Cada año el 11 de febrero se conmemora el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. ¿Su objetivo? Recordar que la brecha de género persiste en los sectores de la ciencia, la tecnología, la ingeniería, las disciplinas artísticas y las matemáticas. Aunque las mujeres obtienen más de la mitad de los títulos universitarios, su presencia en carreras como física o ingeniería no llega al 30%, y las que titulan e investigan con frecuencia han sido invisibilizadas
Hedy Lamarr
La actriz, galardonada como la mujer más bella del mundo por la Metro Goldwyn-Mayer, habiendo realizado unas 30 películas, fue una de las científicas más importantes de la historia. Sin embargo, cien años después, su brillante inteligencia, su creatividad y su destreza matemática sigue quedando eclipsada por la etiqueta de “icono sexual de Hollywood”.
Tanto es así que no recibió ningún reconocimiento hasta 1997 por la invención de lo que sería el inicio de las conexiones Wi-Fi, Bluetooth, GPS, telefonía móvil y otros campos de la comunicación inalámbrica. Hedy tenía 82 años cuando fue ganadora del prestigioso premio Pioneer Awards de la estadounidense Electronic Frontier Foundation, 50 años después de haber patentado sus inventos.
Hedy nació en 1914 en Viena y comenzó a estudiar ingeniería al sentirse profundamente atraída por la tecnología. Sin embargo, poco después de comenzar su carrera, decidió dar un giro a su vida y se aventuró a comenzar en el mundo de la interpretación.
Dejando a un lado su faceta cinematográfica, Hedy Lamarr fue una gran científica, durante los descansos de rodaje y épocas sin filmar se enfrascaba en sus inventos, rediseñó, por ejemplo, las alas de los aviones a partir de la fisionomía de los pájaros y los peces, una idea muy bien recibida por el magnate e ingeniero Howard Huges. Su gran inventó fue el llamado espectro expandido por salto de frecuencia, una técnica de conmutación de frecuencias que posteriormente se usó para proteger la dirección de los misiles, la patente se clasificó como alto secreto y no fue utilizada de inmediato, ese mismo año Estados Unidos se apropió del sistema.
En su momento, los comités científicos, compuestos por hombres, a los que hacía llegar sus inventos los menospreciaban sistemáticamente, pero ella fue una mujer muy tenaz y persistente.
En la actualidad, todas las tecnologías inalámbricas de las que disponemos y muchos sistemas orientados a voz y datos siguen la patente del espectro ensanchado. La invención de Lamarr aún puede dar mucho más de sí, puesto que, según David Hugues (investigador e impulsor del FHSS en la Natural Science Foundation de EEUU) “todavía no se han explorado todas sus posibilidades”.
Riane Eisler
Riane Eisler nació en Viena, huyó de los nazis con su padre y madre a Cuba y luego emigraron a los Estados Unidos. Obtuvo títulos en sociología y derecho de la Universidad de California, impartió clases pioneras sobre la mujer y el derecho en UCLA, y es una de las fundadoras del Grupo de Investigación de Evolución General (GERG), miembro de la Academia Mundial de Arte y Ciencia y World Business Academy y comisionado de la Comisión Mundial sobre Conciencia Global y Espiritualidad. También es cofundadora de la Alianza Espiritual para Detener la Violencia Íntima (SAIV), www.saiv.net. Es presidenta del Center for Partnership Studies, www.partnershipway.org., dedicado a la investigación y la educación.
Es una científica de sistemas sociales, historiadora cultural, futurista y abogada cuyas investigaciones, escritos y discursos han transformado la vida de personas en todo el mundo. Su trabajo más reciente “Nutriendo nuestra humanidad: cómo la dominación y la asociación dan forma a nuestros cerebros, vidas y futuro”, en coautoría con el antropólogo Douglas Fry, muestra cómo construir un mundo más equitativo, sostenible y menos violento basado en la asociación en lugar de la dominación. Uno de sus libros más famosos es ‘El cáliz y la espada’, donde explica desde la ciencia por qué es posible un mundo incluyente, justo y pacífico. Piensa que “es falso que la violencia y la dominación masculina sean parte de nuestra naturaleza humana”. Su trabajo ha inspirado el desarrollo de nuevas métricas que demuestran el valor económico del cuidado de las personas, desde la primera infancia, y del cuidado de la naturaleza, que ahora un equipo de economistas está actualizando en un Índice de Riqueza Social.
“Hay que pensar en la colaboración, en la empatía y en una educación que también signifique la protección del medio ambiente y la armonía con la naturaleza”.
Ana Freire
Doctora en informática, investigadora y docente en la Pompeu Fabra. Directora del Área de Tecnología de la UPF School of Management de Barcelona; su principal proyecto de investigación es el desarrollo de una inteligencia artificial que detecta a los usuarios con problemas de salud mental en las redes sociales. En 2017 lanzó STOP (sistema para detectar usuarios con tendencias suicidas en redes sociales y ayudarlos) en el que trabajan seis instituciones a nivel internacional. Está muy implicada en romper los estereotipos de género asociados a la tecnología, para que las niñas vean estas carreras técnicas como una opción de futuro. Con este objetivo creó Wisibilízalas, un concurso internacional en el que ya han participado más de 3.000 alumnos de primaria y secundaria. «Los participantes, por grupos, tienen que crear una página web con el perfil de una mujer que trabaje en tecnología, ingeniería, matemáticas o ciencia. Además, les pedimos que sean mujeres cercanas con las que se puedan entrevistar y que les puedan servir de inspiración o descubran profesiones nuevas que no conocían», explica.
“No vale siempre citar a Marie Curie, sino que necesitamos a mujeres con las que poder hablar, que vayan a colegios e institutos, que sean de los mismos pueblos”.
Defiende que la diversidad en los equipos de trabajo es fundamental para que la tecnología aporte valor a la sociedad: «La tecnología tiene que ser feminista y diversa. Hay un caso muy sonado de un dispensador de jabón que detectaba solo las manos de piel blanca, porque solo lo probaron personas con esa piel, es un ejemplo muy claro de que el equipo que desarrolla esa tecnología es clave para que sirva para toda la sociedad».
Jeanne Baret
Jeanne Baret (1740-1807), fue la primera mujer botánica por derecho propio y la primera que dio la vuelta al mundo en una expedición científica.
Hija de campesinos franceses, aprendió el reconocimiento y propiedades de las plantas de su madre, ambas las recolectaban y vendían en el mercado, además de realizar las labores propias del campo. Pasó los primeros años de su vida en la granja de su padre. Cuando éste murió en 1762, se convirtió en la institutriz del hijo Philibert Commerson, botánico, médico y naturalista.
Jeanne, además de buenos conocimientos sobre las propiedades de las plantas, poseía gran inteligencia y lucidez mental, lo que agrado a Commerson, que le dio clases de botánica y le confió la preparación de los herbarios, convirtiéndose en su ayudante.
Cuando Commerson fué nombrado botánico real, junto con otros científicos, para realizar una expedición alrededor del mundo, en busca de nuevas especies, quiso que lo acompañara Jeanne como ayudante de expedición, para recolectar y clasificar las especies de plantas. Sin embargo, en aquel tiempo, las mujeres tenían prohibido viajar en los barcos franceses. Para poder evitar este inconveniente, idearon que ella se disfrazara de hombre para poder embarcar y que subiera en un puerto distinto, aparentando que no se conocían. El viaje fue muy penoso para ella, puesto que además de disimular con su vestimenta y modos que era una mujer, debía realizar los mismos pesados trabajos que los marineros del barco.
