo”, y agrega que una conducta semejante “no cambia con el pasar de los años”.
Como hemos mencionado anteriormente, Netanyahu ha tenido modelos de conducta instructivos.
Ni más ni menos que el general Brent Scowcroft dijo al Financial Times que el ex primer ministro israelí Ariel Sharon había “hipnotizado” a George W. Bush; que Sharon “hacía con él lo que le daba la gana”.
(Scowcroft fue rápidamente relevado de sus tareas como jefe del prestigioso Consejo de Asesoría de Inteligencia Exterior del presidente y se le dijo que no volviera a dejarse ver nunca en el umbral de la Casa Blanca).
Si se necesitara otra prueba del apoyo político estadounidense para Netanyahu, éste fue manifiesto cuando los senadores McCain, Lieberman, y Graham visitaron Israel durante la segunda semana de julio.
Lieberman afirmó que existe amplio apoyo en el Congreso para utilizar todos los medios para impedir que Irán se convierta en una potencia nuclear, incluso “mediante acciones militares si es necesario”. Graham también fue explícito: “El Congreso respalda a Israel”, dijo.
Hace poco, 47 republicanos de la Cámara de Representante firmaron H.R. 1553 declarando su “apoyo al derecho de Israel a utilizar todos los medios necesarios para enfrentar y eliminar amenazas nucleares planteadas por Irán… incluyendo el uso de fuerza militar”.
El poder del lobby del Likud, especialmente en un año electoral, facilita los intentos de Netanyahu de convencer a los pocos entre sus colegas que necesitan ser convencidos de que posiblemente no vuelva a haber un momento más propicio para producir un “cambio de régimen” en Teherán.
Y, como esperamos que sus asesores se lo habrán dicho, el cambio de régimen, no armas nucleares iraníes, constituye el interés primordial de Israel.
Si el pretendido temor de Israel de que una o dos armas nucleares en el arsenal de Irán puedan cambiar las reglas del juego, se habría podido esperar que los dirigentes israelíes saltaran de alegría ante la posibilidad de que la mitad del uranio poco enriquecido de Irán se envíe al extranjero.
Pero descartaron como un “truco” el acuerdo tripartito mediado por Turquía y Brasil, alentado personalmente por usted, que habría enviado la mitad del uranio poco enriquecido de Irán fuera del control de Teherán.
El Estimado Nacional de Inteligencia (NIE)
Los israelíes han estado observando atentamente los intentos de la comunidad de la inteligencia de EE.UU. de actualizar, en un “Memorando a los titulares”, el NIE de noviembre de 2007 sobre el programa nuclear de Irán. Vale la pena citar un par de las estimaciones esenciales de ese Estimado:
“Vemos con mucha confianza que en el otoño de 2003 Teherán detuvo su programa de armas nucleares… Evaluamos con una confianza moderada que Teherán no ha reiniciado su programa nuclear a mediados de 2007, pero no sabemos si actualmente se propone desarrollar armas nucleares…”
Antes este año, el testimonio público ante el Congreso del ex director de inteligencia nacional Dennis Blair (1 y 2 de febrero) y del director de la Agencia de Inteligencia de la Defensa, general Ronald Burgess con el vicepresidente el Estado Mayor Conjunto, general James Cartwright (14 de abril) no alteró esos cálculos cruciales.
Blair y otros siguieron subrayando el agnosticismo de la comunidad de la inteligencia respecto a un punto esencial. Como Blair dijo antes este año: “No sabemos si Irán terminará por decidir la construcción un arma nuclear”.
Los medios han informado de comentarios informales de Panetta y de su persona, con una evaluación más sombría –y que usted dijo a la televisión israelí: “…todos los indicadores sseñalan que ellos [los iraníes] efectivamente buscan un arma nuclear;” y que Panetta dijo a ABC: “Pienso que sigue trabajando en diseños en esa área [de armas nucleares]”.
Panetta se apresuró a agregar, sin embargo, que en Teherán: “Hay un continuo debate ahora mismo sobre si se debería o no seguir adelante con la bomba”.
Es probable que Israel crea que debe otorgar más peso al testimonio oficial de Blair, Burgess y Cartwright, que concuerdan con el anterior NIE, y los israelíes temen que el tan retrasado Memorando a los titulares del NIE 2007 confirme esencialmente las opiniones cruciales del Estimado.
Nuestras fuentes nos dicen que es probable que un Memorando a los titulares honesto haga precisamente eso, y que sospechan que el retraso de varios meses significa que las evaluaciones de inteligencia están siendo “ajustadas” a la política –como fue el caso antes del ataque contra Iraq.
