sábado, 5 de marzo de 2022

La amnistía comienza a resolver injusticias


Defensoresenlinea.com


Todas las noticias locales e internacionales de esta semana ya las conocen. Ustedes tienen sus opiniones bien definidas sobre todo eso. No vamos a detenernos ahí.

Las líneas de esta noche las queremos dedicar a José Antonio Torres Meza, un olanchano que se refugió en El Salvador desde 2010, por la persecución de la dictadura narcotraficante que dirigía ese mafioso que duerme con los Cobras.

Don José Antonio es el primer hondureño perseguido político por quien el Cofadeh pidió la aplicación del decreto de amnistía aprobado por la presidenta Xiomara Castro hace dos semanas.

Este hombre, de 40 años, fue acusado por incendio en el marco de las manifestaciones antigolpistas en agosto de 2009.

Por temor a sufrir la barbarie en manos de los carteles policiales y militares leales al modelo narco corrupto, José Antonio Meza huyó al vecino país.

Don Chepe, tiznado por el sol y endurecido por el rudo trabajo y la desconfianza general, habla poco, acepta todo y esconde la sonrisa.

Pero hay algo que quiebra sus sentidos. Este año, el 12 de febrero, tras la noticia de la muerte de su madre con quien dejó encomendados sus hijas e hijos, decidió entrar a Honduras y el Estado lo capturó en la frontera El Amatillo.

Impulsado por el duelo y a la sombra del triunfo electoral de doña Xiomara Castro decidió reingresar, pero ahí estaba en el sistema electrónico su nombre en rojo. Afortunadamente, esta vez los operadores aduaneros no lo entregaron a la muerte. Fue enviado a la cárcel del Porvenir.

Pero no pudo despedir a su madre, no pudo agradecerle al menos con su presencia postmortem todo el sacrificio hecho por sus criaturas durante esta larga ausencia de 12 años. José Antonio llora.

El dolor que produce la muerte de seres queridos próximos, en su caso empezó a sanar en el interior de la cárcel donde encontró reos solidarios, que le compartieron orejas para oír su duelo, y le regalaron ropa y zapatos para cambiarse el día de su libertad.

El jueves 24 de febrero, las valientes mujeres integrantes del equipo legal del Comité de Familiares de Detenidos-Desaparecidos, llegaron a recibirlo y acompañarlo. Su sobrino Mario Joel y las Brigadas Internacionales de Paz lo abrazaron bajo la luz del sol.

El decreto de amnistía ha comenzado de este modo a reconciliar la vida de las personas más vulnerables, víctimas de un sistema inmoral que ha castigado desproporcionadamente a disidentes sociales como José Antonio y ha premiado a bandidos como a ese que el juez Castel tiene guardado en la colonia 21 de octubre de Tegucigalpa.

El próximo pedido de amnistía dirigido por el Cofadeh, organismo facilitador de la reconciliación entre el ministerio de derechos humanos y el poder judicial, es en el territorio de Santa Bárbara, en el Occidente del país.

Las personas a beneficiar son los hermanos Faustino y Ovidio Enamorado Guillén, ambos del Consejo Indígena Lenca de Las Vegas, criminalizados con racismo por la alcaldesa Tona Pineda Lara después de las llamas que consumieron el edificio municipal tras el fraude electoral de los narcos en 2017.

El Juzgado Seccional de Santa Bárbara todavía no ha precisado la fecha de la audiencia para anular la pena y ponerle fin a la persecución criminal en contra de estos dos hermanos indígenas herederos del heroico pueblo Coquimbo.

La siguiente petición presentada fue por el estudiante universitario Eduardo Urbina, desarraigado de su familia y de su patria, bajo la imputación de las fuerzas armadas de la dictadura narcotraficante.

Desde diciembre de 2017, Urbina ha sufrido persecución política, descalificación moral, descrédito y exilio, al estilo de los asesores uribistas constructores de falsos positivos.

La policía del régimen lo persiguió hasta Costa Rica con un rosario típico de imputaciones políticas: uso de explosivos, manipulación de material de guerra e incendio de uno de los camiones de la represión.

El Cofadeh peleó a su lado y demostró el real peligro que corría este muchacho barbudo si era expatriado a las garras de los criminales, que lo esperaban con saña.

San José otorgó el asilo hace 4 años y Eduardo pudo matricularse en la Universidad de Costa Rica, donde ha cumplido 26 años de juventud fructífera.

Como todas las personas viviendo en los exilios, Eduardo ha hecho esfuerzos por integrarse a la sociedad del recibimiento, lo que nunca es fácil, pensando siempre la proximidad de la tierra natal donde dejó una historia de vida rota por una dictadura corrupta y violenta.

“Yo me he sentido netamente una víctima de persecución política dirigida por todo el andamiaje jurídico y policial del Estado”, dijo el compatriota quien hoy abriga la esperanza de un tiempo de reconciliación nacional, en el marco del gobierno más sólido electoralmente de toda la historia de Honduras.

Es el tiempo de las nuevas cuentas, de cerrar los viejos casos que no debieron ser abiertos nunca y de extinguir las órdenes que jamás debieron ser cumplidas, por ilegales y violentas.

Así es como Honduras espera el retorno seguro de sus hijos e hijas, de quienes han llevado consigo los dolores de una Patria destartalada en sus finanzas, destruida en su buen nombre, y acabada en términos de confianza pública.

Este no es el tiempo de escuchar a los chafas pidiendo perdón así en el aire, como si no estuvieran marcados con al menos 35 asesinatos después del golpe, bien documentados por la Comisión de la Verdad, por las Naciones Unidas y por las víctimas.

El nuevo mando de las fuerzas armadas del Comando Sur en Tegucigalpa debe poner a disposición de los tribunales a los responsables de esos hechos atroces, y así empezamos a creer en una voluntad de cambio.

Mientras, los criminales, los saqueadores del país y los jefes narcos agrupados en el COHEP, en la asociación de mineros, la asociación de bancos y los carteles religiosos no rindan cuentas de 12 años de delincuencia organizada, vamos a señalarlos como responsables de las trabas de la reconciliación.

No crean nunca la mentira piadosa que las víctimas olvidan. Bien sabemos que ustedes tampoco lo olvidan. Aquí todos no olvidamos.

Entonces, es bueno que demos pasos en serio para no empezar a fermentar de nuevo una cuenta gorda que pese en la conciencia colectiva hasta los días difíciles.

Las experiencias pasadas enseñan, ustedes no olvidaron y mataron a los retornados como Juan Humberto Sánchez, Raulito y Héctor Rosales, para citar tres casos bien conocidos del tiempo cháfaro-cachureco de 1992.

Cuidado con los pasos en falso. El pueblo está vigilante y ha regresado con fuerza, nunca vencido, a defender sus territorios con entereza.

Saludamos el restablecimiento de sus derechos a las personas humilladas, el regreso seguro a sus pueblos y a sus familias, y que nadie perturbe la alegría de la gente.

¡Vivan los hombres y mujeres libres de Guapinol, que nunca más sus ríos vuelvan a ser la codicia de empresarios narcos destructores de la vida!

Vivan los pobladores mayas chorti de Azacualpa, Copán, que aún siguen resistiendo el terrorismo de MINOSA que saquea su centenario cementerio!

¡Vivan en general los pueblos que luchan!


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