Los 18 años de vida de Kenia Alfaro los dedicó a la iglesia, a su familia y a sus estudios. Hasta que el domingo 19 de junio (2022) le arrebataron la vida de varias heridas en su cuello, a tan solo 100 metros de su casa de habitación en el barrio La Guamita, San Antonio de Cortés, al norte de Honduras. El principal sospechoso del femicidio es un hombre de más de 40 años quien pretendió ser novio de la joven, a quien rechazó en varias ocasiones, según familiares.
“El asesinato Kenia hay que entenderlo en un contexto de creciente violencia en contra de las mujeres. Los hombres se creen dueños de los cuerpos de las mujeres y es entonces donde sale a flote la sanguinaria cultura machista que está desangrando al país. En promedio se registra un femicidio al día”, indicó Andrea Paz, coordinadora del Observatorio de la Violencia del Foro de Mujeres por la Vida.
Para conocer el caso Radio Progreso se trasladó hasta la casa de su familia ubicada a 5 minutos del centro del casco urbano del municipio de San Antonio de Cortés. Cuando llegamos a la humilde vivienda nos recibieron con mucha fraternidad. Sin embargo, dejaron claro que no querían que la muerte de su hija se convirtiera en elemento para captar audiencias. Nos comentaron que varios periodistas han llegado y al realizar entrevistas sus preguntas van encaminadas a justificar el crimen.
Recordar a la joven Kenia es doloroso, su muerte violenta es una angustia para la familia. Ofelia López, su madre, llora. Un nudo en la garganta le impide hablar. Nos dice que siente un dolor tan fuerte que le desgarra el corazón, que su alma está con profundas heridas, jamás pobra recuperarse de esta tragedia, es ese mismo dolor que la mantiene de pie pidiendo justicia para su niña.
Según los relatos de la madre, Kenia nació y creció en este barrio. Desde niña fue una lideresa dentro de la iglesia. “De hecho yo (madre) y su padre nos conocimos y nos casamos en esta misma iglesia Príncipe de Paz. Ella nació en el evangelio y en la actualidad vigilaba el orden de culto. Tenía además una bonita voz y cantaba alabanzas en el coro, era una niña de Dios”.
El día del femicidio
El sábado 18 de junio Kenia junto a su familia habían participado hasta la 1 de la madrugada en una vigilia en la iglesia Príncipe de Paz donde se congregaban. Al llegar a casa durmieron hasta las 8:00 de la mañana. Una vez levantada ese mismo domingo, la joven contó a su mamá un sueño: que hombres llegaban en un carro y la perseguían para asesinarla. “Yo le dije que estaba protegida con la sangre de Cristo y eso nos tranquilizó”, comentó su madre Ofelia López.
“A eso de las 3:00 pm ella me preguntó si íbamos ir a la iglesia, yo le dije que estaba cansada y que fuéramos hasta el lunes. Sin embargo, ella dijo que iba ir con su abuelo que vive a 200 metros de nuestra casa y luego salió como todos los días a participar en el culto”, indicó López.
Según los relatos de su madre, el culto terminó a las 7:00 pm y una vez saliendo su hija fue acompañada por su abuelo. Pero la vivienda del anciano esta antes llegar a su casa. Fue así que la joven siguió su camino, acompañada solamente por la luz de un pequeño celular que apenas alumbraba la oscura y estrecha calle. El asesino tenía todo planificado. Sabia que venía sola y a tan solo 100 metros de su casa la esperaba.
En el lugar donde se escondía el femicida está una casa abandonada, lugar perfecto para ejecutar el crimen. Por los rastros de sangre y señas borrosas de zapatos que existen, pareciera que él la esperaba a lado de un mediano árbol y cuando la joven pasó la tomo por la espalda amenazándola con el cuchillo. En el poste de la puerta de entrada al solar hay rastros de sangre.
El hombre la introdujo por la fuerza al pequeño corredor de la vivienda abandonada y tratando de salvar su vida parecía que la niña forcejeo, así lo demuestran las heridas de arma blanca que tenía en su manos y rostro. También se presume que el asesino pudo haber intentado violarla, porque según su familia, ella tenía el brasier reventado de la parte frontal. Al final la joven murió a causa de dos heridas en su cuello. Su cuerpo quedó tendido por unas láminas de la solitaria casa y su cobarde asesino huyó dejando pocos rastros en la escena.
Su madre relata que ella entró en preocupación porque ya eran las 7:40 de la noche y Kenia no llegaba a casa, por lo que llamó al abuelo de la niña y él le dijo que junto a él había salido de la iglesia y luego ella avanzó sola a la vivienda que es la última del pueblo. “Inmediatamente sentí un golpe en mi corazón y salí a buscarla. Yo gritaba en las oscuras calles y solares baldíos, pero mi hija no daba señales”, indicó la madre entre lágrimas.
A reglón seguido indicó que pidió ayuda a vecinos de barrio y junto a sus familiares comenzaron a buscarla. Al final un vecino gritó que la había encontrado, en ese momento me alegre. Pero, cuando me dijo que estaba muerta mi vida se derrumbó. Mi niña estaba muerta en un pequeño corredor de la casa abandonada”, indicó entre un intenso llanto.
