Diario Tiempo
Sigue conflicto en San Francisco de Opalaca, hoy inicia auditoría por el TSC
La reunión de los representantes de las siete bancadas del congreso nacional, con la finalidad, se dice, de establecer un modus operandi en el cuerpo legislativo, podría ser un comienzo para la búsqueda de un equilibrio funcional en este poder del Estado y también en torno a la interacción con el Ejecutivo.
Sin embargo, tal equilibrio, a pesar de ser razonable, no es fácil de lograr, no necesariamente por la composición variopinta de la asamblea sino, más bien, por el peso desigual del Ejecutivo en relación con los otros poderes, vale decir el Legislativo y el Judicial.
Lo cierto es que la apropiación del Ejecutivo del control legislativo y judicial ha distorsionado la balanza del poder en el Estado, y, merced a esa situación, la contraparte legislativa, por así decirlo, no tiene actualmente la capacidad niveladora que tuvo en el pasado, en función de la dinámica bipartidista.
Eso significa, en primer lugar, que el Ejecutivo tiene ahora en sus manos las riendas del poder, como se acostumbra decir, y que, a final de cuentas, es la voluntad del mandatario la que, de cualquier manera, habrá de imponerse para bien o para mal. En ese sentido, el intento de consenso a través de las bancadas, sin duda manipulado por el PN, es un recurso dirigido a la suavización de ese ambiente.
El tema es interesante porque nos presenta un juego político diferente al que estamos acostumbrados, principalmente en las últimas etapas de la bisagra bipartidista que recaló en monopartidismo o unipartidismo. Con la desventaja, hay que decirlo, de la falta de cohesión en lo que podría considerarse la oposición, precisamente por las posturas irreconciliables, algunas de ellas absurdas en realidad.
El nombramiento de las comisiones legislativas, cuyo funcionamiento normal da organicidad a la entidad, podría ser orientador del curso que el PN,con su control absoluto, quiere darle a su manejo camaral, tomando en cuenta la asimetría multipartidista, correspondiente en lo básico a los partidos LibRe, Anticorrupción y Liberal, así, con esa prelación.
La formación de las comisiones legislativas, que en la práctica hondureña corresponde a la directiva, generalmente ha procedido de negociaciones en la cúpula bipartidista, de acuerdo con sus particulares intereses. Ahora, con una situación diferente, varia, el PN podría dar algunas evidencias de su línea de acción, sin descuidar el hecho previsible de que continuará haciendo uso, para los casos sensibles, de las comisiones especiales, ad hoc.
En ese orden de ideas, la reunión de los jefes de bancada para atender la escogencia del Comisionado Nacional de los Derechos Humanos no pasa de ser una diversión en el esfuerzo para exportar una imagen democrática sobre un tema con final programado.
De ahí la pertinencia del reclamo a la aprobación del proyecto de Ley Especial de Audiencias Públicas que, de alguna manera, surtiría vías de clarificación, análisis y debate más efectivas para mejorar la dinámica parlamentaria.
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