lunes, 5 de octubre de 2009
Resiste, pueblo, resiste
Sara Rolla
Esta es nuestra lucha, que dejemos en el camino el miedo; porque el tirano está en el trono hasta que el pueblo se une en fortaleza. Somos muchos y ellos son pocos, somos los verdaderos dueños de esta patria y ellos son venidos de otras tierras, y los que no, son los traidores que todos conocemos. Resistamos caminando, marchando, cargando la cruz de la represión; porque podrán matar el cuerpo de cada uno de los que protestamos, pero nunca matarán el espíritu del pueblo; porque su espíritu habla a través de sus pies en marcha, de sus brazos levantados, de las palabras ardientes, de las manos que escriben y nutren la expresión del alma en su camino hacia la libertad.
Vamos, resistamos; que cada uno tome su lucha con amor. Que nuestra resistencia sea sedimento, actitud vital de consecuente intencionalidad, de habilidad, de ingenio, de atribución, de propuesta y de propósito; que posea la virtud de transformar este sistema por una vida más digna para cada hondureño. Que de esta lucha nazca la vertiente de la equidad bajo los parámetros de una democracia afianzada en lo legal, real, racional y justo.
Para que nuestra Honduras no sea una sociedad anónima de unos cuantos; ingobernada, generadora de violencia, con raíces en una plutocleptocracia abominable y dentro de un contexto político sin credibilidad, ilegitimo, ilegal, injusto. Luchemos, hermanos, luchemos.
Luchemos hasta que nuestros pies desgarren los caminos, hasta que nuestras palabras rompan los vidrios del tiempo y el espacio, hasta que el llanto forme ríos y mares, hasta que nuestro espíritu libertario llene con su aliento todos los abismos insondables. Cada uno en su trinchera. No nos cansemos.
Que el cantor eleve su canto hasta los cielos, que no se callen sus voces; que sus protestas se escuchen más allá del infinito, que sea abono y nutriente del alma de este pueblo; que se pinten los lienzos vivientes de la libertad guiando a los hombres descalzos y heridos y hasta muertos, pero vivos en la lucha; que se escriba la denuncia aun con palabras heridas, con palabras golpeadas, con palabras agredidas, con palabras desangradas; que se escriba con palabras de manos crucificadas, desolladlas; que se escriba hasta que las palabras ahoguen a los traidores, a los dictadores, a los infértiles, a los ladrones, a los apátridas, a todos los abortos de Caínes, de Anases y Caifases, de Pilatos, de los Hitler, de los Pinochet; que la palabra sea la dignidad marchando, para que esta lucha sea la esencia de nuestra identidad construyendo los caminos de la libertad. Porque el artista, al igual que el obrero, es obrero y marcha junto al pueblo, porque es pueblo y su arte es fusil certero.
Esta es nuestra lucha, que dejemos en el camino el miedo; porque el tirano está en el trono hasta que el pueblo se une en fortaleza. Somos muchos y ellos son pocos, somos los verdaderos dueños de esta patria y ellos son venidos de otras tierras, y los que no, son los traidores que todos conocemos. Resistamos caminando, marchando, cargando la cruz de la represión; porque podrán matar el cuerpo de cada uno de los que protestamos, pero nunca matarán el espíritu del pueblo; porque su espíritu habla a través de sus pies en marcha, de sus brazos levantados, de las palabras ardientes, de las manos que escriben y nutren la expresión del alma en su camino hacia la libertad.
Vamos, resistamos; que cada uno tome su lucha con amor. Que nuestra resistencia sea sedimento, actitud vital de consecuente intencionalidad, de habilidad, de ingenio, de atribución, de propuesta y de propósito; que posea la virtud de transformar este sistema por una vida más digna para cada hondureño. Que de esta lucha nazca la vertiente de la equidad bajo los parámetros de una democracia afianzada en lo legal, real, racional y justo.
Para que nuestra Honduras no sea una sociedad anónima de unos cuantos; ingobernada, generadora de violencia, con raíces en una plutocleptocracia abominable y dentro de un contexto político sin credibilidad, ilegitimo, ilegal, injusto. Luchemos, hermanos, luchemos.
Luchemos hasta que nuestros pies desgarren los caminos, hasta que nuestras palabras rompan los vidrios del tiempo y el espacio, hasta que el llanto forme ríos y mares, hasta que nuestro espíritu libertario llene con su aliento todos los abismos insondables. Cada uno en su trinchera. No nos cansemos.
Que el cantor eleve su canto hasta los cielos, que no se callen sus voces; que sus protestas se escuchen más allá del infinito, que sea abono y nutriente del alma de este pueblo; que se pinten los lienzos vivientes de la libertad guiando a los hombres descalzos y heridos y hasta muertos, pero vivos en la lucha; que se escriba la denuncia aun con palabras heridas, con palabras golpeadas, con palabras agredidas, con palabras desangradas; que se escriba con palabras de manos crucificadas, desolladlas; que se escriba hasta que las palabras ahoguen a los traidores, a los dictadores, a los infértiles, a los ladrones, a los apátridas, a todos los abortos de Caínes, de Anases y Caifases, de Pilatos, de los Hitler, de los Pinochet; que la palabra sea la dignidad marchando, para que esta lucha sea la esencia de nuestra identidad construyendo los caminos de la libertad. Porque el artista, al igual que el obrero, es obrero y marcha junto al pueblo, porque es pueblo y su arte es fusil certero.
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