viernes, 6 de agosto de 2010
La revista Time, las filtraciones, la guerra y la mujer afgana
Por Juan Marrero
La revista Time vuelve a mostrar su pensamiento imperialista y belicista en la portada del último número, de fecha 31 de julio, al tratar sobre la guerra de Afganistán, donde actualmente hay casi 150 mil soldados invasores de Estados Unidos y de países aliados, que llevan ya casi una década buscando, sin encontrarlos, a los líderes terroristas de Al Qaeda, entre ellos a Osama bin Laden.
Ocurre en medio del escándalo por la revelación en el sitio digital Wikileaks de decenas de miles de documentos del Pentágono que están mostrando a la opinión pública mundial masacres contra la población civil afgana, bombardeos indiscriminados, torturas e intromisiones políticas sobre los que la Casa Blanca, el Pentágono, el Congreso y la gran prensa estadounidense han guardado total silencio o faltado a la verdad.
Estamos en presencia de una segunda versión de Los papeles del Pentágono, de aquellos que mostraron los secretos de la guerra de Estados Unidos contra los países de Indochina desde 1945 a 1967. Fue Daniel Ellsberg, un analista militar de una corporación vinculada al Pentágono, quien filtró en 1971 esos documentos a The New York Times y, más tarde, a otros 17 periódicos norteamericanos. Hoy se responsabiliza a otro analista militar Brian Manning, quien está detenido, de hacer llegar a Wikileaks los papeles del Pentágono sobre la guerra de Afganistán. Y varios periódicos han recibido copias y han empezado a publicar esos documentos.
Si la publicación en 1971 de los Papeles del Pentágono contribuyó a dar un nuevo aliento al movimiento pacifista contra la guerra de Viet Nam, no es irrazonable pensar que los actuales documentos puedan tener similar efecto en el caso de Afganistán. Cada día que pasa el pueblo norteamericano aborrece más esas guerras que causan miles de muertes y mutilación de sus hijos.
La última portada de la revista Time, en su esencia, va dirigida a evitar el ascenso de ese estado de conciencia del pueblo de los Estados Unidos. La manipulación es muy clara. Publica una imagen brutal e impactante: una joven afgana llamada Aisha, de solo 18 años, a la que mutilaron su nariz y orejas por haber cometido la falta de abandonar la casa y tratar de huir de las garras del marido que la tenía como una esclava. Se responsabiliza a los talibanes por ese hecho porque un comandante local la capturó y le impuso, al estilo medieval, que el propio esposo fuese quien mutilara su nariz y orejas.
Lo más insultante de la acción de Time no es haber publicado esa foto, pues en la sociedad afgana hechos de esa naturaleza o similares ocurren a diario. Sabido es que la mujer prácticamente no tiene leyes que la defiendan ni derecho alguno. Nada ni nadie las protege. Les cuento: un marido puede castigarla con dejarla sin comida si ella no logra satisfacerlo sexualmente. Tienen que tener permiso del esposo para salir a la calle o para hablar con cualquier extraño, o para estudiar o trabajar. Y hay leyes que las obligan a vestirse como lo quiera el esposo. Ocho de cada diez mujeres sufren violencia doméstica. Son excepciones las que logran hacer vida política o llegar al Parlamento, y allí no las dejan hablar, las insultan o son víctimas de violaciones. Anualmente 2 300 mujeres afganas acuden al suicidio ante tanta falta de derechos y de justicia.
Lo más insultante de la acción de Time es el texto que acompaña esa foto: “What happens if we leave Afganistán”. Léase en español: “Que va a pasar si dejamos Afganistán”. De tal manera burda y engañosa, Time pretende hacer creer al mundo que la presencia de las tropas norteamericanas en Afganistán es la garantía de que esas prácticas medievales contra la mujer desaparezcan en esa nación. No se corresponde con la realidad ese supuesto de que el invasor yanqui o los de los países de la OTAN puedan ser capaces de contribuir a la liberación de la mujer afgana. Hasta ahora lo que han hecho, en casi nueve años, es cometer crímenes, abusos y destrucción, y los documentos de Wikileaks lo ponen en evidencia.
La guerra provocó el año pasado más de dos mil civiles afganos muertos, incluyendo niños y mujeres.
¿Por qué Time no ha dedicado portadas a esos crímenes de guerra o no ha presentado fotos de los soldados norteamericanos que han regresado a casa sin un brazo o sin una pierna?
Decir que una eventual retirada o reducción de tropas de Afganistán podría tener un precio devastador para las mujeres afganas, como lo sugiere Time, no es más que una mentira más de esa publicación que ya tiene 87 años de existencia, a lo largo de los cuales siempre ha actuado como cómplice de las aventuras del imperialismo norteamericanas en otras tierras para la conquista de riquezas, mercados o ejercer control militar, político y económico.
Time, junto con U.S. News and World Report y Newsweek, no es más que un instrumento del Imperio para difundir todo aquello que le ofrezca beneficios económicos, financieros y de otro tipo, sin importarle lo aborrecible que pueda ser lo que incluya en sus páginas.
Lo que ha hecho Time de publicar la foto de la joven afgana con su nariz y orejas mutiladas, aunque estas últimas están cubiertas por su cabellera, no ha sido más que una acción política para defender el mantenimiento de la guerra en Afganistán, no para salvar a la mujer afgana o defender sus derechos humanos. Mucho cinismo ha habido en esta acción.
Algunas de las portadas de Time siempre han sido muy polémicas -tres veces se la dedicaron a Adolfo Hitler– como también las selecciones que hace de los personajes del año o de las personas más influyentes en el mundo. A los cubanos -y en especial a las cubanas- no les hizo ninguna gracia que en el 2008 esa revista hubiese incluido en su lista de personalidades a una bloguera mercenaria que se ha dedicado a atacar la Revolución Cubana.
