Si Cristo viviera en el siglo 21 no podríamos descartar la posibilidad de que usara los medios de comunicación para esparcir su mensaje. Pero es seguro que la pureza de su evangelio no cambiaría. La radio, televisión o internet, transmitirían el mensaje de Jesús, hablo de contenido, tal y como él lo propuso en su tiempo.
Los medios de comunicación actuales aglutinan grandes masas, pero no siempre, la más de las veces, se centran en el sencillo evangelio de Cristo, sino que el mensaje gira en torno al dinero.
Estamos en la era de los mensajes financieros. Los grandes predicadores de las denominaciones, ahora gustan llamarse “apóstoles”, han hecho de la televisión, principalmente, su medio favorito para proclamar al pisto, perdón, al Cristo glorioso. El mensaje central no es Cristo sino “Pisto” (dinero).
Uno de los “apóstoles” fuertes en Honduras, reside en San Pedro Sula, capital industrial del país, es Misael Argeñal. En el ambiente no religioso algunos lo llaman “Pistael Argeñal”, esto porque sus mensajes son verdaderas piezas maestras para acumular “pisto”, al grado que necesita carros de seguridad privada para conducir al banco las “ofrendas de amor”, depositadas por los fieles.
Bien ha llamado a su empresa: Ministerio Internacional La Cosecha, pero no cosecha de almas, sino acumulación “a lo bruto” de almas con el fin de cosechar bienes materiales: canal de televisión, planta radial, lotificadora, escuela, instituto, universidad, y otros negocios otorgados por “la gracia divina del Todopoderoso”.
Y como este falso servidor de Cristo, hay muchos en el mundo. No despotrico contra el uso de los medios de comunicación para transmitir el mensaje de Cristo, sino contra los “apóstoles financieros”, que, escudados en la palabra melosa, suave y barnizada de textos bíblicos, hacen de la religión su “modus vivendi”.
¿Cómo pueden ser apóstoles de Cristo si imponen y acosan a quienes no cumplen con el diezmo para el “Señor”?
¿Cómo es posible que sean apóstoles de Cristo, y por tanto su mensaje verdadero, si abruman a sus seguidores con sueños y visiones donde el Espíritu Santo les manda diezmar, ofrendar y obsequiar todo tipo de benevolencias al “humilde servidor del Señor?
¿Por qué miles creen en estos apóstoles de Cristo quienes piden dinero a los televidentes y radioescuchas, para orar por sus enfermedades, problemas financieros, económicos o del hogar? Entre más elevada la cantidad del cheque o deposito bancario, mayores “bendiciones del Señor”. Con ellos la cantidad de dinero es proporcional a la fe.
Los pobres ingenuos feligreses se tapan los oídos con su “evangelio” marketing y no atienden a las palabra claras de Pedro: “por su ambición de dinero, estos maestros los explotarán a ustedes con palabras engañosas”, 2 Pedro 2.3.
Sepan, “apóstoles de la mercadotecnia”, que ustedes son quienes “por medio de palabras suaves y lisonjas engañan los corazones de los ingenuos”, Romanos 16.18.
Ustedes son la vergüenza de Judas, se burlan de Cristo enseñando un “evangelio” acomodado, incompleto. Su charlatanería “evangelica” es un beso traicionero al verdadero evangelio y, sus ganancias económicas, las monedas por las cuales venden el mensaje sencillo, desinteresado y limpio de Jesús. No les basta corromper puntos fundamentales de la enseñanza de Cristo, sino que se aprovechan del bolsillo de los ingenuos y se construyen emporios con el dinero del “pueblo de Cristo”.
Y seguirán predicando su evangelio mercantil, serán dueños de estaciones de televisión y radio, vivirán en residenciales y casas lujosas con todas las comodidades y sistemas de seguridad de la vida moderna. No desistan de ir a la “viña del Señor, a “cosechar las almas perdidas” en su automóvil último modelo, lata impenetrable donde nunca se posarán "las sentaderas" de sus feligreses.
Aquí dejo mi bilis, la esparzo en sus bonos y acciones bancarias, sus empresas televisadas y radiofónicas, para que se corroan y, ojalá, “amontonen riquezas en el cielo, donde ni la polilla ni el óxido carcomen, ni los ladrones se meten a robar”, Mateo 6.19
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