Una guerra impedida
Las evaluaciones cruciales del NIE de noviembre de 2007 fastidiaron los planes del gigante destructor dirigido por Dick Cheney que avanzaba hacia la guerra contra Irán. El NIE enfureció a los dirigentes de Israel ansiosos de atacar antes que el presidente Bush y el vicepresidente Cheney dejaran el poder. Esta vez, Netanyahu teme que la emisión de un Memorando honesto pueda tener un efecto similar.
En resumidas cuentas: más incentivo para Israel para evitar un Estimado semejante mediante un ataque a Irán lo antes posible.
El anuncio de la semana pasada de que funcionarios estadounidenses se reunirán el próximo mes con sus homólogos iraníes para reanudar conversaciones sobre maneras de organizar el enriquecimiento de uranio poco enriquecido iraní para el reactor de investigación médica de Teherán fue una buena noticia para todos con la excepción de los dirigentes israelíes.
Además, se informa que Irán ha dicho que estaría dispuesto a detener el enriquecimiento a un 20% (el nivel necesitado para el reactor de investigación médica), y ha dejado claro que desea reanudar las conversaciones.
De nuevo, un acuerdo que envíe una gran parte del uranio poco enriquecido de Irán al extranjero dificultaría, por lo menos, el progreso hacia armas nucleares si Irán decidiera desarrollarlas. Pero también debilitaría considerablemente la justificación más aterradora de Israel para un ataque a Irán.
En resumidas cuentas: ahora que se programa la reanudación en septiembre de conversaciones que los dirigentes de Israel calificaron anteriormente de “truco”, aumenta el incentivo en Tel Aviv para que los israelíes ataquen antes de que se puede llegar a tal acuerdo.
Volvamos a decirlo: el objetivo israelí es el cambio de régimen. La creación de un temor sintético a armas nucleares iraníes es simplemente el mejor camino para “justificar” la realización de un cambio de régimen. Dio buenos resultados en Iraq, ¿no es cierto?
Otra guerra que hay que impedir
Es muy probable que una enérgica declaración pública suya, advirtiendo personalmente a Israel de que no ataque a Irán bloquearía una acción israelí semejante. Una segunda etapa podría incluir el envío del almirante Mullen a Tel Aviv con instrucciones de militar a militar a Israel que digan: Ni siquiera piensen en hacerlo.
Después del NIE de 2007, el presidente Bush se impuso sobre el vicepresidente Cheney y envió al almirante Mullen a Israel para transmitir ese duro mensaje. Esa primavera, Mullen volvió a casa muy tranquilizado, seguro y agradecido de haber evitado la probabilidad de tener que ejecutar una orden inspirada por Cheney de enviar fuerzas estadounidenses a una guerra contra Irán.
Esta vez, Mullen volvió nervioso de una visita a Israel en febrero de 2010. Desde entonces se ha estado preocupando a voces de que Israel pueda llegar a enredar a EE.UU. en una guerra contra Irán, aunque agrega la garantía obligatoria de que el Pentágono tiene un plan de ataque para Irán, por si fuera necesario.
En contraste con su experiencia en 2008, sin embargo, Mullen parece inquieto de que los dirigentes no hayan tomado en serio sus advertencias.
Mientras estaba en Israel, Mullen insistió públicamente en que un ataque contra Irán sería un “problema grande, grande, grande para todos nosotros, y me preocupan mucho las consecuencias imprevistas”.
Después de su retorno, en una conferencia de prensa en el Pentágono el 22 de febrero, Mullen dio a entender el mismo punto. Después de recitar el mismo texto manido de que Irán “está en camino de lograr armas nucleares” y su “deseo de dominar a sus vecinos”, incluyó lo siguiente en sus observaciones preparadas:
“Por ahora, las palancas diplomática y económica del poder internacional son y deberían ser las primeras a utilizar. Por cierto, espero que se utilicen siempre y consecuentemente. Ningún ataque, por efectivo que sea, será, de por sí, decisivo”.
A diferencia de generales más jóvenes –David Petraeus, por ejemplo– el almirante Mullen sirvió en la Guerra de Vietnam. Esa experiencia es probablemente lo que causa digresiones como ésta: “Quisiera recordar a todos una verdad esencial: La guerra es sangrienta y desigual. Es sucia y fea e increíblemente derrochadora…”
Aunque el contexto inmediato para esa observación fue Afganistán, Mullen ha subrayado una y otra vez que una guerra contra Irán sería un desastre mucho mayor. Los que tienen un cierto grado de familiaridad con los valores militares, estratégicos y económicos en juego saben que tiene razón.
