domingo, 8 de julio de 2012
Soberanía golpista
Rebelión
Por Gustavo Torres Grössling *
En primer lugar, resulta imperioso, imprescindible y fundamental aclarar que (y esto antes de que comience el tsunami de manoseos y manipulaciones en torno al significado y sentido de la palabra/acción “soberanía”) existe una sola soberanía. Es decir, no hay una soberanía para los golpistas y otra para la resistencia.
Y esa soberanía se llama pueblo y, si quieren, patria.
Luego, la soberanía ha sido violada sistemáticamente y, desde que somos república, más notoriamente desde que el Paraguay ha sido derrotado militar, política, cultural, y casi moralmente si no fuera por su pueblo, en la guerra grande. Antes fuimos un pueblo que, con sus defectos y virtudes, era soberano, es decir, era patria, es decir, éramos vos, yo, nosotros los que decidíamos su destino y estábamos dispuestos a dar la vida por ella.
Después vino la rifa, la ruleta rusa, la rueda de chicago, el chica-grande, la calesita y el gallito ciego.
La soberanía ha sido violada cuando se “vendieron” más de 5.700.000 has. de tierra, equivalentes al 10 % del territorio de Paraguay a la compañía anglo-argentina Carlos Casado S.A, que desde 1910 hasta 1997, arrasó con todos los árboles de quebracho que existían en el Chaco paraguayo utilizados para la producción de tanino usado en la curtiembre, explotando mano de obra esclava de paraguayos y pueblos originarios en las condiciones más perversas de salud, vivienda y educación. Esta misma transnacional vendió a otra transnacional (Secta Moon) unas 400.000 has. con el casco urbano, la iglesia, calles y viviendas, incluidos sus 6.500 pobladores.
La soberanía ha sido violada cuando bajo el gobierno del Gral. Bernardino Caballero y en el contexto del saqueo de las arcas del estado por parte de la oligarquía criolla, se remataron 2.718.750 has. de tierras a favor de La Industrial Paraguaya S.A. (LIPSA), empresa que cuenta entre sus socios fundadores al propio Gral. Caballero, padre de la patria “agrarista”, y también fue violada cuando se entregaron más de 600.000 has. al Gral. Patricio Escobar como trueque de guerra para intentar sepultar en el olvido aquel verdadero holocausto de la guerra del 70.
La soberanía también ha sido violada cuando, a través del nefasto Tratado de Itaipu firmado en 1973 por el dictador Stroessner, “único líder” de las cúpulas del Partido Colorado y no del pueblo pobre colorado que también sufrió el “mbarete” y las garras del stronismo, se regaló energía a la oligarquía brasileña para que, a sus anchas, pueda disponer de más del 90 % de la energía producida por la central hidroeléctrica e hipotecándola hasta el 2023, año en el que recién se podrá modificar dicho “acuerdo”. Actualmente “vendemos” energía a 51 dólares por MW hora, que en realidad es la suma de 42 dólares (precio del “tratado”) más 9 dólares (adicionales por compensación lograda por gestiones del gobierno del presidente Lugo), sin embargo, este precio está por debajo del precio de mercado y genera una deuda intolerante que viola alevosamente nuestra soberanía nacional.
La soberanía ha sido violada brutalmente entre 1954 y 2003, gobiernos de turno mediante, al adjudicar unas 7.851.295 hectáreas de tierra a testaferros stronistas, empresarios, militares, politiqueros, chupamedias, hurreros y traficantes de todo tipo. Estas tierras, que debían ser destinadas a la reforma agraria fueron robadas de las manos de campesinos sin tierra, quienes deberían haber sido sus verdaderos poseedores y quienes deberían de haberlas trabajado para producir alimentos y bienestar para sí y para sus familias, y fueron adjudicadas violentando las leyes agrarias que la propia oligarquía dictó a través de sus tentáculos parlamentarios, ofreciendo incluso a través de los clasificados de diarios paulistas las mejores tierras del departamento de Alto Parana conocidas por su productividad y fertilidad.
