Por Rodolfo Pastor Fasquelle
No soy renuente a la fe. Me gustaría que Juan O. hiciera el mejor gobierno de la historia como dice, o que hiciera al menos un gobierno tan bueno que nos devolviera la tranquilidad y la oportunidad de trabajar y salir adelante a pobres y ricos. ¡Me encantaría que, en ese clima, prosperasen mis proyectos, se pagaran buenos sueldos para que la gente pudiera ahorrar y comprar vacas, leche, plátanos, solares! Y no pido milagros pero no puedo pecar de crédulo ni evitar ponerle a esta máquina de la promesa sin fin ni límite, un grano de sal y otro de chile.
Tampoco le creen los gringos que ya están desvisando abusivos. Por las vísperas era fácil prever la calaña de payasada que iba a ser este gobierno. Propaganda, publicidad. Y mucho show. La desfachatez del bono que, en su momento, denunciaba Ricky Álvarez, los spots publicitarios de la policía militar, descendiendo sobre los edificios vacíos. Pudimos adivinar que se anunciaba a un despotita con complejo de chafa, el comandante en jefe de los nuevos “guardianes de la patria.”
Se ha tratado de actualizar y remodelar ideológicamente el Señor Presidente, visitando y expresando admiración por un Rafael Correa (y anunciando que va a hacer el peregrinaje a visitar a Fidel y a Maduro), a quienes antes -en campaña- denostó por ser amigos de Mel y a quienes sigue insultando su vice. (Y que a sus espaldas se ríen de su hipocresía). Pero nada serio o bueno ha hecho Juan O. en dos meses que lleva en el poder absoluto, sin contradicción eficaz, estorbo ni resistencia.
Tengo la impresión de que Juan cree (y otros también, de sus amigos, ¿Tú también Octavio?) que, como dice un dicho no importa la canción, si no como la canta y que puede seguir anunciando sin costo en campaña permanente lo que ya debería haber cumplido. ¿Con un spot de chamba ahorita resuelve el problema de desempleo? Ofende el cinismo.
La lucha contra la corrupción es puro bluff. Ordena que vendan los carros de lujo del gobierno para descubrir que ya se los habían desaparecido sus correligionarios de la administración Lobo Hernández. Porque tendría que empezar por investigar los cientos de millones de fondos del Congreso abusados en la campaña política recién pasada, denunciar criminalmente la instrucción de vender las camaroneras redituables para obtener donaciones políticas y poner en evidencia las transferencias ilegales y los contratos y compras sobrevalorados, por decenas de miles de millones en el IHSS y en el Ministerio de Salud pero --para confundir inocentes— quiere encubrirlo destituyendo a la ministra, interviniendo y ordenando que se persiga a rateros de la burocracia, chivos expiatorios y brujas con cuya muerte jamás se cobrara Juan la primera de varias facturas políticas que tiene guardadas.
Para hacer buen gobierno tendría que hacer solo cuatro cosas Juan: reducir efectivamente la violencia, enfrentando sus bases estructurales, bajar el precio de la energía a un nivel competitivo, para contener la inflación que importamos con ella y animar la producción, crear empleo proporcional a la demanda que solo se puede hacer con un crecimiento mayor del 2% actual y reducir la presión fiscal que agobia, para dejarnos trabajar. Los cuatro retos están interrelacionados, conseguir uno ayudará a superar el siguiente. Nada ha hecho serio. Ni ha comenzado a hacer.
Nada eficaz en materia de seguridad. Dice que con la policía militar ha bajado la delincuencia y pregúntenles a los taxistas. La única genuina novedad es que además ahora tenemos las víctimas colaterales de la militarización, como ese pobre estudiante que mataron hace un par de semanas porque creían que era uno de los Espinoza. El Observatorio de la Violencia en la UNAH sigue desmintiendo al ministro pinocho que cree que puede inventar las estadísticas de la violencia a su gusto. Y darán testimonio en el infierno los 84 menores de edad muertos en los primeros dos meses de su gobierno. El incremento de las matanzas indica o la reactivación de los escuadrones o la impunidad del crimen.
Mentir mentir… Mentir, ya después corregir. Ya redujo (aunque hay ministro que la sigue repitiendo) su promesa original JOH de crear ciento veinte mil empleos por año, la redujo a la cifra esperada –con o sin juan- de cien mil en el cuatrienio, 25 mil empleos por año que genera el crecimiento vegetativo de la economía, … es que no le habíamos entendido, y más bien ha aumentado los impuestos que desestimulan la inversión para complacer al Fondo… al que no va engañar diciendo que está reduciendo el gasto porque eliminó el Ministerio de Cultura y fusionó en manos de Chang (que extorsiona a las ongs con multas sin precedentes) el de los Derechos Humanos y otra media docena de entidades cuyo presupuesto sumado no alcanza junto un 1% del nacional. Y mientras tanto crea superministerios y derrocha, en ¡publicidad en todos los canales! Mucho viaje, mucha paja y teatro.
Dice que se estará ahorrando L.1500 millones en los nuevos contratos de electricidad con las térmicas pero con impuesto nos sigue cobrando los mismos 25 cents de dólar por el kilovatio, el costo más alto de la región y sigue aumentando el precio de los carburantes que a nadie dejan ganar, a todos nos obligan a subir los precios, aunque las compras ya se desplomaron. En los primeros tres meses del año la inflación mensual es de 1.2% ¿18% anual? ¿Cómo piensa entonces mantener el valor de la moneda? Poca cosa ha hecho y equivocada siguiéndole el consejo a Maduro, ¿poniéndole impuesto sobre la renta a las cooperativas que por definición no generan ganancia? No le digo. ¿Sabrá cuántas hay?
En efecto tendrá también que convenir un programa con esa gente si quiere seguir recibiendo la ayuda (pequeña pero estratégica) y el financiamiento para las obras proyectadas… y
En vez de andar doctorando las estadísticas, debería aterrizar Juan un fomento energético a la producción, porque ya no puede seguir ordeñándola, ni vendiendo -cuando ya tiene una deuda altísima- bonos al 9%, ni falsas ilusiones de ciudades modelos ni levantando más expectativas incumplibles sin generar las condiciones de un estallido social y político, del que nos salve la virgencita de Suyapa, porque el cardenal ya vive en Roma y ha perdido la virtud. Y a los pistores los van a linchar junto con él, a menos que lo impidan las nuevas camisas negras. Póngase a trabajar señor. ¡Ya no hay dundos!
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