domingo, 8 de julio de 2012
Libre: De la euforia a los pies en la tierra
Radio Progreso
La sensación de inminente triunfo que dejó la impresionante concentración del primero de julio en torno al lanzamiento de Doña Xiomara Castro de Zelaya, puede igualmente ofrecer un ángulo de mirada en donde las cosas reales se desfiguren y en donde los colores se tornen de otras tonalidades distintas a los verdaderos. Las euforias no bien conducidas pueden convertirse en muy malas consejeras y darnos el tamaño y las medidas de las cosas que no se corresponden con la auténtica realidad. Las euforias no bien conducidas son un abono eficaz para fertilizar espejismos.
Es muy saludable que tanta gente se haya reunido en torno a una candidatura, así como es conveniente advertir que las candidaturas sin contenidos y liderazgos que involucren a los sectores de base pueden contribuir a oxigenar viejas prácticas elitistas, personalistas y de clanes familiares, como ha sido propio del sistema de partidos existentes en Honduras. ¿No era acaso que las candidaturas a puestos de elección popular se elegían en procesos democráticos internos? ¿O acaso se deposita en Doña Xiomara las prerrogativas de nombramientos de candidatos, como justamente ha sido práctica común de los propietarios de corrientes y de partidos en el actual sistema partidario?
Es conveniente que a la euforia le acompañe una lectura que advierta de los desafíos por definir propuestas de lucha en torno a la impunidad, la problemática agraria, la defensa de los recursos naturales y el ambiente, el sistema educativo, la política fiscal y la nueva institucionalidad del Estado, particularmente en lo que atañe a la seguridad, la fiscalía y todo el sistema de justicia.
Aparte de unas cuantas palabras del vocabulario de la izquierda, ¿Hubo realmente un discurso con propuestas estructuradas que rompieran con los tradicionales discursos de los políticos en las tradicionales concentraciones proselitistas? ¿No tenía acaso el discurso oficial un modelo aparatosamente parecido al discurso de los liberales que, incluso, en lo más granado del mismo, advirtió con fuerza y en repetidas ocasiones que el Partido Nacional había perdido el derecho a gobernar el país? ¿Por qué insistió tanto solo en el Partido Nacional?
Un día de finales de enero del año en curso una encuesta que arrojó que el partido Libre era todavía tan poco conocido que menos de un tres por ciento de la población depositaba en el mismo sus simpatías. Ese dato puso en alerta a los militantes más responsables de ese naciente partido, y han demostrado con los hechos que aquella encuesta expresaba apenas una realidad coyuntural. Seis meses después, los mismos militantes del partido están obligados a demostrar, a la inversa, que así como el partido Libre dejó clara su fuerza en la concentración proselitista de Santa Bárbara lo ha de ser también en las luchas por defender los derechos de los pobres y contra la impunidad, por dar señales cotidianas y permanentes de que no es más de lo mismo que las propuestas electoreras de toda la vida, y particularmente que no es más de lo mismo que los liberales de hace unos cuantos años atrás y que hoy se hacen un solo nudo en torno al naciente partido que en su cúspide es liderado por la familia Zelaya Castro.
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