La revista Time vuelve a mostrar su pensamiento imperialista y belicista en la portada del último número, de fecha 31 de julio, al tratar sobre la guerra de Afganistán, donde actualmente hay casi 150 mil soldados invasores de Estados Unidos y de países aliados, que llevan ya casi una década buscando, sin encontrarlos, a los líderes terroristas de Al Qaeda, entre ellos a Osama bin Laden.
Ocurre en medio del escándalo por la revelación en el sitio digital Wikileaks de decenas de miles de documentos del Pentágono que están mostrando a la opinión pública mundial masacres contra la población civil afgana, bombardeos indiscriminados, torturas e intromisiones políticas sobre los que la Casa Blanca, el Pentágono, el Congreso y la gran prensa estadounidense han guardado total silencio o faltado a la verdad.
Estamos en presencia de una segunda versión de Los papeles del Pentágono, de aquellos que mostraron los secretos de la guerra de Estados Unidos contra los países de Indochina desde 1945 a 1967. Fue Daniel Ellsberg, un analista militar de una corporación vinculada al Pentágono, quien filtró en 1971 esos documentos a The New York Times y, más tarde, a otros 17 periódicos norteamericanos. Hoy se responsabiliza a otro analista militar Brian Manning, quien está detenido, de hacer llegar a Wikileaks los papeles del Pentágono sobre la guerra de Afganistán. Y varios periódicos han recibido copias y han empezado a publicar esos documentos.
Si la publicación en 1971 de los Papeles del Pentágono contribuyó a dar un nuevo aliento al movimiento pacifista contra la guerra de Viet Nam, no es irrazonable pensar que los actuales documentos puedan tener similar efecto en el caso de Afganistán. Cada día que pasa el pueblo norteamericano aborrece más esas guerras que causan miles de muertes y mutilación de sus hijos.
La última portada de la revista Time, en su esencia, va dirigida a evitar el ascenso de ese estado de conciencia del pueblo de los Estados Unidos. La manipulación es muy clara. Publica una imagen brutal e impactante: una joven afgana llamada Aisha, de solo 18 años, a la que mutilaron su nariz y orejas por haber cometido la falta de abandonar la casa y tratar de huir de las garras del marido que la tenía como una esclava. Se responsabiliza a los talibanes por ese hecho porque un comandante local la capturó y le impuso, al estilo medieval, que el propio esposo fuese quien mutilara su nariz y orejas.
Lo más insultante de la acción de Time no es haber publicado esa foto, pues en la sociedad afgana hechos de esa naturaleza o similares ocurren a diario. Sabido es que la mujer prácticamente no tiene leyes que la defiendan ni derecho alguno. Nada ni nadie las protege. Les cuento: un marido puede castigarla con dejarla sin comida si ella no logra satisfacerlo sexualmente. Tienen que tener permiso del esposo para salir a la calle o para hablar con cualquier extraño, o para estudiar o trabajar. Y hay leyes que las obligan a vestirse como lo quiera el esposo. Ocho de cada diez mujeres sufren violencia doméstica. Son excepciones las que logran hacer vida política o llegar al Parlamento, y allí no las dejan hablar, las insultan o son víctimas de violaciones. Anualmente 2 300 mujeres afganas acuden al suicidio ante tanta falta de derechos y de justicia.
Lo más insultante de la acción de Time es el texto que acompaña esa foto: “What happens if we leave Afganistán”. Léase en español: “Que va a pasar si dejamos Afganistán”. De tal manera burda y engañosa, Time pretende hacer creer al mundo que la presencia de las tropas norteamericanas en Afganistán es la garantía de que esas prácticas medievales contra la mujer desaparezcan en esa nación. No se corresponde con la realidad ese supuesto de que el invasor yanqui o los de los países de la OTAN puedan ser capaces de contribuir a la liberación de la mujer afgana. Hasta ahora lo que han hecho, en casi nueve años, es cometer crímenes, abusos y destrucción, y los documentos de Wikileaks lo ponen en evidencia.
La guerra provocó el año pasado más de dos mil civiles afganos muertos, incluyendo niños y mujeres.
¿Por qué Time no ha dedicado portadas a esos crímenes de guerra o no ha presentado fotos de los soldados norteamericanos que han regresado a casa sin un brazo o sin una pierna?
Decir que una eventual retirada o reducción de tropas de Afganistán podría tener un precio devastador para las mujeres afganas, como lo sugiere Time, no es más que una mentira más de esa publicación que ya tiene 87 años de existencia, a lo largo de los cuales siempre ha actuado como cómplice de las aventuras del imperialismo norteamericanas en otras tierras para la conquista de riquezas, mercados o ejercer control militar, político y económico.
Time, junto con U.S. News and World Report y Newsweek, no es más que un instrumento del Imperio para difundir todo aquello que le ofrezca beneficios económicos, financieros y de otro tipo, sin importarle lo aborrecible que pueda ser lo que incluya en sus páginas.
Lo que ha hecho Time de publicar la foto de la joven afgana con su nariz y orejas mutiladas, aunque estas últimas están cubiertas por su cabellera, no ha sido más que una acción política para defender el mantenimiento de la guerra en Afganistán, no para salvar a la mujer afgana o defender sus derechos humanos. Mucho cinismo ha habido en esta acción.
Algunas de las portadas de Time siempre han sido muy polémicas -tres veces se la dedicaron a Adolfo Hitler– como también las selecciones que hace de los personajes del año o de las personas más influyentes en el mundo. A los cubanos -y en especial a las cubanas- no les hizo ninguna gracia que en el 2008 esa revista hubiese incluido en su lista de personalidades a una bloguera mercenaria que se ha dedicado a atacar la Revolución Cubana.
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