Otros pasos
En 2008, después que Mullen leyó la cartilla a los israelíes, éstos dejaron de lado sus planes preventivos contra Irán. Habiendo cumplido esa misión, Mullen consideró seriamente maneras de impedir cualquier incidente no intencionado (o, en realidad, deliberadamente provocado) en el concurrido Golfo Pérsico que pueda conducir a hostilidades más amplias.
Mullen lanzó un interesante balón de prueba en una conferencia de prensa del 2 de julio de 2008, cuando indicó que el diálogo entre militares podría “aumentar el entendimiento” entre EE.UU. e Irán. Pero no se supo nada más de esta proposición, probablemente porque Cheney le ordenó que la abandonara.
Fue una buena idea –y lo sigue siendo. El peligro de una confrontación entre EE.UU. e Irán en el concurrido Golfo Pérsico no se ha encarado y debería hacerse. El establecimiento de un vínculo directo de comunicaciones entre altos responsables militares en Washington y Teherán reduciría el peligro de un accidente, error de cálculo, o un ataque encubierto de bandera falsa.
A nuestro juicio, esto debería tener lugar de inmediato –en particular porque las sanciones recientemente introducidas reivindican un derecho a inspeccionar barcos iraníes. Se informa de que el comandante naval de los Guardias Revolucionarios Iraníes ha amenazado con “una respuesta en el Golfo Pérsico y en el Estrecho de Ormuz” si alguien trata de inspeccionar barcos iraníes en aguas internacionales.
Otra válvula de seguridad resultaría de una negociación exitosa de algo como el protocolo de “incidentes en alta mar”, concluido con los rusos en 1972 durante un período de tensión relativamente alta.
Con sólo unos don nadie interinos a cargo de la comunidad de la inteligencia, usted tal vez podría considerar la posibilidad de darle una buena lección e insistir en que termine un honesto Memorando a los titulares del NIE de 2007 a mediados de agosto –mencionando cualquier desacuerdo, cuando sea necesario.
Lamentablemente, nuestros antiguos colegas nos dicen que la politización de los análisis de inteligencia no terminó con la partida de Bush y Cheney… y que el problema es agudo incluso en la Oficina de Inteligencia e Investigación del Departamento de Estado, que en el pasado ha hecho algunos de los mejores análisis profesionales, objetivos y francos.
Eruditos, think tanks: no entienden de qué se trata
Como habrá observado, la mayor parte de la sección Outlook del Washington Post del domingo se dedicó a un artículo intitulado: “Un Irán nuclear, ¿atacaría EE.UU. para impedirlo? –Imaginando la reacción de Obama a una crisis de misiles iraníes”.
La página cinco estaba dominada por el resto del artículo con el título: “¿Quién parpadeará primero cuando Irán esté al borde?”
Una foto a todo lo ancho de la página de un misil que pasa frente a dignatarios iraníes en el pódium (reminiscente de los familiares desfiles en la Plaza Roja) apunta a la página del medio de la sección de Outlook, como si fuera a hacerla añicos.
Típicamente, los autores encaran la “amenaza” iraní como si amenazara a EE.UU., a pesar de que la secretaria Clinton ha declarado públicamente que no es así. Escriben que una opción para EE.UU. es “el camino solitario, impopular, de emprender una acción militar que carece de consenso aliado”. ¡O Tempora, O Mores!
En menos de una década, las guerras de agresión sólo se han convertido en caminos solitarios, impopulares.
Lo que tal vez sea lo más notable, sin embargo, es que en ninguna parte se encuentra la palabra Israel en ese artículo muy largo. Artículos de opinión semejantes, incluyendo algunos de think tanks relativamente progresistas, también encaran estos temas como si se tratara simplemente de problemas bilaterales entre EE.UU. e Irán, con poca o ninguna atención a Israel.
¿Cañones de agosto?
Hay demasiado en juego. El comienzo de hostilidades podría tener inmensas repercusiones. De nuevo esperamos que el almirante Mullen y otros le habrán dado informaciones exhaustivas al respecto.
Netanyahu emprendería una jugada fatídica al atacar Irán, con grandes riesgos para todos los involucrados. El peor de los casos, que no deja de ser concebible, es que Netanyahu represente –sin quererlo– el papel del “doctor muerte” para el Estado de Israel.
Incluso si EE.UU. fuera arrastrado a una guerra provocada por Israel, no hay la menor garantía de que esa guerra tenga buenos resultados.
