jueves, 1 de diciembre de 2016

Fidel ha muerto, pero su pensamiento sigue más vivo que nunca



Por Alberto Rabilotta

Los hombres mueren, pero no las ideas, el pensamiento, las esperanzas y las praxis que crearon para hacer que los seres humanos se liberen de todas las formas de explotación y opresión. Esto es cierto desde hace miles de años y se refleja tanto en la historia de las religiones como en la agnóstica realidad.

Excepcionalmente algunos seres humanos, como Fidel y el Che, además de sus grandes contribuciones tanto en el terreno de la praxis como en el del pensamiento, lograron comunicar entusiasmo, generar en Nuestra América y en gran parte del mundo sentimientos de afección y simpatías que seguirán abonando las luchas por un mundo más justo por generaciones a venir.

Recuerdo muy bien cuando como periodista de Prensa Latina entrevistaba en Canadá o en Centroamérica a curas, obispos o arzobispos, y muchas veces lo primero que ellos me preguntaban después de la presentación era “qué es lo que Fidel piensa” sobre tal o cual asunto, lo que al principio asombraba al agnóstico que soy, hasta que entendí que más allá de las potenciales coincidencias políticas que pudieran existir y que siempre tenían límites concretos, Fidel y el Che eran para ellos –como para la mayoría de personas honestas que conocí y más allá de sus opiniones políticas-, la rarísima referencia en el mundo de la política realmente existente por su rectitud moral en lo que tocase a la realidad y el destino de los pueblos, de los pobres y oprimidos.

Fidel fue el gran educador de las izquierdas en Nuestra América, el rescatista de nuestra larga tradición antiimperialista, desde Bolívar hasta Martí, del pensamiento marxista latinoamericano.

Sin la revolución cubana, sin los discursos, intervenciones y la práctica política de Fidel y otros dirigentes de la revolución cubana, sería imposible explicar el importante y creativo pensamiento de la izquierda y el gran abanico de experiencias en nuestra región en las luchas contra el imperialismo estadounidense y contra el capitalismo neoliberal, el capitalismo realmente existente.

Fidel murió pero su aporte seguirá bien vivo en Nuestra América y en los pueblos del mundo, así que ¡Hasta siempre Fidel!

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