martes, 10 de agosto de 2010
La gran tenaza
Página/12
Juan Gelman
EE.UU. no renuncia al sueño de un imperio ganado a fuerza militar. Obama anunció con pífanos y tambores la vuelta a casa de una buena parte de los efectivos que combaten en Iraq, pero a no pocos les tocará volver a Afganistán. Las cosas andan mal por allí, aumenta el número de bajas y la opinión pública estadounidense se cansa cada vez más de la guerra: una encuesta reciente de USA Today/Gallup revela que el apoyo en la materia descendió al 36 por ciento del 48 por ciento registrado en febrero (www.usatoday.com, 3/8/10). Por lo demás, de hecho y según datos oficiales, la retirada de tropas de Iraq sólo reducirá el número de las que combaten en los dos países de 177.000 a 146.000 en septiembre, menos del 20 por ciento (www.whitehouse.gov, 2/8/10). Y no hay fanfarria que valga.
Transcurre en forma menos estruendosa el armado de la tenaza con la que EE.UU. y su séquito de la OTAN se propone anular a Rusia y China. Obama y Robert Gates, el jefe del Pentágono, declararon en septiembre de 2009 que el plan Bush del escudo antimisiles sería sustituido por un sistema más vasto geográficamente, cuyo objetivo último es abarcar a toda Europa –menos a Rusia y Bielorrusia, naturalmente– completando así el cerco que el Kremlin contempla con el ceño fruncido. Un mes antes trascendió que el gobierno Obama se inclinaba por la posibilidad de un despliegue antimisil en los Balcanes, Israel y Turquía (UPI, 27/8/09). En febrero de este año fue concertada la ampliación del escudo mediante bases en Bulgaria y Rumania (Reuters, 4/2/10). El Pentágono ha instalado ya una batería de misiles Patriot en el este de Polonia a pocos kilómetros de la frontera rusa (www.defense news.com, 24/5/10). Unos cien efectivos del ejército estadounidense se estacionan muy cerca de Kaliningrado.
La base rumana tiene un relieve particular para el gobierno israelí. Su viceministro de Defensa, Matan Vilnaí, no ocultó su dicha: “Volamos a Rumania, así que podemos operar bien adentro de los países árabes vecinos” (www.jpost.com, 30/7/10). Y por primera vez en la historia de Israel, tropas extranjeras –estadounidenses, claro– se estacionan por un largo período en su territorio para maniobras conjuntas de capacitación en el uso de antimisiles y el manejo de un radar del escudo basado en su territorio desde 2008.
EE.UU. también ha extendido la instalación de baterías de Patriot en el Golfo Pérsico y emplazará otros equipos de tecnología avanzada en los países árabes –amigos– del Golfo (http://rickrozoff.wordpress.com, 11/5/09). Cabe señalar que la capital de Israel y la de Irán están separadas por unos 1.600 kilómetros, distancia que los misiles instalados en territorio israelí superan con creces. Y pueden alcanzar, además, el área oriental y casi toda la del sur de Rusia, donde se concentran sus fuerzas misilísticas. Una casualidad es una casualidad.
El primer blanco para Israel es Irán. Tel Aviv confía en que una vez que comience a bombardearlo, Teherán no dejará de responder y Washington intervendrá con todo su poderío en la nueva guerra. El lobby estadounidense pro israelí ha iniciado una campaña para que la Cámara de Representantes apruebe el proyecto de resolución 1553 que convalida esa agresión. Su párrafo 4 es muy claro: “Expresa (la Cámara de Representantes) su apoyo al derecho de Israel a emplear todos los medios necesarios para enfrentar y eliminar la amenaza nuclear de Irán, defender la soberanía israelí y proteger las vidas y la seguridad del pueblo israelí, incluido el uso de la fuerza militar si no se encontrara una solución pacífica en un tiempo razonable” (http://frwebgate.gpo.gov, 20/7/10). Para el lobby parece que el “tiempo razonable” se agotó.
La Casa Blanca está negociando el establecimiento de otra base terrestre de radar en Bulgaria o Turquía, pero esto no significa que abandone al resto del planeta. Obama visitará la India en noviembre próximo y espera vender armas a la segunda nación más habitada del mundo. Si el acuerdo se firma durante la visita del mandatario, EE.UU. desplazará a Rusia como el mayor abastecedor de armamento a Nueva Delhi y, además, ayudará a la India a encarar el ascenso de China. El valor de la compra podría ascender a más de 10.000 millones de dólares, según el diario chino Global Times (www.globaltimes.com, 13/7/10). Las tensiones Washington/ Pekín se agravaron a comienzos de este año, cuando la Casa Blanca confirmó que proveía a Taiwan de 200 misiles Patriot.
El argumento de que el escudo antimisil es necesario para defender a EE.UU. y Europa de los cohetes iraníes y coreanos es inquilino del ridículo: ni Irán ni Corea del Norte los tienen de semejante alcance. Tal escudo es otro aspecto de la militarización del espacio que la Casa Blanca alimenta en su persecución de energéticos ajenos. Está enfrente la posibilidad de que sus intervenciones bélicas se prolonguen muchos años todavía y no es descartable el peligro de una guerra nuclear.