Si EE.UU. sufriera considerables bajas, y si los estadounidenses tomaran conciencia de que esas víctimas fueron causadas por exageradas afirmaciones israelíes sobre una amenaza nuclear de Irán, Israel perdería gran parte de su alta estima en EE.UU.
Podría haber un aumento del antisemitismo cuando los estadounidenses lleguen a la conclusión de que funcionarios con dobles lealtades en el Congreso y en el poder ejecutivo lanzaron a nuestros soldados a una guerra provocada, bajo falsos pretextos, por likudniks en función de sus propios propósitos egoístas.
No tenemos la impresión de que los principales protagonistas en Tel Aviv o Washington estén suficientemente sensibilizados en estos factores críticos.
Usted está en condiciones de impedir esta aciaga, pero probable, reacción en cadena. Pensamos que es posible que una acción militar israelí no resulte en una gran guerra regional, pero consideramos que esta última es más bien probable.
Nota al pie – La experiencia de los veteranos de la inteligencia
Nosotros, los profesionales veteranos de la inteligencia por la cordura (VIPS), nos hemos visto antes en esta posición. Preparamos nuestro primer Memorando para el Presidente en la tarde del 5 de febrero de 2003, después del discurso de Colin Powell en las Naciones Unidas.
Habíamos observado cómo se corrompía nuestra profesión para que presentara inteligencia falsa, que después fue criticada (correctamente) como “no corroborada, refutada e inexistente” – adjetivos utilizados por el ex presidente del Comité de Inteligencia del Senado, Jay Rockefeller, después de cinco años de investigación por su comité.
Cuando habló Powell decidimos colectivamente que nuestra acción responsable debía ser advertir al presidente antes de que actuara sobre la base de información equivocada para atacar a Iraq. A diferencia de Powell, no afirmamos que nuestro análisis era “irrefutable e innegable”. Concluimos con la siguiente advertencia:
“Después de ver hoy al secretario Powell, estamos convencidos que le convendría ampliar la discusión… más allá del círculo de esos consejeros que están obviamente inclinados a favor de una guerra para la cual no vemos ningún motivo imperativo y que creemos que sus consecuencias no intencionadas probablemente serían catastróficas”.
http://www.afterdowningstreet.org/downloads/vipstwelve.pdf
No nos causa satisfacción que hayamos tenido razón respecto a Iraq. Otros que se basaron en más experiencia inmediata sobre Iraq emitieron advertencias similares. Pero nos mantuvieron muy lejos de las trincheras creadas por Bush y Cheney.
Desgraciadamente su propio vicepresidente, que entonces era presidente del Comité de Asuntos Exteriores del Senado, fue uno de los más asiduos en el bloqueo de oportunidades para que se escucharan voces discrepantes. Esto forma parte de lo que produjo el peor desastre de política exterior en la historia de nuestra nación.
Ahora creemos que también podemos tener razón respecto a (y directamente al borde de) otra inminente catástrofe de un alcance aún mayor –Irán– en la cual otro presidente, usted, no recibe buenos consejos de su círculo cerrado de asesores.
Probablemente le estén diciendo que, ya que usted ha aconsejado en privado al primer ministro Netanyahu que no ataque Irán, él no lo hará. Esto podría ser simplemente el síndrome familiar de decir al presidente lo que ellos piensan que quiere oír.
Póngalos a prueba: dígales que otros creen que están totalmente equivocados sobre Netanyahu. Lo único positivo al respecto es que usted –sólo usted– puede impedir un ataque israelí contra Irán.
Grupo directivo, Veteran Intelligence Professionals for Sanity (VIPS)
Ray Close, Directorado de Operaciones, División Oriente Próximo, CIA (26 años)
Phil Giraldi, Directorado de Operaciones, CIA (20 años)
Larry Johnson, Directorado de Inteligencia, CIA; Departamento de Estado, consultor del Departamento de Defensa (24 años)
W. Patrick Lang, coronel de Fuerzas Especiales de EE.UU. (en retiro); Oficial de Inteligencia de la Defensa para Oriente Próximo/Asia del Sur; director de Recolección de HUMINT, Agencia de Inteligencia de la Defensa (30 años)
Ray McGovern, oficial de Inteligencia del Ejército de EE.UU., Directorado de Inteligencia de la CIA (30 años)
Coleen Rowley, agente especial y abogado de la División Minneapolis del FBI (24 años)
Ann Wright, coronel, Reserva del Ejército de EE.UU. (en retiro), 29 años; Oficial de Servicio Exterior, Departamento de Estado, (16 años)
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