lunes, 3 de febrero de 2014

Honduras en su hora más crítica



Por Rogelio Núñez

El próximo presidente de Honduras no va a tener por delante una gestión sencilla. Asumirá al frente de un país polarizado políticamente, golpeado por altísimos niveles de inseguridad y con una economía que no crece al ritmo necesario para sacar de la pobreza al 70% de la población.

La duda es si el autoritarismo del que ha hecho gala Juan Orlando Hernández o la obsesión del zelayismo por ver de nuevo a Manuel Zelaya en el poder (que no en la presidencia, al menos a corto plazo), son buenos cimientos para construir la paz y el consenso que necesita el país para superar la crisis en la que se encuentra.

Polarización política
El primer grave problema que afronta el país es el fuerte grado de polarización política que ha dejado la campaña electoral.

“La propaganda masiva del partido de gobierno ha estado saturada de amenazas, ataques y anuncios de fuerzas militares, llenos de violencia”, denunciaba, por ejemplo, Xiomara Castro la semana pasada. Por su parte Juan Orlando Hernández acusó reiteradamente al zelayismo de promover la “intolerancia política”.

Las heridas producidas por el Golpe de Estado de 2009 no han desaparecido, sino que han reverdecido en estos meses.

No hay que olvidar que Xiomara Castro ha llevado como principal bandera convocar una Asamblea Constituyente, lo que desencadenó el Golpe de 2009 contra su esposo, el entonces presidente Manuel Zelaya.

Ese proyecto ha sido combatido de forma tajante por los partidos tradicionales, liberales y nacionales.

La mera existencia de esa izquierda provoca mucho rechazo en amplios sectores políticos y sociales, aunque lo cierto es que más allá de la polémica existe una sensación de que es muy necesario introducir cambios profundos en el país.

Como asegura Adolfo “Fito” Facussé, presidente de la Asociación Nacional de Industriales (ANDI), los cambios y las transformaciones son ya ineludibles: “Yo estoy de acuerdo con que necesitamos hacer cambios y transformaciones profundas. Como empresarios no podemos funcionar si la gente se está muriendo de hambre. Necesitamos que la gente esté bien, que estudie, trabaje y que gane bien. Si continuamos como ahora, el resultado será más violencia, desempleo, migración, empresas que se van a otros países como Nicaragua y México”.

Sin embargo, el proyecto político de la izquierda hondureña, en sus diferentes matices (exliberales integrados en el zelayismo e izquierdistas que rodean a Xiomara), choca de plano con lo que opinan no solo los partidos tradicionales sino también organismos con gran peso y tradición como las Fuerzas Armadas (que lideraron el golpe contra Zelaya), la Iglesia y el empresariado.

Así por ejemplo, la presidenta del Consejo Hondureño de la Empresa Privada (Cohep), Aline Flores, considera que detrás de Xiomara estarían intereses de otros países, en clara referencia a Venezuela: “Nosotros los hondureños debemos de buscar las soluciones, entre nosotros mismos, no podemos estar aceptando ayudas extranjeras o que hayan conflictos extranjeros que estén por una u otra manera aprovechándose de algunas diferencias ideológicas que existen actualmente”.

La inseguridad
Los niveles de inseguridad son intolerables con 20 personas que fallecen al día en un país con apenas 8,2 millones de habitantes. Ese es uno de los retos medulares del próximo mandatario.

Julieta Castellanos, Rectora de la UNAH, señala que “la gente, ante el fracaso de la Policía, la incompetencia y la corrupción, ve en los militares una esperanza. ¿Quiénes estamos contra la interferencia de la Policía? Los académicos, los antimilitaristas que creemos en la separación de funciones entre defensa y seguridad, pero la gente quiere seguridad a como sea… si uno lo ve desde el lado de las víctimas, las víctimas la pasan muy mal. La gente está acorralada”.

Y el Cardenal hondureño Rodríguez Maradiaga comentaba recientemente que “nuestra Honduras ha sido un valle de lágrimas, ante tanta violencia y tanta muerte. Todos somos hijos del mismo padre”.

Es el problema (85.5 homicidios por cada 100 mil habitantes) que más golpea a una población que ya ha visto como se ensayaban, sin éxito, diversas alternativas como la política de “mano dura” del presidente Ricardo Maduro (2002-2006).

Y en realidad la clase política no tiene un agenda consensuada de cómo combatir la inseguridad provocada por el crimen organizado y las maras (pandillas).

Mientras la izquierda (Xiomara Castro) prefiere poner en marcha políticas sociales para reducir el crimen (“Lo que propone LibRe es la policía comunitaria, cercana al pueblo, que la policía nos conozca, que sepan quienes somos, que brinden seguridad al pueblo hondureño”, planteó Xiomara), la derecha (Juan Orlando Hernández) se inclina por seguir por el sendero de la “mano dura”.

Hernández es el padre de la actual reforma que le da al Ejército funciones policiales y que crea una policía militar con 5 mil hombres es considerada por sus adversarios como un retroceso en la institucionalidad del país.

Pobreza, desigualdad y endeble crecimiento
Honduras es uno de los cuatro países más pobres de América Latina , junto con Haití, Bolivia y Nicaragua: Un 71% de sus 8.4 millones de habitantes vive en pobreza, un 53% en miseria y el desempleo alcanza niveles del 40%, según la ONG local Foro Social de la Deuda Externa y Desarrollo (Fosdeh).

De hecho, los dos principales candidatos dieron gran importancia a este tema.

El oficialista Juan Orlando Hernández prometió fogones, letrinas y techos de zinc para mejorar las casas de los pobres mientras que Xiomara Castro prometió impulsar proyectos de seguridad alimentaria y estímulo a la agricultura.

Honduras tiene además un promedio de 1.8 millones de desempleados y como apunta el Cardenal Maradiaga “la pobreza, la violencia y la inseguridad, así como el incremento anual del Producto Criminal Bruto… siguen siendo rasgos comunes y vergonzosos de Latinoamérica”.

El nuevo presidente heredará una crisis económica sin precedentes de la Administración de Porfirio Lobo, con una deuda interna y externa que globalmente supera los 6 mil millones de dólares, según fuentes privadas.

“El nivel de endeudamiento público del país será uno de los problemas más serios a los que tendrá que hacerle frente el nuevo Gobierno, con las implicaciones sociales y políticas que esto significa”, indicó a Efe una fuente del Foro Social de Deuda Externa de Honduras (Fosdeh), que prefirió el anonimato.

La situación hondureña exige que los grandes partidos y fuerza alcancen acuerdos de Estado sobre todo teniendo en cuenta que nadie contará con la mayoría de los votos ciudadanos ni en la legislatura.

Adolfo “Fito” Facussé ya advertía que “independientemente de quien gane las elecciones, va a ser difícil promover cambios sin un acuerdo y el consenso entre las diferentes fuerzas políticas”. Pero eso, el consenso, por lo que parece, está muy lejos de alcanzarse.

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