Juan Gelman
EE.UU. no renuncia al sueño de un imperio ganado a fuerza militar. Obama anunció con pífanos y tambores la vuelta a casa de una buena parte de los efectivos que combaten en Iraq, pero a no pocos les tocará volver a Afganistán. Las cosas andan mal por allí, aumenta el número de bajas y la opinión pública estadounidense se cansa cada vez más de la guerra: una encuesta reciente de USA Today/Gallup revela que el apoyo en la materia descendió al 36 por ciento del 48 por ciento registrado en febrero (www.usatoday.com, 3/8/10). Por lo demás, de hecho y según datos oficiales, la retirada de tropas de Iraq sólo reducirá el número de las que combaten en los dos países de 177.000 a 146.000 en septiembre, menos del 20 por ciento (www.whitehouse.gov, 2/8/10). Y no hay fanfarria que valga.
Transcurre en forma menos estruendosa el armado de la tenaza con la que EE.UU. y su séquito de la OTAN se propone anular a Rusia y China. Obama y Robert Gates, el jefe del Pentágono, declararon en septiembre de 2009 que el plan Bush del escudo antimisiles sería sustituido por un sistema más vasto geográficamente, cuyo objetivo último es abarcar a toda Europa –menos a Rusia y Bielorrusia, naturalmente– completando así el cerco que el Kremlin contempla con el ceño fruncido. Un mes antes trascendió que el gobierno Obama se inclinaba por la posibilidad de un despliegue antimisil en los Balcanes, Israel y Turquía (UPI, 27/8/09). En febrero de este año fue concertada la ampliación del escudo mediante bases en Bulgaria y Rumania (Reuters, 4/2/10). El Pentágono ha instalado ya una batería de misiles Patriot en el este de Polonia a pocos kilómetros de la frontera rusa (www.defense news.com, 24/5/10). Unos cien efectivos del ejército estadounidense se estacionan muy cerca de Kaliningrado.
La base rumana tiene un relieve particular para el gobierno israelí. Su viceministro de Defensa, Matan Vilnaí, no ocultó su dicha: “Volamos a Rumania, así que podemos operar bien adentro de los países árabes vecinos” (www.jpost.com, 30/7/10). Y por primera vez en la historia de Israel, tropas extranjeras –estadounidenses, claro– se estacionan por un largo período en su territorio para maniobras conjuntas de capacitación en el uso de antimisiles y el manejo de un radar del escudo basado en su territorio desde 2008.
EE.UU. también ha extendido la instalación de baterías de Patriot en el Golfo Pérsico y emplazará otros equipos de tecnología avanzada en los países árabes –amigos– del Golfo (http://rickrozoff.wordpress.com, 11/5/09). Cabe señalar que la capital de Israel y la de Irán están separadas por unos 1.600 kilómetros, distancia que los misiles instalados en territorio israelí superan con creces. Y pueden alcanzar, además, el área oriental y casi toda la del sur de Rusia, donde se concentran sus fuerzas misilísticas. Una casualidad es una casualidad.
El primer blanco para Israel es Irán. Tel Aviv confía en que una vez que comience a bombardearlo, Teherán no dejará de responder y Washington intervendrá con todo su poderío en la nueva guerra. El lobby estadounidense pro israelí ha iniciado una campaña para que la Cámara de Representantes apruebe el proyecto de resolución 1553 que convalida esa agresión. Su párrafo 4 es muy claro: “Expresa (la Cámara de Representantes) su apoyo al derecho de Israel a emplear todos los medios necesarios para enfrentar y eliminar la amenaza nuclear de Irán, defender la soberanía israelí y proteger las vidas y la seguridad del pueblo israelí, incluido el uso de la fuerza militar si no se encontrara una solución pacífica en un tiempo razonable” (http://frwebgate.gpo.gov, 20/7/10). Para el lobby parece que el “tiempo razonable” se agotó.
La Casa Blanca está negociando el establecimiento de otra base terrestre de radar en Bulgaria o Turquía, pero esto no significa que abandone al resto del planeta. Obama visitará la India en noviembre próximo y espera vender armas a la segunda nación más habitada del mundo. Si el acuerdo se firma durante la visita del mandatario, EE.UU. desplazará a Rusia como el mayor abastecedor de armamento a Nueva Delhi y, además, ayudará a la India a encarar el ascenso de China. El valor de la compra podría ascender a más de 10.000 millones de dólares, según el diario chino Global Times (www.globaltimes.com, 13/7/10). Las tensiones Washington/ Pekín se agravaron a comienzos de este año, cuando la Casa Blanca confirmó que proveía a Taiwan de 200 misiles Patriot.
El argumento de que el escudo antimisil es necesario para defender a EE.UU. y Europa de los cohetes iraníes y coreanos es inquilino del ridículo: ni Irán ni Corea del Norte los tienen de semejante alcance. Tal escudo es otro aspecto de la militarización del espacio que la Casa Blanca alimenta en su persecución de energéticos ajenos. Está enfrente la posibilidad de que sus intervenciones bélicas se prolonguen muchos años todavía y no es descartable el peligro de una guerra nuclear.
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