sábado, 15 de junio de 2013

Los golpes de Estado en Honduras



Por Edgardo Soriano Ortiz

Desde el siglo XIX, cuando se intentaba edificar el estado nacional, la violencia socio-política se manifestó a través de cientos de revueltas armadas, guerras civiles y golpes de Estado. Al finalizar el siglo XIX e iniciar el siglo XX, en el contexto de expansión del capitalismo industrial y en que países como Honduras asimilaron el proceso que fue llamado “Reformas Liberales”, la división del partido liberal (fundado por Policarpo Bonilla en 1891) obedeció a los conflictos entre caciques en vísperas del proceso electoral de 1902.

Este conflicto provocó la ruptura irreversible entre Manuel Bonilla y sus antiguos amigos Policarpo Bonilla y Terencio Sierra, y que llevó al pueblo a una sangrienta guerra civil en los primeros meses de 1903. La victoria armada fue de Manuel Bonilla, las milicias pro “policarpistas” y correligionarios salieron en estampida para Nicaragua, terminaría finalmente cuando envió a su jefe de policía, Lee Christmas, a materializar el golpe al legislativo el 8 de febrero de 1904. Estas actitudes violentas ensangrentaron el país. Con las políticas autoritarias de Tiburcio Carías apoyadas por el capital multinacional y por Washington se demostraba que solo la imposición de un caudillo sobre otro era la salida frente a la incapacidad histórica de organizar un Estado liberal y elementos mínimos de derechos para la ciudadanía.

Durante la década de 1950 el movimiento obrero creció, pese a la represión Carías-Gálvez, logrando convocar a la gran huelga general de dos meses en 1954.

Los positivos resultados de la huelga a nivel de organización popular y el contexto revolucionario latinoamericano, que tuvo como principal triunfo en la revolución cubana, propició que los grupos oligárquicos serviles al capital multinacional y al departamento de Estado conspiraran para evitar el ascenso del caudillo populista Modesto Rodas Alvarado, considerado por la derecha golpista una pieza débil frente al avance popular. De esa manera el golpismo militar-cachureco en complicidad con la derecha liberal que encabeza Villeda Morales dieron el brutal golpe de Estado militar el 3 de octubre de 1963 que causo la muertes de centenares de hondureños.

Las artimañas de las elites pasaron por diferentes etapas, desde alianzas con gobiernos militares de facto hasta el montaje contrarrevolucionario de la “democracia” para alternar el mando entre el bipartidismo, mientras unos cuantos grupos familiares se encargaban de enriquecerse por las mieles burguesas del neoliberalismo. La década de 1990 y la del 2000 serían fértiles para las ganancias macroeconómicas de las elites fácticas, que no han escatimado en el recurso violento de la represión a la clase mayoritaria que creció en miseria por todos los rincones del país.

La rapiña neoliberal provocó en la última década que la tal “democracia” que edificaron para imponerse sobre la mayoría poblacional entraran en decadencia. En otras palabras el escenario del poder se complicó y el descontento aumentó enormemente cuando la oligarquía local firmó el tratado de “libre comercio” que traía consigo un duro golpe a la economía pequeña y mediana. En este contexto Manuel Zelaya planteó buscar alternativas y nuevas alianzas, situación que provocó el miedo de los grupos enquistados por las prebendas históricas. Temerosos por ser desplazados como grupos de control fácticos recurrieron a los aparatos represivos del Estado para defenestrar a Manuel Zelaya el 28 de junio de 2009.

El golpe de Estado civil-militar de 2009 muestra la histórica lógica de la utilización del recurso de la violencia para imponerse en el poder y agenciarse cuantiosas ganancias. Al reflexionar sobre esta historia podemos entender que en el país los diferentes grupos de poder fueron incapaces de organizar un Estado fuerte, al contrario entregaron los recursos del país a precio de “gallo muerto” y se volvieron serviles ante la utilización del territorio indiscriminadamente por Estados Unidos. La actual coyuntura socio-política está marcada por el acelerado entreguismos neoliberal de régimen cachureco a través de cientos de concesiones y contratos leoninos a favor de capitalistas externos de los grupos fácticos locales. El descontento poblacional esta ahora canalizado hacia un proceso electoral que a simple vista lo encaminan a consolidar una elite política autoritaria golpista, sin embargo no todo está dicho, hay resistencia contra el viejo golpismo, la esperanza y el deseo de luchar están consolidados en importantes sectores poblacionales…

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