sábado, 12 de abril de 2014

¿Cómo busca resolver la izquierda el asunto de la oposición?



La oposición política que necesita recomponer es un quebradero de cabeza para las cúpulas dirigentes del bipartidismo oligárquico, y en esos afanes están invirtiendo una importante dosis de sus esfuerzos y recursos. Pero, ¿existe esa otra oposición política, a la que tanto teme la oligarquía cleptócrata, y que actualmente se expresa en el partido LibRe? ¿O acaso esos pasos de animal grande no pasan de ser fantasmas o monstruos de laguna negra que no existe?

De acuerdo a los sondeos realizado por el ERIC en los últimos cuatro años, la población desconfía abrumadoramente de los partidos políticos en general, y de los dos tradicionales en particular. Pero también los sondeos recogen una enorme distancia existente entre la vida cotidiana de la gente y las dirigencias de los sectores populares, las organizaciones no gubernamentales y de los sectores políticos de izquierda en general.

Esta distancia es muy peligrosa. Sin embargo, más peligrosa es la reducidísima consciencia que de esa distancia tienen las dirigencias populares y de izquierda. Por el solo hecho de sentirse de izquierda, los dirigentes creen que lo que dicen y analizan es lo que la gente común piensa y siente. Eso no es así irremediablemente. Tomar consciencia de la distancia brutal de lo que hacen, dicen y proponen los dirigencias populares de la realidad cotidiana de la gente, es el primer paso para crecer como oposición.

A veces parece que las dirigencias populares y de izquierda se afanan más por estar cerca de las altas cúpulas que por estar al lado de la gente común y de a pie. A veces el comportamiento de las dirigencias políticas y populares de izquierda deja la impresión de que dan más prioridad a negociaciones y a estar bien con las altas esferas políticas que acercarse a escuchar y experimentar lo que realmente dice y siente la gente.

Las dirigencias populares y políticas de izquierda así como la inmensa mayoría de organizaciones de sociedad civil están encerradas y protegidas en una burbuja que las protege de esa abismal distancia de la vida cotidiana de la gente. Esta burbuja ofrece muchas seguridades, incluso económicas, pero sobre todo les impide reconocer el error de estar política, ideológica, humana y hasta espiritualmente distantes de la cotidianidad de la gente de los barrios, colonias y aldeas.

Y es aquí cuando nos topamos con el meollo del tema de la oposición desde la perspectiva popular y de izquierda de Honduras. El nivel de conciencia social y política de la mayoría de la sociedad hondureña es tan precario que al final de cuentas lo más importante ni es quién está gobernando y quiénes están en la oposición. No importa quién sea, de dónde venga y cómo decida resolver las necesidades apremiantes de comida, empleo y seguridad. Si quien lo hace es un gobierno autoritario y dictatorial es lo de menos, si por el contrario quien le asegure comida y seguridad es un sector populista o de izquierda también da lo mismo.

Una izquierda que quiera erigirse como oposición, pero con una muy limitada conciencia de lo que quiere y siente la gente en su cotidianidad, seguirá muy clara en sus discursos anti neoliberales, pero muy segura y distante en su propia burbuja. Salir de esta burbuja y romper la distancia que existe con lo que siente, piensa, sueña y sufre la gente en su cotidianidad es condición de posibilidad para que las organizaciones populares y la izquierda sean la oposición que en efecto rompa con el modelo bipartidista, y se erija como alternativa a todos los modelos a través de los cuales busca perpetuarse el proyecto antinacional de la oligarquía.

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