miércoles, 3 de marzo de 2010

Bachelet ordena parar los saqueos a cualquier costo


Clarín

Por Gustavo Sierra


Se agravan las consecuencias del terremoto. Exigió a los militares que actúen "con toda la severidad necesaria". Ello implicaría incluso disparar a matar. Es porque los robos no cesan en las zonas más golpeadas por el sismo. Aún no llega la ayuda.


Desborde. Un Policía apunta contra gente que roba comida de un negocio totalmente destruido por el terremoto.

Están en pie de guerra. Los vecinos de la avenida Guillermo Mans en el tradicional barrio de clase media de Ñuñoa muestran palos y fierros. Una chica tiene un bate de béisbol. Un hombre de mediana edad no puede disimular el revolver que lleva en la cintura por debajo de su camiseta.


Están protegiendo sus casas devastadas por el terremoto que ya sumaba casi 800 muertos.

La presidenta Michelle Bachelet anunció que aumentará el contingente de 17.000 soldados enviados a las zonas más afectadas por el cataclismo. Y advirtió que no se tolerarán más situaciones delictivas. Y ordenó a los militares "actuar con toda la severidad necesaria". Le dio así el poder absoluto al ejército y la marina para que impongan el estado de queda sin importa el costo y disparen a cualquier vándalo que se resista.

"Nuestro objetivo es ir en ayuda de la gente y enfrentar la emergencia de las zonas devastadas, quienes no entiendan eso, van a recibir todo el rigor que la ley contempla para estas acciones delictuales que no estamos dispuesto a tolerar", lanzó Bachelet tras reunirse con los jefes militares y después de una lluvia de críticas por la lentitud de la reacción. "Tampoco es aceptable que los vecinos tengan que estar armando autodefensas", sostuvo.

"La presidenta intentó por todos los medios no meter a los militares en la catástrofe. Desconfía de los uniformados y no quiere irse (termina su mandato en una semana) con una matanza", dice una fuente cercana a La Moneda, el palacio presidencial.

Desde el momento mismo en que dejó de temblar, grupos de jóvenes y hasta mujeres de mediana edad de los barrios marginales de Santiago, Concepción y todas las zonas afectadas por el sismo se lanzaron a saquear lo que podían. Empezaron por los supermercados. Pero no fueron a las secciones de comida, se abalanzaron sobre los electrodomésticos. Siguieron por empresas o distribuidoras de materiales de construcción. Y terminaron incendiando comercios del centro de Concepción cuando ya no había nada para robar.

Roberto Aguilera, tiene 48 años, mujer y cuatro hijos. Su departamento del cuarto piso de la esquina de Mans con San Eugenio, en Santiago, está totalmente destrozado. Está sacando lo que le quedó. "Es una desgracia sobre otra desgracia. Tenemos que andar defendiendo nuestras cosas como si estuviéramos en la selva. Anoche mismo intentaron entrar por atrás del edificio y meterse a robarnos. Los sacamos a palos", cuenta Roberto. La situación se extiende por todo el país. Damnificados del terremoto tratando de evitar que saqueen lo que les quedó.

Por ahora, oficialmente, hubo un solo muerto en Concepción por el disparo de un carabinero. Pero hay noticias extraoficiales que hablan de choques entre vecinos que defendían sus casas y bandas. Incluso hablan de una banda de mujeres que roba y carga todo en camionetas negras y que se habría tiroteado en diferentes barrios de la periferia de Santiago.

"En las catástrofes salen lo mejor y lo peor del ser humano. Por un lado están los que salvan vidas, y por el otro los buitres. Y aquí han salido muchos más buitres de los que pensábamos. Surgió lo que no queríamos ver. La extrema desigualdad de este país ha nutrido, alimentado una ira incontenible, sorda, violenta, en muchos hombres y mujeres que ven esas grandes tiendas y supermercados como la expresión de los que se le arrebata", explica la fuente.

Algo de eso ve también el sacerdote Felipe Berríos de la organización "Un techo para Chile": "acá hay, por un lado, alguna protesta genuina de gente que busca agua o comida y trata de conseguirla de cualquier manera; y por el otro unas bandas organizadas para delinquir que aprovechan el caos". Y Emilio Torres, sociólogo de la Universidad Central, explica que "este tipo de delincuencia se va a ir diluyendo con las horas apenas aparezcan los carabineros; no es una protesta social ".

Además de enviar los refuerzos militares el gobierno comenzó a distribuir 320 toneladas de alimentos que no habían llegado en tres días a las provincias del sur donde la tierra tembló con mayor furia. Muchos creen acá que el gobierno no reaccionó con la rapidez que se necesitaba y eso contribuyó a lanzar a la gente a los saqueos.

Bachelet se hizo cargo de esas críticas y respondió diciendo: "Probablemente la gente siempre va a sentir que se podrían haber hecho las cosas mejor, pero la verdad es que dada la extensión de los daños, siempre va a ser insuficiente y por eso digo que también tenemos que tener conciencia de lo complejo que viene por delante".

Roberto Aguilera y sus vecinos de la avenida Mans creen que lo complejo ya llegó. Tienen autorización por unas horas para desalojar sus casas. Hoy, van a ir de la municipalidad para sellar el lugar y derribarlo. Esas casas ya no son habitables. Hasta entonces se van a quedar ahí, en lo que era el jardín compartido, viviendo bajo una carpa improvisada y haciendo guardia con sus vecinos para custodiar lo que les queda. Anoche, habían prendido una fogata en la calle y le mostraban los palos que tenían en la mano a cualquiera que se atreviera a acercarse.

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