lunes, 4 de mayo de 2015

Pan, Techo, Trabajo, Dignidad



Movilización del 1 de mayo fue espacio de protesta contra violencia y corrupción en El Progreso

Estamos en la celebración del primero de mayo y nuestro editorial lo vamos a centrar en las demandas que hace el movimiento popular. El título no corresponde a ningún slogan o pancarta sindical si no que está sacado del encuentro que tuvo el Papa Francisco con los Movimientos Populares. En dicho encuentro se plantearon una serie de demandas perfectamente válidas para la celebración de hoy.
Comienza diciendo el Papa Francisco que "es extraño, pero si hablo de esto para algunos resulta que el papa es comunista", añadió. "No se entiende que el amor a los pobres está al centro del Evangelio. Tierra, techo y trabajo, eso por lo que ustedes luchan, son derechos sagrados. Reclamar esto no es nada raro, es la doctrina social de la Iglesia". Y el Papa añade dos principios básicos: los movimientos populares son un signo muy importante de una realidad muchas veces silenciada: ¡Los pobres no solo padecen la injusticia sino que también luchan contra ella!. El otro principio es la solidaridad que significa “pensar y actuar en términos de comunidad, de prioridad de vida de todos sobre la apropiación de los bienes por parte de algunos. También es luchar contra las causas estructurales de la pobreza, la desigualdad, la falta de trabajo, la tierra y la vivienda, la negación de los derechos sociales y laborales. Es enfrentar los destructores efectos del Imperio del dinero”.
También se dijo que el acceso pleno, estable, seguro e integral a la tierra, el trabajo y la vivienda constituyen derechos humanos inalienables, inherentes a las personas y su dignidad, que deben ser garantizados y respetados. La vivienda y el barrio como un espacio inviolable por Estados y corporaciones, la tierra como un bien común que debe ser compartido entre todos los que la trabajan evitando su acaparamiento y el trabajo digno como eje estructurador de un proyecto de vida fueron algunos de los reclamos compartidos.

Nuevamente, pudimos concluir que la guerra y la violencia, la agudización de los conflictos étnicos y la utilización de la religión para la legitimación de la violencia, así como la desforestación, el cambio climático y la pérdida de la biodiversidad, tiene su principal motor en la búsqueda incesante del lucro y la pretensión criminal de subordinar a los pueblos más pobres para saquear sus riquezas naturales y humanas. Consideramos que la acción y las palabras de los movimientos populares y la Iglesia son imprescindibles para frenar este verdadero genocidio y terricidio.

Lejos de regodearnos en la autocompasión y los lamentos por todas estas realidades destructoras, los movimientos populares, en particular los reunidos por este Encuentro, reivindicamos que los excluidos, los oprimidos, los pobres no resignados, organizados, podemos y debemos enfrentar con todas nuestras fuerzas la caótica situación a la que nos ha llevado este sistema.

Porque en este sistema se ha sacado al hombre, a la persona humana, del centro y se lo ha reemplazado por otra cosa. Porque se rinde un culto idolátrico al dinero. Porque se ha globalizado la indiferencia, se ha globalizado la indiferencia.

Terminamos este editorial deseando que estas demandas formuladas hace unos pocos meses sean las mismas por las que se luche hoy, mañana y siempre. Y, ahora sí, vamos a repetir la consigna final con la cual el movimiento popular terminaba de exponer sus reclamos y demandas: “¡Tierra, Techo y Trabajo son derechos sagrados! ¡Ningún trabajador sin derechos! ¡Ninguna familia sin vivienda! ¡Ningún campesino sin tierra! ¡Ningún pueblo sin territorio! ¡Arriba los pobres que se organizan y luchan por una alternativa humana a la globalización excluyente! ¡Larga vida al Papa Francisco y su Iglesia pobre para los pobres!”.

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