Durante todo el tiempo que estuvo a bordo, recolectó plantas junto a Commerson en localizaciones como Río de Janeiro, el Estrecho de Magallanes, Tahití, Isla Mauricio y Madagascar. Cuando la mala salud de Commerson le impidió llevar a cabo trabajo de campo, Baret fue la responsable de todas las colecciones, incluyendo la recolección de la especie más famosa de la expedición, la Bougainvillea.
Al ser descubierto el engaño por la tripulación, ambos se vieron obligados a abandonar la expedición en Isla Mauricio, donde Commerson murió. Sola y sin recursos, Jeanne trabajo como camarera en Port Louis para ganarse la vida, y allí conoció a un oficial naval francés, con quien se casó para poder embarcar y volver a Francia.
Commerson y Baret recogieron más de 6.000 especímenes, que se conservan en el Museo Nacional de Historia Natural de París. Durante la expedición y en años posteriores, unas 70 especies fueron bautizadas con el nombre específico de ‘commersonii’ en homenaje al botánico Commerson, sin embargo, ninguna llevaba el nombre de Baret, a pesar de su importante trabajo botánico.
Al igual que ha ocurrido con otras mujeres que fueron pioneras en diversas especialidades, Jeanne Baret , vivió en una sociedad en la que los hombres ejercían su poder sin miramientos y las mujeres eran excluidas de los registros históricos. Baret fue muy capaz como botánica, pero posiblemente también fue analfabeta, por lo que su historia se ha conservado sólo a través del testimonio de hombres como Commerson y Bougainville (Jefe de la expedición) , que escribieron sobre ella junto a los registros del diario de navegación y botánica.
La contribución botánica de esta científica cayó en el olvido y no fue hasta en el año 2010, con la publicación del libro El descubrimiento de Jeanne Baret , de la escritora Glynis Ridley, que salió del anonimato la vida aventurera y el legado de una gran mujer de ciencia.
En el 2012, el botánico Eric Tepe y su equipo, del Departamento de Biología de la Universidad de Utah (Estados Unidos) habían descubierto una nueva especie de planta en el sur de Ecuador y el norte de Perú y propusieron nombrar a este especie en honor de Baret, llamándola Solanum baretiae.
Las contribuciones a la botánica de Jeanne Baret se han reconocido con 250 años de retraso ¿cuántas otras científicas continúan siendo invisibles?
Eva Crane
Eva Crane (realmente Widdowson, cambió su apellido al casarse), 1912-2017 Inglaterra. Se convirtió en la segunda mujer en obtener el Grado de Matemáticas en el prestigioso King’s College, también obtuvo el Máster en Mecánica Cuántica en 1935 y el Doctorado en Física Nuclear en 1937.
En 1942, siendo profesora de física de la prestigiosa Sheffield University, recibió de regalo de bodas un par de colmenas. Aquel regalo cambió su vida, Crane se interesó tanto por las abejas que dejó su carrera como física y centró todo su interés en el estudio de la apicultura.
Sus investigaciones la llevaron a viajar por más de sesenta países con el objetivo de estudiar a las abejas. Se convirtió en la mayor experta mundial en estos insectos y en una gran divulgadora que enseñó principios de apicultura a gobiernos, ONG, apicultores y granjeros a lo largo de todo el planeta.
Creó el Bee Research Association en 1949, escribió más de 180 artículos, ensayos, libros e incluso, enciclopedias. Curiosamente, la mayoría de esas publicaciones las escribió cuando contaba entre 70 y 80 años. Uno de sus libros más famosos es el prestigioso “The Word Histoy of Beekeeping and Honey Hunting”. Fue editora de las revistas especializadas Bee Word (1049-1984), Apicultural Abstracts (1950-1984) y Journal of Apicultural Research (1962-1982). Su objetivo principal era lograr la colaboración internacional para el estudio y la investigación científica de la apicultura.
Además del comportamiento de las abejas y la síntesis de la miel, realizó importantes estudios en el ámbito de la historia y la arqueología de la apicultura, recolectando, fotografiando y catalogando más de dos mil objetos y útiles de apicultura recogidos por todo el mundo.
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