martes, 4 de febrero de 2014

Na más, lo demás no da miedo



Por Rodolfo Pastor Fasquelle

A nadie engañó el actual gobernante, en campaña. Promocionaba los eco fogones anticipando, dice un amigo perverso, que el chimbo de gas de 25 lbs. llegaría a costar 350 lempiras en los primeros días después de la Asunción y fincó su indudable popularidad en el propósito de resolver el problema de la delincuencia a punta de $%/”@ y orden público. El Plan de gobierno del JOH no mencionaba al ministerio de Cultura y después de juramentado el resto del gabinete, el gobierno no ha anunciado el nombramiento de un secretario de cultura y han comenzado a trascender noticias, perfectamente previsibles, digamos que anunciadas sobre el cierre inminente del Ministerio.

No me rasgo las vestiduras porque se extingan las estrellas y aguardo pacientemente que eso ocurra con la nuestra, el sol, dentro de apenas cinco mil millones de años, una bicoca en términos del tiempo cósmico. Uds. saben que soy un hombre práctico, silvicultor y agricultor, cacaotero y platanero y un ganadero que cría y ordeña vacas. Y que soy un filósofo.

Por ambas razones entiendo que, como dice un antiguo verso de sabiduría de la tribu, las cosas temporales, temporales son, las plantas y los animales mueren, los pensamientos y los sentimientos también. El amor se acaba. Los imperios y las naciones, las lenguas y las religiones, todo cambia como dice la canción…dependiendo de su funcionalidad. Se subsiste si uno sirve de algo. Hubo otro tiempo en que otro tipo de instituciones, las iglesias por ejemplo, se encargaban de la vida cultural, como de la educación y la salud pública.

Y entonces no creo que sean eternas las gloriosas fuerzas armadas de Honduras, aunque manden decir muchas misas y asista y de repente comulgue en ellas Juan Hernández, ni siquiera creo que sea eterna Honduras, menos como estado nación, o que deba ser eterna la Presidencia de su republica ni mucho menos aun la secretaria de cultura, pobre! Muy desprestigiadita.

Las cosas empeoraron un poquito cuando doña Myrna Castro declaró en julio 2009 que les asignaba el antiguo Palacio de gobierno (y Archivo Histórico) a los reservistas para que detuvieran la inminente invasión venezolana, que las casas de la cultura servían para adoctrinar incautos con ayuda de Chávez, que a las bibliotecas habíamos mandado libros progresistas y que queríamos sublevar a los indígenas. Después de eso, todo era ganancia, incluyendo las ceremonias de dugu en el despacho.

Por eso tampoco creo la retórica oficial que cuando crea nuevos superministerios, asegura se propone ahorrar dinero fusionando y suprimiendo entidades del Estado como la secretaría de cultura, la cual en mejores tiempos pasados, antes que le rebajaran su presupuesto, recibía el 0.01% de los recursos que usa el Estado …para cubrir las transferencias a las fundaciones culturales (Fundarte, etc.) y a las asociaciones deportivas además de los gastos operativos de programas propios. Las estructuras burocráticas como los ministerios no son el único recurso posible del Estado para cumplir con su responsabilidad en este campo.

En LIBRE hablábamos de un Consejo con un Presidente ministro. Hay muchos países (naciones) respetables que no tienen una secretaría de cultura, por ejemplo EUA, pero también aquí más cerca México y Colombia, en donde, por cierto, muchos avezados hombres y mujeres de cultura se oponían hace poco a la creación de esa institución, en ardorosa polémica con otros que querían ser ministros. En Nicaragua la inolvidable Violeta de Chamorro también suprimió el Ministerio que alguna vez ejerciera Ernesto Cardenal. Varios de esos países tienen vigorosas culturas nacionales, patrimonios riquísimos y dinámicas culturales modernas, estímulos a la creatividad y protección a la tradición.

Un amigo que alguna vez fue ministro de agricultura -y dejó recién de ser mi correligionario- declaraba sonriente que nada sucedería en el agro o la ganadería si se suprimía la secretaria de agricultura y yo me atrevería a decir que, hoy por hoy, hay muchos (incluyendo evidentemente a don Juan) que no creen que la secretaria de cultura sirva para un carajo, que no dejan de tener alguna razón, y que, sin más recursos y personal técnico, las actuales instituciones culturales del estado pueden hacer muy poco ante la tragedia de pérdida de patrimonio, el desánimo y la falta de estímulos para el arte y la creatividad del país.

Pero el problema de la cultura no existe para la clase política de Honduras (y no solo para la bipartidista) inculta, ágrafa, ignorante y completamente insensible a cualquier cosa que no sea (déjenme usar esa creación del difunto Profesor Pineda) el tilín tilín. Según esa casta la necesidad de desarrollo para proteger el patrimonio o la escasez de fondos para las artes y las humanidades son inventos de vagos y vividores, intelectuales a quienes además temen en el fondo, porque son independientes. De hecho solo los militares dictadores se atrevieron a fundar en 1975 un Ministerio, a instancias de UNESCO, la cual prefiere esa clase de institución y nombraron a un militar para dirigirla inicialmente, cuando no quiso la persona que pensaban cooptar con esa criatura….

Lo que sí creo y afirmo es que mientras se pierden las joyas y documentos de los museos públicos y de la Iglesia y de bodegas del Estado y se destruyan otros muchos tesoros en los sitios saqueados, mientras se cierran las casas de la cultura por falta de apoyo y las bibliotecas, se mueren de hambre o migran o se dedican a servir hamburguesas para sobrevivir los artistas y los historiadores jóvenes, el Estado de Honduras tiene una responsabilidad que cumplir frente al tema de la cultura pública. Una responsabilidad que solo se puede cumplir si se tiene acceso al Presidente y al Consejo de Ministros, aunque teóricamente requiere además de acceso a y de una relación efectiva de trabajo con el Congreso Nacional. El pronóstico es malo.

Pero lo importante será ver cuán eficaz serán las noveles instituciones para cumplir con esos objetivos, con qué recursos contaran, qué clase de personas con qué calificaciones estarán a cargo y qué resultados tengan. Lo demás no da miedo. Al menos yo que además de filósofo y cacaotero, soy viejo no me asusto. Más miedo me dan la policía militar y el precio del chimbo de gas.

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