Justo en este momento de la entrevista, el dolor y la rabia de esta mujer de gran fuerza interior se apagaron. Parecía desmayar. Estaba cansada, desde la muerte de su hija duerme poco. Nosotros nos quedamos en silencio respetando su dolor. Una joven que nos acompañaba fue a traer un vaso con agua para que se tranquilizará un poco. Sin embargo, un pequeño ataque de tos hizo que se retirara por un momento.
Después de tres minutos se tomó tres sorbos de agua y regresó a la plática diciendo: «mi niña era muy buena. Ella le dedicaba su tiempo al Señor y eso me tranquiliza porque mi hija se fue con Dios”. A un metro de ella está José Isaías Alfaro, quien manifestó “esto no le tenía que haber pasado a mu niña. Ella era humilde y, a nadie le hacía daño”.
Su padre asegura que la joven había dejado de estudiar por la pandemia, pero los planes eran retomar sus estudios el otro año matriculándose en el segundo año de Bachillerato en Informática. Su sueño era ser licenciada en enfermería para trabajar en la clínica del pueblo sirviendo a la gente necesitada.
Alfaro recordó que su hija después de terminar los quehaceres de la casa con su mamá se ponía a cantar las alabanzas en forma de práctica. Además, se ponía a hacer bosquejos de prédicas porque también predicaba en los diversos lugares que era invitada en el pueblo.
¿Quién es el supuesto asesino?
El supuesto femicida es un hombre de más de 40 años. Llegó a San Antonio de Cortés, hace más de un año y de inmediato comenzó a congregarse a la iglesia donde fue bautizado. Nadie sabia los antecedentes de este personaje y donde era originario. Aunque él decía que era de Santa Cruz de Yojoa. Entre la comunidad se le conoce como un hombre colaborador.
En ese ambiente se fue haciendo amigo de la familia Alfaro López y comenzaba a frecuentar la casa. La señora López, hacia tamales para vender, “él se ofrecía a vender los tomales en su motocicleta. Al final de las ventas yo le daba un porcentaje”, asegura la madre de la joven.
Agrega que Kenia platicaba con él como un hermano de la iglesia y amigo de la familia. Con los meses le confesó que estaba enamorada de ella. Sin embargo, Kenia era una niña que acababa de cumplir los 18 años y él un hombre de 40 años. En ese aspecto ella nos dijo que Elvin la enamoraba y nosotros le aconsejamos que se apartara de él. Ella tomó a bien el consejo y por su parte el individuo terminó retirándose de las visitas a la casa.
“Nosotros nunca pensamos que este hombre era tan malo y que iba a terminar con la vida de nuestra niña. De hecho, después que la encontramos asesinada nosotros le pedimos el favor a una hermana en cristo, para que lo llamara y le preguntara el por qué no venía al velorio de la niña. Él respondió que no tenía valor de verla sin vida. Minutos después se le volvió a marcar, pero su celular ya lo había apagado”, indicó el acongojado padre.
“El entierro fue el lunes 20 de junio en horas de la tarde noche. Con todo el dolor en mi alma mientras les estábamos dándole el último adiós a mi niña, yo estaba a la expectativa del individuo para ver qué hacía a ver el sepelio. Sin embargo, no lo pude ver. La gente dice que estuvo viendo todo desde 100 metros y luego se perdió. Desde entonces no se sabe de su paradero”, indicó.
El padre de Kenia asegura que no hubo levantamiento de Medicina Forense porque el cuerpo de su hija fue llevado a la casa minutos después de encontrarla sin vida (la escena fue contaminada, se perdieron varios elementos para la investigación). Pero, según le han notificado a la familia en los próximos días el cuerpo de la joven será exhumado para la autopsia respectiva y de allí sacar algunas pistas que servirán en el proceso de investigación. Entre tanto, los informes policiales hablan de dos sospechosos. En la vivienda de uno encontraron una sudadera con manchas de sangre y en otro lugar, encontraron un cuchillo con el cual habrían asesinado, sin embargo, estas evidencias pasarán por un proceso de análisis, mientras buscan a los sujetos para su detención hasta confirmar su presunto vínculo con la muerte de Alfaro.
Andrea Paz del Foto de Mujeres cree que la violencia ejercida contra las mujeres es un problema que obedece a esta estructura jerárquica patriarcal, que reproduce una cultura donde las mujeres son vistas como objetos maltratables. “Es por esta razón que nos impulsamos como mujeres a no quedarnos quietas y exigimos igualdad de género, no más violencia contra las mujeres y justicia por cada mujer que es asesinada”, indicó.
“Las estadísticas de violencia son devastadoras para las niñas y mujeres hondureñas. Sin embargo, no representan la realidad en su dimensión absoluta, pues en el país hay casos que no se registran especialmente los de comunidades remotas. Frente a la inacción de las autoridades, luchamos por que los casos no queden impunes y que estos hechos no se repitan con ninguna otra mujer”, concluyó.
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