lunes, 10 de junio de 2013

JOH imposición, amenaza y polarización

Diario Tiempo

El candidato del Partido Liberal (PL) a la Presidencia de la República, Mauricio Villeda, ha indicado algo que merece atención, en lo que respecta a la campaña electoral, y es que, en esta ocasión, “la lucha será de la honestidad contra la corrupción”.

Lo expresado por el candidato liberal es básicamente en relación con el planteamiento propagandístico del Partido Nacional (PN) con la antítesis de izquierda y derecha, lo cual denota la persistencia en el gastado sofisma del anticomunismo, caído en desuso por acomodaticio y falaz.

En la mentalidad colectiva hondureña se ha operado un cambio extraordinario de percepción política, a despecho del anquilosamiento de los partidos tradicionales que ahora, ante la evidencia, se afanan en el acomodo al  pensamiento –y las expectativas—de las bases ciudadanas.

Puede decirse que es admirable el hecho de que, a pesar del sistema de corrupción implantado en Honduras por su “clase” política y --con las excepciones de regla-- por sus dirigentes, la mayoría de la población, la clase media, y muy particularmente los jóvenes, abominan la corrupción y reclaman decencia y honestidad a los actores políticos.

En nuestra realidad actual la controversia de base no radica en los binomios izquierda-derecha, comunismo-anticomunismo, liberalismo-socialismo, etcétera, sino en el liderazgo apropiado a la realización de un cambio político, económico, social y cultural que garantice el desarrollo nacional y la transparencia en la administración pública.

El golpe de Estado 28-J de 2009, y toda la desgracia que trajo consigo contra nuestro país y su pueblo, ha sido el punto de quiebre entre lo que podríamos llamar régimen podrido y la demanda de un nuevo régimen. El planteamiento del candidato del PN, Juan Orlando Hernández, a la par que sus actuaciones, es precisamente la representación de lo que la sociedad hondureña quiere desesperadamente dejar atrás.

Las condiciones socio-económicas de nuestra nación obligan la adopción de un nuevo modelo político que conduzca al establecimiento de Estado democrático integral, equilibrado, en el que coexista el crecimiento económico con énfasis en el bienestar social. La cuestión no es de izquierdas ni derechas, es de honradez, sabiduría, responsabilidad y entrega patriótica.

Es un rumbo equivocado ése de tratar de imponer a la legalidad la fuerza tumultuaria como lo está haciendo el PN con el fin de arrinconar al Tribunal Supremo Electoral (TSE) para que inscriba a Ricardo Álvarez como Designado a la Presidencia de la República en colisión con la Ley Electoral y la Constitución.

Es un rumbo equivocado hacer uso del dinero del Estado, de los contribuyentes, de la ciudadanía, para realizar manifestaciones espectaculares no en demanda de justicia sino en plan de amenaza.

Y es un rumbo equivocado tratar de reciclar el clima de polarización y enfrentamiento creado en 2009, hasta provocar el derrumbe la institucionalidad, sin otro objetivo que el de acrecentar la corrupción y el interesado desmembramiento físico y moral de la entidad patria.

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