Diario Tiempo
La observación sobre homicidios en Honduras promete ser la más instrumentada de nuestro planeta, y, por lo tanto, la más contradictoria, con la evidencia de dos polos opuestos: la verdad oficial y la verdad comprobada.
El secretario de Seguridad Pública, Arturo Corrales, ha anunciado la creación de un observatorio de la violencia, con participación multisectorial —iglesias, medios de comunicación, universidades, etcétera—, en contraposición al Observatorio de la Violencia de la Universidad Nacional Autónoma (OV-UNAH).
La determinación de la Secretaría de Seguridad de establecer su propia unidad de observación de la violencia, bajo absoluto control del secretario de Estado Corrales, proviene de la contradicción e inconformidad entre el conteo oficial de homicidios y el registro de la OV-UNAH, entidad especializada y con experiencia en el tema de nueve años de ejercicio.
La cuestión es que las estadísticas del secretario Corrales, experto en la compleja manipulación de la materia, no compaginan con el propósito de impulsar una percepción colectiva de victoria en la guerra contra la criminalidad y la violencia, particularmente la organizada y proveniente del narcotráfico y el consecuente aprovechamiento de los altos índices de pobreza en nuestro país.
El secretario de Seguridad, concebido como super-ministro de Seguridad y Defensa, dice estar convencido de que su gobierno reducirá la tasa de homicidios en Honduras, actualmente de 83/100,000, según OV-UNAH, a 30/100,00, lo cual, visto con objetividad, es una pretensión milagrosa.
Para lograr este objetivo extraordinario, tal vez único en el mundo contemporáneo, se hace indispensable contar con una herramienta de propia mano, pues, de otra manera, siempre habrá —como todo en nuestra época— una conspiración enemiga.
En la historia de la humanidad indefectiblemente ha habido milagros y milagreros, pues los simples mortales, tan pequeños que somos, miramos a las estrellas, a las promesas, más creíbles, en tanto más fantásticas. Esa es la razón de ser de las profecías y los profetas, de la praxis política y los políticos, de los hombres providenciales y de los imperios.
En el mundo actual los milagros no provienen directamente de las personas, en sí, sino de los mecanismos inventados con tecnología de punta y utilizados con suficiencia científica. Los milagros del siglo XXI son de naturaleza estadística y de aplicación mediática.
Por eso, en alguna forma, las religiones sobrenaturales van en caída, primero por efecto de la Ilustración, luego por las contradicciones y los vicios internos, y ahora por el control de las ilusiones colectivas a base de “información” clasificada y controlada. Goebels, el exitoso publicista de la mentira nazi, ahora se vería como bebé mamándose el dedo.
Así, en Honduras, el país en paz (aparente) con mayor índice de homicidios en el mundo, no podía quedarse atrás. Pero, para alcanzar la meta proclamada de la reducción de la muerte homicida, era necesario contar con el control total de la institucionalidad pública, incluyendo la administración de la violencia.
Pasamos, por lo tanto, de la etapa de cumplimiento electoral a la etapa de control de la violencia, otra vez en ruta milagrosa. Desde esa posición, no habrá duda de que Honduras y su pueblo marchan hacia la paz virtual, con verificación estadística oficial y con acomodo de la certificación internacional.
Febrero 17, 2014
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