La soberanía ha sido violada sistemáticamente desde el momento mismo en que la multinacional MONSANTO y su séquito de empresas de agronegocios pusieron un pie en este país con sus semillas genéticamente modificadas, sus maquinarias y sus poderosos y mortales venenos, y comenzaron a pulverizar sin piedad con sus Roundup, más conocido como “mata todo”, comunidades campesinas, escuelas, cursos hídricos, fauna, flora y todo lo que encontraba a su paso. Y nuevamente la generosa y patriota oligarquía le entregó todo, tierras, recursos naturales, medios de comunicación, soberanía alimentaria, universidades, ministerios y secretarías, parlamento, ejecutivo y poder judicial, todo, absolutamente todo para que pueda destruir lo más preciado que puede existir en la humanidad que es el alimento y el medio ambiente.
Y para seguir violando soberanía, deporte practicado desde siempre por las clases dominantes de nuestro país sin la más mínima vergüenza, hoy está a la vista de los paladines de la soberanía, quienes ya se están frotando las manos desde el palacio de gobierno, de justicia y el legislativo, una de las entregas más desvergonzadas de la historia con la instalación de la multinacional Rio Tinto – ALCAN, acusada de promover revueltas militares, golpes de estado y de destruir el medio ambiente a escala mundial. Se trata de una minera de origen anglocanadiense que pretende instalar una fundidora de aluminio con una mega inversión de 4 mil millones de dólares, el doble de la deuda externa del Paraguay, lo equivalente a las reservas monetarias internacionales del país y casi un tercio del producto interno bruto!. De lo que estamos hablando no es de una curtiembre que va a contaminar el cauce hídrico de un arroyito pueblerino, estamos hablando de un enclave industrial que va a agredir profundamente al medio ambiente por ser una fundidora de aluminio, altamente contaminante, incluso con consecuencias en el calentamiento de toda la región. El descaro de esta multinacional llega al punto de solicitar una subvención por parte del Estado, cosa que el gobierno de Fernando Lugo estuvo frenando pese a la presión de todos los sectores que hoy brindan por el golpe parlamentario y la unidad de toda la clase dominante. La ANDE debe vender cada Megawatt/hora a 60 dólares, y ellos sin embargo están planteando 33 a 38 dólares! Un robo por parte de una multinacional que no empleará a más de 1.500 personas porque las fundidoras de aluminio son las que menos ocupación crean dado que este tipo de industrias es una de las más automatizadas, porque la vida humana en fábricas de estas características resulta insoportable!. Entonces estamos hablando de un estado dentro de otro estado, y eso ya no es sólo violación de soberanía, eso vulgarmente se denomina invasión!.
Y lo peor de todo, no peor para nosotros, los que decidimos sepultar ad aeternum a la patria oligarca, lo peor de todo, digo, para quienes hoy levantan sin asco la bandera de la soberanía, es que, y esto es lo que les duele, esta soberanía no fue violada por Lugo, el socialismo del siglo XXI, el Frente Guasu, los zurditos, la “izquierda caviar”, los haraganes que cierran rutas y ocupan tierras o los “sin nada” que hoy no pueden discutir sobre soberanía porque la tienen que pelear con el carrito reciclador para llevar algo a la boca de sus hijos; lo que les duele es que ellos, los representantes de la patria oligarca, la patria ganadera, la patria sojera y latifundista, los paladines de la patria contrabandista y mafiosa, los gendarmes de la patria narco, ellos fueron los que, atravesando el corazón mismo del pueblo, se han pasado la vida violando día y noche la soberanía que, pese a ellos, hemos intentado y lo seguiremos intentado construir entre todos los hombres y mujeres dignos de esta patria.
Comenzaré a creer, tímida y dudosamente, claro está, en los “patriotas” que hoy ensucian la palabra soberanía y se llenan la boca de un falso nacionalismo que más bien orilla el fascismo, el día en que devuelvan todo, absolutamente todo lo que se han robado a esta nación heroica y comiencen a recuperar un poco de la dignidad que han perdido exigiendo la restitución de soberanía que ellos han entregado al capital transnacional y a sus lacayos de la mafia local a lo largo y ancho de nuestra historia.
* Gustavo Torres Grössling es Lic. en Letras por la Universidad Nacional de Asunción, es especialista en Estudios Latinoamericanos por la Universidad Federal de Juiz de Fora, Brasil, y diplomado en Protección Social para las Américas por la Pontificia Universidad Católica de Chile.
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