martes, 6 de febrero de 2018

La irrupción oficial de la dictadura



Por Rossel Montes                                                    

La vida política y social en la historia de Honduras ha sido tal como es la naturaleza de lo histórico: de movimientos sociales que reivindican los proyectos que reclaman la inclusión de todos los ciudadanos en los asuntos que compelen a todos y los anti proyectos que destruyen la vida social, la libertad y la construcción de una sociedad con justicia social, participación y donde el bien común sea el ABC de la cotidianidad. El siglo XX en la historia mundial estuvo plagado de fascismo (Una forma extrema de ejercer el poder político) dictaduras bonapartistas y totalitarismo de izquierda, que puso en peligro las más elementales formas de libertad y democracia, a saber: la libertad de elegir, libertad de expresión y representación.

La dictadura es la antítesis de la democracia, su enemiga mortal, destruye la vida pública debió decir Hannah Arendt y reduce la pluralidad de la vida a una monotonía y una monstruosidad donde los hombres y mujeres son autómatas y bestias, alejados de y convertidos en objetos y propensos a una cosificación bestial. La pluralidad de la cultura democrática, se ve aplastada por la amenaza del partido único de la dictadura o por la junta de comandantes de la dictadura militar. El fascismo alemán hacía gala de un antisemitismo, un populismo de alta verborrea, de un anti capitalismo y un anticomunismo de alto niveles, pero donde las diferencias de clase se iban a poner entre dicho, según nos dice Nicos Poulantzas, el acicate del fascismo alemán eran las clases medias, aplastadas por las grandes poderes fácticos, las grandes burguesías, la clase media en proceso de proletarización según el término acuñado por Marx, prestó su espíritu y material para empujar dicho proyecto nacionalista.

La dictadura se arropó de una legalidad democrática, y en un populismo exacerbado como bien diría Octavio Ianni (Sociólogo Brasileño) tanto el populismo europeo como el latinoamericano se revistió de un mesianismo escatológico societal, capaz de hacer que el hombre a caballo y el caudillo, liberara a la nación, de las cadenas del atraso y el subdesarrollo. Claro está, estos proyectos en algunos casos tenían un basamento popular, en otras estaban totalmente vaciadas de poder constituyente e instituyente.

Hace un año escribía un pequeño artículo donde analizaba los peligros del autoritarismo, ahora ya nos queda claro el panorama político y social de la Honduras actual, ya no es el peligro del autoritarismo, la dictadura ya está oficialmente instaurada, lo cual nos deja altamente preocupados, donde nos parece que estamos inmersos en una novela de ficción y terror, donde una sociedad se encuentra deprimida, donde la patología social es altamente grave, una sociedad cancerígena y alienada, oprimida y secuestrada por una banda criminal, pero no cualquier banda criminal, a la cual estamos comúnmente acostumbrados, es una banda de las que destruye la vida pública, la vida social, no es una banda que no solamente roba un banco, sino que saquea instituciones y destruye la institucionalidad.

Se profundiza el régimen autoritario. Una dictadura arropada de “legalidad democrática” pero totalmente vaciada por el poder constituyente, a saber: el pueblo, las grandes mayorías. El siglo XX estuvo plagada de fascismo y dictaduras que se instalaban en el poder sin tapujos, abiertas (militarismo) y sin recurrir a esa vestimenta de legalidad como lo fueron el fascismo alemán, el Franquismo, la dictadura de Pinochet en Chile, Videla en Argentina y El Carlismo. Como el movimiento histórico siempre está obligando a la ciencia social a re conceptualizar las viejas categorías. El régimen juanorlandista reúne todas las características de las viejas dictaduras: aniquilación del Estado de derecho, evaporación de la división de poderes, control total de las instituciones, populismo de derecha, corrupción exacerbada, violación sistemática de derechos humanos, persecución, desaparición, asesinatos políticos, saqueo de las instituciones, militarismo, violación a la libre expresión, reprimida el derecho a la protesta. Etcétera. Con la diferencia de su ropaje de “legalidad”, cuestión que coincide con los viejos regímenes autoritarios y Bonapartistas en América latina en siglo XX. Lo que estamos presenciando es un régimen con elementos viejos y nuevos.

Es necesario re conceptualizar las viejas categorías sociológicas y politológicas sobre la naturaleza y esencia de las dictaduras. En América Latina se dieron sendos debates sobre la naturaleza fascista de las dictaduras militares, a lo cual el filósofo y sociólogo argentino Atilio Borón desmintió tal cosa, con otros sendos argumentos: el fascismo alemán reunió en su seno un antisemitismo de gran escala, un populismo y una evaporación de las ideologías y de las clases sociales como proyecto profundo, cosa que no ocurría en las dictaduras militares, donde no contaban con proyectos ideológicos tan elaborados, donde la naturaleza de su existencia contaba como soporte predominante con el uso de la fuerza bruta y una exacerbada escalada del militarismo como lo estudió el profesor Ramón Oquelí en Gente y Situaciones y Leticia Salomón.

La dictadura instaurada el 27 de enero del año en curso, es un acontecimiento histórico, sociológico, político y antropológico como nunca lo hemos visto en la historia lejana e inmediata de Honduras. La evaporación de la institucionalidad y de la democracia representativa se consolidó con el proyecto reeleccionista de Juan Orlando, un proyecto que responde a los intereses geopolíticos de EEUU en la región y de detener el avance del movimiento social que se ha gestado desde inicio del siglo con la Coordinadora y el Bloque popular y que resurgió con el Golpe de Estado den 2009. Las arremetidas autoritarias siempre son una respuesta de los poderes fácticos al avance de dichos movimientos sociales que pretenden democratizar la sociedad y son efecto de la exclusión social, la desigualdad y la extrema pobreza a la que miles son orillados. Los proyectos democratizadores del movimiento social actual deben ir encaminado a buscar estrategias y tácticas para hacer retroceder la dictadura y hacerla desaparecer.

Ahora, el régimen Juanorlandista se encuentra en una encrucijada, un proyecto político de ultraderecha, encaminado a perpetuarse en el poder para no dejar que la izquierda reformista llegue al poder o todo gobierno que atente contra los intereses, que ataque la exacerbada corrupción y sobre todo los intereses de EEUU y de la elite local; dicho gobierno tendrá que buscar legitimarse para ganar adeptos o algún tipo de "indulto", perdón popular, o algún tipo de aceptación, con un mesianismo social, cosa que veo ya muy difícil pero estoy seguro se propondrá desde el poder usurpador. Los futuros panoramas son oscuros, la vieja estructura busca la democratización inmediata; ya las viejas relaciones sociales y de producción están chocando con el nuevo caparazón que está irrumpiendo en las conciencias y los imaginarios sociales, dicha imaginación hace al Ser del hondureño, pensar en un ir más allá, trascender lo dado para ser superior, es un imperativo hasta biológico y ético como diría Emmanuel Kant. Nos merecemos una sociedad más justa y democrática.

No hay comentarios: